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Silencio

—Vita, olvidaste tu bolso —dijo la bufanda cuando se detuvieron a beber agua en un arrollo. 

—¿Por que siento que cuando cometo un error es mi culpa, pero cuando tengo éxito es nuestro merito? —replicó Vita molesta. 

—Porque tus errores te afectan solo a ti, yo solo soy un acompañante —dijo la bufanda con burla. 

—¿Por cierto ya has elegido un nombre? —dijo Vita, desde que obtuvo la bufanda jamás supo como llamarla. 

—Ya te lo dije, mi nombre es... —dijo la bufanda pero Vita no pudo oírlo. 

—Sigo sin escucharte —respondió Vita soltando un suspiro. 

—Deberías preguntarle a tu hermano porque no te deja escuchar mi nombre. 

—¿Sire? ¿Que tiene que ver él contigo? —dijo Vita confundida, a veces su hermano la visitaría en los sueños para charlar con ella. 

—Él es... —respondió la bufanda pero otra vez hubo silencio. 

—Otra vez, que raro, ¿estará ocultándome algo? —dijo Vita frunciendo el ceño, luego de saciar su sed levantó la visto a los cielos, la noche estaba comenzando a cubrir el mundo y las estrellas brillaban tenues en la oscuridad. 

—No creo que te lo este ocultando, supongo que es una restricción, después de todo eres solo una humana normal —dijo la bufanda preparándose para tomar vuelo nuevamente. 

—Me gustaría estar de acuerdo con esa afirmación pero dejemos de engañarnos, los humanos normales no tienen una bufanda mágica. 

—¿Entonces si sabes que eres especial, por que insistes en ser normal? —cuestionó la bufanda dejando a Vita con la boca abierta.

La extensa llanuras llenas de pastizales y manadas de bestias buscando un lugar seguro en el cual dormir, llenaron su campo de visión desde lo alto. 

Había usado este método para ir de asentamiento en asentamiento, viajes que durarían meses los completaría en escasos días, las distancias eran mas cortas cuando iba en una línea directa. 

—Si seguimos a este ritmo, llegaremos mañana al medio día —dijo la bufanda —. ¿Planeas dormir durante el viaje?

—Si —dijo Vita —, quiero hablar con Sire. 

Luego de que la bufanda comenzara surcar los cielos, ambos permanecieron en silencio, mientras ella esperaba a cerrar los ojos e ingresar en aquel extraño mundo. 

—Bienvenida —dijo una voz que provenía de todas direcciones.

Vita abrió los ojos para encontrar a un joven de cabello largo y ojos grises envuelto en una túnica de seda que resplandecía de un rojizo dorado, con casi dos metros de alto, permanecía flotando en el vacío con las estrellas danzando a su alrededor, mientras llamas multicolor giraban en espiral bajo sus pies, el rostro estaba cubierto por oro fundido dándole diversas apariencias al mismo tiempo.

—Gracias —dijo Vita sintiendo calma como si este fuera el lugar mas seguro del mundo. 

—¿Querías verme? —esta vez la voz llegó a ella desde una única dirección. 

—¿Por que no puedo escuchar el nombre de la bufanda? —dijo sin rodeos, por alguna razón sentía que si permanecía mucho tiempo en este lugar jamás podría regresar. 

—¿Por que la llamas bufanda? —respondió Sire.

—Porque así se siente —dijo Vita recordando que esa era la forma que ella le había dado. 

—¿Así se siente? ¿estás segura?

—No tengo tiempo para adivinanzas —susurró Vita, era uno de los motivos por los cuales no le gustaba hablar con él, siempre la haría cuestionarse hasta el mas mínimo de sus acciones. 

—El tiempo no es un problema en este lugar —dijo Sire para luego dejar salir un suspiro —. Me hubiera gustado tener mas tiempo... debes aprender de tus decisiones Vita, piensa en lo que haces y porque lo haces, entonces encontrarás las respuestas que necesitas en las consecuencias. 

—Entiendo —susurró como una niña que es regañada.

—Te recomiendo que regreses a casa pronto, a padre le queda poco tiempo y estoy seguro que se pondrá feliz de verte. 

—¿Que? ¿por qué? —preguntó Vita sintiendo una punzada de dolor en el pecho —. ¿No puedes detenerlo?

—No, hay cosas que incluso yo no puedo detener —dijo Sire con profunda tristeza —, pero te aseguro que estará bien cuando llegue el momento. 

—¿Estará bien? —dijo Vita indignada y furiosa —¿Cómo puedes ser tan frio? ¡es nuestro padre!

—Si tanto te preocupa, ¿por que decidiste irte cuando te pidió que te quedaras? —replicó Sire haciendo que las llamas brillaran con mas intensidad y el aire se volviera espeso —. Todo lo que haces es quejarte de los demás, pero nunca te preocupas por ellos hasta que ya es demasiado tarde. No te debo nada, te he mostrado amabilidad y crees que tienes derecho a cuestionarme, ¿qué has hecho tu por la familia? ¿a cuantos has ayudado sin esperar algo a cambio? solo piensas en ti esperando que los demás te comprendan cuando no te entiendes a ti misma, es hora de que madures, el mundo no te debe nada, nadie está obligado a quererte, y las cosas no siempre salen como deseas, es hora que abandones toda fantasía y aceptes la realidad. 

Sire agitó la mano y las llamas lo envolvieron en un esfera, como un sol arcoíris que consumió las estrellas que los rodeaban hasta que solo hubo oscuridad. 

Vita abrió los ojos cuando las llamas estuvieron a punto de consumirla, el sudor le recorrió la espalda y por primera vez en la vida sintió la muerte a punto de alcanzarla. 

—Vamos a Valak —dijo Vita con las palpitaciones del corazón acelerado. 

—Está furioso —dijo la bufanda con cierto tono de preocupación —. ¿Qué hiciste?

—Hablé sin pensar —dijo Vita para luego permanecer en silencio. 

En el Acus, Maggies permanecía durmiendo con un niño de 7 años entre los brazos, cuando un temor le presionó contra el pecho, por instinto activó todos los artefactos de protección así como su aura para cubrir a su hijo, que aun dormía plácidamente. 

Luego de inspeccionar una y otra vez en busca de algún peligro no pudo detectar ningún intruso. Acercándose a la ventana observó el profundo cielo nocturno y una estrella rojiza desplazándose a la distancia.

—¿Vita? —susurró Maggies al sentir el collar, la joven tenia un don único en este mundo, solo los arbitrium que llegaran al rango de Solaris podrían volar, sin embargo ella era ignorante de todos estos asuntos. 

Recordó cuando su padre regresó del mas allá para verla por ultima vez, enseñándole como Sire había reparado el ciclo de la reencarnación, aunque aun tenían muchas cosas por mejorar.

Miró a Magnus, pensando o deseando a veces que Maél Solaris hubiera completado el ciclo, y que tal vez regresó a ella como su hijo u otro niño, la idea la emocionaba y aterraba al mismo tiempo. Comprender el más allá y la vida, era desconcertante y satisfactorio al mismo tiempo, saber que cada vida tenia una nueva oportunidad, la hizo sentir que cada nacimiento, era un ser querido que regresaba.