Los siguientes días, no me despegaba del teléfono. Se acumulaban los mensajes en mi bandeja, se acumulaban las sonrisas en mi cara y los suspiros en mi boca. Ese hombre coqueteaba conmigo cada segundo, y sus pequeños guiños y expresiones no me dejaban de animar el fuego en mi interior. Solo esperaba para verlo.
"Prima, hoy habrá una fiesta en el hotel Joya," Vanesa se acercó con su pequeña y disimulada sonrisa.
Sabía lo que diría, sabía lo que tramaba, ¿cómo no iba a ser evidente? Pero… tal vez, por hoy caiga en su trampa. Solo hoy.
"Es para festejar el inicio del año, ¿verdad?"
Yo había recibido la invitación, la carta personalizada como siempre, Vanesa me la había hecho llegar. Sin embargo, su expresión la traicionaba. Ese pequeño gesto que hace con la boca aún no lo tiene dominado. Se veía, se notaba, ella estaba tramando algo, tal vez para destruir mi compromiso con el Duque.
La envidia, los celos, y la codicia se mezclaban en su corazón. Yo lo conocía, lo sabía muy bien, ese sentimiento me había invadido hace mucho tiempo, ese sentimiento me había llevado a la muerte. No es bueno jugar con la ira y el deseo egoísta del corazón, te puede llevar a la desesperación, y a la fragilidad del instinto.
"Sí, es una buena oportunidad para conocer a nuestros nuevos compañeros, ¿vendrás, verdad, Edén?"
La miré y asentí.
Ella no pudo más que sonreír con esa misma mueca que no sabía disimular su pequeño deseo interior. Esos ojos llenos de ira contenida que no deseaba más que explotar, me encantaba.
***
El día de la fiesta llegó, el vestido que yo usaba era elegante, azul como mis ojos, y corto, aunque no tanto para dejar de lado mi estilo de joven dama, hija de un noble. Tenía que asumir mi papel, una elegante y fina doncella, admirada por todos y todas, que atrapa las miradas y los murmullos.
"Es bueno que hayas podido venir, Edén."
Aquí empieza el juego de la hipocresía ambulante.
"Muchas gracias por invitarme, Ana," la joven frente a mí era la muy apreciada nueva socialité del círculo de la alta nobleza.
Eventos, fiestas, eran sus mejores cartas. Tal vez era un rasgo heredado de toda su familia. Los Thomas eran los mejores organizadores de eventos del mundo. Se habían hecho conocidos por sus magníficas presentaciones y buen gusto, también tenían el don de la palabra y servían para entretener a los invitados con maestría. Sin embargo, no había que subestimarlos, su don les había hecho dueños de una gran fortuna, un título e impresionantes conexiones.
"Es todo un placer," me tomó la mano, "espero que te agrade lo que hemos preparado, será una gran fiesta."
Ana se veía animada, y no dejaba de tomar mi mano para presentarme con la demás gente. Sonreí.
Esta joven sabía muy bien a quien buscar desde un principio y a quién dejar atrás. Pobre Vanesa.
"Señorita Edén, es un honor conocerla," otra joven me saludaba.
"Por fin tengo el gusto de estrechar su mano," oh por favor, eso es demasiado.
"Wow, es tan hermosa."
Tengo suficiente. No puedo soportar más cumplidos sin sentido y Ana lo sabía, lo vio en mis ojos. "Edén, ¿te gustaría venir a ver los jardines? Son preciosos…"
Sin dejarme contestar, y tomando mi mano de nuevo, me llevó hacia el otro lado del salón. "Perdón, no era mi intención incomodarte haya adentro."
Esta joven sabe cómo manejar bien mi humor. Si, la culpaba. Tenía razón en disculparse, pero no había sinceridad en sus palabras. Me utilizó como un show de apertura en la agenda del día. Alguien famoso y de cuna alta para presentar a los demás y aparentar que somos cercanas cuando la Edén del pasado, solo le había hablado una vez.
"No te disculpes," le contesté y miré a otro lado, "si no hubiera sido porque necesito algo de ti, no te hubiera dejado siquiera tomarme de la mano."
Le sonreí y me miró con sorpresa. Tal vez, había escuchado que Edén era una joven taciturna que no le gustaba ser el centro de atención, tal vez, pensó que sería fácil hacer uso de mí para elevar su estatus. Bien, es cierto, leyó bien la tarjeta del personaje y utilizó de forma excelente sus atributos y cualidades de manejo de la situación. ¡Qué talento!
Sin embargo, yo no soy la misma Edén, que mala suerte.
"Necesito un pequeño favor," la miré con autoridad y con un reto a negarme cualquier cosa.
Ella sabe muy bien que cualquier privilegio usando mi nombre, se puede esfumar si causo un malentendido en la fiesta, incluso si hago un pequeño comentario negativo sobre un platillo o adorno, o simplemente la luz, sería un terrible golpe a su reputación.
Ella asintió con un suspiro. "Lo que necesites, Edén."
"Muy bien."
***
La fiesta continuó, más y más personas llegaron, más y más personas me saludaban casi de rodillas. Había jóvenes que trataban de acercarse y atraerme a su círculo, había otras que solo pasaban a mi lado y me veían con reproche y crítica.
No era difícil saber por qué.
"¡Qué descaro!" escuché un susurro, "solo utilizando sus conexiones y el poder de su padre, puede entrar a la universidad Imperio."
"No digas eso, si fueras hija de un noble de tan alto rango, harías lo mismo, ¿verdad?"
"Claro que no, es desagradable. Solo ve a Vanesa, ella sí es una verdadera genio sin igual, incluso más que la señorita Mónica, hija del Ministro de Exteriores. Aunque escuché que tal vez ella sería la que daría el discurso de apertura en la ceremonia."
"Debe ser, o tal vez, Vanesa."
Más murmullos y palabras no tan discretas llegaban a mis oídos. Sin embargo, a pesar de todos esos cumplidos que algunos me habían ofrecido hace segundos, nadie negaba los rumores. Nadie los contradecía.
Incluso yo no podría negarlos, después de todo, si fuera la Edén original, estarían en lo cierto. Mi padre me habría abierto la puerta de atrás de la universidad Imperio y me habría hecho entrar sin ningún problema. ¿Qué se puede hacer o decir? Es el privilegio de una cuna noble y rica.
Solo me quedaba disfrutarla, comer, dormir, entretenerme y jugar con mi caballero. Espero con ansias poder verlo y explotarlo otra vez, o sufriré abstinencia y ansiedad.
"Edén," Vanesa llegó a mi lado con otras dos muchachas con ojos iguales a los de ella, llenos de malicia.
"¿Sí?"
"Te presento a Janeth y a Monique."
"Es un placer conocerla, señorita Edén."
"Un placer, señorita Edén."
Las dos me miraron con una pequeña sonrisa cordial. Las tres traían copas llenas de una champaña.
"Quiero brindar contigo, si no es ninguna molestia, Edén," Vanesa me dio una copa y yo sonreí.
"Claro que no."
Que comience el espectáculo.