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Incordio

La noche siguiente, tengo cita con Sai y sus hermanas. Meixiu me acompaña a ver a Da Ting.

–Aún no se le ha pasado lo del cumpleaños– me cuenta medio riendo.

Como siempre, espera fuera. Y Da Ting me prepara un té. La habitación está como la recordaba. Ni rastro de los adornos.

–Gracias por la fiesta. Fue muy importante para mí– me agradece.

–Las chicas lo hicieron todo. Yo solo fui por unos encargos– le aseguro.

–Pues ellas dicen que no lo habrían podido hacer sin ti– me acusa.

–Ja, ja. ¡Alguien tenía que hacer los encargos! Pero no dudes que ellas fueron las que hicieron todo el trabajo para darte una sorpresa– las vuelvo a alabar.

–Pero los hiciste. Y viniste. Muchas gracias. Aunque ellas también son un encanto. Me alegro de que vinieran a la facción. Todo gracias a ti– me sonríe.

Es una sonrisa muy dulce e inocente. Se nota que las aprecia.

–Lo son, a pesar de lo mucho que han sufrido. Tienen suerte de estar aquí, de tenerte– la halago también un poco, lo que la hace ponerse nerviosa.

–¿Tanto sufrieron? Nunca me han querido contar nada, pero Jiao y Meixiu nunca han estado tan mal. Quizás no tengan toda la libertad que deberían, pero no creo que sufran, ¿verdad?– me pregunta, un tanto preocupada.

–Para ser esclavas, Jiao y Meixiu han tenido suerte. Te tienen a ti como ama, y las tratas bien. Nadie se atreve a ponerles un dedo encima porque son tuyas. Los esclavos de la secta no tienen esa suerte– le aseguro.

–¿Tan malo es?– pregunta.

Creo que es sincera. Jiao decía que no sale mucho de la facción. Y cuando lo hace, es con su maestra.

–Sí. No creo que quieras saberlo– la aviso.

–Ellas no me quieren contar nada. Al menos dime cómo es– me pide.

La miro. Sus ojos parecen anhelantes de información. Suspiro.

–Los esclavos no se consideran seres humanos, sino objetos. Si alguien mata o mutila a un esclavo, solo tiene que pagar la compensación. Al menos era así antes de los últimos cambios en la secta gracias a tu maestra. Y aún lo es para los que no tienen cultivación– le explico.

–¿Tan malo es?– vuelve a preguntar, un tanto preocupada.

–Yo mismo sufrí palizas más de una vez. Quizás porque el estudiante estaba de mal humor. O porque un grupo decidió divertirse. Abusos físicos o sexuales no son raros. No sé exactamente lo que ha pasado Sai, pero no hay esclavo que no haya sufrido. Ella incluso más. Ha protegido a sus hermanas cuanto ha podido, por mucho que la hiciera sufrir. Aunque nunca es suficiente– le explico.

Ella se está tapando la boca con la mano. Sus ojos húmedos. ¿He hablado de más? Es la verdad y me la ha pedido. Aunque la verdad puede ser dura. Lo es en este caso. Y eso que solo lo he explicado por encima. Supongo que es hora de suavizarlo un poco.

–Por suerte para ellas, ahora están aquí. Están a salvo. Protegidas. Te tienen a ti– añado.

Ella asiente. Incapaz de articular palabra. Sonríe y llora.

–Lo siento… Me he puesto a llorar otra vez… No sé qué me pasa últimamente…– se disculpa.

–Lo único que te pasa es que tienes corazón. De verdad, me alegro de que seas tú quien está con ellas.

–Todo es gracias a ti. Si tú no se lo hubieras dicho a la maestra… Yo también te estoy agradecida– responde ella.

–Si nos vamos a estar dando las gracias el uno al otro, no acabaremos nunca– me río –. Entre amigos no hace falta darnos tanto las gracias.

Le tiendo la mano. Ella duda un momento antes de cogerla. Un tanto torpe. Aunque vuelve a sonreír.

–Meixiu dijo hace tiempo que eras famoso en la secta. ¿Es verdad?– me pregunta curiosa después de un breve silencio.

–Eeh… Bueno. Solo fue un momento. Ya sabes, a la gente le encantan las historias y rumores, exagerarlos. No fue nada– intento no darle importancia.

–¿Y qué paso?– insiste.

–Bueno, nada especial– sigo queriendo desviar la atención.

La verdad es que no lo veo importante. Y resulta un tanto vergonzoso que le den tanta trascendencia. Creía que todo el mundo lo había olvidado.

–¿No me lo vas a contar? ¿No éramos amigos?– se enfurruña un poco, inflando las mejillas.

–Aah… Está bien… Verás…– me rindo.

—————

–Hoy también has tardado bastante– observa Meixiu.

–Es culpa tuya– la acuso.

–¿Mía? ¿Qué he hecho?– se extraña.

–Le contaste que yo era famoso, y quería saber más– suspiro.

–Ji, ji. ¡Funcionó"– se vanagloria.

–Así que tú… ¡Ven aquí a recibir tu merecido!– la amenazo.

Ella entra corriendo a la habitación. Pidiendo la protección de las chicas. Que solo la protegen al principio. Después es castigada debidamente. Me da muchos besos mientras lo hago.

–Qué aburrido, realmente hablaste de té el otro día– se queja An en un intermedio, un poco después.

Están todas acostadas. Sai y Jiao sobre mí. Dandan, An y Meixiu sobre sus respectivas hermanas.

–Cotilla– la acuso.

–¿Hoy ha sido más interesante?– pregunta Jiao.

–Solo me ha dicho que le ha explicado lo del famoso Kong contra el infame Ga Gui– explica Meixiu exageradamente –. Pero estoy segura de que no me lo ha dicho todo.

–Oh. ¿Qué más hay? ¡Confiesa!– me exige Dandan.

–Hazme confesar si puedes– la reto.

Muevo la mano que tengo tras Sai. Le pellizco a Dandan su nalga. Con un poco de qi. No le pienso decir nada.

–Aaah. Kong… Ahora verás…– se tira sobre mí.

–Supongo que tendremos que seguir el método tradicional– sugiere mientras Sai.

–Sí. Habrá que interrogar a Ting'er– ríe Jiao.

Al mismo tiempo, los pechos de Dandan se mueven salvajes. Mientras se pone sobre mí. Queriendo inmovilizarme. Acabando con mi lengua en su garganta. Mis dedos en su vagina. A punto de empezar la segunda ronda.

Hablamos bastante del cumpleaños. Entre sexo y sexo. De la reacción de Da Ting durante y después. Están muy satisfechas de sí mismas. Y decididas a planear con tiempo el del año que viene. ¿Habrán dejado de ser esclavas las tres para entonces? Quizás, podría ser. Eso espero. Se lo merecen.

Todo lo que puedo hacer es ayudarlas. Llenándolas una y otra vez. Para que hagan uso de mi Yang. Y para disfrutar de ellas. Enteramente.

A la vez, he ganado unos cuantos frutos de yang. Aunque no me hacen falta, me los dan cada vez que voy. De parte de su maestra. Y de Da Ting. Wan los revisa y almacena. Encantada. Esperando para poder hacer píldoras con ellos.

—————

Al día siguiente, las gemelas deciden darse un paseo en lugar de quedarse dentro. Yo me voy a ver a Tai Feng y Yawen. A celebrar que Yawen ha llegado a cinco. Han trabajado mucho. Lástima que eso ya no consigue avergonzarlos tanto.

Tai Feng está cerca de subir también. Quizás su cultivación se ha retrasado al ayudar a Yawen. Pero va acelerando. Y más lo hará. 

–Estoy aquí. Para eso no hacía falta que viniera– me quejo, más bien burlándome. Están tan acaramelados como siempre.

–Envidioso– me saca Yawen la lengua.

–La próxima vez me traigo a Pen– amenazo.

–Ja, ja– se ríe ella, para luego burlarse –. Pero solo a ella. No las traigas a todas. No cabríamos.

–¿Cómo están las cosas en la facción?– pregunto, ignorándola. Me saca la lengua otra vez.

–Tranquilas. Desde que Ga Gui está desaparecido, no hay más tiranos de pacotilla. Al menos, no a nuestro nivel. Los posibles candidatos están a la espera de que vuelva. Espero que tarde. Por no hablar de que Yawen'er los sigue sorprendiendo– responde Tai Feng.

–No es para tanto– protesta ella, algo avergonzada.

–Estás subiendo muy rápido. Es normal que se asombren– añado.

–A costa de Feng'er– se muestra algo culpable.

–Ahora ya cultivo más rápido que antes. No tardarás en ayudarme a recuperar todo el tiempo perdido. Con creces. Les haremos cerrar la boca– le responde él, mirándola, olvidándose de mí otra vez.

–Ojalá pudiera ayudarte más– responde ella.

Se refiere a los meridianos. Los de ella están mejor. Más abiertos. Debido al tipo de cultivación. Los de él, hay de todo. Al principio, no siguió el mejor método. Abusó un poco de las píldoras. Claro que hizo lo que le dijeron. Cuando todavía era un niño.

Estoy pensando en darle la píldora de depuración. Pero sería mejor esperar a que llegue a Alma. Debería ser especialmente efectiva contra obstrucciones por las toxinas y residuos de las píldoras. Cuando llegue el momento, ya decidiré. Quizás incluso a Yawen la otra.

–¿Por qué no me contáis sobre las técnicas de espada? Quizás me sirva de inspiración– sugiero.

Estamos un rato hablando. Les explico un poco sobre el enlace de movimientos. Aunque es pronto para ellos. Y su futura maestra posiblemente ya les explicará mejor.

No obtengo mucha información. Hasta Alma, no entrenan mucho. Entre otras cosas, porque el qi que tienen es más bien escaso. Vale más la pena cultivar. Y entrenar cuando se tenga más. Eso, claro, si se está en un lugar como la secta. Donde puedes centrarte en ello.

Me interesan las técnicas de espada por las chicas. En especial Ma Lang, Shi y Hai. Esta última sobre todo. También lleva una espada a dos manos.

Sé que hay algo que le llaman qi de espada. Aunque parece que es para un futuro lejano. Bueno, paso a paso.

—————

–Ains… que incordio– se queja Yi.

–Bueno, no creo que se quede mucho– espera Yu.

–¿Qué pasa?– pregunto con curiosidad.

–Han enviado una carta. Uno de su familia vendrá a recoger los paquetes y los enseres de sus primas en un par de semanas. Quieren que ellas lo guíen– explica Shun, mientras da de mamar a Wei.

Parece que la leche de más nivel no afecta a la niña. Al menos, no negativamente. La bebe igual. Le gusta más que las papillas. Hong dice que no pasa nada porque siga mamando. Y le da ella misma más de una vez.

–Estaré cerca por si acaso– aseguro.

–Eso, vendremos al rescate si pasa algo– se ofrece Song.

–No hace falta, es nuestro problema– quiere negarse Yu.

–Vuestro problema es el nuestro. Más te vale que no nos lo hagas repetir– amenaza Shi.

–Seguro que solo queréis cotillear– la critica Yi, aunque está conmovida.

–Una cosa no quita la otra– ríe Song.

–Kong, grábalo todo– sugiere Liang.

–¡No os paséis!– exclama Yu, entre indignada y avergonzada.

Se ríen. No estoy seguro de si lo dicen en serio. Me temo que sí. Aunque quizás más como prueba por si sucede algo.

–Espero que al menos no sea el padre de Bai Xuan– desea Yin.

No sabemos quién va a venir. No lo dicen. Yo también lo espero. Su tío no tenía buenas intenciones hacia ellas.

—————

Unos días después, aparece Bi Lang en mi puerta. Ella sola. Qué raro. Es pronto todavía. La fiesta es dentro de un rato. Parece nerviosa. Abro.

–¡Kong! ¡Tienes que ayudarme! ¡No me hace caso! Se ha empeñado en arreglar un vestido. Quiere ir a ver a Pen para que le devuelva unas tijeras que le dejó– explica nerviosa, hablando muy deprisa

–Ya veo. ¿Dónde está?– pregunto.

–Le he pedido que fuera primero a mirar si había llegado un paquete con unos hilos. Bueno, no tiene que llegar ningún paquete. Pero es todo lo que se me ha ocurrido. Por favor, date prisa. Solo tú puedes detenerla– me pide.

–Voy, voy.

Me acompaña hasta que vemos a su amiga de lejos. Vuelve del recinto de mensajería.

–Te la dejo a ti. Ven en veinte minutos– me besa la mejilla, antes de irse corriendo.

Asiento. Me quedo esperando a que pase por delante de donde estoy escondido. Nadie mirando. Perfecto. Cojo a Bei Liu de la cintura y le tapo la boca.

–¿Qué hace una chica como tú sola en un sitio como este?– le susurro al oído.

–Kong… Me has asustado– protesta dulcemente.

–Vaya. Como debería compensarte– le susurro, acercándola más.

Nos besamos. Me sonríe. Puede que la esté retrasando. Pero eso no significa que no podamos divertirnos. Aunque me sorprende cuando su rostro muestra preocupación.

–Oye, Kong, ¿sabes si le pasa algo a Lang'er?– me pregunta.

–¿Por qué? ¿Ha sucedido algo?– me extraño.

–Bueno. Pequeñas cosas. Por ejemplo, ahora mismo me ha hecho ir a buscar un paquete, pero no había ninguno– explica.

–Igual se ha retrasado– sugiero, por mucho que sepa la realidad.

–Puede. Pero no ha sido lo único. Está rara. El otro, día me desperté y se había ido. Vino y se acostó como si nada. No dijo dónde había estado. Pasó lo mismo un día antes. Nunca lo había hecho. Estoy preocupada– me confiesa.

–¿No le has preguntado?– me extraño.

–No. Si no quiere decírmelo… Pero me da miedo que le pase algo– insiste.

Es un encanto. No sabe que le está preparando su fiesta de cumpleaños. Bueno, lo sabrá en breve.

–Me encargaré de averiguarlo, no te preocupes más– le aseguro.

–Gracias. Puede que no sea nada… Pero…

La abrazo más fuerte. La beso. Para tranquilizarla. Para hacerle olvidar. Para excitarla un poco. No acabamos follando. El lugar es público. Pero sí que se corre. Y me hace una felación. Luego la acompaño a buscar las tijeras. Está muy pegada a mí. Me parece que se va a sorprender bastante.