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Anormalidades

Tras mirar quedarse mirando el cadáver con consternación unos cuantos minutos, Abel finalmente susurro:

—Ahora comprendo por qué perdiste la cabeza, chico. No te culpo, nadie mantendriá su cordura sana luego de ver tanta mierda revuelta en un mismo lugar. Que dios me perdone, pero incluso si es para la diversión de estos enfermos mentales vale la pena seguirles la corriente y ver si de tal forma me dejan escapar…

Tras hacer ese comentario, Abel tomó la caja de música y volvió a darle vuelta a la manivela, preparando la caja para que toque el tiempo suficiente como para hacer lo que tenía planeado hacer. Completando esa tarea, el viudo volvió a dejar la caja de música arriba de una de las cajas y la misma comenzó a emitir su melancólica canción.

Sin perder el tiempo, el viudo verificó que el acechador había dejado de mirarlo y en su lugar se había puesto a mirar a la caja de música. Corriendo como si se estuviera jugando una carrera contra el tiempo, Abel salió del cuarto y se dirigió hacia la ventana en pasillo.

—Como me están pudriendo la mente estos hijos de puta…—Murmuro Abel viendo por la ventana del pasillo con los ojos abiertos como platos, dándose cuenta que hasta lo que la niebla le permitía ver no se encontraba ningún enfermo sonriéndole en el patio de la mansión.

Con paciencia Abel espero y espero a que la canción reproduciendo en la habitación a unos cuantos metros de él dejara de inundar los pasillos de la mansión, tras lo cual el hombre comprobó con extrañeza que ningún hombre venía corriendo como un demente hacia la ventana.

—Que raro, por que dejaron de seguir sus roles en este macabro juego…—Comentó Abel mirando con extrañeza como nadia venía por la ventana, en principio el supuso que había varios dementes y lo estaban espiando para jugar con él, sin embargo la música había dejado de sonar y nadie venía.

Para asegurarse que nadie estuviera corriendo hacia este lugar, Abel asomo su cuerpo por la ventana, lo cual fue tarea bastante sencilla dado que la misma estaba abierta. Forzando su visión Abel no logró distinguir ningún ruido o objeto que le indicara que alguien venia corriendo como un demente, sin embargo el viudo si noto algo:

—Juraria que ese puntito negro entre la niebla antes no estaba…

Sin poder distinguir que era ese puntito negro, Abel se frotó sus cansados ojos con sus manos y tras volver a abri los ojos noto un cambio que lo impacto:

—¡Qué mierda!, que acaba de pasar…acaso eso no es la silueta de una persona?. ¿Cómo hizo para acercarse tanto en tan poco tiempo, hay un túnel?…

Abel saco la mitad de su cuerpo por la ventana y miró con atención al patio, comprobando que estaba en lo correcto: una sombra que asemeja la silueta de una persona se veía a la distancia y la silueta se estaba acercando muy lentamente hacia su posición, a un ritmo tan lento que realmente abel se estaba planteando si el movimiento de esta persona era más una ilusión óptica que una realidad.

Tratando de ver si realmente esta persona se estaba acercando o no Abel forzó la vista tanto que la terminó cansando, por lo cual volvió a frotarse los ojos y cuando el hombre volvió a abrir los ojos…

—¡Ahhh!—Grito Abel dejando que su corazón se escapara del pecho del susto, tirándose para atrás y metiéndose a la mansión bruscamente, cayendo de culo al piso en el proceso de alejarse de esta ventana. Acto seguido, el hombre sacó el revólver que había guardado hace un tiempo y desde el suelo, con las manos temblorosas apuntó hacia la ventana abierta.

Abel no tenía ninguna duda alguna de que sus sentidos no lo estaban engañando, esta vez cuando volvió abrir los ojos vio como la silueta del hombre lejano había desaparecido y en su lugar este extraño acechador sonriente se encontraba a unos pasos de él, mirándolo con su asquerosa y forzada sonrisa desde atrás del rosal que separaba la ventana y el patio: esta persona, o mejor dicho este demonio, se había teletransportado!

Pese a que pánico había vuelto a tomar el control el cuerpo del viudo, la situación no terminó ameritando el mismo puesto que por más que los segundos pasaran el demonio seguía sin tratar de colarse por la ventana para devorar a Abel, por lo que el viudo logró reunir el suficiente coraje como para levantarse y ver que es lo que estaba ocurriendo en el patio, tras lo cual la unica reaccion de Abel fue apuntar con su revolver hacia la sonrisa ancha de este demonio, mientras una sonrisa ancha y forzada se formaba en su propio rostro, acompañada de una risa histérica que produciría miedo de solo escucharla.

—Ja ja ja, me quemaste completamente el cerebro, amigo, realmente me terminaste volviendo loco…

Y no era para menos, Abel no podía procesar como es que esta persona acababa de saltarse todo el rosal en unos segundos, por lo que solo había una posibilidad y Abel se la habia creido de lleno: esta criatura sacada del mismísimo infierno acaba de desaparecer en el aire para aparecer pegado a la ventana!

—...—El acechador no respondió a la risa aparentemente imparable del hombre delante de él y se mantuvo inmovil, sonriendo, esperando a que finalmente el hombre saliera de la mansión. Por su parte, Abel tampoco esperaba ningun tipo de reacción por parte de esta criatura y en su lugar se quedó riendo por unos buenos y largos segundos, mientras el revólver en su mano no paraba de temblar, siempre en alto y listo para volarle la cabeza a esta criatura que lo estaba asustando más de lo que él mismo quería admitir.