Por otro lado, mientras un clon verdadero estaba manipulando a Makoto, otro clon verdadero estaba en la mansión de los Takahashi. Ellos tenían que asistir a la reunión de hoy, pero como eran amigos, habían solicitado a Kain su ayuda.
Kaito Takahashi había caído a lo más bajo por su alcoholismo, así que ahora vivía en otra mansión y pasaba sus días bebiendo entre amigos y prostitutas.
Ryoichi Takahashi estaba disfrutando la vida en el golfo Hanguri, al sur de la nación del Fuego. No le importaba el dinero ni la empresa, lo único que quería era conducir su lancha a máxima velocidad.
La única salvación de la familia era Ryoko, quien hace dos semanas vivía sola en la mansión.
Por su parte, Kain apareció en una habitación designada dentro de la mansión. Era una habitación bloqueada para cualquier que no fuera Kain, Ryoko o Ryoichi. A Kain le recordaba un poco la habitación que le había preparado Naomi cuando ella vivía en la capital de la nación del Fuego. Era una habitación amplia, con cerámica, finos muebles, bar, mesa de pool, mesa de póker y otras facilidades para reunirse a jugar. La gran diferencia es que esto no era un subterráneo y tenía enormes ventanales que daban al patio. Era un lugar amplio y acogedor, pero solitario.
Kain camino a la puerta de salida y paso mirando las mesas de juego ¿Cómo si esto fuera a atraerlo? Tenía sus clones verdaderos y a veces tenía que hacer clones de sombra ¿Cuándo iba a tener tiempo para jugar? Kain se detuvo a medio camino y cerró los ojos. Entonces todo el conocimiento y experiencia acumulado por cincuenta clones de sombra viajo a través de la conexión con el otro clon verdadero. El clon verdadero lo enviaba al Kain original y el original lo trasmitió a los otros clones verdaderos. Era como si el proceso se replicara múltiples veces. El problema es que el cambio solo pasaba a nivel de conexión neuronal y de conocimiento, pero no se producía la destreza física como sería el ideal. Sin embargo, si eso fuera posible podría producir daño a nivel estructural. Después de todo, un pintor se daña las muñecas de tanto mover su pincel y dibujar. Un musico se daña las manos al practicar con su instrumento sin descanso. Entonces, la pregunta estaba en cómo conseguir la habilidad, pero sin el desgaste asociado.
Kain sonrió, fue una buena suerte haber encontrado a Leonor. Ella haría esa investigación por él y eso en el futuro le permitiría a Kain producir divinidades asociadas a habilidades físicas o conocimientos específicos.
Volviendo a los clones, solo había pasado un día, pero entre los cincuenta clones durante veinticuatro horas, habían logrado dominar la niebla explosiva, pero no tan solo eso. Kain había evolucionado el pensamiento detrás de la mecánica y su uso. Él no necesitaba hacer explotar a sus enemigos, solo una pequeña vena en el cerebro o el corazón y sería más que suficiente para matar a alguien, incluso si era alguien como Hashirama con una increíble capacidad de regeneración. Eso convertía la niebla explosiva en una técnica peligrosa e indetectable. Al menos, por ahora para el resto de las personas. Kain tomo un profunda respiración, lo pensaría muy bien antes de ocupar esta técnica y puede que solo la ocupe un par de veces.
Kain siguió caminando a la puerta, golpeo un par de veces y después giro la perilla. Él salió al pasillo y vio a una sirvienta sentada en una silla. Ella iba vestida con un vestido negro y un delantal blanco.
—Buenas días, Kain-sama— dijo la sirvienta y se levantó de la silla
—Buenos días, Anko— dijo Kain y la sirvienta sonrió al ver que el dios shinobi había recordado su nombre. Ella parecía irradiar una luz tan brillante como la del sol.
—Kain-sama, la señora lo está esperando— dijo Anko
—Bien, eso es bueno ¿La espero en la sala de juegos o en la sala de estar?—
—No, señor, la señora dice que vaya a su habitación. Puede sonar un poco indecoroso, pero la señora tiene algunos regalos para usted y dijo que sería peligroso sacarlos de la habitación. Por favor, concédanos esto—
Ella tenía un aura un tanto oscura en las extremidades, pero fría en las manos y en los pies. Sin embargo, su estómago y cuello estaban encendidos como si se acelerara su respiración y su corazón. Era lo más parecido a la ansiedad ¿Pero por una solicitud? ¿Qué esperaba ella? ¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones? Kain ya lo suponía, estaba coludida con su señora. Sin embargo, no le importo mucho y asintió.
—Gracias, Kain-sama— dijo Anko y su aura se encendió por todo su cuerpo y brillo en el pecho y en la cabeza, como si su respiración fuera la ideal y su cerebro estuviera enviando recompensa de neurotransmisores. Ella estaba verdaderamente feliz.
Kain asintió y Anko lo guio a través de la mansión. Había sirvientes, pero ellos eran silenciosos y cuando veían a Kain, ellos hacían una profunda reverencia y Kain asentí en señal de respuesta.
Anko y Kain subieron al segundo piso, también silencioso, alfombrado y elegante, pero solitario. Ellos se detuvieron frente a una puerta grande de madera con hermosas vetas y barnizada al natural. Anko entró primero, se demoró unos minutos, pero cuando salió, miró a Kain y le dijo —por favor, pasé, la señora lo atenderá de inmediato—
Kain asintió, Anko se hizo a un lado y Kain abrió la puerta, pero Anko no lo acompaño y se preocupó de cerrar la puerta. Kain miró hacia atrás al sentir el portazo, levantó una ceja, pero sonrió y negó con la cabeza. Él miró a la habitación, las cortinas estaban cerradas, no hacía mucha la diferencia. Era invierno en la nación del Fuego y la luz escaseaba, así que era mejor la luz eléctrica a pesar del ser del tipo amarillenta.
Kain avanzó por la habitación, tenía un piso de cerámica burdeos, las paredes y el techo blanco. Los muebles barnizados al natural y una chimenea al fondo de la habitación. Dos sillones individuales, una mesita de centro con un libro con un separador puesto en las últimas hojas.
Kain no vio a Ryoko por ningún lado, pero se fijó en el retrato de una mujer muy parecida a ella. Tenía una sonrisa cándida, pero Kain no lo tomo como un indicativo. Las pinturas siempre buscaban reflejar una belleza o una felicidad que puede o no estar ahí. No obstante, seguramente esa mujer era la madre de Ryoko y Ryoichi.
Kain camino a los sillones, se sentó, la chimenea estaba encendida, así que era agradable. Él tomo el libro y lo examino por encima. Era uno de esos libros de economía de la universidad. Kain lo dejo sobre la mesa y se quedó sentado mirando el fuego en la chimenea.
—Kain— dijo Ryoko de forma casual —¿Estás ahí?—
—Sí— respondió Kain y miró a la derecha. Él vio a Ryoko salir del baño con una bata y una toalla blanca sobre la cabeza. Ella sonrió de forma coqueta, avanzó y se detuvo a unos metros de Kain.
—¿Cómo estás?— preguntó Ryoko y abrió un poco la bata mientras mostraba su pierna, era una bonita pierna, larga y contorneada. Sus senos eran nulos, pero sus piernas y su trasero eran un once de diez.
—Bien— respondió Kain en calma —tu sirvienta me dijo que me tenías algunos regalos—
—Sí, tengo algunos regalos para ti. Dame un minuto y lo vemos—
—Está bien, yo te espero—
Ryoko sonrió fascinada, era una bonita sonrisa, ella se dio la vuelta y camino hacia su vestidor. Ella se detuvo frente a la puerta y la abrió. Seguramente tenía toda una habitación llena de ropa y zapatos. Su tocador y otros accesorios para arreglarse.
Kain se quedó frente a la chimenea, quedó mirando al fuego y pensando en sus cosas. Lo que hiciera Ryoko lo tenía sin cuidado. No era la primera vez que una mujer jugaba a seducirlo. La semana pasada fueron las hermanas de Shishio. Ellas no eran especialmente hermosas, pero tenían una bonita forma y tenían el factor x2. No obstante, Kain no lo iba a hacer en la casa de su amigo y menos con sus hermanas. A ellas parecía no importarle eso, pero Kain valoraba a Shishio por encima de muchas cosas. A pesar de todas las cosas, siempre se mantuvo fiel, trabajando en la empresa.
—Kain ¿Puedes venir a ayudarme?— preguntó Ryoko
Kain soltó un suspiro, apoyo sus manos en el reposabrazos y se levantó del sillón —ya voy— dijo y camino al vestidor. Él avanzo a paso lento, desde esta distancia podía ver a Ryoko desnuda. No llevaba la bata, pero se había dejado la toalla alrededor de la cabeza. Su trasero era tan o más impresionante que con el pantalón de tela. Uno se llegaba a preguntar como creció hasta ese nivel y con una forma tan glamorosa. Sus muslos y piernas eran más de lo mismo. Dejando de lado los inexistentes senos, se podía decir que la genética la amaba.
Kain entró al vestidor y le preguntó —¿Qué necesitas?—
—Esto, acá— dijo Ryoko mientras se paraba de puntillas y trataba de tomar una caja de la parte más alta de un estante. Ella no la alcanzaba, pero seguía haciendo ese movimiento. Cada vez que ella caía sobre sus talones, su enorme trasero temblaba como jalea. Sin embargo, a pesar de su infructífero esfuerzo, ella lo hacia una y otra vez.
Kain mostró una pequeña sonrisa, se acercó por detrás de ella, la presiono un poco con su cuerpo y estiro sus manos para tomar la caja. Él la tomo, dio un paso atrás y Ryoko se dio la vuelta para mirarlo. Ella se mantenía tranquila en la superficie, pero tenía un fuerte rubor en las mejillas. Ella sonreía de manera nerviosa. Por otro lado, al estar desnuda, mostraba sus pequeños senos. No eran inexistentes, pero pequeños como limones. Kain se replanteo su perspectiva del cuerpo femenino. Todas sus esposas tenían senos grandes, así que una talla normal le parecía muy poco. Puede que esto fuera lo normal y sus esposas fueran la excepción. Él asintió con cierta seriedad y miró a Ryoko. Él tendió la caja y le dijo —tu caja—
Ryoko se mordió el labio inferior. Por alguna razón, la poca reacción de Kain la hizo entrar en un espiral de ansiedad, con el aura fría en las extremidades, oscura en las uniones y ardiente en los pulmones. Ella bajaba la mandíbula superior, acercaba sus labios inferior para morderlos con los dientes superiores mientras los iba arrastrando como si raspara sus labios en un gesto nervioso.
—¿Qué sucede, Ryoko?— preguntó Kain
—No, nada— dijo Ryoko y tomo la caja. Ella se apartó de Kain y fue a sentarse a un tocador. Gracias a que se sentó en un taburete, su trasero se vio realmente morboso. Kain le dio una buena mirada, ella perfectamente podría competir con Hana y Mana, también con Tsubaki y Aoi. Sin embargo, Kain no dijo nada, tomo un taburete a un costado del vestidor y se sentó.
—¿Te hablo Ryoichi?— preguntó
Ryoko se estaba echando unas cremas a la cara —no— dijo con voz quebrada, pero trago saliva y volvió a hablar normal —en realidad, me envió una carta donde decía que se quedaría en el golfo de Hanguri por un tiempo—
—Ese Ryo— dijo Kain y negó con la cabeza, pero no le extraño su comportamiento. Él lo había tenido todo durante toda su vida ¿Qué sabia él del valor del dinero y el esfuerzo? Prácticamente tenía su vida arreglada. Solo tenía que heredar y sería uno de los hombres más adinerados del continente. La extraña aquí era Ryoko, demasiado madura para su edad. Trabajando en la empresa como gerente.
—¿Cómo estás tu?— preguntó Kain
Ryoko lo miró por el espejo, pero por alguna razón, derramo una lágrima.