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Alma Negra

John "Alma Negra" Un alma inocente y pura, había sido lentamente corrompida por la maldad. Sus ojos iban perdiendo el brillo y en su corazón se iba formando un caparazón, un escudo tan fuerte para evitar a toda costa una traición. Un águila enjaulado y condenado a no sentir, el negocio y la codicia eran su motivo de existir. La oscuridad se convirtió en su mejor amigo, las mentiras y verdades en su abrigo; la frialdad e inteligencia para el negocio, el cuchillo y arma para el enemigo. Un supuesto enemigo tiene que ejecutar, pero el destino le sorprende y lo hace dudar; haciendo que su vida de un giro inesperado, y quizás, esa persona logre mostrarle el camino indicado; y se convierta en su luz, en medio de esa oscuridad, porque detrás de él puede quedar aún algo de humanidad.

NATALIADIAZ · Realistic
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Al día siguiente:

Daisy se vistió muy profesional, hasta me impresionó. Una blusa blanca con encajes en su cuello y una falda negra un poco más abajo de sus rodillas.

—Te ves diferente.

—¿Te gusta? — se dio una vuelta y sonrió.

—Sí, te ves distinta.

—¿Eso es todo?

—¿Qué esperas que te diga?

—Que te gustó o que me veo linda. Falta que se te salgan las babas, pero eres tan orgulloso que no puedes decirlo.

—Te ves muy linda, ¿Feliz?

—Sí— sonrió.

—Mandé a preparar tus documentos y estarán en dos días.

—¿Y cuál será mi nombre?

—Lucy.

—¿Por qué lucy?

—¿No te gusta?

—No.

—Con más razón, entonces con ese te quedarás.

—Imaginé que dirías eso.

—No hagas amistades, y si las haces, no hables de tu vida privada. Quiero que te centres en el trabajo y todo lo que tenga que ver con el, ¿Entendido?

—Sí, jefe— su sarcasmo se pudo notar a simple vista.

—Eso suena interesante, deberías decirlo más a menudo.

—¿Es una fantasía que tienes?

—Se podría decir que si.

—No has cambiado nada, John. Vámonos.

Llegamos a la empresa y la presenté a todos, las habladurías entre los empleados no tardaron en aparecer. Nunca había traído a alguien aquí, ella se veía tranquila y sonriente. La traje a la empresa que era del Sr. Miller, es la que necesita más ayuda ahora. La llevé a mi oficina y se la mostré.

—Esta es mi oficina y ahora también tuya. Puedes usar esta, como también la otra que te mostré, en la que te sientas más cómoda. Dado el caso que tendrás que estar concentrada, supongo que la otra te conviene más.

—¿Vas a desconcentrarme en esta? — sonrió pícara.

—¿Estás tratando de provocarme? Te advierto que no voy aguantar tus provocaciones.

—¿Y qué harás al respecto, John? —caminé a la puerta y le puse seguro.

—¿Qué crees que haré?

—No lo sé, tu dime— sonrió, y caminé hacia ella.

—Parece que al fin estás deseando tener algo.

—El hecho de que no lo demuestre, no significa que no quiera— la agarré por la cintura y llevé mi mano a su cuello.

—Parece que nuestra unión en esta empresa, será más interesante de lo que creí que sería— colocó sus manos en mi pecho y sonrió.

—Creo lo mismo— me miró fijamente—. ¿Aún no sientes nada por mi, John?

—¿Por qué dañas el momento con esa pregunta innecesaria?— robé sus labios, y bajé mi mano a su trasero para apretarlo.

—¿Eso es un no?

—Guarda silencio— volví a besarla y la acerqué contra el escritorio, se reclinó sobre el y me acomodé entre medio de sus piernas para continuar besándola.

El teléfono sonó interrumpiendo nuestro acercamiento.

—Espera un segundo, no hagas ruido y quédate así.

Miré mi teléfono y vi que era Juliana, siempre llama en el peor momento de todos.

—¿Qué pasa, Juliana? —respondí la llamada.

—Te escuchas fatigado. ¿No interrumpí nada, hermanito?

—No, dime qué pasa.

—Quería avisarte que nos mudamos a Riverview, aunque no sé para qué te lo digo, si ni siquiera has venido a vernos hace tiempo.

—Ahí va el bombardeo.

—Eres un ingrato, John.

—He estado ocupado.

—¿Haciendo qué?

—Con Daisy.

—¿Estás saliendo por fin con ella?

—Deja tus preguntas innecesarias. Hablamos luego, espero todo te salga bien por allá. En algún momento me daré la vuelta a ver a mis sobrinos.

—Espero cumplas, hombre.

—Siempre lo hago— colgué la llamada.

Miré a Daisy y ella se quedó en silencio, me acerqué para besarla, pero puso su mano en mis labios evitándolo.

—¿Por qué no respondes lo que te pregunté? No me voy a molestar, es solo que pienso que han pasado muchos años y todo sigue igual entre nosotros. Nada ha cambiado, ni siquiera sé lo que soy para ti. Me dijiste que no me hiciera ilusiones, pero no puedo comprenderte. A veces me tratas bien y diferente a las demás, y otros días eres frio y cortante conmigo. Te juro que trato de entenderte y de no ilusionarme contigo, porque sé que no tengo oportunidad, pero ¿Por qué cuando quiero olvidarte e ignorar lo que siento, tienes que tratarme tan bien que hace que las esperanzas muy en el fondo las guarde? Si no planeas corresponderme, al menos sé claro conmigo en que no vas amarme nunca y no me ilusiones tratándome bien.

—Creí que te lo había dejado claro, Daisy.

—¿Es esa mujer que me dijiste? ¿Esa mujer que no puedes olvidar? ¿Esa mujer por la cual no besas a ninguna otra?

—¿Eso es lo que quieres escuchar? Pues sí, eso es. ¿Feliz?

—Entonces ¿Por qué me besas a mi? — me sentía entre la espada y la pared, no encontraba qué responder porque aún si trato de pensar en una respuesta, ni yo mismo lo sé.

—Porque formas un drama para todo, porque te quejas de que no sé tratar a una mujer y ese tipo de cosas, y al ver que besándote, puedo obtener lo que quiero, pues simplemente lo hago.

—¿Es solo eso?

—Sí, ¿Qué pensabas? Ya te lo había dicho, y creí que era suficiente con decírtelo una vez, pero veo que no.

—Ya entendí, John.

—Yo no soy el hombre que quieres, ni el que mereces.

—Y aún así eres un maldito egoísta que no me deja tener a nadie más, que quiere que permanezca como una puta sombra al lado tuyo, cuando no tienes ni un puto interés de corresponder lo que siento. ¿Alguna vez has pensando en lo que yo siento? Siempre piensas en ti, te vale madres lo que yo sienta. ¿Para qué me quieres al lado tuyo, si no sientes nada por mí? ¿Sabes lo que duele tenerte cerca? Si no estás dispuesto a quererme, entonces yo no estoy interesada en convertirme en un juguete más. Pasa el macho con otra, porque yo estoy cansada de este juego estúpido y cruel que tienes conmigo — me empujó y salió de la oficina.

Ya sé lo dije una vez y fue ella quien no lo comprendió, pero… ¿Por qué me duele el pecho? ¿Por qué tiene que importarme lo que ella diga? ¿Por qué ni siquiera yo puedo encontrar una puta respuesta en mi cabeza? ¿Qué mierdas me sucede?