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Lazos

—Vita, estamos cerca, ¿deberíamos bajar ahora? —cuestionó la bufanda. 

—No te detengas hasta que estemos frente a nuestra casa —dijo Vita nerviosa recordando las palabras de Sire.

¨Abandona toda fantasía¨ pensó, durante el viaje se había estado cuestionando si todo este tiempo había sido una persona egoísta viviendo una mentira. 

El asentamiento de Valak, era uno de los mas grandes del Vicus, desde la distancia podía observar las calles alineadas, creando cuadrados perfectos.

La población había seguido creciendo pero el lugar aun le parecía tan pequeño.

 

Una vez que ubicó su antiguo hogar no dudó en descender lentamente, descubrió a un niño señalándola haciendo que el resto de las personas de los alrededores notaran su presencia llenos de asombro y miedo. 

La gente que paseaba por la plaza central así como aquellos que deambulaban por frente a su casa comenzaron a retroceder a medida que seguía acercándose al suelo. 

Para cuando los pies de Vita tocaron la tierra, las alas que solo ella podía sentir y ver se descosieron en pequeños hilos que se envolvieron alrededor de su cuello. 

—Alto ahí —dijo un joven mientras la apuntaba con una lanza, y un grupo de cazadores la rodeaba en un semicírculo.

—Soy Vita de Valak —dijo mientras señalaba el collar dorado —. Tengo permiso del Dux Maggies para viajar entre los asentamientos. 

Los cazadores dudaron por unos instantes para luego bajar las armas. 

—¿Tienes ordenes del Dux? —dijo el Ductor Maski, mientras la gente le abría el paso.

—Estoy aquí por cuestiones personales —dijo Vita que mantenía la mirada fija en la puerta que permanecía cerrada. 

—Tu padre está en el templo —dijo el Ductor para luego inclinar la cabeza —. Lleva unos días enfermo. 

—Gracias por cuidarlo, llévame con él, por favor —dijo Vita finalmente apartando la mirada. 

El templo había sido expandido para poder acoger a la mayor cantidad de personas, atravesando unos pequeños pasillos llegaron al salón donde todos los enfermos permanecían recostados en camas de paja cubiertos por un manto de piel. 

En el momento en que atravesó la puerta unos brazos se envolvieron alrededor de ella, la mujer que apenas llegaba al pecho tenia el cabello canoso, una mirada cansada, siendo mucho mas delgada que la ultima vez que la había visto. 

—Mamá —dijo Vita, devolviendo el abrazo —. ¿Estas bien?

—Mi niña, tu padre ha estado enfermo por varios días —respondió Moft -—, ahora que has regresado él estará mejor.

Vita buscó con la mirada hasta que observó a Nerve, que permanecía de rodillas al costado de una cama mientras alimentaba a su padre. 

—Hermano —dijo Vita a medida que se acercaba a ellos —. Padre. 

Harl esbozó una suave sonrisa, el cabello ahora era ceniciento y los años lo habían golpeado repentinamente. 

—Vita, mi hija, has regresado —susurró Harl para luego intentar levantarse ayudado por Nerve. 

Vita no dudó en darle un fuerte abrazo, consiente del futuro que le esperaba, las lágrimas rodaron por las mejillas mientras los recuerdo de aquel hombre que parecía una montaña inamovible ahora se había convertido en un frágil árbol luchando contra el viento. 

—Te extrañé mucho, los extrañé mucho —dijo Vita.

Ambos permanecieron en silencio dejando que los sentimientos fluyeran en aquel abrazo. 

—Has hablado con Sire —susurró Harl.

—Si, dijo que te quiere mucho, el también te extraña —respondió Vita.

—Tengo otras cosas que hacer —dijo Nerve en voz baja —. Volveré mas tarde. 

Moft extendió la mano para intentar detener a su hijo pero este la esquivó mientras abandonaba el salón. 

Una vez que ambos estuvieron satisfechos al sentir la presencia del otro, Vita tomó el cuenco para alimentar nuevamente a Harl. Moft se mantuvo a unos pasos de distancia en silencio como la sombra de un fantasma. 

La bufando envolvió el cuerpo de Vita, creando una pluma lechosa la cual fue puesta en la boca de Harl quien fue atraído por el sueño. 

—¿Cómo has estados estos años? —dijo Moft —. ¿Encontraste eso que buscabas?

—No —dijo Vita —, pero encontré otras cosas que necesitaba antes de comenzar mi viaje. 

—¿Tu hermano puede salvarlo? —susurró Moft con algo de esperanza. 

—Según sus palabras, él estará bien, sea lo que sea que eso signifique —respondió Vita conteniendo el llanto.

—¿Cuánto tiempo tiene? —dijo Moft con la voz quebrada.

—Unos días —susurró Vita para luego permanecer en silencio.

El ambiente entre ambas mujeres fue tenso por unos largos instantes, desde que Vita descubrió el secreto de Moft no sabía que pensar o sentir sobre su madre.

—¿Piensas confesarte? —susurró Vita. 

—¿Confesar? —dijo Moft sorprendida.

—Nerve —dijo Vita sin poder ver a su madre.

—¿Qué pasa con tu hermano? —cuestionó Moft confusa. 

Vita finalmente miró a Moft, había sido su ejemplo a seguir pero ahora no podía evitar sentir que todo este tiempo llevaba una máscara de hipocresía. 

—Sire dice que Nerve no lleva la sangre de nuestro padre —dijo Vita con un tono bajo casi imperceptible.

Los ojos de Moft se llenaron de lagrimas, las piernas perdieron sus fuerza cayendo de rodillas, como si hubiera envejecido repentinamente el cuerpo frágil se volvió quebradizo. 

Nerve era la viva imagen de Moft, apenas mas alto que ella por unos escasos centímetros, el joven era tan sereno como amable a menos que alguien ofendiera a su familia. 

Vita tuvo la necesidad de abrazar a su madre, pero al ver a Harl durmiendo profundamente algo la detuvo, la culpa de guardar un secreto le impedía seguir adelante. 

—¿Por qué me haces esto Vita? —susurró Moft entre sollozos —. ¿Por qué me castigas ahora?.

—Otra vez, la hipocresía —dijo la bufanda mientras Vita sentía que los lazos de confianza habían sido destruidos.