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Civilización o Sociedad

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —dijo Tito mirando a Vita que observaba el cielo nocturno.

—Ya me estás ayudando —respondió Vita sin devolverle la mirada, en los últimos tres días el joven se había pegado a ella como una sombra —. Yo debería ser quien te pregunte si necesitan mi ayuda. 

—No te preocupes por esas cosas, eres mi invitada y ya me has pagado un precio mas que justo. 

¨Invitada, pero no bienvenida¨ pensó Vita, levantó la mano para señalar una de las lunas que parecía rozar los anillos que rodeaban el mundo.

—¿Cómo llaman a ustedes a esa luna? 

—Leta, ¿Cómo la llaman ustedes?

—Leta, es curioso como a pesar de estar separados por el océano y el tiempo, aun conservamos algunas similitudes —dijo pensando en como serían las cosas fuera del Vicus —. ¿Qué cosas encuentras extrañas en nuestra...? —Vita buscó en los recuerdos una palabra que reflejara sus pensamiento —. Civilización.

—¿Civilización? —susurró Tito —. No practicamos esas cosas, vivimos en sociedades mercantes, por ejemplo, nosotros pertenecemos a la casa Lyncis, hay mas de doscientas casas mercantes en el Vicus de Xelar Solaris y la nuestra es una de las mas grandes. 

—¿Son algo así como los asentamientos?

—Si y no, digamos que cada casa es gobernada por un consejo de lideres, con sus propias leyes y costumbres independientes del resto. 

—¿Cómo mantienen el Vicus unido?

—Beneficios —Tito sacó una moneda de oro de un bolsillo en el interior del abrigo —, cada casa se encarga de un territorio en específico, maximizando los recursos del territorio y cuidando del lugar en el que viven.

Tito observó los extensos bosques y la falta de rastro humano durante varios días, luego de ver que Vita no estaba interesada en la moneda decidió volver a guardarla, de hecho le era inútil en un lugar como este, algo que le hacía pensar constantemente en querer regresar a casa. 

—¿Cuál es mejor? —dijo Vita mirando por primera a vez a Tito quien se encogió de hombros. 

—La carpa ya esta preparada —dijo Tito señalando el campamento de la caravana. 

—Gracias —Vita intentó hacer otra pregunta pero las palabras se volvieron difíciles de pronunciar.

Tito acompañó a la mujer a una carpa ubicada en el centro del campamento, el grupo de comerciantes tenia nueve lideres, mientras otras veinte personas se encargaban de las diversas tareas de conducción y protección de los carruajes. 

Durante los días que había formado parte de la caravana había notado como el resto de los miembros evitaba mirarla o hablar con ella, siendo Tito el único que la acompañaría constantemente. 

—¿Por que parecen tenerme miedo? —cuestionó Vita mientras ingresaba a la carpa que tenia una gran cama de almohadones rellenos de plumas que le resultaba incómoda.

—No es que te tengan miedo, simplemente son respetuosos —respondió rápidamente Tito algo nervioso. 

—Tu también pareces tenerme miedo —dijo ella mientras miraba fijamente a Tito —. ¿Hay algo mal conmigo?

—No, es solo que, no estamos acostumbrados que alguien como tu nos acompañe. 

—¿Alguien como yo? —dijo Vita sintiendo una leve punzada en el pecho por alguna razón desconocida. 

Tito permaneció en silencio, al descubrir como los ojos de ella se humedecieron por un momento para luego forzar una sonrisa amarga.

—Alguien que puede usar arbitrium —dijo Tito inclinando la cabeza, a pesar de desear disculparse las palabras murieron en sus pensamientos. 

—¿Qué es arbitrium? —cuestionó desconcertada, como si todo mal fuera borrado con una simple frase. 

—¿Es en serio? —Tito miró a la joven que había cambiado tan repentinamente de actitud que lo tomó por sorpresa, sacando del bolsillo interior del abrigo una pluma lechosa la extendió a la joven la cual permanecía indiferente.

—Esa cosa es arbitrium, ¿Qué tiene de especial?.

Tito sintió una punzada de dolor en el pecho al ver tanto desprecio por algo que consideraba sumamente valioso. 

—Sirve para muchas cosas, sanar enfermedades, heridas, eliminar el hambre y por sobre todo para convertirte en un Renatus. 

—¿Eso es todo? ¿Acaso no tienen medicamentos o alimentos donde vives? 

Tito apretó la pluma con fuerza algo molesto por las preguntas.

—Si hay, pero esas cosas tienen un precio elevado, además esta el hecho de ser un arbitrium que te otorga un estatus mas elevado.

—¿Algo así como los miembros del Acus?

—Si.

—¿Y también están bajo las ordenes de algún Dux?

—No —dijo Tito, al darse cuenta que había revelado información crucial sobre el Vicus de Xelar, miró fijamente el colgante que brillaba con la luz de las velas y la sensación de estar siendo observado a escondidas lo llenó de aprensión —. Iré a buscar los alimentos, espera aquí por favor. 

¨Maldita sea¨ pensó Tito, ¨bajé la guardia¨.

Mientras caminaba hacia la fogata donde preparaban la comida, repasó una y otra vez la charla que tuvieron, ¨me está manipulando o simplemente es curiosa¨ pensó, la mujer era desconcertante para alguien como él, era indiferente a todo lo que le ofrecía, oro, joyas, vestimenta, alimentos exóticos, y a la vez cuestionaba constantemente cada acción o palabra. 

Llenando una bandeja de alimentos una voz lo sacó de sus pensamientos.

—¿Está todo bien? —dijo Cazir en voz baja. 

Tito asintió con la cabeza pero él hombre regordete frunció el ceño. 

—Recuerda Tito, todo lo que ella te ordene —susurró Cazir sujetándolo fuertemente del brazo —, es tu única responsabilidad.

Tito asintió nuevamente, esta vez con más firmeza. 

¨Es un idiota¨ pensó, finalmente comprendió porque Aligal lo odiaba tanto.