—¡Nina! Este es el Palacio MSin. Pertenece a Rafael. Eso significa... eso significa... ¡es mío, Nina! ¡Dios mío! ¡Es mío!
Sofia siempre había escuchado las historias sobre la gran Valerie Aaron contadas por Marissa, pero nunca tuvo la oportunidad de encontrarse con ella cara a cara. Esta noche fue ese momento de mala suerte en el que esta mujer decidió toparse con ella.
Ella no sabía cuánto tiempo Marissa había soportado las tonterías de su hermana. Su respeto por su amiga había aumentado diez veces.
—¿Puedes sentarte, por favor? —siseó Nina, pero Valerie estaba demasiado emocionada para volver a su asiento.
No, este era su momento, y tenía todo el derecho a disfrutarlo después de pasar tantos días en tortura.
—Valerie. Deja de hacerte la ridícula —Nina intentó sostenerle el codo y Valerie apartó su mano fácilmente.
Sofia observaba a la pareja con interés. Ambas eran similares y merecían la compañía de la otra.
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