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Destinos Entrelazados: El Alfa y la Omega

Él es un alfa líder de la manada Zahk y ella una simple omega, a pesar de ser de dos mundos diferentes el destino buscara unirlos de la manera más extraña moviendo sus cartas a su merced. Que pasara cuando estos dos finalmente se encuentren y una serie de diversos acontecimientos buscara provocar su paciencia e incluso su existencia hasta el punto tal de estar envueltos en una guerra en la cual no pidieron estar. Te invito a que lo descubras...

Sayiori · Urban
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88 Chs

La reaparición de Silea malas noticias acarrea

La mañana ha iniciado de una manera muy tranquila, después claro está de lo ocurrido con Dominieck a tempranas horas mientras aquel se encontraba en mi habitación cuando de la nada se mostró dulce y apacible conmigo, cosa en la que no dejo de pensar aún más ahora luego de verlo desayunar junto a nosotros.

Su compañía luego de haberme abrazado de la manera en que lo hizo se siente tan incómoda que ni siquiera soy capaz de levantar completamente mi rostro y mirarle así a la cara debido a que la vergüenza me domina controlando incluso mi modo de pensar.

Lo bueno ante todo ha sido que, a pesar de mi baja evidente de alegría al los demás encontrarse allí sacando uno que otro tema de conversación del cual a veces yo formaba parte, mientras intentaban alegrar el momento, que aquello por lo menos bastó para mantenerme por un buen rato fuera de su foco de atención.

Así que, cuando al fin terminamos de desayunar verlo marchar de allí junto a Lyall me brindó más que un completo respiro al alma, aunque era consciente de que no me salvaría tan fácilmente ya que mientras me encontraba distraída ayudando a organizar el área de la cocina aprovechando de mi evidente descuido, la tía indicó una vez se acercó a mí.

— Tengo curiosidad por saber el porqué hoy te encuentras tan callada.

— Solo estoy algo cansada tía — dije mientras intentaba evadir aquella pregunta guardando por sobre todo el respeto, buscando ante todo no fijar mis ojos junto a los de ella intentando no darle para nada la razón.

— Y crees que con ello me convencerás tan fácilmente.

— Convencerte de que tía Susan.

La tía respiró profundamente y la escuché resoplar con fuerza mientras la excitación llegaba a ella.

— Emma, mírame.

Indico aquella mientras llevaba una de sus manos hasta la parte baja de mi barbilla obligándome así a mirarle a los ojos — a ti te conozco perfectamente bien y ni el tiempo créeme, eso lo podrá cambiar, aunque sí lo admito podría llegar a darme alguna que otra sorpresa, pero por ahora decido hacer lo que mi corazón me dicta y sin dudas siento que algo pasa.

Y si, la tía tenía razón en lo que decía algo pasaba y suponiendo eventualmente que me encontraba ante el nulo conocimiento de esta de la desaparición de los abuelos puesto que no comento nada en la bienvenida que decidí callar y guardarme mi dolor en silencio.

— Hablo enserio tía, no me pasa nada así que tranquila, solo estoy algo cansada. Estos últimos días en el restaurante ha habido mucho trabajo y se me ha dificultado bastante descansar lo suficiente.

— Entonces no me lo dirás.

Las dudas en ella eran evidentes y aunque luchaba por hacerle ver que era algo pasajero la tía simplemente se negaba a darlo por sentado, así que ante todo necesitaba convencerla y alejar más que nada su atención de aquel tema y sosteniendo sus manos unidas a las mías intentando transmitirle confianza indique.

— Decir que tía, sabes bien que si fuera así hace rato te lo diría pues se perfectamente que ante todo se hace difícil el mentirte porque a fin de cuentas terminas descubriéndonos, pero hablo desde el corazón, así que tranquila de verdad no me pasa nada solo es algo pasajero así que verás perfectamente que más tarde de nuevo retomare el ánimo.

Dije queriendo mostrarme confiada ante sus ojos a pesar de que yo sabía de qué todo era una mentira y sorprendentemente ante ello la tía acepto mis palabras, se mostró confiada y aceptó mi explicación dejándome bien en claro que tampoco quería que me ofuscarse con aquella constante interrogación y así juntas continuamos en la faena hasta completar aquella tarea.

Pasado un tiempo ya cuando todo se encontraba listo tras Lina y la tía Susan retirarse un rato hasta el ala superior contraria en donde se encuentra la habitación de los tíos, yo a sabiendas de que necesitaba ante todo calma decidí salir un rato hasta el jardín y dejarme seducir por el aroma que las flores emanan con fuerza al abrirse los capullos una vez el sol choca contra los pétalos.

Con mis manos unidas al frente mientras llevaba mis dedos entrelazados me dediqué a caminar sin rumbo y sin marcar camino o tiempo fijo de regreso alguno solo me dispuse a caminar disfrutando de mi sola compañía mientras pateaba de vez en cuando alguna que otra piedra que se me atravesaba por el camino jugueteando como cual niña inocente.

Ya imagino que tendría algunos cinco o diez minutos andando, cuando a los lejos sentada en una banca a orillas del camino por la parte trasera de la casa vi a Silea allí cómodamente sentada con la vista marcada bien al frente, ansiosa y preocupada provocando en mí un evidente sobre salto.

— ¿Qué hacía Silea allí? — me cuestionaba puesto que era consciente de que ella junto a las demás ayer se había retirado de la residencia para ir a visitar a su familia, perfectamente lo sabía, así que no entendía la razón de su presencia de nuevo allí.

Preocupada puesto que quizás le hubiera sucedido algo, me acerqué a ella, tomada por la confusión pues necesitaba saber qué sucedía así que encontrándome algo cerca de ella indique guardando aún la distancia intentando no asustarla.

— Hola Silea — indique dejarlo salir cuál evidente saludo mientras de continuo increpe — ¿Por qué estás aquí tan sola?

Silea no tardó en mirarme y de inmediato al escuchar mi voz curiosa aquella chica dirigió su rostro hasta mi inexpresivo como siempre.

— Buenos días, señorita Emma, me alegro mucho de poder encontrarle.

— Buen día Silea, que gusto poder verte, pero dime necesitas que llame al tío Martin o a la tía Susan.

— No señorita para nada, al contrario, en realidad necesito hablar con usted y con el señor Dominieck, así que ha de entender el hecho de que me alegra mucho de que usted haya aparecido.

— ¡Conmigo y Dominieck! No comprendo dime, que sucede.

— Si, con ambos y es de vital importancia que lo haga.

Silea estaba sumamente inquieta y podía notarse como brotaba la preocupación en ella, algo sin dudas pasaba, pero era evidente que de ella no tenernos a ambos juntos y al frente no diría ni una palabra más respecto al tema.

Yo estaba muy pendiente de su persona, quería averiguar todo lo que pudiera, pero Silea simplemente no cedía en medio de nuestra discusión, así que a fin de cuentas indique a la misma tras agotarse mis fuerzas.

— Vamos a la casa así lo buscamos y nos dices qué sucede.

Ella me escuchó y diligentemente me siguió, así que ambas íbamos muy tranquilas caminando de regreso hasta el interior de la residencia cuando de la nada Dominieck apareció delante de nosotras alterado, impaciente e intranquilo.

— Emma ven ahora mismo tú y yo tenemos que hablar — replicó Dominieck antes de siquiera acercarse y con rudeza tomarme de la muñeca mientras intentaba arrastrarme hasta el interior de aquella casa.

Ante su actuar yo me resistí pues simplemente no quería ceder ante la forma poco amable y vergonzosa en la que aquel solicitaba mi atención, así que haciendo mi cuerpo hacia atrás mientras intentaba clavar mis pies contra el suelo lo obligue prácticamente a hacer un poco de esfuerzo inesperado y sin ceder comente.

— Espera, espera … lo que sea que tengas para decir puede esperar.

— ¡Oh no querida! créeme, Emma esto no puede esperar, así que ven.

Dominieck estaba más que decidido y era evidente de que si no podía convencerme a las buenas sin dudas me obligaría a ir por las malas.

— Ya te dije, espera.

— No, tu vienes conmigo ahora.

— Silea haz algo por favor — grite desesperada y ella quien anteriormente permanecía quieta e inmóvil replicó tras correr y posicionarse justo al frente suyo.

— Espere señor Dominieck, tengo que hablar con ustedes.

Aquel hombre estaba muy desesperado tanto que no quería escucharla así que intentando apartar a Silea del camino gritó.

— Déjame pasar, ahora.

— No hasta que me escuche.

Dominieck estaba muy ofuscado como nunca lo había visto puesto que ni siquiera cuando tuvimos la discusión en pleno Gran Atlante se había comportado así dando a entender de que sin dudas la situación era más delicada.

Aquel hombre ante el pedido de aquella no hizo caso y dando un paso hacia atrás me tomó por la cintura y me acomodo sobre su hombro mientras yo me sacudía intentando escapar y acercándose a Silea la hizo retroceder e ingreso conmigo a la residencia.

Aquella chica viendo que tenía mi permiso de hacer algo y mirando como la puerta permanecía abierta siguiendo a Dominieck ingreso en la residencia detrás de nosotros al tiempo que intentaba alcanzar mis manos rogando porque aquel se detuviera hasta que finalmente Silea replicó.

— Señor tiene que escucharme ya es necesario, Monoe me envió.

Dominieck sorprendentemente al escucharla replicar aquellas palabras detuvo drásticamente su marcha, aparentemente algo de lo que Silea había dicho había sido de interés para aquel, así que una vez se dio la vuelta replicó ante ella.

— ¿Qué tienes tú que ver con él?

— Le aseguro que más de lo que se imagina.

— Bien, pues tienes mi atención.

Fue justo allí que de la nada todos los demás siguiendo el ruido que nosotros tres habíamos provocado que Lina, Lyall, Martin y Susan aparecieron ante nosotros.

— Pero qué sucede aquí, que ha sido todo ese escándalo — increpó la tía una vez apareció.

Yo, ajena a todo lo que sucedía sintiéndome a fin de cuentas protegida al aquellos encontrase finalmente allí, dije un tono evidentemente acusador.

— Eso mismo quiero yo saber, ninguno de estos dos me da respuesta clara alguna además de que, Dominieck antes de tratarme como persona piensa que soy de trapo o de adorno pues piensa que puede doblegarme a su merced.

— Emma no empieces, si lo hice es porque necesito hablar contigo y también es urgente, así que no creas que te has librado de ello.

Dominieck se alejó de mí se acercó a Silea y le replicó.

— Eres una simple humana tienes alguna prueba de que conoces a Monoe.

Y sacudiendo su cabeza, Silea indicó — tengo mucho más que eso — así que llevando su mano izquierda hasta el cuello superior de su prenda tiró de ella hasta dejar algo de su pecho expuesto dejando ver una marca en un tono rojizo aparentemente tatuado en su piel.

— Porque tienes ese sello — indicó Dominieck.

— No es evidente, pero bueno no es momento de explicar más sin embargo diré que soy parte del clan Lirich que vive bajo tus órdenes.

— Pero como, no se supone que los Lirich solo admiten a lobos.

— Sencillo, soy hija del beta mayor al igual que Monoe y los demás lo son, pero a diferencia de ellos yo soy una mestiza al igual que Emma lo es, salvo por el hecho de que yo soy claramente humana — indicó aquella mientras retiraba la mano y volvía aquella prenda a la posición original ante nuestros ojos atónitos y atentos mientras ella continuaba diciendo.

— No tenemos mucho tiempo señor es urgente, un convoy bajo el mando de los alfas ha salido de la ciudad hace un rato ya y viene hasta aquí, Monoe me envió a avisarles pues al ser humana puedo pasar desapercibida entre ellos, así que deben de irse todos y ahora mismo.

— ¿Qué? — replicamos todos como cual coro sublime y sincronizado dejando de forma clara el disgusto que aquello nos había provocado.