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Visitas a medianoche

–Son bastante útiles, deberíamos conseguir más cuando los haya. Me han ayudado a corregir varios errores y entender algunos detalles– confiesa Shi.

Ha estado viendo las memorias de entrenamientos con espada que compraron las gemelas. Está bastante satisfecha del resultado.

–Tú lo tienes fácil, de espada hay muchas– se queja Song.

–Iremos mirando. Si aparece alguna de lanza, la compraremos. Si no, ya pensaremos en algo– la anima Yi.

A las demás, no les importa tanto. Las gemelas pueden ir directamente a ver los entrenamientos de daga. Aunque no les caiga bien el instructor. Al menos, no las echa a pesar de su cultivación supuestamente baja. Incluso se han ofrecido para ayudar a Rui si tiene preguntas.

–Hong ha tenido suerte– la envidia Shun.

–Apenas puedo sostener el hacha– ríe Hong.

Ha mirado la memoria. Aunque es muy pronto para ella. De todas formas, ya la tiene para cuando la necesite. Además, no es tan competitiva como Song. Sobre todo, con Shi. Son muy amigas, pero también rivales.

Por otra parte, los pechos de Hong se ven mucho más firmes. Me han quedado bien. Y siguen dando leche. Me pidió que la ayudara. También su piel es más tersa. Además, ya no tiene arrugas. Tampoco hubiera pasado nada por dejar alguna. Aunque no voy a ser yo quien se oponga a sus deseos. Una vez estuvo curada de sus lesiones, la ayudé con lo que me pidió.

–Me tendré que conformar con que Kong me dé clases particulares. El bastón no es lo mismo que la lanza, pero se parece un poco– se resigna Song.

Me abraza. Sus pechos desnudos rodean mi brazo. Puedo sentir su suavidad envolviéndome. Sus labios besan mi hombro. Sensuales. Prometedores.

–¡Eh! ¡No te aproveches!– protesta Shi.

Me coge del otro brazo. Me mordisquea la oreja. Me sopla suavemente en ella.

Noto por detrás el calor de dos cuerpos. Son Lang y Liang. Se aprietan contra mí. Los mullidos pechos de la primera. El cuerpo esbelto de la segunda.

Las gemelas ríen mientras se lanzan contra mí por el frente.

–Oh, vaya. Ji, Ji. Aún me queda mucho por aprender. Tengo que reaccionar antes– ríe Hong.

–¡Sois un mal ejemplo para la niña! No mires, Wei'er– nos critica Shun.

Hace como que le tapa los ojos a la niña. Aunque riendo. Mientras las chicas abusan de mí. Alguna incluso me hace cosquillas. No estoy seguro de quién. Solo que me encuentro rodeado de cuerpos desnudos. Abrumado por ellos.

Lo peor es que es mediodía. No me dejarán tener sexo. A pesar de estimularme. Así que, después de que se vayan, llamo a Ning. De hecho, me lo habían insinuado entre risas.

Está más que dispuesta a satisfacerme. Me corro dos veces en su boca mientras entreno.

Luego recupero qi con ella sentada sobre mí. De espaldas. Moviéndose de arriba a abajo. Dando círculos con su cintura. Apretándome con su vagina. Gimiendo sin parar. Sus pechos llenando mis manos.

–¡¡¡Aaaaaaaaaahhhh!!! ¡¡Amoooo!! ¡Másss! ¡¡¡HHHHHAAAAaaaahhhhHHHH!!! ¡¡¡¡Asssssssssssí!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!! ¡¡Mis pezones!!

Lleno su vagina. Después sigo con su culo. Ha estado bastante aplicada últimamente. Así que se merece que la deje casi sin respiración. Al borde de perder el conocimiento. Satisfecha después de varios orgasmos seguidos. Aunque no es la única que ha disfrutado.

–Aaaah… Amo es el mejor… Aaaaaahhh– murmura, sin fuerzas.

La dejo recostarse sobre mi regazo mientras le acaricio el cabello. Hasta que se duerme. Parece una mascota adorable. Y muy sensual.

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Lin Tao está muy sonriente cuando voy a vender. Y a comprar carne. Las salamandras cada vez comen más. Ya de la etapa tres. Siempre que las llamo, se abalanzan sobre mí. Desde la bañera en las que las he traído. Saben que les voy a dar de comer. Me dejan acariciarlas. Su piel es un tanto viscosa. No es venenosa. Al menos todavía no. La de su madre lo era.

Cuando entro más tarde por el lateral, es ella quien me recibe. Tímida. Sonriendo. Se acerca para besarme. Aunque indecisa. Así que le rodeo la cintura con mis brazos. Mis manos en sus nalgas. Me besa apasionada.

–Estoy embarazada– me confiesa cuando nos separamos.

–¡Tenemos que celebrarlo!

La empotro allí mismo contra la pared. Ella con sus piernas rodeándome la cintura. Sus brazos alrededor de mi cuello. Besándome mientras la penetro. Totalmente entregada. Para nada silenciosa.

Luego la llevo en brazos al piso de arriba. Allí está su señora. Esperándonos.

–Habéis tardado mucho– se queja, con un tono un tanto acusador.

Es evidente lo que hemos estado haciendo. Probablemente, nos ha oído. Bueno, seguro. Dejo a Lin Tao sobre la cama y me acerco a Guo Xua.

–Tendré que hacer que la espera valga la pena para la otra mamá– le susurro en la oreja.

Al mismo tiempo acaricio su pecho sobre su camisón semitransparente. Ella abre la boca. Pidiendo un beso que no puedo negarle

Puedo sentir la vida que está surgiendo dentro de ella. Hoy un poco más fuerte. Aunque aún incompleta. Totalmente dependiente. Sin un atisbo de voluntad propia. Al menos, que yo pueda percibir.

–¡Aaah! Esta posición… ¡Aaaaaah!– se queja débilmente, algo avergonzada.

Está en la cama, bocarriba. Sus piernas dobladas hacia atrás. Ligeramente abiertas. Su vagina totalmente expuesta. Su clítoris a mi merced. Incluso su ano es visible. Aunque no la penetraré analmente a no ser que me lo pida.

Todo lo contrario que su sirvienta. A la que sodomizo tumbada bocabajo sobre la cama. Totalmente rendida a mí. Al placer.

Acabo con Guo Xua pidiendo piedad. Entre apasionados gemidos. Su cabeza sobre la cama. Su culo alzado. Bocabajo esta vez. Su vagina siendo penetrada sin parar. El sudor goteando por su frente. O sensualmente por sus pezones.

Cuando me voy, se han dormido, agotadas. Las miro una vez más antes de irme. Las dos llevan mis hijos en su interior. No sé muy bien cómo sentirme.

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La siguiente semana pasa con relativa tranquilidad. Practicar. Follar. Visitar a mis mamás y satisfacerlas. Mejorar nuestras cultivaciones.

Liang ha subido a nueve. Está contenta de estar al fin en par con las demás.

Le hemos conseguido Flecha estremecedora. La habilidad que hace vibrar las flechas. Para que la entrene junto a los fundamentos. Se une a Flecha espiritual, la otra técnica que ha aprendido. Me ha besado muy fogosamente al dársela.

Shi y Song tienen su propia versión. Sus golpes resultan molestos de parar cuando lo añaden. Lo hemos probado dentro de la cabaña. Aunque con suavidad. Han dejado algunos cortes en las paredes. Les cuesta contenerse cuando se emocionan. Y eso pasa a menudo cuando practicamos.

–Claro. Tú con el bastón no se nota– me ha criticado Song cuando me he quejado.

Tiene razón. También he golpeado la pared un par de veces. Pero no hay cortes.

–Excusas, solo son excusas– me he negado a reconocerlo.

Claro que al discutir con Song, he perdido de vista a Shi. Me ha cogido por detrás.

–Así que excusas…– me ha amenazado.

Luego me han violado entre las dos. Aunque eso signifique que después no les toca más. De hecho, ya es casi hora de llamar al resto.

–Os habéis adelantado– ha reído Liang –. Algo malo ha debido de hacer Kong.

–Soy inocente– he declarado.

–––Ja, ja, ja––– se han reído varias de ella.

Parece que no tengo mucha credibilidad. O que prefieren reírse de mí. Las gemelas se ha unido en violarme. Las demás han sido más suaves. Luego me desquitaré.

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–¡¡¡Aaaaaahhh!!! ¡¡Amo!! ¡¡Úsame como quieras!! ¡¡¡AAAaaaaaahhh!!!– ha gemido Rui un rato después.

La estoy follando sobre la mesa. Las otras están alineadas, esperando. Sus lujuriosos culos alzados. Algunos incluso moviéndose. Sugerentes.

Violo después a Hai, Rong, Ning y Bronceada. Cuando acabo con ellas, salgo para ir a ver a Di Tao. A penetrar su culo. A absorber su qi. A escucharla quejarse.

Su novio ha querido llevarla a otra misión. Ella se ha negado. Han discutido. No ha entrado en detalles, pero no ha debido de ser agradable. Está desconsolada. Se duerme abrazada a mí y llorando. No debería haber hablado con él. Se supone que está confinada para cultivar. Podría no haberle abierto.

No tengo ni idea de cómo ayudarla. Su familia la obliga a casarse con alguien que la desprecia. Aunque queden años para la boda, el futuro acecha. La idea de secuestrarla y quedármela me parece cada vez más interesante. Claro que tampoco puedo hacerlo sin más. Sin levantar sospechas. Y ella tiene que estar de acuerdo.

Esa es la parte más difícil. Es leal a su familia. Lo que no entiendo. Al fin y al cabo, la usan para sus fines. Como moneda de cambio. Supongo que es lo que ha aprendido desde niña. Muchos esclavos piensan como esclavos. Porque es todo lo que conocen.

Aprovecho para probar qi de la etapa dos. Para familiarizarme con él. Pruebo con un movimiento. Es algo más brusco. También pruebo con dos. Es más difícil de lo normal.

Ya consigo enlazarlos con bastante fluidez. No soy el único. Algunas de las chicas lo hacen francamente bien. Mejor que yo.

Con qi de la etapa dos, no es lo mismo. No tengo la sensación de que sea difícil. Solo que el comportamiento es diferente. Así que no se enlazan igual. Tengo que encontrar el punto exacto. Aunque no hay prisa. He aprovechado que tenía qi para repostar. Pero tampoco puedo desperdiciarlo. Cuando suba de nivel, ya tendré tiempo.

Lo recupero al cabo de un rato. No puedo permitirme perder el avance en mi cultivación. La vuelvo a penetrar. Mientras duerme. Me hace sentirme un poco culpable. Así que la acabo despertando. Y satisfaciéndola de nuevo. Acaba de nuevo agotada. Se vuelve a dormir. Yo tengo que irme. Mejor salir antes de que amanezca. Si alguien me ve, podría crearle problemas. A pesar de que esté disfrazado de chica.

Como no estoy muy lejos, decido colarme en la cabaña de Bei Liu. Esta vez he acertado. Están las dos durmiendo allí. El camisón de Bi Lang medio levantado. Aunque no es que haya mucha diferencia. Bei Liu duerme abrazada a una almohada.

Les acaricio con suavidad las piernas. Con un muy ligero qi. Las veo revolverse entre sueños.

–Aahh. Sí, Kong. Asssí. Más…– susurra Lei'er entre sueños.

–Mmmmm. Kooong. No seas malo. Aaaaaah– también habla dormida Lang'er.

Sigo así un rato. Disfrutando de sus figuras semidesnudas. De la suavidad de sus esbeltas piernas. Por las que subo hasta sus muslos. En los que me recreo. Acariciándolos. Inmiscuyéndome en sus sueños. Hasta que dos brazos me agarran y me atraen hacia ella.

–Kong, malo… Ahora vas a tener que acabar lo que has empezado– me abraza Liu'er. Me ha descubierto.

Me besa tras esas palabras. Me rodea con piernas y brazos. Como si fuera la almohada de antes. Me ataca con su lengua.

–Buenos días– la saludo con una sonrisa, mientras mi mano disfruta de uno de sus pechos.

–Aaaah. Déjate de buenos días. Fóllame– me reclama –. Lang, ayúdame.

–Vale. Pero después me toca– se oye otra voz.

También se ha despertado. Ahora son dos contra uno. Bi Lang me quita la ropa. Mientras Bei Liu me ataca con manos y boca.

Me acaba montando. Ardiente. Hambrienta. Sus labios sellan a menudo los míos. Nuestras lenguas pelean sin tregua. Sus caderas no dejan de moverse. Al compás de las mías. Nuestros cuerpos se entrelazan sensuales. Se restriegan sudados y lujuriosos. Su vagina es perforada por mi miembro una y otra vez. Apretándome. Intentando exprimirme.

Me clava las uñas cuando se corre. No es un problema. Puedo curarme con qi fácilmente. Aunque ni hace falta. Se nota el refinamiento de mi cuerpo. Con yin y yang.

–Aaah ¿Cómo es que… Aaah… has venido a vernos?– me pregunta mientras recupera el aliento.

–Os echaba de menos– le respondo.

No es toda la verdad. Pero tampoco es mentira.

–Tonto.

Me besa de nuevo. Muy dulce esta vez. Acariciándome la espalda despacio. Íntimo. Aunque no por mucho tiempo. Bi Lang no nos ha interrumpido, pero está esperando. Salto sobre ella sin previo aviso.

–¡Iiiih! ¡Socorro! ¡Me viola! ¡Me va a poner de lado y penetrarme sin parar desde detrás!– grita, haciéndose la asustada.

Si lo quiere de lado, así será. Ya está mojada. Y desnuda. Aunque la beso igualmente. Devoro sus labios mientras compruebo su vagina. Y de paso, la sensibilidad de su clítoris.

–¡¡AAAAAAAaaaaaaaaahhh!!

Sin duda, es bastante sensible. La acabo follando sobre la cama. De lado. Como me ha pedido. Yo acostado también de lado. Detrás de ella. Penetrándola. Besándole el cuello. A veces su cabello verde. Jugueteando con sus modestos pechos. Ya no intentan que parezcan más grandes. Casi nunca.

Desde su espalda, puedo distinguir las líneas de bronceado. No son tan llamativas como las de Bronceada. Son más sutiles. Muy sexis. Mezcladas unas con otras. De sus diferentes vestidos abiertos por detrás.

Acabamos abrazados mientras nos recuperamos. Y luego los tres. Ellas apoyadas en mi pecho. Mirándome. Explicándome lo que no van a hacer esta mañana. Por mi culpa. Acusándome con una sonrisa de que están demasiado cansadas.

–Entonces no lo volveré a hacer– las amenazo.

–¡Ni se te ocurra!– me besa Bi Lang.

–Puedes hacerlo más si quieres– se ofrece Bei Liu, besándome también.