—¿Estás bien? —preguntó Neveah con un pequeño ceño fruncido.
La mujer pequeña levantó la vista hacia Neveah y los ojos de esta se abrieron alarmados al ver una espesa oscuridad brumosa filtrándose en el blanco de sus ojos.
La masa oscura giraba, como si fuera a derramarse de sus ojos y Neveah solo podía mirar horrorizada.
La mirada de Neveah se deslizó hacia abajo y desde los ojos de la mujer hacia los lados de su rostro, las venas se mostraban prominentes y ennegrecidas.
Un tenue hedor pendía en el aire desde hacía tiempo y Neveah finalmente identificó la fuente.
«Magia oscura...», pensó Neveah para sí misma con preocupación y desagrado.
Ese cambio en las emociones de Neveah fue más que suficiente para que Demevirld volviera a emerger nuevamente a la superficie.
«Déjame salir y lo erradicaré de raíz... cada último hilo de magia oscura, desaparecido...», prometió Demevirld seductoramente en la mente de Neveah, como si le fuera a dar el mundo con solo tomar su mano.
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