Fons, Ash, Distrito Central - 10 de Mayo - Año 526
Ashley se sentó en el borde de la cama. Mientras abrochaba su falda hacía lo posible para encontrar sus zapatos debajo de la cama, no recordaba haberlos dejado tan lejos. Terminó de vestirse al momento exacto en el cual dejó de oír la regadera, para al instante sentir el ruido de la puerta del baño abriéndose. James salió envuelto en una toalla.
—¿Ya te vas? —preguntó el hombre.
—Sí, ya me he tomado suficientes días libres, debo volver al trabajo —respondió Ashley.
—Tampoco es como que dependas de tu trabajo —aludió James—. Eres la princesa, nadie podría decirte nada, ¿No es así?
—Prácticamente, aun así, mi trabajo sí depende de mí, además de que soy la única persona en la que mi hermano confía , así que debo volver antes de que empiece a desesperase por mi ausencia, él no puede hacer nada solo —explicó Ashley. Ató su cabello en una coleta antes de tomar su bolso que se encontraba sobre una de las sillas repartidas por la habitación—. Me voy —le avisó a James, dejando un beso en su mejilla.
—¿Cuándo será la próxima vez? —preguntó él, cuando ella estuvo a punto de salir por la puerta.
—Pronto... —aseguró.
Luego cerró la puerta al salir.
Después...
Fons, Ash, Palacio Real - 10 de Mayo - Año 526
Se lanzó sobre su cama apenas llegar a su habitación. Jamás se imaginó que la noche anterior se cruzaría con James en ese bar. Tenía pensado sólo ir y tomar algunas cervezas, en soledad, necesitaba un poco de descanso luego de tantas semanas atareadas con su trabajo. Lee fue bueno con ella la semana anterior y le dejó algunos días libres, los aprovechó de la única manera que sabía hacerlo.
Ver a James tantos años después la hizo querer volver a esa etapa de la universidad, cuando se veían seguido. Antes de que ella fuera la princesa, antes de que la guerra estallara, o de que Rhys volviera a su vida. Antes de todo, cuando quiso rehacer su vida otra vez, sin saber nada de lo que vendría después de ese deseo. De tal manera, esa noche sólo pasó, y entre tragos, cuando el bar decidió cerrar, ambos se pusieron de acuerdo en ir al apartamento de James.
«Sólo pude dormir dos horas», pensó ella, dándose la vuelta en su cama, su mirada quedó suspendida en el techo. Sólo pudo pensar en James York.
Él era el hermano menor de Ren York, el anterior líder de su clan, y tío del actual, Felix. Ella no supo de su estatus de noble hasta que ella misma fue reconocida como la princesa, dos años después de conocerlo. Cuando eran jóvenes tuvieron cierto tipo de relación, en realidad no era nada más que algunos encuentros esporádicos en los salones vacíos de la universidad. Luego dejaron de verse por unos años, hasta que cuando ella tomó el rol de la secretaria de su padre en la guerra, lo volvió a ver... Y él estaba casado. Ella no creía haberse enamorado de él en ese poco tiempo que mantuvieron esa extraña relación, sin embargo, enterarse de tal noticia le chocó un poco, ya que él también tenía una hija. Y desde ese momento, muchas veces se replanteó su vida, mientras apreciaba como todas las personas que estuvieron a su lado por años se separaron o alejaron de ella luego de formar sus familias.
Llegaron sus veintinueve años, y nunca tuvo una relación seria. No quería sentirse menos por eso, no era una obligación, no estaban más en esas épocas, donde tal vez el rol de la mujer era conseguir un marido, formar una familia, y criar a sus hijos. Ella no pensaba así tampoco, de todas formas, pocas veces se sintió realmente parte de una familia. Su madre no era muy cariñosa con ella, tan así que cuando tuvo la oportunidad de dejarla atrás, lo hizo. Y cuando conoció a su padre y a su hermano, ya era demasiado adulta como para anhelar ese amor que no pudo tener en su niñez y adolescencia. Ya era muy tarde como para querer sentirse cómoda con una familia.
Tal vez tuvo muchas oportunidades de hacerlo. Anheló sentirse querida y reconocida por todo el mundo, por mucho tiempo. Se enamoró de Rhys siendo una niña sólo porque él era el único que la reconocía. Lara fue su primer amiga, sin embargo, no podía tampoco negar que en algunos momentos la vio como algo más que eso, oponiéndose incluso con su propia idea sobre el romance. Y cuando llegó el momento de ver a Jake con esos ojos, se hizo una idea del amor complicada también, y tuvo miedo, mucho miedo, tanto que lo dejó atrás. Sólo huyó. Y eso no era un arrepentimiento. Siempre asumió que fue por su propio bien, ya que luego de todo lo sucedido en Remia, sólo no podía seguir en ese lugar, era necesario escapar. Aun así, supo que fue egoísta, y que no pensó en cómo le iba a afectar a él, de igual manera, ella realmente quería estar a su lado, pero su mente ya no aguantaba más, muchas cosas se le acumularon en su vida, desde su verdadera identidad, hasta la pérdida de dos de sus mejores amigos... Y más que nada... La muerte de Demian Windsor.
Cuando conoció a Rhys, a sus once años, él sólo tenía un hermano menor. Demian, de cinco. Ella, además de pasar tiempo con Rhys, comenzó a tomarle aprecio al niño, él era tan carismático como divertido, muy extrovertido, pero comprensible y confortable al mismo tiempo. Llegó un momento en su vida donde cada uno de sus sentimientos por Rhys eran sabidos por Demian, él era como una forma de desahogarse para ella, de dejar salir todo lo que sentía, cuando nadie más la escuchaba. Demian era el hermano de Rhys, él lo conocía más que nadie, por eso, siempre sabía qué decirle cuando se respectaba a él. En cada uno de esos intercambios, él siempre bromeaba con lo mismo: «Me gustas mucho, quiero casarme contigo cuando crezca».
Una broma, ella siempre pensó que se trataba de eso, porque él era muy pequeño para ella, porque él era el hermano de Rhys, la persona a la que amaba... Porque no era una buena chica para Demian... Casi para nadie. Aun así, nunca supo qué pasó por su cabeza esa noche en el palacio, nunca supo por qué al verlo durmiendo en sus piernas con su rostro herido por protegerla pensó que, a pesar de ser remota, tal vez existía una posibilidad. Nunca supo qué tan fuerte eran sus impulsos... Nunca supo por qué lo besó, aun sabiendo lo mal que eso estaba, y lo mucho que podía afectarle que alguien además de ella lo supiera. Por eso, ese beso, así como pasó, se olvidó esa noche... Ni siquiera el chico llegó a saberlo.
La muerte de Demian la devastó. Y en ese momento, tres años después, supo la razón por la cual lo besó esa noche. Quería a Demian, lo quería mucho, y estaba destruida de saber que no volvería a verlo jamás, a pesar de que esa idea la cual daba a entender que algo entre ellos era imposible aun persistía en su mente. Ella no se hubiese negado a intentarlo muchos años adelante, cuando él fuera lo suficientemente mayor como para tomar una decisión así. Vio en Demian parte de lo que quería en alguien más, más que reconocimiento, un poco de admiración y comprensión. Que alguien realmente la amara, y sólo a ella. Ser la única en su vida. Pero él era un niño, que tal vez sólo la veía linda por su edad, y ese fue su dilema por muchos años, un dilema que tuvo que enfrentar sola, porque era tan fuera de lo normal, y moralmente incorrecto, que nadie podía saber que tenía un pensamiento así.
Quería realmente ser amada. Ese deseo la llevó a pensar muchas cosas, algunas ajenas a sus propios principios, algunas complicadas de asumir, algunas... Vergonzosas. Y aunque con el paso del tiempo encontró varias formas de amor, como la de su hermano, seguía sin sentirse tan especial para alguien, como si se sintió con Demian. Y eso iba a ser eterno, o al menos hasta que sus últimos días hicieran presencia, porque él murió de pequeño, diez años atrás, cuando ella era una joven que no se entendía ni a sí misma, que no entendía el amor, y que huyó de todo por tener miedo de sentirlo. Y que sentirlo, al entenderlo, comprendió todos los errores que cometió en su pasado. Y ya no podía mirar atrás, aunque en ese pasado estuvieran los recuerdos más hermosos de su vida, con Rhys, Lara o Jake. Aunque Demian viviera en su memoria junto al amor que le profesó. Si él no iba a volver, ella tampoco debería... Sólo podía seguir adelante. No parar.
—No mires atrás... Ya no hay lugar donde volver... Esto eres tú ahora, y debes aceptarlo —dijo, casi para sí misma, aunque en voz alta. Estaba tan sola en su habitación que estaba segura de que nadie iba a ser capaz de oírla. De comprenderla mucho menos.
—Si tendrás razón. —Lee había estado parado en la puerta de la habitación de su hermana en todo momento, ella se había olvidado de cerrarla, y justo al pasar por esta y dirigir su mirada dentro, la vio acostada en la cama hablando sola—. ¿Estás bien? —preguntó, sentándose en el borde de la cama.
—¿Hace cuánto tiempo estás aquí? —ella preguntó, sin moverse de su posición.
—Unos segundos, de hecho, te estabas buscando, sabes... Hace días no sé nada de ti, ¿Dónde habías estado? —preguntó Lee.
—Por ahí, me habías otorgado algunos días libres, quise... No lo sé, tomar un descanso de la vida —explicó Ashley.
—¿Y ese descanso de la vida te llevó a esa conclusión? —Lee preguntó, refiriéndose a lo que la escuchó decir antes de entrar.
—¿A veces no te sientes estancado, Lee? —Ashley se impulsó para lograr levantarse al apoyar sus brazos en la cama. Terminó sentada al borde de esta, al lado de su hermano.
—¿De qué manera? —Él la miró con cierto interés.
—Estoy llegando a una edad en la cual la vida comienza a darme cada vez menos oportunidades, ya no tengo veinte años, ya no... Ya no puedo sólo tomar cualquier decisión procurando que sea un intento, y que si no funciona, puedo hacer otra cosa, y otra cosa, y así hasta que encuentre algo que realmente me dé cierta satisfacción... Ya no, Lee... A veces, me siento un poco perdida en mi mundo, artificial tal vez, sólo sigo la corriente.
—Puede pasar, ¿Tú crees que siempre estuvo en mi mente ser rey? Para nada, cuando era joven tenía una visión idealizada sobre este puesto, cuando crecí, me di cuenta que no era nada parecido a lo que imaginé, y cedí a mis deseos, quise valorar distintos caminos, pero en cada momento, en cada decisión, la vida me llevaba cada vez más a esto... Y cuando ya no tuve más escapatoria, sólo tomé esa decisión, abracé mi destino.
—¿Y estás feliz con esto?
—Feliz, como se dice feliz... No... Estoy conforme, que es distinto... De hecho, sabía que en algún momento me iba a tener que hacer cargo de esto, y aunque esperaba que fuera en muchos años, no puedo quejarme tampoco, es algo que se escapa de mí, yo no tuve la culpa de haber nacido con el estatus que nací.
—¿Y yo sí?
—No lo creo, pero princesa, debes saberlo, eres muy capaz de darle un volantazo a tu vida... Quién sabe, a lo mejor, algún día encontrarás algo que te dé motivos para avanzar y dejar de estar estancada. —Lee sonrió.
—¿Tú no estás estancado? ¿No extrañas a Diane? —preguntó Ashley. Quiso alcanzar la mano de su hermano, pero él se le adelantó y pasó su brazo por alrededor de sus hombros. La llevó a él con ese movimiento.
—No hablemos de nostalgia, han pasado años, y yo... Creo que ya lo superé —aseguró él, sin borrar la sonrisa de su rostro.
—¿No es injusto mentirse así? —preguntó Ashley. Aunque él nunca hablara de eso, sabía que le era doloroso siquiera pensarlo, que lo hubiese superado era muy difícil de creer. Sólo asumió que mentía para no tener que llevar su charla a ese lugar.
—No es mentirse, es ser sincero con uno mismo... ¿Qué sentido tiene pensar en eso? Ya me lamenté lo suficiente, lo hice en su debido momento, antes de tomar esa decisión de la que te hablé... Cuando acepté que ella no volvería, quise mirar al futuro, y así como acepté su muerte, acepté mi destino... No tiene sentido volver a mirar atrás, ya no puedo dejar de lado lo que soy, tú fuiste quien lo dijo.
—¿Amarás a otra persona algún día?
—Te amo a ti —declaró él, jugueteando con el cabello de su hermana, mientras reía.
—Tonto, sabes a lo que me refiero. —Ella tomó su mano.
—Tal vez, no lo sé... Así como mirar al pasado es doloroso, mirar al futuro es arriesgado, la vida está llena de sorpresas, no quiero decepcionarme más adelante... Sólo, dejaré que sea lo que el mundo quiera, mientras tanto, me encargaré de lo que debo encargarme, de mi reino y mi hermana... Son las responsabilidades que tomé junto con esa decisión, y junto con todo lo que me queda por vivir.
—No quiero ser eso que debes acarrear contigo el resto de tu vida.
—No lo serás, todo lo contrario, te quiero a mi lado para que seas quien sostenga mi espalda, ser rey es complicado, no quiero perderme con tanto poder... Eso es lo que le prometí a Diane. —Lee bajó su mirada, y cabizbajo logró quitarse la insignia de rey que llevaba en la solapa de su traje—. Esto... Es una tontería, lo sé... Pero, quisiera que lo llevaras contigo —dijo, dejándolo en la mano de su hermana.
—¿Tu insignia? ¿Para qué? No soy la reina —preguntó Ashley, apreciando en su mano el objeto.
—Quiero que lo tengas contigo, es algo así como un seguro... Años atrás, le dije a papá que quería que tú fueras la reina, él me dijo que iba a ser imposible, que tú no eras una hija legítima, por lo tanto, no podías tener ese derecho... Hice de todo para que él pudiera darte su apellido, para que fueras parte de la familia, para que así, pudieras ejercer un puesto en el Consejo.
—¿Qué? Pero, ¿Por qué? No es como que eso fuera mi deseo.
—No lo era, pero como te dije, era un seguro... Si lo hacía, tenías más inmunidad ante la ley, nadie podía sacarte de mí camino cuando me tocara heredar el trono y ser rey, nadie me iba a impedir que te diera el puesto que posees... Después de la guerra, sabía que te iba a necesitar, el Consejo siempre fue un estanque de tiburones, y aunque tomé partido con mi Scire, supe que no iba a ser suficiente... Yo no guio este reino solo, Ashley, no tengo el poder necesario... Este reino lo guiamos juntos, y de tal manera, tú eres la única persona con la capacidad de tomar decisiones si yo no puedo hacerlo, te otorgo ese poder.
—Estás loco, Lee... Estás muy loco, ¿Sabes lo que eso conllevaría? Le estás dando a tu hermana un poder comparable al de un rey, no es sensato, el Consejo se me vendrá encima... Algo asi sólo se lo puedes dar tu heredero, y si no tienes, a Kenneth, que es el anterior rey... Pero no me lo puedes dar a mí... No, no, estás loco —dijo Ashley, poniéndose de pie. Comenzó a caminar de un lado al otro de la habitación sacudiendo su cabeza. Era increíble lo que su hermano le estaba proponiendo.
—Te dije que sólo era un seguro, nada más... Es para prevenir, si algo sucediera conmigo, tú podrías tomar mi lugar provisoriamente, y así, el reino no entraría en un caos sin su gobernante... Es lo mismo que hiciste cuando estuve hospitalizado luego de la coronación, no tiene sentido que lo veas como una locura ahora —explicó Lee.
—No lo es, la locura es que me des tu insignia con tal responsabilidad, soy solamente tu secretaria, Lee... No puedo tener algo así, es un signo de poder y grandeza.
—Es sólo un pedazo de metal, no significa nada... Lo importante es mi posición, y lo que los demás piensen de eso, una insignia no representa nada, sólo es simbólico, lo que realmente representa mi poder es que las personas tengan en mí la confianza necesaria para darme las riendas del reino... Algo que ha comenzado a suceder desde incluso antes de que me dieran esa insignia. —Lee se puso de pie, parando la caminata de su hermana al tomarla del brazo. Se paró frente a ella y tomó sus manos, envolviendo con ellas la insignia—. La insignia sólo es el sello de la confianza que poseo en ti... Rhys ya me lo dijo una vez, no debo confiar en más nadie que no sea en ti... Mi gente me da la confianza, y yo, la comparto contigo, así funciona mi puesto, mi reinado... Así funciona mi corazón, Ashley, y la decisión que tomé, la que te involucra. —El recostó su frente en la de su hermana—. Dime que puedo confiar en ti, Ashley... Dime que mi puesto significa algo, dime que... No estoy solo.
—Por Sun, Lee, claro que no estás solo, no seas tonto. —Ashley tomó el rostro de su hermano entre sus manos. Le dio unas palmaditas en la mejilla y sonrió—. Me hice responsable de tu cuidado, Lee... Me hice responsable de estar a tu lado a pesar de todo, eres lo único que me queda, no te voy a dejar solo, pequeño... Y no tengo que prometerlo, ya lo hice esa vez, ¿Lo recuerdas, cierto? —preguntó.
Una semana después del final de la guerra. Funeral de Estado de los caídos en la Guerra de Fons en el cementerio privado de la Base Militar de Richmount. Una apagada mirada oculta detrás de esas gafas de sol oscuras, tan oscuras como su corazón, roto. Su seriedad clamaba la necesidad de ignorar su pena. Y el silencio que rodeaba el ambiente fúnebre se hizo en su alma luego de despedirse de ella días antes en la morgue. No quiso llorar. No quiso enojarse tampoco. Quiso morir. Morir. Una y otra vez. Tal vez, en alguna de tantas, podía volver a encontrarse con ella. Pero así como sabía que era imposible morir más de una vez, sabía que era imposible volver de la muerte... Si fuera posible, ella no estaría en ese ataúd tres metros bajo tierra, y él... No tendría ese vacío en su corazón.
«¿Por qué sigues a mi lado?», pensó, queriendo quitar esa mano posada sobre su hombro. La mano de su hermana. Esa chica que apareció un día a reclamar ese lugar, y que no volvió a irse. Al inicio quiso odiarla, no quería una hermana. Ella era hermosa, y tenía tanto la apariencia como la personalidad característica de su familia. Era innegable su verdadera identidad. Era innegable que, hiciera lo que hiciera, no iba a poder ignorarla así como así. Ella no se iba a ir. Ni aunque lo deseara. Ni aunque la odiara. Nada. Ella decidió quedarse por voluntad propia, ignorando lo que él o su padre hubiesen deseado antes. Ella era terca. Era orgullosa. Sin embargo, tanto como todo eso, era tan cálida como una brisa veraniega, y tan dulce como un helado de fresas. Ese era su poste favorito después de todo, sólo la podía comparar con eso. Aunque ella, a pesar de todo lo que pensara de su presencia, era incomparable.
No quitó su mano de su hombro. En un momento, se dio la vuelta. Ella rápidamente lo acató con su mirada, y sonrió. ¿Por qué lo hizo? Él no lo supo jamás. De igual manera, esa sonrisa, por un instante... Casi le devuelve todo eso que sintió perdido con la pérdida de su amada. Y ese vació que existía en él, ya no fue vacío, poco a poco, obtuvo algo de luz.
Ashley fue su luz. Y lo guio por el camino correcto como cualquier hermana mayor hubiese hecho en su lugar, sin embargo, él podía asegurar que no cualquier hermana mayor hubiese sacrificado tanto por él, inclusive, hacer esa promesa: «Soy tu sombra, soy tu respaldo, tu escudo, y tu arma... Soy tus ojos, soy tu palabra... Soy tu otra mitad, Lee... Estamos juntos en esto, y no me iré de tu lado... Es una promesa... Una promesa de hermandad».
—Lo recuerdo, Ash... Una promesa de hermandad.
Más tarde...
—Por Sun, estoy tan cansado, ¿Por qué tuvimos que despertarnos tan temprano, Rhys? —Dean preguntó.
Rhys se encontraba recostado en el borde de la ventana de uno de los pasillos del palacio. Esta daba hacia el jardín interior, una especie de patio en forma de cuadrado repleto de plantas y árboles que se encontraba exactamente en el centro de la construcción. Esta la rodeaba enteramente, y cada ala se unía a través de un pasillo con ventanales inmensos que dejaban apreciar la magnífica vista del jardín. Ellos se encontraban en el ala norte, la que daba camino hacia la oficina del rey en el tercer piso del palacio. La única manera de bajar, o llegar, al jardín era dirigirse al ala sur y bajar hasta el subsuelo de esa sección, para luego subir por una escalera que sólo tenía salida en el centro del jardín, justo al lado de la estatua de Delta.
—No sé cuánto tiempo tardará la reunión que tengo con Lee —explicó Rhys, apenas desviando su vista a su subordinado—. Luego debemos entrenar, es mejor que estén a tono unas horas antes, luego llegan medios dormidos y no quieren hacer nada.
—Te lo dije, todo es culpa tuya, por no haber ido al entrenamiento de la semana pasada —acusó Mya, empujando a Dean del hombro.
—Había trabajado toda la noche para presentar el presupuesto de mi sección, mi compañero fue un imbécil e hizo todo mal —explicó Dean—. Por cierto, Rhys, ¿Lara no dijo nada de mi trabajo? —preguntó.
—Tú sabes que ella no se encarga de tu sección, a menos que uno de sus encargados le haga llegar tal información, jamás se enterará —respondió Rhys.
—¿Trabajas en la empresa de Lara, Dean? —preguntó Vlas, sorprendido.
—Comencé a inicios del año pasado, al principio sólo era un cadete, pero luego de los seis meses Lara me dio un puesto oficial —respondió Dean.
—Ya veo —asintió Vlas—. Por cierto, Rhys, ¿Cómo es eso de la empresa de Lara? ¿Cómo funciona? —preguntó con curiosidad.
—Hmm, ¿De qué manera? Funciona como una empresa cualquiera, ¿No tuviste finanzas en el colegio? —preguntó Rhys, volteando hacia su hermano. Ya había posado su mirada en el jardín de nuevo antes de la pregunta de Vlas.
—Emm, no, de hecho, no termine la preparatoria, ¿Lo recuerdas? —recordó el chico.
—¿Eh? ¿No terminaste la preparatoria? —preguntó Mya, asombrada.
—No, tengo dieciséis, y no he vuelto al colegio desde que me fui de Remia —respondió Vlas.
—Cierto —asintió Rhys—. Me había olvidado de ese detalle, y ahora que lo dices, antes de que nos fuéramos, mamá me dejó muy en claro de que debías volver a estudiar, ¿No te preguntó nada de eso la vez que fuimos a visitarla?
—No, creo que se le olvidó, estaba ansiosa de saber otras cosas —respondió su hermano.
—Por suerte, si supiera que no te he inscripto en el colegio me mataría —dijo Rhys, entre risas.
—Ni que lo digas —adhirió Vlas—. Entonces, ¿Deberé comenzar a asistir?
—Tal vez, aunque deberíamos esperar al próximo periodo de inscripciones que comienza en el segundo semestre, en Julio —respondió Rhys.
—¿Puedo ir? O sea, ¿No pasa nada si no soy ciudadano fonsés? —preguntó Vlas, confundido.
—No, para nada, irías al mismo colegio que fue Leah, es algo así como una división de la Universidad de Ash, Lara y yo somos exalumnos y hemos contribuido con grandes sumas de dinero, no nos harían problema jamás, además, es una institución que mantiene un alto estatus social, es prácticamente la cuna de la élite fonsesa, tener al príncipe de Remia como uno de sus alumnos alza en demasía su reputación —explicó Rhys.
—Vaya, escuelas de élite, luego del trato que me dieron en Ajax, lo último que quiero es seguir siendo el centro de atención en otro lugar —bufó Vlas.
—No es para nada parecido, te lo puedo asegurar... Debes entender que en Remia nosotros éramos las personas más famosas del país, aunque aquí tenemos cierto reconocimiento, no es lo mismo... Lara casi no era reconocida en su época, y era la persona con más influencia del lugar, y Ashley pasó a ser la persona más famosa cuando fue reconocida como la princesa, aquí la forma de ver a las personas de un alto estatus es distinta, si puedes pasar desapercibido es mucho mejor, no quieres tener a todas las personas de la institución atentos a lo que sea que hagas —dijo Rhys.
—¿Cómo era cuando ibas tú? —preguntó Mya—. Recuerdo que a Lara le molestaba que siempre estuvieras rodeado de chicas.
—¿En serio? —preguntó Dean a carcajadas.
—Por Sun, ya me había olvidado de eso... Deben entender que en esa época ya estaba casado con Lara, mis responsabilidades en la pareja eran mucho más serias, y sí, a Lara le molestaba mucho eso, igualmente, yo no le daba demasiado interés, siempre pasó lo mismo, ella no puede quejarse de que las chicas se me peguen, ya que fuimos a la secundaria juntos y prácticamente era igual... Ella es muy celosa, desde siempre —dijo Rhys, esbozando una sonrisa.
—No podemos esperar menos del pequeño príncipe entonces —bromeó Dean, codeando a Vlas. El chico sonrió con un poco de vergüenza.
—No creo que a su novia le guste mucho algo así tampoco, ¿No crees Dean? —intervino Mya. Pensó que iba a ser necesario recordarles a ambos el papel de Leah en tal situación.
—¿Leah es celosa? —preguntó Vlas, de la nada, su rostro, aun así, dejó ver un poco de preocupación.
—¿Tú qué crees? —Mya le dio una suspicaz mirada.
—No lo sé, no me gustaría que pensara que puedo engañarla o algo —respondió Vlas, encogiéndose de hombros.
—Y aunque pudieras, no lo harías, ¿Cierto? —preguntó Rhys.
Vlas alzó su mirada y no logró divisar el rostro de su hermano, este se encontraba ya con su cabeza casi afuera de la ventana, mirando al jardín. Había dicho eso tan casual que no comprendió muy bien sus intenciones. ¿Era un aviso o sólo una pregunta?
—Emm... No, eso es algo que ya le dejé en claro muchas veces... Yo la quiero sólo a ella —aseguró el chico, bajando su mirada para intentar ocultar el rubor de sus mejillas.
Rhys no dijo nada más, ni tampoco se movió de su lugar. Apenas elevó su comisura inconscientemente luego de escuchar las palabras de su hermano.
—Vaya, justo vengo a cruzármelos a todos en mi palacio. —La voz de Lee recorrió desde el inicio del pasillo hasta la mitad de este, donde estaban Rhys y los chicos. Detrás de él venía su hermana—. Primero que nada, buenos días a todos —saludó en general, alzando su mano.
—Buenos días, su majestad. —Mya hizo una reverencia. Ella era la única que no había conocido a Lee en persona, de tal manera, era la única que no sabía que a él no le gustaba que fueran tan formales a saludarlo.
—Oh, no es necesario, linda, puedes llamarme Lee, y la reverencia está de más —dijo Lee, sacudiendo su mano—. Vaya subordinados tienes, Windsor... Todos son igual de respetuosos —reconoció.
—¿Ves? Son buenos chicos. —Rhys sonrió. Su mirada se vio acaparada con la ilusión grabada en los rostros de Mya y Dean.
—Ni que lo digas —asintió Lee—. Por cierto, Vlas Windsor, un gusto volver a verte —saludó al chico.
—Oh, hola Lee... Ashley también —Vlas alzó su mano e inclinó un poco su cabeza para lograr ubicar a Ashley quien todavía se encontraba detrás de Lee.
—Hola pequeño —ella le respondió, con simpatía.
—Bien, ahora que ya todos se saludaron, ¿Vamos? —le preguntó Rhys a Lee. Irguió su espalda dejando de estar recostado a la ventana y se movió un poco hasta el centro del pasillo.
—Claro, sígueme a la oficina —asintió Lee, y siguió en su camino por el pasillo. Ashley lo siguió.
—Ahora vengo chicos, tengo algunas cosas que hablar con Lee, ¿Me esperan? —preguntó Rhys.
—Sí, aquí estaremos —respondió Mya. Vlas y Dean asintieron al mismo en un gesto de consenso.
Rhys confió en ellos y siguió su caminata por el pasillo en dirección hacia donde habían ido Lee y Ashley. Al doblar en la esquina hacia la izquierda se halló con el pasillo de los retratos de los reyes de Fons. Ya habían colgado el de Lee al final de este, a unos pocos metros de la puerta de la oficina, tal adición causó que tuvieran que mover cada uno de ellos un espacio hacia el costado, de tal manera, los lugares en esa pared se habían acabado. El próximo retrato que tuvieran que colgar de un rey tendría que ser en la pared contrario. Aunque esta tenía las ventanas que daban al jardín. Iba a ser un arduo trabajo diseñar todo otra vez.
Rhys entró a la oficina de Lee, él había dejado la puerta abierta luego de entrar momentos antes. Al estar dentro lo vio ya sentado en su escritorio. Él caminó hasta este y se sentó en la misma silla que se sentaba siempre cuando tenían reuniones. Al lado suyo Ashley también tomó asiento.
—Te ves cansada —le dijo, aprovechando que Lee estaba concentrado en una llamada.
Ella lo miró confundida, con sus ojos algo decaídos, de ahí su suposición. Nunca antes había notado ojeras en el rostro de ella, su piel era bastante pálida de por sí, por lo que no podían pasar desapercibidas así como así.
—Lo estoy que es distinto —dijo ella, entre risas—. Anoche quise salir a divertirme y me pasó factura la noche, ya no tengo dieciséis años.
—Sí, me ha pasado, cuando Lara y yo estábamos en nuestros veinte podíamos salir a bailar y estar toda la noche fuera, llegábamos a la mañana siguiente... Ahora si se nos ocurre salir algún día siempre volvemos antes de la medianoche, y eso que ni siquiera tomamos alcohol.
—Es nuestro estilo de vida el que nos afecta de tal manera, a veces sólo quieres tomar un descanso, pero un descanso en serio, dormir por, no lo sé... Un mes seguido —bromeó ella.
—Claro que sí, sería el paraíso, aunque yo no duermo mucho igualmente, pero Lara sí, y ahora que pasa la mayor parte del tiempo en casa lo hace mucho más todavía... Eso y comer —rio Rhys.
—¿Cómo lo está pasando? Sé que en estos meses los cambios que fueron iniciales comienzan a desaparecer, sin embargo, se empieza a notar más en lo físico y hormonal.
—Normal, si le sucede algo siempre estoy para ella, y me he encargado de las cosas que se encargaba antes en la casa, como la limpieza o cocinar, aunque sigue insistiendo en asistir a las reuniones de su empresa, le he dicho que dejé que la Junta se encargue, pero es terca.
—Lo es, dímelo a mi —confirmó Ashley, asintiendo con su cabeza ligeramente—. ¿Y por qué no te encargas tú?
—No es necesario que lo haga, su sustituto es su tío, y Vince ya tiene experiencia en esto, él fue asistente de Thomas en el pasado, es mejor así, yo me encargó de su puesto en el Consejo, además, es más mi área, me sé manejar mejor.
—Claro que sí, Windsor... Este siempre fue tu lugar —bromeó Ashley.
—Así que saliste anoche, ¿Fuiste a un antro? No sabía que te gustaba frecuentar esos lugares —dijo Rhys, un poco sorprendido.
—No, para nada, ya no soy una niña, en realidad fui a un bar, uno en el Distrito Central, cerca de la plaza, supongo que lo conoces, porque ahí te conocen muy bien. —Ashley esbozó una insinuante sonrisa.
—Oh, sí... ¿El de Glen? Claro que lo conozco, pasaba noches enteras en ese lugar cuando estaba separado de Lara —recordó Rhys, con cierta gracia.
—Sí, ese mismo... Estuve ahí por unas horas, tomé algún que otro trago... Hasta que me crucé con James York —contó. Pensó mucho en si decírselo o no, pero Rhys era su amigo, y sabía lo suyo con James. Era sólo eso, un comentario.
—Oh, el amor de tu vida. —Él estalló en carcajadas. Lee a lo lejos lo hizo callar, aun con el teléfono posado en su oreja. Rhys alzó sus manos en señal de disculpa y luego volteó a Ashley—. ¿En serio James York?
—Sí, él... Y no digas eso de: «El amor de tu vida», no seas tonto, está casado —indicó ella.
—Estaba, si mal no recuerdo se divorció hace un mes, fue un divorcio público, hubo mucho dinero de por medio —comentó Rhys.
—Lo sé, pero no, sólo fue un encuentro, no quiero nada con él, si lo hubiese querido habría pasado hace años, cuando era más fácil —explicó Ashley.
—Ahora que dices eso... La vez que fui a visitar a mamá a Remia tuve un paso por el Parlamento... Me crucé a Jake —contó Rhys, notó en el rostro de Ashley su mirada cambiar al instante de oír ese nombre.
«Oh, no», ella pensó.
—Jake... —musitó, bajando su mirada. Él de nuevo, creyó que no oiría su nombre otra vez luego de irse de Remia. Estuvo equivocada, porque pensó lo mismo de Rhys, y la única forma de saber algo de Jake otra vez era a través de él. Debió esperárselo—. ¿Qué hacía en ese lugar? Aunque su familia era importante no tenía lazos con la nobleza o con la política.
—Deborah Zaro... Es su esposa —reveló Rhys.
Otra vez esa sensación de amargura en su pecho. Tal vez frustración. La misma que la invadió años atrás cuando se enteró de lo de James. Y ese pensamiento de no haber hecho nada en veinte nueve años. Sólo lo había pensado esa mañana, ¿Por qué ese día no paraba de echarle en cara lo mismo una y otra vez?
«Se te está yendo la vida, Ashley Crown», pensó.
—¿Sí? —preguntó de nuevo, no quiso hacer un gesto de pena. Sin embargo, su mente decidió por ella primero.
—No quería hacerte sentir mal, lo siento —se disculpó Rhys al percibir un poco de tristeza en la mirada de Ashley.
—No lo haces, tranquilo, sólo que... Bueno, es Jake, es él... Después de tantos años, sigue siendo él.
—Me preguntó por ti.
—¿Qué le dijiste?
—Bueno, lo que eres, que has avanzado, que ya no quieres seguir mirando al pasado... Supongo que eso era una duda que él tenía.
—A pesar de eso, siguió su vida, ya se casó y probablemente tenga una familia, ¿No es así?
—Dos hijos, una niña y un niño.
—¿Ves? Soy la única de nuestra generación que sigue en ese lugar.
—¿Qué lugar, Ashley? —preguntó Rhys, confundido.
—Tú sabes... La so... —no pudo terminar.
—Bien, ¿Empezamos? —Lee se acercó de nuevo luego de terminar la llamada, interrumpiendo lo que su hermana estaba por decir.
—Emm... Sí. —Rhys no le quitó la mirada a Ashley. Ella pareció haber suspirado cuando oyó la voz de su hermano. ¿Qué le iba a decir? Iba a tener que preguntárselo luego.
—Lo que tenía para contarte, Rhys —empezó Lee, tomando asiento—. Recibí un llamado de Sven Darma hace unos días, la situación con Troy Relty sigue estancada, luego de lo sucedido con Megan no se ha sabido nada más de él... Megan ha recibido la visita de su hermano menor, Nate, pero ni él conoce el estado de su hermano, parece que sólo ha estado encerrado en su oficina por días... Nada de nada.
—¿O sea que...? —preguntó Rhys.
—Parece que tenemos un problema menos del cual encargarnos —comentó Ashley.
—Algo así —asintió Lee.
—Aun así, ¿No les parece extraño tal actitud? No creo que tenga que ver mucho sobre lo sucedido en la reunión pasada, él no se pudo haber enterado de nuestro plan de contingencia por si se le ocurría conspirar contra el rey. —Rhys se recostó en el sillón y alzó sus brazos hasta la parte trasera de su cabeza—. ¿Quién sabe?
—Es mejor así por ahora, no necesitamos armar algún tipo de alboroto ni nada por el estilo... Aun así, me encargaré de investigar su abrupto cambio de actitud, tengo algo de contacto con Luke Relty, él ese más receptivo que su hermano, así que puedo tenerlo en cuenta para saber lo que sucede con Troy —explicó Lee.
—Está bien, no es algo concluido pero por lo menos lo mantendremos a raya, ¿Los otros clanes están de acuerdo? —inquirió Rhys.
—¿Ashley? —Lee extendió la mano hacia su hermana.
—Sí, eso... Felix York y Clara Froyd han dejado en claro su total confianza en la Corona, desde el inicio incluso, aunque se reforzó luego de las segunda reunión, Felix también dispuso su poder e influencia como jefe de las Fuerzas Armadas a las órdenes de Lee, en su totalidad... Rex Minuis igualmente apoyó la moción de Lee en la segunda reunión, y Sven Darma fue el último que dejó en claro su apoyó al rey luego de la segunda reunión. —Ashley leyó el papel que poseía en su mano hasta el final.
—¿Sven Darma? ¿Cambió de opinión? No lo vi muy seguro sobre lo que habíamos propuesto la vez pasada, se enfrentó a Lara inclusive —dijo Rhys, recordando el pequeño cruce que tuvo con el líder de la casa Darma ese día.
—En la llamada que tuve con él hace unos días me dejó en claro su apoyo, parece que lo sucedido en la reunión confirmó su decisión, y tomó nuestro bando —señaló Lee.
—El bando que tenía que tomar, eras tú, o Troy Relty —dijo Rhys, con obviedad.
—Ciertamente —asintió Lee. Se tomó el atrevimiento de recostarse en su nueva silla. Esta al menos era más cómoda que la anterior.
—Bien, ¿Terminamos? —preguntó Ashley, guardando todos sus papeles de nuevo en la carpeta que siempre llevaba con ella.
—Sí, mucho por hoy —confirmó Lee—. Pueden irse, yo debo encargarme de algunas cosas más.
—Okey, nos vemos luego, Lee. —Rhys extendió su mano y tomó la de Lee. Un apretón fue suficiente.
—Te acompaño a la salida —dijo Ashley, poniéndose de pie. Dejó la carpeta sobre el escritorio de su hermano y siguió a Rhys quien ya se le había adelantado varios metros—. Nos vemos luego, Windsor —se despidió, al llegar a la puerta.
—Espera... —Rhys impidió que cerrara la puerta luego de salir—. Me ibas a decir algo antes de que Lee nos interrumpiera, ¿Lo recuerdas?
—Oh, eso. —Ella sacudió su cabeza levemente—. Fue un tontería, es que, el hecho de que ya estoy en una edad en la cual debería haber formado una familia sigue siendo un poco chocante... Y justo me contaste que Jake ya lo hizo, además de que tú y Lara también están esperando un bebé... No lo sé, a veces siento que me estoy quedando atrás.
—No deberías apurarte en ese sentido, Ash, vas a tu ritmo, no hay una edad determinada para decidir algo así, sólo pasa, sobrepensar en eso es un poco cruel, siempre terminas frustrándote contigo mismo. —Rhys intentó ser algo alentador. Nunca le salía bien, sin embargo, sabía que Ashley entendería a lo que se refería. A ella fue a quien más veces la intentó animar en el pasado.
—Gracias, Windsor... Supongo que cada uno tiene su tiempo, ¿No es así? Sólo que, a veces tengo miedo de que mi tiempo ya haya pasado, y no pueda volver atrás.
—¿A qué te refieres? —Rhys preguntó.
—Demian, he pensado mucho en él últimamente... ¿Tú no?
«Claro que sí», pensó Rhys. La reflexión que tuvo esa misma mañana volvió a su mente, y junto con eso, la revelación de su padre sobre el verdadero estado de su hermano. ¿Ashley no podía saberlo, cierto? Esa pregunta se respondía en sí misma, aun así, había muchas cosas que seguían sin cerrarle en torno a todo el misterio de su hermano. Tal vez podía comprender la razón por la cual Demian no quería verlo a él, le dolía, pero podía comprenderlo... Sin embargo, ¿Dónde quedaban los demás? ¿Su madre? ¿Vlas? Y aunque fuera tal vez una última opción, o la menos esperable; ¿Ashley? En su momento Demian fue muy claro con lo que sentía por ella, era extraño pensar en que no quería ver a nadie... Aunque, más que no querer verlos... Tal vez... No podía.
—Rhys. —Ashley chasqueó sus dedos frente al rostro pasmado de Rhys. Él se había quedado en silencio por un momento, casi perdido en sus pensamientos—. ¿Pasó algo?
—Emm, no, no... Es que, bueno... Demian, al nombrarlo hiciste que mi mente trajera varios recuerdos de él... Entre todos esos, todo lo que decía de ti. —Rhys sonrió.
—¿Eso de que quería casarse conmigo? Por Sun, obviamente era una broma, él... Era muy pequeño para pensar algo así —dijo Ashley, convencida. De la misma manera en la que estuvo convencida tantos años.
—Sí, aunque, no sé si del todo... —declaró Rhys, algo vacilante.
—Rhys, ¿Qué quieres decir? —Ashley se enredó en la confusión.
—Sólo te voy a decir algo, Ashley. —Rhys se acercó a ella, hasta estar muy cerca de su rostro. Ella levemente se inclinó hacia atrás. Casi choca con la puerta—. Un Windsor siempre sabe lo que piensa un Windsor... A veces, compartimos sentimientos, tales sentimientos contienen el mismo fervor.
—Rhys... No lo digas, por favor... Creo que... Ya lo dejaste muy en claro —pidió ella. Lo último que quería escuchar en ese momento era algo así, sería un peso más en ella, la seguiría hundiendo... ¿A dónde terminaría si continuaba de esa manera?
—No lo haré, él no va a volver... Pero, alguien te amó Ashley, y te amó mucho... No existe la soledad cuando alguien te ama... Sé que me ibas a decir eso antes... Alguien te amó en el pasado, alguien te ama ahora, y alguien te amará en el futuro... Por lo tanto, nunca estuviste ni vas a estar sola... El amor no tiene límites, Ash... Es eterno... Supongo que él también te dijo eso, ¿No es así? —preguntó Rhys, dejando ver un sonrisa en su rostro.
—Creí que había sido la única honrada en obtener algo así de él —rio ella.
—Demian era un poco efusivo, y era demasiado honesto, todo lo que dijo en su vida era algo genuino... Sus sentimientos más que nada. —Rhys se dio la vuelta—. Hubiesen sido una bonita pareja.
—¿Qué dices? ¿Me ves como una asaltacunas? —Ashley casi se exalta.
—No, pero asumí que si algo sucedía iba a ser cuando ambos fueran mayores... Como, a esta edad... No lo sé... Más adelante quizás... En unos años —dijo, sin darse la vuelta.
Ashley notó en su tono de voz cierto aire melancólico. Era extraño, porque comprendía que hablar de su hermano lo pusiera así, sin embargo, él estaba hablando a futuro, y ese futuro, jamás iba a existir, todo quedó en el pasado... En un sueño imposible... Un sueño que tal vez ella sí quiso soñar... Inconscientemente.
—¿Está mal que yo lo haya deseado en algún momento? —ella preguntó. Sabía que él iba a ser lo más sincero posible con ella. Tal vez su respuesta sería satisfactoria, tal vez no... Pero podría sacarse esa duda... Podría, encontrar resolución a ese dilema.
—Esa cuestión es como que me preguntes si está mal querer sentirse amado... Y no... No lo está... Es lo que cualquier persona desea... —aseguró Rhys. Y como si fuera todo un rompecabezas, se convenció de muchas cosas al mismo tiempo.
«El deseo de Rygal», pensó, recordando la charla que había tenido con su padre ese día. Realmente habían hablado de muchas cosas, ¿Cómo pudo olvidar eso? Fue muy importante, había sido la primera vez que Rygal le dejaba en claro algún que otro sentimiento. Tal sentimiento como el amor, el amor que tenía hacia su madre. Él hizo de todo por tenerlo, por anhelar que ella lo amara... Si le decía eso a Ashley... ¿No estaría también justificando a su padre? O en el más leve de los casos, comprendiéndolo.
Rygal era tan humano como lo esperaba. La misma conclusión a la que llegó él tantos años atrás consigo mismo... Todos eran humanos. Todos querían ser amados... ¿Cómo no? Todos, sin excepciones... Era la base de la vida, de la muerte. Era todo... Salvación y perdición. El sentimiento que influía en la decisión de un Scire. En la del destino. Era imposible no amar... Más no dejar de sentirse amado. Sólo necesitarlo. Y todos habían sufrido por tal sentimiento. Era un camino sin salida. No había escapatoria. Era eterno... El amor... Amar... Era eterno.
—Entonces, si te dijera que amé a Demian... ¿Qué me dirías? —preguntó Ashley.
—Que él te amó de la misma manera, Ashley... Y que tal vez... Te siga amando, donde quiera que esté —aseguró Rhys, apenas girando un poco su rostro.
Ashley logró apreciar su perfil encima de su hombro, y su comisura un poco elevada... Una sonrisa.
—Eso espero, Rhys... —Ella sonrió. La lágrima que cayó por su mejilla brilló como su sonrisa—. Quisiera volver a verlo una última vez.