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Destinos Entrelazados: El Alfa y la Omega

Él es un alfa líder de la manada Zahk y ella una simple omega, a pesar de ser de dos mundos diferentes el destino buscara unirlos de la manera más extraña moviendo sus cartas a su merced. Que pasara cuando estos dos finalmente se encuentren y una serie de diversos acontecimientos buscara provocar su paciencia e incluso su existencia hasta el punto tal de estar envueltos en una guerra en la cual no pidieron estar. Te invito a que lo descubras...

Sayiori · Thành thị
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88 Chs

Y no puedo evitar sentirme ser domado por ti

— Es enserio Emma, tan fácil me vas a creer — repliqué indignado tras no ver algún acto de rebeldía de su parte — dime, donde está la chica peleonera y que hace valer siempre por sobre todo su entereza, porque ahora mismo créeme que no la veo.

— Ella no siempre se hace ver como en esta ocasión, cuando eso ocurre me muestro yo, lo que verdaderamente soy, una triste y desdichada persona la cual no sabe ni siquiera a dónde la conduce la vida, no tengo planes y nada que seguir, no tengo rumbo, así que tienes razón todo en mi carece de sentido — indicó Emma perdida, envuelta en sus pensamientos

— Ahora bien, Dominieck te lo pido con el corazón en las manos y con completa sinceridad, te puedes marchar, quiero estar sola un tiempo.

Algo sin dudas no iba nada bien, Emma estaba irreconocible y podía notar como la tristeza se hacía paso entre su rostro buscando como escapar a través de sus ojos, pero ella las reprimía junto toda emoción y yo entendía que antes de hacerle un bien simplemente aquello la lastimaba aún más.

Ante el pedido de aquella intenté obedecer así que mirándola como se perdía observando el millar de árboles que se extendían por cientos y cientos de kilómetros a la redonda, mientras que aparentemente se consumía por la soledad misma, en silencio empecé a alejarme queriendo darle su espacio, pero sintiéndome ser la basura más grande de este mundo.

Ya me encontraba cerca de la cama cuando al observar hacia atrás pude verla y en un solo instante, aquella simple chica sin hacer el más mínimo movimiento me hizo sentir horrible, miserable e idiota.

La mire, respire profundamente y por un momento al sentir como mis sentimientos eran movidos por su dolor, algo me conmovió, lo pensé y aunque lo lamentase sabía que debía de hacer algo pues entendía que no podía dejarla sola allí así que pensé.

— Solo espero hacer lo correcto.

Por alguna razón sentí que Emma se encontraba reprimiendo su dolor y algo me decía que simplemente se asfixiaba, ella quería salir corriendo, pero la marejada de sucesos se lo impedían, lo peor era que yo sabía que solamente todo se pondría mil veces peor antes de mejor y sin dudas con el movimiento de los lobos tan cercano e incierto ligado a su inusual interés en ella era algo evidente de entender de que Emma se encontraba justo en el medio de aquella tormenta.

Así que admirándola en silencio me acerque y me posicione justo a un mínimo paso detrás de su persona, mientras que desde allí miraba como ella temblaba; una vez listo coloque mi brazo derecho alrededor de su cuello usándolo como soporte hacía que lentamente aquella pegara la parte posterior de su cabeza contra mi pecho mientras que con la mano izquierda acariciaba con delicadeza su brazo contrario y de continuo indique.

— Solo déjalo salir.

Y como si fuera algo que ella se encontraba esperando desde hacía rato, Emma llevó su mano derecha hasta el brazo que tenía en su cuello y allí me apretó con fuerza al tiempo que clavaba sus dientes contra mi piel intentando aplacar estimó el sonido que con rudeza intentaba salir de ella quizás para no asustar a los demás, en caso de que la escuchase mientras que se dejaba tomar por lo que sentía hasta estallar finalmente en un gran e incontrolable llanto.

Emma lloró, tanto como nunca lo había visto hacer por una persona y se aferró a mi como si yo fuera su única salvación.

Yo quien tanto la ha hecho dudar incluso de sí misma, era lo único a lo que ella en aquel momento se podía aferrar en este mundo para mantenerse aun cuerda.

Pasado un tiempo Emma finalmente reaccionó, se tranquilizó y de nuevo la calma se hizo en ella.

Para aquel momento yo aún la tenía envuelta entre mis brazos, su olor me transportaba por los viejos recuerdos del ayer y extrañamente mientras ella yacía desconsolada yo me sentía vivir al sentirla tan cerca de mí, mientras su calor se combinaba con el mío.

— Emma vamos dime ¿Qué ocurre? Créeme que quedándote callada yo no te puedo ayudar.

— No es nada, ya se me pasara.

Escucharla era algo gracioso porque yo sabía que no era así.

— No te creo nada, sé que te encuentras mal, aunque lo niegues e intentes disimular tu malestar detrás de una sonrisa falsa porque el miedo es evidente que te está consumiendo en vida.

— Yo, sentir miedo, no Dominieck eso es una tontería.

— No, no lo es, porque no más bien me dices, los extrañas.

— ¿A quiénes?

— A tus abuelos, estimo de que hace mucho tiempo no les ves.

— La verdad si demasiado, ellos son mi luz.

— Y dime algo Emma ¿Dónde están? ¿Por qué no están contigo?

— ¿Por qué me preguntas eso?

— Porque te escuche, escuche cuando le pedías a ellos en medio de las pesadillas que regresaran, dime Emma ¿Acaso hay algo que no, nos has dicho?

Emma al escucharme se tensó horriblemente y podía sentir como su corazón aumentaba acelerando velozmente su marcha, parecía incluso que ante su nerviosismo él mismo intentaba salir corriendo de su pecho.

— No digas tonterías, ellos están bien, imagino que a esta hora deben de estar dando una que otra vuelta por Venecia como parte de sus marchas mañaneras.

Emma al decir aquello rompió el agarre con el que la mantenía sujeta y alejándose de mí arregló su abrigo, cubrió su cuerpo y nuevamente volvió actuar como la chica que yo conocía.

— Ya basta, es mejor que dejemos de hablar de mí, hay cosas más importantes a las cuales prestarle atención más bien dime, no se suponía que te irías hace rato.

— Si se suponía, pero no seas mal agradecida sabes bien que me he quedado porque sabía que no estabas bien.

Y he aquí, el caos se hizo nuevamente volviéndonos a ambos a la realidad, sin dudas Emma junto a su doble personalidad habían vuelto, rayos y que molesta que es, aunque la verdad no puedo negar que me sentía bastante a gusto teniéndola cerca.

— Si lo se, pero ya que has corroborado lo contrario y que estoy perfectamente bien, puedes irte quiero cambiarme de ropa y ni modo que lo haga frente a ti.

— Mira que esa idea me agrada bastante.

— Dominieck que te largues — enojada increpó por mi evidente perversidad.

La escuche, me indigne y me di la vuelta, era evidente de que, ya no tenía nada más por hacer allí y antes de volver todo aquello en un rin de boxeo a tan tempranas horas de la mañana decidí que era lo correcto dejarla sola, a fin de cuentas, había transcurrido un momento delicado el cual se encontraba rayando finamente en medio del suave romanticismo entre los dos, nada bueno la verdad.

Me alejé con paso firme y en vista de que prácticamente me echó no estaba dispuesto a mirar hacia atrás así que con orgullo emprendí mi camino de salida y cuando ya me encontraba frente a la puerta sujetando el pomo para abrir aquella, Emma busco obtener por algunos segundos mi atención — Dominieck espera — dijo haciendo que me detuviera en el acto.

Una vez su voz replicó aquello quieto allí me aguarde, esperando a escuchar cómo cual manso cordero lo que ella tenía para decir.

— Gracias por quedarte, de verdad aprecio mucho tu gesto y que te hubieras tomado tales molestias.

Emma me estaba dando las gracias y aquello se sentía bastante bien, era agradable verla actuar de una manera más humana conmigo y no tanto a la defensiva, pero tomando su mismo rumbo yo también debía de quitarme un tanto el embobamiento en el que me había envuelto a causa de nuestra cercanía debía de espabilarme y debía de hacerlo rápido porque el tiempo se nos estaba acabando.

— De nada, pero te lo advierto, no creas que haré esto de nuevo por ti — repliqué y girando la manija, dejé aquella compuerta de par de par y salí velozmente de allí cerrándola tras de mí.

— ¡Oh! Problemas en el paraíso.

Lyall me sorprendió grandemente pues para nada pensaba que una vez saliera de aquella recamara quien se presentaría ante mí fuera tal hombre de la nada.

— ¿Qué haces aquí?

— ¡Umm! Solo quería ver si tú te habías comportado a la altura de un buen hombre y mirando como sales de allí siento que algo no muy fuera de lo común ocurrió, ahora bien, aclarame algo siento que Emma te dio una paliza.

— A veces pienso cuando me provocas de esta manera que verdaderamente no aprecias ni un poco tu propia vida… Lyall, no te cansas de molestar — lanzando así al aire una evidente amenaza.

— ¡Oh, vaya! Yo solo decía, no estás obligado a contestar si no lo quieres.

— Bien te lo agradezco.

Y siguiendo mi rumbo camine de frente, me encerré en mi habitación de modo que pudiera darme un baño y aclarar mi mente en santa paz.

Ya listo y una vez salí de aquella recamara al encontrarme relativamente solo en el piso superior busque intentar encontrar la compañía de alguien más, así que tras descender hasta el primer piso no muy bien pise en el último escalón las risas de los demás que evidentemente ya se encontraban en la cocina me hicieron con facilidad guiarme hasta ellos.

Y tras cruzar el umbral inmediatamente pude verlos, Lyall y Lina se encontraban acomodados en el comedor continuó dentro de la cocina escuchando a Susan citar algún que otro chiste algo más que vergonzoso mientras que en compañía de Emma se dedicaban estas a preparar el desayuno.

— Cuando vas a entender que esos chistes no son para nada graciosos, la gente solo se ríe por no hacerte sentir mal.

— Y he aquí señor y señoritas que ha llegado el amo de la comedia — cuestión que con cual burla evidente aquella indicó.

— ¡Susan!…

— ¿Qué? Tu iniciaste así que te aguantas.

Así que, sin tener otra alternativa, en silencio me hice paso y me acomode junto a los demás en aquella mesa donde a fin de cuentas los cinco desayunamos amenamente durante unos minutos donde algunas tazas de café, junto a un par de tostadas y algo de huevos revueltos se hicieron más que un manjar sencillo pero que disfrutamos con completa consciencia.

Estábamos muy tranquilos conversando cuando de la nada Susan replicó tras haberse puesto de pie y volver del mesón.

— ¡Ah! Dominieck se me olvidaba, Martín me pidió que te dijera que quería verte, dijo que necesitaba hablar contigo acerca de negocios.

— La verdad ya se me hacía raro que no lo veía por aquí ¿Dónde está? Cuando termine de almorzar iré a verle.

— En su despacho.

Acabado ya el desayuno y luego de haber ayudado un poco a recoger la mesa siendo conocedor del camino a tomar hacia donde Martin se encontraba, en compañía de Lyall inicie mi marcha.

Al llegar la cara de preocupación de aquel me hizo percibir la esencia del caos mismo que batallando contra su inquieta alma se podía notar venir de él.

— Y ahora qué sucede que te veo con esa cara.

Martín con un grito ahogado sumergido un tanto en desesperación contó a primera voz lo que había sucedido en mi ausencia en la ciudad la noche anterior mientras nosotros nos encontrábamos en esta residencia.

— Los alfas fueron al restaurante quieren a Emma y la quieren ya, fueron exigiendo su presencia y al no encontrarla allí destruyeron gran parte del lugar por lo menos y es lo que agradezco no hirieron a nadie, pero Dominieck mi vida entera estaba en el Gran Atlante y ahora solo hay destrucción allá.

— ¿Como? Estás seguro de lo que dices.

— Sí, completamente.

— Y porque Monoe no dijo nada o Susan dime ¿Cómo lograron salir de allí?

— Yo se lo pedí a ambos el que guardaran silencio por lo menos merecían tener una noche en paz, precisamente fue el que nos avisó a tiempo así que créeme que de Monoe no intervenir Susan y yo probablemente no lo hubiéramos contado.

— Esto sin dudas se está saliendo de control necesitamos buscar una solución y rápido.

Allí en silencio entre los tres intentamos armar un plan buscando mil y una forma de salir bien librados, pero entre más le dábamos mente a la situación más sin salida y acorralados nos encontrábamos.

Cansado ya de darle vuelta a tal asunto habiendo pasado casi dos horas completas allí mientras lo escuchaba empecé a dar vueltas por aquel despacho intentando apartar un poco mi mente de aquella conversación y así pensar de una manera más calmada.

Estaba sumamente atento mirando cada detalle, cada foto, cada recuerdo, aunque ya anteriormente en mis viejas visitas había mirado en alguna que otra ocasión, que por un momento incluso deje de escuchar a aquellos dos mientras parloteaban, cuando de la nada tras llegar a una foto en específico dispuesta cómodamente en la estantería pregunté a Martín con curiosidad.

— Esto es nuevo verdad — indique mientras la señalaba buscando con atención la respuesta de aquel hombre antes de divisar tal imagen con completa claridad.

Martin sin prestarme mucha atención miro hacia allá, aparentemente la foto era algo de la cual tenía conocimiento y replicando mientras miraba de reojo a Lyall con algo de emoción y nostalgia replicó.

— Nueva, nueva no, pensé que la habías visto la última vez que estuviste aquí.

— Porque no la había visto es que pregunto.

— Ya, ya te entendí — ante mi lo vi ponerse pensativo y replicar algunos segundos después tras ponerse de pie y tomar aquella foto en mano — está la colocó Susan especialmente aquí precisamente la última vez que estuviste en este lugar, precisamente la noche anterior a tu visita.

Indicó aquel mientras una sonrisa cálida se formaba en la esquina de su boca y frotaba delicadamente sus dedos contra el marco — durante el día ambos la habíamos encontrado entre unas viejas cajas que teníamos ocultas en el ático, aún recuerdo el día que se tomó esta foto, quien diría que la hermosa Emma se convertiría en una chica tan guapa al sol de hoy.

— Y eso a qué viene Martín ¿Qué tiene que ver Emma aquí?

— Eres tonto o no has visto bien la foto.

Aquel hombre se acercó a mí, extendió el marco en mis manos y señalando una primera vez a la pequeña personita que se encontraba en el centro de aquella indicó.

— Esta pequeña es Emma los que están a su alrededor son Linsey y Eliot sus abuelos.

Con detenimiento miré la imagen primero para reírme un poco de Emma aunque al mirarla tan inocente en ella la ternura se hizo en mí, pero cuando vi a los otros dos no sabía si debía reír o llorar.