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Alma Negra

John "Alma Negra" Un alma inocente y pura, había sido lentamente corrompida por la maldad. Sus ojos iban perdiendo el brillo y en su corazón se iba formando un caparazón, un escudo tan fuerte para evitar a toda costa una traición. Un águila enjaulado y condenado a no sentir, el negocio y la codicia eran su motivo de existir. La oscuridad se convirtió en su mejor amigo, las mentiras y verdades en su abrigo; la frialdad e inteligencia para el negocio, el cuchillo y arma para el enemigo. Un supuesto enemigo tiene que ejecutar, pero el destino le sorprende y lo hace dudar; haciendo que su vida de un giro inesperado, y quizás, esa persona logre mostrarle el camino indicado; y se convierta en su luz, en medio de esa oscuridad, porque detrás de él puede quedar aún algo de humanidad.

NATALIADIAZ · Hiện thực
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194 Chs

70

Años después:

Con el pasar de los años, todo continuó de la misma forma. Luego de Daisy recuperarse, quiso retomar sus estudios, pero la matriculé en otra universidad. El ambiente estuvo y está algo caliente, durante estos años hemos tenido varios problemas, aunque han sido leves. Ella había estado concentrada en sus estudios y yo en los negocios. Se podría decir que no la veía muy a menudo. Al llegar a la casa, ella siempre estaba durmiendo o encerrada en su cuarto. Fueron años difíciles y duros, pero estamos bien y eso es lo importante. Se graduó hace una semana y le ha dado con querer buscar un trabajo, pero me negué rotundamente. Tengo en mente proponerle que trabaje en la empresa, pero tendría que vigilarla, y más con todos esos enemigos que tengo. Ahora que conocen su identidad, pueden hacerle algo, pero no puedo esperar a que ella decida quedarse siempre encerrada en la casa; aunque no me guste, ella es un niña todavía que tiene esos estúpidos sueños de progresar y ser alguien en la vida. Por otro lado, desde ese día no tenemos nada de sexo, de hecho, ningún tipo de acercamiento. He pensado que quizás no le gustó lo de esa noche o es simplemente que no siente esas necesidades como yo. ¿Esa mujer es de piedra o qué? ¿Qué tipo de persona puede estar sin eso? Ella no puede ser humana.

Ella bajó y se sentó en la mesa del comedor, comenzó a comer en silencio y la miré. Es la primera vez que la veo en un pantalón corto, y con la dieta que estoy eso no ayuda.

—¿Qué haces vestida así?

—Voy a salir con unas amigas que estudiaron conmigo.

—Así no puedes ir a ninguna parte, se te ve todo el trasero levantado.

—Ni modo que me vea plana. No se puede ocultar lo que tengo, John.

—Con eso no vas a ninguna parte. ¿No tienes vergüenza?

—¿Acaso estás celoso?— sonrió coqueta.

—No, pero no me enseñas eso a mí hace años y quieres enseñarlo en la calle.

—Es solo un pantalón.

—¿Y eso qué? Un pantalón que te levanta el trasero y que si te doblas, vas a parar el tráfico.

—¿Es eso un halago?

—No, no te confundas. Lo digo por la pantalla de televisor plasma que tienes, mujer. ¿No te da vergüenza que se te queden mirando el trasero en la calle, como si fueras algún tipo de programación barata?

—No, soy soltera y puedo hacerlo. Creo que los años te han vuelto más sensible a este tema o es que inconscientemente sientes celos y no quieres admitirlo.

—Parece que se te ha olvidado quién eres.

—¿Y quién soy, según tú?— iba a responder, pero me contuve. Suspiré y me dí un sorbo de agua.

—Te iba a ofrecer un trabajo. Hablemos de negocios, Daisy.

—¿Negocios?

—Ahora que te graduaste y estás buscando un trabajo tan desesperadamente, yo puedo ofrecerte uno.

—¿Ilegal?

—¿Y qué más creíste que sería?

—Pues no me interesa.

—Ni siquiera me has dejado decirte de que se trata. Tengo tres empresas, en las cuales necesitaré de un contable que ponga al día los números, ¿Me comprendes?

—¿Empresas de qué tipo? Conociéndote, debe ser algún tipo de empresa llena de fraude y lavado de dinero, ¿Me equivoco?

—¿Cómo crees que sería capaz de eso? ¿Tan malo te parezco? — sonreí.

—Como si no supiera a qué te dedicas.

—Pues efectivamente, tienes toda la razón. ¿Te animas o no?

—No voy arriesgar mis licencias por ti, John. Yo no quiero ir a la cárcel, ni tener que lidiar con los federales.

—¿Tan mala te consideras? Tuviste la puntuación más alta en tu clase. Tú y yo juntos, seríamos capaces de llegar muy lejos.

—Ese juntos suena muy lindo y todo, pero sé que es por interés, y eso hace que no me agrade.

—Tu saldrías ganando también, no solo yo. Tendrías un trabajo estable, ganarás fama, dinero a montón, estarías más cerca de mí, y serás como mi sombra.

—¿Tu sombra o tú esclava?

—Tu y yo sabemos que no serías solamente eso.

—¿Y qué sería entonces, John?

—¿Vas aceptar mi propuesta o no? Yo no dejaré que los federales, ni nadie intervenga en esto. Estarás muy bien protegida, solo que tendrás que cambiar tu identidad y pasar como una conocida socia mía. Tendrás los ojos en ti cuando pongas un pie en la empresa, pero estaremos entrando juntos, así como si fuéramos la pareja del año.

—¿Tantas ganas tienes de tenerme cerca?

—Quién sabe— se quedó en silencio y sonrió.

—Está bien, espero realmente me ayudes.

—Te doy mi palabra.

—Tu palabra no vale nada, John.

—Te aseguro que no te pasará nada. Yo voy a protegerte. ¿Cuándo no lo he hecho?

—El día que me secuestraron.

—Pero fui a buscarte, no puedes quejarte, mocosa.

—Y si vuelve a ocurrir algún día, ¿Irías por mi?

—Claro que lo haría.

—Y si muero algún día, ¿Me extrañarías? — que pregunta tan estúpida.

—No te olvides que tú me debes mucho y no dejaré que te deshagas de mí tan fácilmente. Incluso si eso ocurre, hasta después de la muerte iré por ti. Voy a ser tu pesadilla. Tú existencia y todo de ti me pertenece, por ende, no dejaré que nada te pase.

—Eso es lo mas romántico que has dicho en tu vida, John.

—¿Romántico?

—Bueno, fue una mezcla rara. A cualquier otra mujer que le digas eso se asustaría, pero extrañamente no puedo sentir miedo de ti.

—Cambiemos el tema, no sé cómo se desvió. Mañana mismo iremos a la empresa juntos, para que la conozcas y veas lo que hay.

—Me parece bien, John.

—Ahora que te vas con tus amigas, Alfred irá contigo.

—¿Qué?

—Sí, no estarás sola. Recuerda que no puedes arriesgarte y sería una imprudencia que te deje ir sola.

—Está bien, lo que digas.

—Nada de andar cueriando.

—¿Qué es eso?

—Olvídalo, vete que se te hace tarde.

—Regresaré luego— se levantó de la mesa y se acercó.

—¿Qué pasa? ¿Estás esperando algo? — le pregunté, y ella sonrió. Me dio un beso en la mejilla y se apuró a irse. ¿Y esta mujer qué demonios hace? ¿Cree que soy su papá para que me esté dando besos en la mejilla?