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Encuentro en la noche

–——¡¡¡Sorpresa!!!

Estaba oscuro. Se ha extrañado y no se atrevía a entrar. Pero yo la he arrastrado. Entonces, han destapado los cristales. Y han aparecido todas.

Las mira con los ojos muy abiertos. Me mira. Las vuelve a mirar. Se vuelve hacia mí.

–¡Tú lo sabías! ¡Todo! ¡No me digas que lo de Lang'er…! ¡Me has engañado! ¡Malo!– me acusa.

Pero lejos de enfadarse, me besa muy apasionadamente. Puedo ver a Yan Xiulan sonrojarse. Las demás ríen.

Luego abraza a su amiga íntima. No sin antes acusarla de conspirar a sus espaldas. De hecho, a todas. Para después abrazarlas una a una.

Está emocionada. Muy contenta. Hacía tiempo que no celebraba su cumpleaños. Al menos no con una fiesta.

–Os perdonaré esta vez… Os quiero mucho…– dice entre lágrimas mientras corta el pastel.

–Eeh. No llenes el mío de lágrimas. Llorona– la acusa Bi Lang.

Aunque le da un beso en la mejilla. Y le seca las lágrimas con un pañuelo. Son como hermanas. Es entonces cuando llaman a la puerta.

–¡¡Ken!!– la recibe Bei Liu, emocionada.

—————

No sé de dónde han sacado un cristal musical. Pero se ponen a bailar. Y me obligan a bailar con ellas. Es mi primera vez. Me siento torpe. Aunque Bei Liu me enseña. Muy pegada a mí. Se está aprovechando.

Me acaban haciendo bailar con todas. Bueno, ellas también lo hacen entre ellas. Riendo bastante. Sobre todo de mí, Ken, Pen y Yan Xiulan. Aunque Pen y Ken aprenden rápido.

Lo más incómodo es cuando nos toca bailar a Yan Xiulan y a mí. Yo sigo sintiéndome torpe. Ella está muy nerviosa. Y roja. Aunque no tanto como cuando cae y la cojo.

–Oh, que atrevida.

–Buen movimiento.

–Ah, no bailo más– se aleja ella.

Las demás se ríen. Aunque la dejan de molestar por un rato. Ye Bi la saca a bailar poco después.

Aparte de las luces de Yan Xiulan, Ye Bi ha traído unos talismanes. Los ha hecho esta mañana con materiales de bajo coste. No duran más de unas horas. Pero suficiente para una fiesta de cumpleaños.

Uno de ellos ha llenado la habitación de luces flotantes. Otro ha durado unos minutos. Es un juego curioso. Aparece un símbolo en cada mano. Y tenemos que chocarlo con quien tenga el mismo. Los últimos pierden. Hay que ser rápido en buscar la pareja.

Curiosamente, Yan Xiulan no ha dudado cuando le ha tocado conmigo. Es sorprendentemente competitiva. Aunque enseguida se ha girado. No queriendo mirarme.

Ha sido una tarde divertida. Hemos reído mucho. Y Bei Liu estaba encantada. Lo más triste ha sido que Ken no se ha podido quedar toda la fiesta. Se ha ido cargada de agua. Pero se la veía feliz de haber estado.

Ha comido mucho pastel. Sus amigas la han obligado. Incluso me ha pedido ayuda. Y acusado de traidor cuando he mirado a otro lado.

Se ha vengado cuando hemos bailado. Muy pegada a mí. Besándome. Y pisándome queriendo un par de veces.

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–¿Seguro que no os queréis quedar a la siguiente parte?– las provoca Bi Lang.

–Es una pena, pero tengo cosas que hacer– se hace la ocupada Ye Bi, sin avergonzarse lo más mínimo. Más bien, riendo.

–Ten… tengo que irme– tartamudea Yan Xiulan, completamente roja.

–Dejad de molestarla– las regaño.

Ella me mira y se vuelve a poner roja. No hacía falta remarcarlo, pero tampoco es ningún secreto. Les encanta molestarla. Aunque reconozco que está muy mona.

No me deja de parecer curioso. Se avergüenza, pero no parece oponerse o enfadarse. Sabe que ellas son mis amantes. Y estoy seguro de que le gusto. Al menos, no le soy indiferente.

Otras se enfadarían. O me evitarían. Si saben que tengo varias amantes, no aceptarían que me acercara a ellas. Estarían en su derecho. Yan Xiulan solo se muestra tímida. No sé muy bien qué piensa. Pero me gusta tenerla cerca.

Puede que las chicas sepan más. Pero no me lo van a decir. Mis pervertidas son muy abiertas, sociales, habladoras. Lo cual no significa que no sepan guardar secretos. Nunca dirán nada que hayan prometido no decir. Ni nada que realmente no deban decir. Aunque puede que a veces se les escape algo.

Como sea, la segunda fase empieza en cuanto se cierra la puerta. Antes de que me dé cuenta, están desnudas. Acercándose a mí. Desnudándome.

Me llevan a la mesa. Entre risas. Me atan. Me tapan mis pezones, mi ombligo y mi miembro con crema.

–Listo. Aquí tienes tu pastel especial. Feliz cumpleaños– ríe Bi Lang.

–¡Gracias! ¡Parece realmente delicioso!– se acerca Bei Liu, relamiéndose.

Lame la crema de mis pezones. Succiona estos. Mete la lengua en mi ombligo. Acaba metiéndose todo mi miembro en la boca.

–Siempre ha sido muy golosa– ríe su amiga.

–Yo también quiero– pide Pen.

–Queda crema– añade Fen Huan.

Pronto, Bei Liu está montándome. Las demás, llenándome de crema y comiéndosela. Lamiéndome. Mordiéndome. Besándome.

A veces, se la ponen en sus propios pechos y me la hacen lamer. O en sus labios. Me aseguro de añadir qi. Y de mordisquearlas.

Se van turnando en montarme. Sin dejar de reír. De gemir. De corretear eróticamente desnudas. De provocarme.

Acaban agotadas. Durmiendo sobre mí. Al menos, me han desatado y estamos en la cama.

–Huan'er, tienes que comprar una cama más grande– ríe Bi Lang.

–No, así estamos más juntos– se niega ella.

–Estoy de acuerdo– la apoya Pen.

–Has perdido, Lang'er– ríe Bei Liu.

–Supongo que una pequeña tampoco está mal– se rinde.

No es tan pequeña. Pero somos cinco. Yo en medio. Ellas dos a cada lado. Unas sobre mis hombros. Las otras sobre mi estómago. Todas ellas jugueteando con mi cuerpo. Charlando animadas. Aunque están cansadas. Y se van durmiendo.

—————

Por la mañana, hay una tercera parte. En las que se despiertan todas atadas. Bueno, Pen me ha ayudado. Y luego se ha dejado atar.

Esta vez, las puedo estimular lentamente. Excitándolas despacio. Tentándolas. Teniéndolas a mi merced. Vengándome de la noche anterior. Lástima que no quede crema. Aunque un hielo puesto delicadamente sobre su piel resulta excitante. Se estremecen cada vez que las roza. Un poco de qi añade intensidad.

Las follo despacio. Una a una. Llevándolas al orgasmo. Sin prisa. Disfrutándolas. Sin llenarlas. Deleitándome ante el espectáculo obsceno de sus cuerpos desnudos. Atados. Alguno estremeciéndose de placer.

Luego, subo la intensidad. Haciéndolas gemir de placer. Perforando de nuevo sus mojadas vaginas. Reclamando sus labios. Sus pechos. Incluso sus ombligos. Y las acabo llenando una a una. Todas curvadas hacia arriba. Tensándose al llegar al clímax. Con la boca abierta. Jadeando. Abrumadas por el placer.

–¡Kong! ¡No nos dejes así!

–¡Por favor! ¡Desátanos! ¡No seas cruel!

–¡Socor….! ¡Ja, ja ja!

Las he amenazado con irme sin desatarlas. Y acabo cumpliendo mi promesa. Aunque la verdad es que pueden quitarse las ataduras cuando quieran. Apenas están de decoración. A excepción de las de Fen Huan. Pero ha sido divertido verlas suplicar. Algunas actuaban bien. Las otras no podían dejar de reír al oír a sus compañeras fingir.

—————

Al día siguiente, avanzada la tarde, vuelvo a visitar a Lin Tao y Guo Xua. Y a follarlas. No me ha vuelto a preguntar sobre si hay algún problema con tener sexo durante el embarazo. Confía en mí. O le puede la lujuria.

Estoy volviendo cuando veo a un estudiante de la secta. En la etapa seis de Génesis. También parece volver. No es excesivamente extraño, incluso siendo un poco tarde. Por la dirección, apostaría que viene del burdel.

A diferencia del que hay junto a la secta, en ese burdel son en su mayoría mortales. Muchas de ellas esclavas. Puede que todas. Y todos. También hay hombres, aunque menos.

No es el primero que va. He visto a más de uno volver de esa dirección. O ir. La principal ventaja es el precio. Es mucho más barato. Follar con cultivadoras se paga. Y no se permiten ciertos comportamientos.

Lo que me llama la atención es que su cara me suena. No caigo al principio. Hasta que finalmente lo reconozco. Aprieto los puños. Nunca me ha hecho nada a mí, pero…

Doy la vuelta. Me pongo a correr. Ejecuto la técnica de movimiento. Alcanzo la máxima velocidad de la que soy capaz. Para recorrer la distancia hasta una calle paralela. Luego por esta. Y finalmente por una que vuelve a la anterior. Bien. Lo he sobrepasado.

Me asomo entre las sombras de la incipiente noche. No hay nadie cerca. Y es un buen lugar para una emboscada.

Pasa frente al callejón en el que me oculto. Salgo por detrás. Le tapo la boca a la vez que inyecto una gran cantidad de qi. Sobrecargando sus sentidos. Abrumándolo. Dejándolo a mi merced. Y luego haciéndolo dormir. Es algo que solo se puede hacer si se sobrepasa la cultivación de la víctima por mucho. Y por sorpresa.

Lo arrastro dentro del callejón. Hasta una casa abandonada. Se medio quemó hace meses. Por ahora, no se han decidido a reconstruirla. Es la razón por la que he corrido hasta aquí.

Llamo a Shi, Song y Liang. Las he avisado antes. Aunque sin señal de peligro.

–¿Kong? ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué ha pasado?– pregunta Liang, un tanto extrañada al ver la madera quemada en la que nos encontramos.

–¿Quién es este? ¿Está muerto?– pregunta Shi, girando el cuerpo inconsciente –Tan Mu…

Como esperaba, lo ha reconocido. Su voz es gélida cuando pronuncia su nombre.

–¿Qué hace esta basura aquí?– pregunta Song, mirándolo con odio.

El rostro de Liang también expresa odio, aversión, quizás asco.

–Lo vi cuando volvía. Iba a matarlo, pero pensé que igual queríais hacerlo vosotras– les explico.

Me sonríen por un momento. Aunque la sonrisa es un tanto fría. Despiadada. No me sorprende.

En el pasado, Tan Mu abusó de muchas esclavas de forma violenta. Algunas murieron. Compañeras. Amigas. Pero tiene dinero. Solo tenía que pagar su precio Otras estuvieron con moratones durante semanas. Shi casi pierde un ojo. Diría que lo odian, pero no sé si la palabra odio es suficiente.

–¿Cuánto tiempo tenemos?– pregunta Shi.

–El que necesitéis– respondo.

–Llama a Rui y Ning– pide Song, tras consultarlo con las otras.

No puede decirse que lo que sigue sea un espectáculo agradable de ver. Lo amordazamos, atamos y despertamos. Ning lo folla analmente. Le gusta hacerlo. Incluso hay clientes que se lo piden. Hay uno que suele ir habitualmente para que ella lo sodomize. Me preguntó si yo quería. No lo ha vuelto a mencionar.

Pocas veces las he visto así. Quizás cuando Ning quiso matarme. Es su parte más oscura. Una que sé que yo también tengo. Una que nos han inculcado basura como Tan Mu.

Es sodomizado sin lubricante. Causándole dolor. Sangra por su ano. Ning está utilizando qi para penetrarlo con un consolador atado a un cinturón.

Las uñas de los dedos de las manos han sido todas quemadas. Y seis de ellos cortados. Su rostro está lleno de cortes y moretones. Y ya no necesita la mordaza. Su lengua ha sido seccionada, y sus cuerdas bocales inutilizadas con qi.

Sangra por la boca, debido al corte de la lengua. También de las encías, cuyos dientes han sido arrancados. Y de su rota nariz. O de sus orejas.

Le han hecho estallar los tímpanos. No me imagino el dolor. Y uno de sus ojos ha sido atravesado por una daga. Aparte de los huesos rotos.

Está mutilado, humillado y sintiendo continuamente dolor. Usan qi para asegurarse. Es más fácil causar dolor que placer. También lo emplean para que mantenga la consciencia.

Su único ojo parece no tener vida. Al principio, Tan Mu no lo entendía. Pero las chicas le han dicho quienes eran. Que era su venganza. Y la de sus compañeras. Fallecidas o no. Muchas de las mutilaciones que está sufriendo las causó él en el pasado. Recuerdo enterrar una esclava sin dientes.

La mirada de ellas es dura. Implacable. Sin un ápice de piedad.

Dijimos que no buscaríamos venganza. No queríamos meternos en problemas innecesarios. Incluso me lo hicieron prometer. Pero no la he buscado. Lo he encontrado. Era una oportunidad que no podía dejar escapar.

No es el único. Ni siquiera el peor. Aunque sí uno de los diez peores. Si se da la ocasión, no dudaré de encargarme de los otros. Aunque no todos están a mi alcance. Wu Kai, por ejemplo, tienen una cultivación alta.

Está más de dos horas siendo torturado. Siendo mantenido con vida y dolor. Hasta que le cortan el cuello.

Guardamos el cuerpo. Es mejor que no se sepa qué ha pasado. Si se ha quedado más tiempo en el burdel. Si ha huido por alguna razón. O si alguien lo ha matado.

Es un estudiante de bajo nivel. De los que hay muchos. La secta no se preocupará mucho si no hay indicios. Su familia nada podrá hacer.

Las devuelvo y salgo de la casa en ruinas. Recojo a Rui, que estaba vigilando. En silencio, me fundo en las sombras de la noche. Para volver discretamente a la secta.

Después, Shi y Liang me piden sexo muy íntimo. Song lo contrario. Sé que las tres están afectadas. Sus sentimientos se han desbordado hoy. Quizás también los míos. Pero no es ni mucho menos la primera vez que estamos envueltos en muerte y violencia. Mañana, estaremos mejor. Y hay un monstruo menos del que preocuparse. Al que las esclavas mortales ya no tendrán que temer.