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Capítulo 24

ALEX

Sabía que Gabriela estaba enfadada y no poco precisamente, y que lo que había dicho no era cien por cien real, pero eso no implica que no me doliese, porque todo lo que dijo era cierto. Le hice mucho daño hace tiempo y eso era complicado de arreglar, por eso me quedé allí parado mirando para ella como se marchaba. Pero en cuanto vi que venía un coche considerablemente rápido, que ella iba a cruzar y el coche no disminuía la velocidad no dudé en apartarla de su camino. No iba a permitir que un gilipollas la atropellara. Empecé a correr como nunca corrí en mi vida, la agarré de la cadera y por suerte tuve el tiempo suficiente para apartarnos de allí. No tardé nada en girarla para poder ver su rostro y darle un abrazo que poco tiempo después devolvió. Estuvimos abrazados unos cuantos minutos hasta que me separé un poco para ver cómo estaba.

"¿Estás bien?" le pregunté, pero ella se quedó mirándome un rato y yo quedé embobado viendo esos ojos que tanto me gustaban. "Si, estoy bien.... Gracias a ti." Susurró la última parte, lo que hizo que apareciese una pequeña sonrisa en mi rostro "Tenía que hacerlo, no iba a permitirlo."

"Gracias, y lo siento por decir lo de antes, no era mi intención hacerte daño ni hacerte sentirte mal." Respondió, y sabía que estaba hablando en serio "No es nada, tienes razón en todo lo que dijiste." Le aseguré, pero ella solo negó "No, no la tengo. Estaba enfadada y a pesar de que no era contigo me salió, perdona."

"No hay nada para perdonar, pero si así te sientes mejor te perdono." Le sonreí y ella agradeció "¿Ahora me cuentas el porqué de que estés tan enfadada?" pregunté de nuevo intentando saber qué es lo que había pasado con Carlota "Lo estaba, y fue por Carlota."

"¿Con Carlota? Eso si es raro. ¿Qué te hizo para que te enfadases tanto?" cuestioné, porque si algo era raro, es que ellos tres discutiesen, y más raro todavía si era de la forma en la que lo había hecho "Me presenta a chicos para que según ella para que consiga pareja."

"Pues eso no es necesario, tienes a muchos tíos detrás tuya como para que te los presente ella." Aseguré, y a pesar de que era algo que no me gustaba demasiado por decirlo de alguna manera, también sé que no iba a poder evitarlo, Gabriela era hermosa "Pero yo no quiero a ninguno de ellos. Ella pretende que olvide a alguien y no soy capaz de hacerlo."

En cuanto dijo eso, no sé por qué se me fueron todas las esperanzas de poder lograr que volviese conmigo. Aunque una pequeñísima parte de mi seguía teniendo esperanza de que eso pasase. Me dolía escuchar eso, pero quería que fuese feliz, y si eso lo conseguía con otra persona, la dejaría ser feliz, era lo único que quería para ella.

"¿Quién ese chico que te robó el corazón?" pregunté, intentando enmascarar mi dolor, aunque no tengo tan claro que lo fuese a conseguir "No te lo diré." Dijo sonriendo, a lo que acabé por devolver de cierta manera "Espero que con ese chico seas feliz y que no te haga nada que te dañe."

"No creo que lo haga, es muy bueno y me cuida de todo." Afirmó y me hundí más en la miseria si era posible "¿Entonces que pasará con nosotros?" pregunté "¿A qué te refieres?" inquirió y frunció el ceño "¿Podremos ser amigos?" indagué "Yo creo que ya lo somos, no te quiero matar como hacía antes."

Eso me alegró mucho, y esa pequeñísima parte que creía que podía ser posible que volviese con ella creció un poco. Es verdad cuando dicen que la esperanza es lo último que se pierde. "Eso me alegra mucho."

Caminamos durante un rato en silencio por la acera y no sé muy bien hacia donde íbamos, pero yo ya estaba contento con tan solo pasar tiempo con ella. Claro está que yo no dejaba de mirar para ella. Se veía hermosa con ese vestido. Era negro y ceñido que me permitía admirar todas sus curvas. Estuvimos hablando por horas y por la cantidad de coches que pasaban se podía decir que eran sobre las seis o siete de la mañana e iba a mirar en el móvil hasta que noté como si tuviera algo de frío a lo que no dudé en sacarme la chaqueta y pasársela por los hombros.

"¿Qué haces?" cuestionó y le regalé una sonrisa "Dejarte mi chaqueta, sé que tienes algo de frío." Afirmé, porque si algo sé de Gabriela, es que odia el frío a muerte "No es necesario que me la dejes, se me pasará." Aseguró, pero negué. Lo último que quería era que cogiese frío "Te la voy a dejar Gabriela."

"Pero tú también tendrás frío." Insistió y volví a negar "No te preocupes, no lo tendré. De verdad, quédatela." Respondí "Gracias, eres un amor." Dijo, regalándome una gran sonrisa "¿Quieres que vayamos a desayunar?"

"Es muy pronto como para que vayamos a desayunar, ¿no crees?" preguntó y miré el móvil, porque tenía claro que me iba a preguntar y eso confirmó que no era tan pronto como ella pensaba. Bueno. teniendo en cuenta que yo desayunaba sobre las diez de la mañana sí que era temprano, pero desayunaría a estas horas siempre si con eso podía estar con Gabriela.

"Son las siete y media, no creo que sea tan pronto." Sus ojos aumentaron por dos su tamaño normal, lo que hizo que me empezase a reír "¿Qué dices? ¿Ya es tan tarde? No me lo puedo creer. Deben estar preocupados en mi casa." Dijo buscando lo que supongo que era su móvil "¿Por?"

"Porque suelo ir mucho antes para casa. Sobre las tres o cuatro de la mañana, por eso." Aseguró "¿Tu madre sigue siendo igual de preocupada que antes?" pregunté, porque si algo sabía, era que Lara se preocupaba por ella mucho "¿Te acuerdas de cómo era mi madre?"

"Todo lo que tiene que ver contigo me lo sé. No se me olvido." Le aseguré, porque era cierto "Por qué será. Pero bueno, respondiendo a tu pregunta yo diría que se preocupa más que antes. Tenerlos a todos encima mía no es algo que me guste demasiado"

"Entonces no han cambiado tanto." Me reí y asintió "Puede ser, lo único que sé fijo es que se preocupan más de lo que hacían antes." Respondió y ahora fue mi turno de asentir "Pero eso es normal, después de todo lo que te hicimos pasar es lógico que se preocupen por ti."

"Puede ser que sea lo normal, pero me sé defender, eso es algo que ellos no entienden." Dijo como molesta, lo que supongo que le molestaba hasta cierto punto "¿Y ellos lo vieron o se lo dijeron Marcos o Carlota?" pregunté, porque si ellos le decían que ahora se defendía ella sola, no se deberían de preocupar tanto por ella "Ellos no se lo tienen que decir, me tienen que creer."

"Te voy a decir algo y no quiero que te enfadas." Dije "¿Qué es?" preguntó con el ceño fruncido "Yo recuerdo que antes decías que te defendías y las cosas fueron a peor. ¿No crees que después de eso les va a costar creerte? No te estoy llamando mentirosa ni nada, pero teniendo en cuenta que no dejas que los demás hagan las cosas por ti... "

"Mirándolo así tiene sentido." Respondió "¿Pero me vas a decir que ni Marcos ni Carlota se lo contaron?" pregunté sorprendido y ella negó "Si, pero siguiendo tú lógica, ellos me cubren cuando lo necesito y eso mis padres lo saben, por eso igual no se fían tanto de ellos."

"Vale, teniendo eso en cuanta es normal. ¿Pero te gustaría ir a desayunar?" inquirí y asintió con una gran sonrisa en su rostro "Claro, tengo hambre la verdad." Aseguró "Pues conozco un sitio aquí cerca que hace los mejores cruasanes de la zona." Afirmé y ella se rió "Entonces vamos."

Empezamos a andar en dirección a la cafetería que había a un par de manzanas y en algún momento nos cogimos de la mano, para mi suerte ella no me la soltó en ningún momento, por lo que en este momento era el hombre más feliz del mundo por ese simple gesto. Cada vez la amaba más y a pesar de que le gustase otro chico, haría todo lo posible para recuperarla, solo hasta que ella me dijese que la dejase en paz, que quería a ese chico, en ese caso la dejaría irse y que fuese feliz con él, por mucho que me doliese a mí.