POV Domeric
291 AC - 12 años
- Soy Domeric Bolton. Vengo de las tierras lejanas del Norte. Planeo obtener algunos eslabones y con suerte forjar mi cadena.
- ¿Qué? ¿Regresar a mis tierras? Porque haría eso después de haber viajado tanto tiempo para llegar a este lugar.
- ¿Si tengo libros? Ah entiendo, quieres una contribución para tu biblioteca. Lamentablemente no tengo ninguno en mi poder.
- ¿Donación? No es que no tenga dinero, tal vez en el futuro, mover dinero desde el norte no es fácil, sabe.
Recordé la reciente conversación algo confundido. Según el maestre Uthor cualquiera podía aprender aquí, sea de origen noble o no, quizá había detalles menos conocidos que pase por alto.
- Me basta con un compromiso de la casa Bolton ¿Cuánto puede donar? Escucho la pregunta del viejo maestre.
Un ambiente intelectual se desprendía en el lugar. El amplio salón de la recepción, ahuyentaría cualquiera de las intenciones más bárbaras. El conocimiento tenía el poder de extinguir la ignorancia, estaba en Oldtown, concretamente en la recepción de la Citadel.
- No estoy seguro. Mi casa puede ser grande, pero es el Norte del que hablamos. Respondí distraídamente, no era bueno con actos de caridad.
El buen anciano de la recepción levanto una ceja ante mi legitima duda.
En un principio insinuó de manera poco disimulada su reticencia por mi estadía. Después de presentar mi origen su discurso cambio, la frase: "Mostrar buena voluntad" se hizo presente en cada interacción. También menciono algo de que los nobles teníamos que dar el ejemplo.
- Domeric Bolton, hijo de Roose Bolton, Señor de Dreadfort. ¿Se compromete a donar un dragón de oro por cada luna? Dijo súbitamente el viejo, esperando mi respuesta.
- ¿Si? Dije, con duda aun en mis pensamientos.
Eso son doce dragones de oro al año. No era mucho, podía permitírmelo.
- Bien, eso será todo, por favor acompáñame. Escucho decir al maestre, después de poner mi nombre en el enorme registro que tenía.
El avejentado maestre asintió resueltamente, como convenciéndose así mismo se dispuso a levantarse. Tembloroso agarro un bastón que tenía a la mano. Se preguntó si estaba en presencia de la muerte, al menos debería estar rondando seguramente.
- Por favor, sígame. Dijo el viejito con una voz apacible, el cambio de su actitud fue notable.
¿Es siquiera posible que camine con su propia fuerza? Se preguntó. Solo quedaba seguirle la corriente.
- Si, maestre. Respondí
Con la experimentada guía del anciano, el funcionamiento de la Citadel se hizo más claro. "Cualquiera puede aprender en la orden de los maestres" fue la idea general de su discurso. La entrada era permitida para todos. Un noble, por otro lado, tenía el deber de contribuir, en la opinión del anciano. Eso sí, había conferencias y la mayoría de Archimaestres pedían algunas monedas por su valioso tiempo. La biblioteca no tenía restricción, salvo los ejemplares únicos de la zona prohibida, que estaban en las bóvedas.
- Me gustaría saber sus intereses. Todos los novicios tienen un maestre a cargo, tal vez pueda recomendar una primera elección. El avejentado maestre tenia buena voluntad, aparentemente.
- Creo que empezare con el elemento oro. Respondí cuando el anciano reacciono algo cansado.
- No sé por qué espere algo diferente. Dijo el viejo maestre suspirando cansadamente.
- Vengo del norte, el reino más pobre de todos. ¿Es lo lógico no cree?
- Supongo, déjeme presentarle al maestre Howar, es muy bueno en estos temas.
Cuando las grandes casas de Westeros vean la riqueza de los Bolton, su cadena de oro servirá de escusa. Definitivamente hacerse rico no fue el motivo en su elección. Se dijo resueltamente.
Expectante por la nueva aventura, un aspecto básico de su estadía se había esfumado de su mente. "Siento que algo no cuadra", pensó inesperadamente, parado en medio de los pasillos de la Citadel. Sin saberlo sus espadas juradas fueron abandonados por semanas en las calles de Oldtown.
POV Olenna Tyrell
Las acciones de un hombre lo definen en la batalla, es lo que escucho alguna vez de un veterano lisiado. Según recordaba, había a quien le gustaba fingir normalidad, hasta que el olor a muerte desencadenaba el miedo y por tanto muchos terminaron con la vejiga vacía. Por otro lado, también estaban los que elegían la matanza, sujetos faltos de cordura para quienes el olor a muerte no les era extraño.
Si le preguntaran diría que también existía otra opción, estos eran los que asumían que obtener logros vacíos no era una vergüenza, sino un modo de vida. Su primogénito fue partidario de tal blasfemia. Que los siete la ayuden, rezo.
No tenía reticencia por la guerra, eran los hombres los que iban a la guerra después de todo. Personas como ella, solo podían contentarse con aconsejar. Mejor que estar en un barco de mala muerte. Se dijo.
Había pasado un año desde el fin de la rebelión Greyjoy. Las rutas comerciales en el Reach estaban en funcionamiento nuevamente. La flota zarpo al mar y parecía que todo marchaba en orden; sin embargo, hoy en el patio trasero en Highgarden algunas noticias habían sido decepcionantes.
- No parece gran cosa. Afirme, aunque la duda rondaba su mente, tenía que fingir cierto interés.
El rostro expectante de Gormon pedía una evaluación a su reciente invención, pero Gormon no era inventor, él era un afamado "contrabandista de ideas" de Oldtown, además de ser el hermano de Luthor Tyrell, su difunto esposo. Toda familia tenía una oveja negra Pensó.
- Ha sido presentado como una reinvención del clásico arado. Presumió Gormon, algo a lo que estaba acostumbrada.
- Puedo ver porqué, no creo valga la pena, el acero tiene mejores usos.
- ¡Si vale la pena! Se puede remover hasta la tierra más difícil, los norteños los utilizan, desde entonces sus cosechas no han parado de aumentar. Aseguro Gormon, poner a los norteños como ejemplo trajo más dudas al asunto.
El optimismo era un razonamiento que nunca entendería. Aunque si entendía que, si algo podía salir mal, probablemente entonces así seria. Concretamente recordaba un prometedor proyecto que cortaría madera con agua, tablas deformes fue todo lo que obtuvo.
- ¡Los norteños otra vez! Dijo efusivamente. - Tu ultimo juguete fue caro e inservible. Para ser maestre tienes poca credibilidad, deberías plantearte dejar la orden y dedicarte a otra cosa.
- No seamos tan estrictos madre, los avances llevan su tiempo, además que son cinco mil dragones de oro.
El discurso ordinario de su hijo manifestó la debacle de su casa. "Pero aun había esperanzas"
- ¿Y supongo que el Lord Highgarden está al tanto de como apodaron a este tipo en Oldtown? Cuestiono a su hijo, segura de su falta de información.
- El aserradero si funciona. Susurro Gormon apenado. - Solo falta acomodar algunas piezas. Suspiro
- Confiésate con el "Herrero", no soy quien, para saber de esas cosas… "contrabandista de ideas". Susurro lentamente, cansada de las mentiras.
Por otro lado, una sonrisa suya se formó por dentro. Ver a un maestre en apuros nunca estaba demás.
- Vi lo planos, los norteños de algún modo hicieron funcionar todo. Pronto estaremos listo, no se preocupe.
- Lo ves madre no hay de qué preocuparse. Su hijo parecía confiaren Gormon, lo cual fue como escupir al cielo.
Los norteños rara vez eran fuente de conocimiento ¿Fue un milagro de sus dioses, una casualidad del destino o un esfuerzo genuino? El asunto de otros era el menor de sus problemas. Aunque cierto nombre salió a flote dentro de todo el asunto. Un niño de la Casa Bolton, Domeric Bolton. Fue una coincidencia saber de él, Gormon tenía una muy buena impresión del niño, hizo saber de su admiración por el mocoso copiando sus ideas.
- Eso espero, a no ser que quieras ser expulsado de tu bien reputada orden de maestre. Dije seriamente, su influencia estaba en todos los rincones de Westeros.
Sorprendido por mi declaración, agarro el arado y se puso a trabajar en la tierra. Unos surcos profundos y deformes empezaron a tomar forma en la tierra. Contrariamente a lo que se pensaría era consciente del trabajo campo. No eran llamados "El granero de Westeros" por nada.
- Esta bien. Un suspiro de resignación escapo de sus labios. – Pondremos a prueba tu idea. La idea de copiar aun mocoso aun le perturbaba.
- ¿Enserio? Pregunto Gormon con dudas.
- Si, agradécelo a tu madre que te dio la vida en una gran Casa.
- Siempre estoy agradecido con la casa Tyrell.
- Bien, eso espero, también espero que no me sangres por esto, tu ultimo juguete fue costoso, no planeo regalarte más monedas hasta obtener algo en concreto.
Gormon estaba acostumbrado a poner sobrecostos y sangrarlos cada que podía. La postura contemplativa del maestre plagiador solo confirmo sus sospechas.
- Puede llegar a ser muy costoso, es indispensable que el metal tenga una curva y es acero de lo hablamos…
- ¡Rápido, antes de que cambie de opinión! Grite tajantemente.
- Por tratarse de la casa Tyrell, el precio tiene que ser justo. Estuve pensando que cinco dragones de oro por pieza era lo correcto. Cierto aire malicioso salió a flote, los ojos del contrabandista rebelaron su codicioso pensamiento.
Lo mire fijamente. ¿Pensara que estoy senil? Se preguntó. Observando detenidamente, parecía que Gormon tampoco estaba en las mejores condiciones, la edad castigaba a todos por igual.
- Te daré dos dragones de oro por cada uno de tus nuevos juguetes.
- ¿Solo dos? No alcanzara…
- Esperas que crea que vas a forjarlos tú mismo. Estoy anciana, pero aún tengo sentido común. ¡Agradece que no se lo encargue a mis herreros! Sabiendo que mis palabras tenían sentido, desvié la mirada. Ignorar al maestre plagiador por el bordado de mis manos parecía lo correcto.
Con la cara de vergüenza, Gormon acepto el trato. Solo pensar en el trabajo que realizaba, hace que el honor de la orden caiga en el fango. No era diferente a ser un estafador.
- Entonces voy a proceder, gracias por su patrocinio.
- Sí, sí, no te olvides, quiero ese aserradero tuyo en pleno funcionamiento cuanto antes.
- ¿Uhmm? Hare lo que pueda. Dijo Gormon cuando un tono digno y una respuesta vaga escapo de su boca.
¡Si, definitivamente era como un estafador! Pensó.
- ¡Lo harás! ¿Quieres que financie tus juguetes o no? No sería prudente que prueben su paciencia, se lo haría entender.
- ¡Hice todo como estaba en los diseños! Juro Gormon.
Suspiro lentamente "Era como hablar con una piedra". En momentos como estos, extrañaba a su nieta. Ella siempre sabia como responder a sus palabras.
- Entonces busca ayuda. ¿El maestre de ese niño tuvo algo que ver?
- Sí, es cierto ¿Tal vez pueda pedirle su ayuda?
Estaba impacientada por las vagas respuestas de Gormon.
Las cosas que hacía por su casa jamás serian recordadas, era el destino que tenía.
- ¡Entonces ve! ¡El problema no se va resolver solo! Decidió ahuyentar a su visita.
Mientras Gormon huía de su presencia, se planteaba si invitar o no al niño Bolton. Era un futuro incierto, muchas jóvenes promesas acabarían enterrados en los caprichos de la vida. Incluso en estos tiempos de relativa paz, el juego seguía su curso, solo espera pasar sus años restantes en paz.
POV Domeric
292 AC - 13 años
- ¡Estás haciendo trampa!¡No voy a apostar ni una moneda más!
Jugaba a imaginar ser la persona más honesta de todo Westeros, mis palabras no podían ser cuestionadas, no tenía por qué mentir. Quizá mentiría si la situación lo amerite; por otro lado, cuando se trataba de juegos de azar, ahí sí que las palabras se quedaban cortas, después de todo, no se ganaban estos juegos hablando. ¿Abusar de las trampas estaba mal?
- ¿Trampa? Solo es pura suerte. Respondí con mucha seguridad.
- ¡No! ¡Es imposible que ganes!
El tipo estaba furioso, seguramente perdió monedas que no podía gastar. La multitud reunida se puso agitada, ser acusado de trampa era lo que uno menos desearía en este lugar. Estaba en una casa de juegos de Cyvasse, después de todo.
El Cyvasse era un juego de mesa parecido al ajedrez; sin embargo, tenía un componente de suerte. La pantalla en medio permitía ocultar la formación del enemigo, haciendo del juego complejo y emocionante en mismas proporciones.
- Ahhh, Suspire exageradamente. - Solo dame mis monedas ¿Quieres?
- ¡No te voy a dar nada! Vocifero su contrincante.
Por su aspecto deducía que era uno de los recién llegados a Oldtown, un novicio. Probablemente algún pobre diablo, pues vestía ropa desgasta y llevaba el pelo largo.
Con determinación en los ojos, el sujeto se levantó con aprensión en el rostro. En un afán de rebeldía arrojo el tablero por los aires. Las fichas se estrellaron contra el techo, parecía que intentaría huir.
Aunque el escape del lugar no era imposible, su consecuencia era caer en la vergüenza propia y ajena. Dyron sabia más del asunto, la caminata de la vergüenza lo lleno de pesadillas, pese a ser salvado del castigo en el último momento.
Aquel vergonzoso día Drak lo encontró a tiempo y pudo pedirle las monedas para salvar a su compañero de espadas de la deshonra eterna. Se preguntó si hizo lo correcto. Fomentar la ludopatía está mal después de todo. Pensó.
- ¡Está escapando! Se escuchó el grito en el recinto.
- ¡Atrápenlo!
- ¡Debe pagar!!!
El novicio dio el esprín de su vida, pero no llego muy lejos. En la entrada los guardias lo redujeron amablemente. Algunas suplicas después fue escoltado desnudo fuera de la casa de juegos, su vida intacta pero su dignidad por los suelos. No era un mal trato pasear desnudo. Pensó. No todos los novicios podían llegar a ser maestres.
- ¿Es el quinto de la semana? Pregunto Drak acercándose sigilosamente.
- Si, parece que la puerta principal es la salida preferida de los que huyen. Respondí.
- Es de esperar, este lugar solo tiene una entrada, mi Lord. Agrego Dyron que había aparecido como un fantasma.
- Supongo que sí.
- ¿Que hará con sus ganancias, mi Lord? Pregunto Drak
Estaban de nuevo tanteando mi humor. Las espadas juradas habían desarrollado la habilidad de sangrarlo cuando vieron el dinero de las apuestas. Ahora que lo pensaba detenidamente, aquella vez Dyron quiso imitarlo y aposto para ganar algunas monedas. Y gano monedas, pero fueron para su rescate, soñar no costaba.
- Sabes la respuesta. Libros, pergaminos, tintas y conferencias. Forjar una cadena no es barata.
Drak quedo decepcionado por mi respuesta, por otro lado, Dyron miro de reojo su conversación. ¿Pensaron que el dinero crecía en los arboles?
- Su padre estaría orgulloso de usted, mi lord. Aparentemente Dyron intentaba ganar mi favor de otro modo.
- Supongo, cinco eslabones en un año. Uthor debería dedicarse a otra cosa, aunque lord Redfort probablemente piense lo mismo de mí. Dije.
Toco levemente el collar incompleto que portaba, cinco eslabones de oro unidos a finas trenzas hilos de oro, daba por resultado un collar lujoso. Se encontraba en la cima académica de los acólitos (novicios que obtenían al menos un eslabón) al menos cuando se trataba del elemento oro.
El Archimaestre Ryam pretendía indiferencia cada que cruzaban miradas. Sus celos eran justificados como portador de los artilugios de oro. Se preguntó qué pensaría el buen Archimaestre si llegase a tener más eslabones de oro que él.
- Mire mi lord, al parecer otro individuo intentara escapar. Dyron anuncio tristemente, al parecer llego a empatizar con los perdedores.
Era un día desafortunado para los apostadores empedernidos.
- ¡Está escapando! Se escuchó nuevamente.
- ¡Atrápenlo! ¡Debe pagar!!!
- Parece ser un día especial. Agrego Drak cuando la persecución se dio nuevamente.
A diferencia de los anteriores, este fugitivo logro darse cuenta de la trampa de la entrada. Cambio de rumbo en el último momento forzando a una persecución del gato y el ratón dentro del recinto. Vio como los guardias subían y bajaban escaleras, en su búsqueda.
- Vamos, es hora de prepárame para mi sexto eslabón. Dije algo distraído por la situación.
Acorralado por la gente del recinto, el fin del fugitivo parecía cercano. Probablemente también el fin de su estadía en la ciudadela. Pobre sujeto. Pensó distraídamente, el camino de la vergüenza le pareció humillante. ¿Debería comprarle una manta para el frio? Se preguntó.
- ¡Mi lord cuidado! Un grito lo desconecto de sus pensamientos.
Vio que se encontraba alejado de una multitud curiosa que lo miraba. Inesperadamente una situación desagradable encontró camino hacia su persona. Un objeto afilado fue presionado en su cuello, aparentemente era perfecto para jugar el papel de rehén. ¡Olvida la manta! ¡Te cómprate un féretro!!!
¿Existirá algún tipo de compensación por esta situación? Se preguntó. A pesar de que no le gustaba apostar con su vida, no se quejaría por algunas monedas de más. Su dinero recientemente comenzaba a escasear.
- ¿Tienes algunas monedas? Un susurro llego a sus oídos, el sujeto aparentemente le hablaba.
- No para ti. Respondió
- ¡No estoy bromeando! Mi vida depende de tu respuesta.
Podía sentir el ambiente tenso y el puñal en la garganta. Aunque, mis espadas juradas estaban tranquilos por alguna razón. Vio a Drak en pose de contemplación, Dyron, por otro lado, se encontraba sentado terminando su trago. ¿Le tienen fe o renunciaron a sus votos? Se preguntó. Seguramente acortar su paga hará replantear sus prioridades.
- Sí, tengo dinero. Respondí lánguidamente. - ¿Ves a ese tipo? Dije, señalando a Drak. Es mi espada, él tiene mi dinero.
- ¿Tú no tienes nada? Pregunto algo temeroso.
- No, así es más seguro. Deberías rendirte. Dije señalando a Dyron. - El otro tipo también es mi espada.
Algo de realización se dibujó en el rostro de su secuestrador. No estaba nervioso, aunque supo que algo tramaba.
- ¿Eres Domeric Bolton? Pregunto inesperadamente.
Con un puñal en el cuello y un sujeto preguntando por su nombre, la desconfianza lentamente inundo sus pensamientos. No iba esperar a que sus miedos lo controlen.
Con toda la fuerza que su joven cuerpo pudo reunir se liberó del agarre del puñal. Una pequeña herida fue el costo, pero le compro tiempo suficiente. Un puntapié desestabilizo al sujeto, lo suficiente para terminar el espectáculo con un golpe contundente en su cabeza. "¡Pumba!" El cuerpo del sujeto callo como un venado de un flechazo.
- ¡Ja, ja, ja! Mi lord, eso fue increíble. Canto Drak de forma socarrona.
- ¿Qué diablos hace Dyron? Pregunte, receloso por el abandono de su espada.
- Dijo que, si no podías con uno de los niños maestres, entonces no había nada que hacer.
- ¿Ah sí?, pero este tipo no es de Oldtown, por su aspecto debe ser de Riverlands. Dije, sentado en una silla.
Con una mirada evaluadora note las características del muchacho. Desde su lugar Dyron se acercó a evaluar al sujeto. Estaría bien saber con qué o quién estábamos tratando.
- Esta en lo correcto mi Lord. Además, debe ser un bastardo, por cómo se comportaba. Afirmo Dyron.
- ¿Deduces sus antecedentes, por cómo se comporta? Cuestione
- Eh conocido a varios bastardos, salta a la visa. Aseguro Dyron. - Y este símbolo, que se parece al de una trucha. Debe ser un bastardo de la casa Tully. Concluyo.
Mientras Dyron rebuscaba alguna compensación en los bolsillos del tipo, puse mis ojos en la cadena incompleta que portaba, plomo y plata ¿Venenos y curación? Interesante combinación, así puedes componer y descomponer a la gente Me dije. Aunque probablemente esa cadena jamás se complete ahora.
- Debe ser uno bien pobre, no tiene nada excepto esta cosa. Dijo Dyron sosteniendo la cadena incompleta.
- Sigue siendo plata, el plomo por otro lado no tiene valor para mí. Dije. – Tal vez algún maestre le de uso. Inesperadamente, la mano del tipo se arrastró para evitar el robo de su cadena.
- ¡Se despertó!
La mano sujetaba el brazo de Dyron. La vista endeble del sujeto daba cuenta de su voluntad, pero también de su estupidez. No había nada que pudiera hacer para recuperar sus pertenencias. Estaba escrito en piedra. ¡Era el derecho de las víctimas!
- Me considero un buen sujeto, tomare esta cosa como compensación por tu falta. Dije
- Eso no puede considerarse apropiado, mi lord. - El tono del discurso cambio inesperadamente, hasta incluso se puso de rodillas.
Sus lánguidas oraciones llenaron el ambiente de incertidumbre. El sujeto estaba más tranquilo de lo que pensó.
- ¿Porque no es apropiado? Agradece que tu vida me sea indiferente, no todos pueden amenazarme y seguir en pie.
- ¡Le estoy eternamente agradecido! Agacho la cabeza. – Sin embargo, una cadena no le otorgara el conocimiento que se requiere para fórjalo, mi Lord. Dijo apresuradamente.
- No me importa, tengo suficiente con el viejo calvo en mi hogar. Venderé tu cadena al mejor postor.
Vi al sujeto temeroso por tal perspectiva. Vender la cadena de un maestre fue un sacrilegio para muchos. El dinero es dinero.
- No lo venda, puede darle un mejor uso, mi lord. En ese instante, la voz del sujeto empezó a sonarle molesta.
- ¿Un mejor uso? Pregunto aburrido.
- ¡La cadena de un maestre es su vida y en sus manos está la mía! Dijo el muchacho con resolución ardiendo en sus ojos.
Mire la cadena que sostenía. Se consideraba bueno leyendo rostros; sin embargo, el muchacho que estaría triste por su perdida, no lo estaba. Tenía un rostro de resolución, algo de aceptación y un poco de… ¿Felicidad???
- ¡Es por eso que permítame servirle, mi lord! Grito, ya arrodillado aún más, con el rostro emocionado.
- Qué haces…
La situación parecía algo irreal. Estaba parado con una cadena incompleta en la mano. Un muchacho arrodillado, jurando lealtad eterna después de ponerle un puñal en su cuello. Drak y Dyron bebiendo algún vino aguado en un rincón y una multitud curiosa y emocionada, ansiosos por mi respuesta.
¿Es esto el destino? Me pregunté.