Ram, quien estaba inconsciente, casi parecía estar simplemente durmiendo.
_Roswaal: ...¿Ram?
Roswaal llevó la chica inerte a sus brazos, sacudiéndola. Pero ella no dio respuesta alguna.
Esta chica. La que habría renunciado a todo si Roswaal así se lo hubiera pedido. Ram.
Por supuesto que no respondía.
Estaba muriendo justo ahora. Y todo por culpa de Roswaal.
La ignición del evangelio lo había enfurecido. Sus ojos se inyectaron en sangre, no supo qué era qué, pero sí supo que no podía perdonar a Ram por hacer esto y—
_Roswaal: …
—la golpeó con una bola de fuego mientras se encontraba indefensa, lanzándola lejos.
Ram se sobrecargó con la fuerza imperfecta de oni, y eso sin contar que había cargado con la misma fatiga unas pocas horas antes. Su cuerpo había llegado a su límite.
Y entonces, una bola de fuego la golpeó.
Su vida pendía de un hilo.
_Roswaal: ...Ram.
Roswaal no podía recordar lo que pensó al acercarse a su vulnerable figura y tocarla.
Él no pensaba nada, ni siquiera ahora, mientras la tenía en brazos y la observaba dormir.
Roswaal consideraba que Ram era un peón increíblemente conveniente.
Ella había superado todas las pruebas que él le había puesto, y su contrato mantenía una relación extremadamente simple entre ellos.
Él había expuesto sus verdaderos pensamientos y metas a Ram y sólo a Ram. Él pensó en entregarse a ella como recompensa por su complicidad cuando su meta fuera alcanzada.
Pero Ram lo traicionó a mitad de camino.
Las afirmaciones de Ram habían sido correctas; según su contrato, los hechos ocurridos no se habían desarrollado tal y como Roswaal quería, y su rebelión fue su venganza premeditada.
Así que él no la culpaba. Si hubiera tenido que decir algo, entonces le habría gustado que ella pospusiera esa venganza y la llevara a cabo cuando la situación de la barrera estuviera clara.
También estaba el tema de su apuesta con Subaru.
Garfiel había sido inesperadamente blando, y una simpática charla hizo que Emilia reintentase la Prueba, pero, a fin de cuentas, las palabras de Subaru fueron los desvaríos de un debilucho.
Era imposible desafiar a un futuro que ya ha sido determinado. Puede que el camino hacia dicho futuro cambiase, pero los sucesos siempre llevarían al mismo final. Si uno se aleja del camino que llevaba al final correcto, lo único que le aguardaba era la perdición.
Pero, aun así, se seguían resistiendo, y eso hacía reír a Roswaal. Y el hecho de que Roswaal sabía esto, y también lo débil que era por temer tales acciones, también lo hacía reír.
No lograba entender por qué estaban tratando de cambiar las cosas.
Una vez un sentimiento alcanza su punto álgido, su auge, nunca disminuirá en intensidad.
Si amas a alguien, si en tu corazón ardieran las llamas de un amor por alguien, entonces ese calor, ese fulgor, deberían durar por toda la eternidad.
El mismo concepto se aplicaba incluso si la emoción en cuestión era el odio.
Los sentimientos que se han tenido por muchísimo tiempo tienden a volverse auténticos. Los sentimientos cultivados por el tiempo son férreos, y nunca ceden ante nadie. Así deben ser.
El odio de Garfiel por el mundo exterior se quebró.
Emilia aceptó el doloroso pasado que detestaba.
Y el interminable y vengativo odio de Ram hacia Roswaal había—
« Ram: Roswaal-sama, estoy enamorada de usted. »
_Roswaal: ¡¡—!!
Una confesión de amor que se sintió como una maldición, ardiendo en lo profundo de sus oídos.
Esas fueron las palabras que salieron de la boca de la chica en sus brazos, palabras que nunca debieron pronunciarse.
Tomando en cuenta que el contrato había atado su alma y su corazón, entonces él lo habría entendido. Con su ferviente sed de venganza convertida en sometimiento, y su odio en afecto… esa era la razón por la que Roswaal le había permitido a Ram ayudarle en sus planes más que a nadie, y confió en ella más que en nadie para lo que vendría después de completarlos.
Porque Roswaal creía en su odio, que había sido convertido en afecto por el contrato, y en su vengativo deseo de matarlo.
Porque creía en el odio que vio en los ojos de la chica cuando la conoció, y en cómo lo miró con ganas de matar.
—Aun así, Ram abandonó su propia venganza, para exaltar el amor.
_Roswaal: ¿Por qué, Ram?… No lo entiendo…
Roswaal podía oír su débil respiración disiparse, y sentía que la vida de Ram estaba por terminar.
Su pulso se desvanecía. Algo le gritaba que esto no debía continuar. Su azulado ojo derecho ardía. Ardía, tan terriblemente.
Detente. No impongas tu ser. Él estaba dejando de ser él mismo.
¿Qué debería hacer? ¿Qué tengo que hacer?
No sabía qué era lo que necesitaba hacer, ni tampoco qué era lo que no tenía que hacer. No podía recordarlo. No podía imaginarlo.
Miró a su alrededor, pero nada de aquí era lo que buscaba. El evangelio, que guio a Roswaal por el camino correcto, se había perdido en las llamas. Nadie le iba a decir a Roswaal cuál era la decisión que tenía que tomar ahí. Nadie se lo diría.
En este caso, ya no quedaba más remedio.
_Roswaal: —El aullar del viento llama a la nieve, la luz sobre la tierra regresa al cielo. Cada gota es el silencio dado forma, marfil exento del karma del pasado lamenta una eternidad inalterable—
Un canto.
Este canto, tarareado y melodioso, dirigía el poder que rodeaba a Roswaal L. Mathers. La abundante reserva de maná interactuó con el refinado algoritmo, atrayendo nubes negras sobre el bosque nocturno. Vientos helados azotaban a su paso, y un frío capaz de congelar hasta los huesos se desató en el Santuario.
Nubes cargadas de nieve cubrieron todo el bosque cerrado, y la escarcha blanca bailó hacia la tierra.
—Éste era el poder del algoritmo mágico a escala masiva: Ultimillion.
_Roswaal: —agh, khh,
El canto terminó, y el extenso poder mágico se liberó.
Una cantidad masiva de mana fue arrancada de Roswaal, e incluso él, quien poseía una exorbitante cantidad de maná, se sintió mareado.
Un hechizo de esta magnitud requería acumular maná durante meses y ser usado en un área menor.
Roswaal era alguien extraordinario, ya que logró producir tal cantidad de maná tan solo en dos días, y además afectó un área el doble de grande de lo usual.
Después de que el mago que logró esta hazaña diera un largo suspiro, se encontró perdido, sin saber qué hacer después.
_Roswaal: Hice que nevara, tal y como dictaba el evangelio... ¿Y ahora qué hago?
Roswaal había olvidado que hizo nevar un día antes de lo que el evangelio dictaba.
En realidad, ni siquiera la apuesta ocupaba ya algún rincón de su mente.
A Roswaal ya no le importaban los pasos a seguir. Lo único en lo que pensaba era en cómo concluirían los eventos alrededor del Santuario. La nieve cae, y la barrera se rompe.
Si eso ocurre, si eso ocurre—¿entonces qué pasará?
_Roswaal: Ram... sí... Ram.
Él ya no podía oír la respiración de Ram.
Roswaal miró su rostro, y tocó delicadamente su frente. La cicatriz donde estuvo su cuerno estaba sangrando debido a la transformación. Roswaal limpió la sangre, y como siempre hacía con ella, le inyectó un maná incoloro compuesto por una combinación de los 6 tipos de maná.
Éste era un ritual que los dos siempre habían hecho para que la sangre oni de Ram no tomara el control de su ser.
No es que estuviera pensando en nada.
Roswaal inconscientemente entendió que él simplemente estaba confiando en que su vitalidad de oni la mantendría con vida.
Él no tenía dudas sobre si salvarla. Ram debía vivir. Por el bien de las metas de Roswaal, y por lo que vendría después de completar esas metas.
_Roswaal: Maestra… Maestra… yo… ¡YO! ¿¡Qué debería hacer!? Maestra… Maestra… ¡hk! Por favor, dígamelo… guíeme de nuevo… por favor… hk.
La confusión de Roswaal alcanzó su tope, y ya ni siquiera podía entender su propio corazón mientras lloraba.
Aunque estaba tratando de asegurar la supervivencia de Ram, su ira sobre su traición no se había calmado. Él sabía que había perdido el faro que lo guiaba, pero todavía buscaba esa vieja luz.
La nieve caía, cubriendo a Roswaal y Ram con copos blancos.
Todo era engullido por el color blanco, desapareciendo.
Sin pensar en absoluto que "quizás así esté bien".
※ ※ ※ ※ ※
Emilia atajó a través de la nieve, exhalando un blanco aliento mientras seguía avanzando.
_Emilia: ¡Huma! De nuevo, ¡Huma!
Gritaba, lanzando magia de hielo una y otra vez.
Estaba haciendo esto para evitar perder el tiempo desatascando sus pies de la nieve. Usaba su magia para endurecer la nieve, haciendo un camino sobre el cual correr.
Algunas personas podrían resbalar y ponerse en una situación un tanto peligrosa usando este método, pero,
_Emilia: ¡Va—! ¡—mos! ¡Ánimo!
Emilia era una practicante de la magia de hielo, y creció en el bosque Elior. Estaba acostumbrada al terreno congelado. Avanzaba sobre el suelo congelado del Santuario como si conociera el lugar, con su pequeña acompañante corriendo tras ella.
_Emilia: ¿En verdad esto está bien para ti?
Preguntó Emilia, ya sin aliento, a su guía. La chica miró a Emilia, y sólo contestó asintiendo con la cabeza.
Se podían entender, pero ella no le hablaría a Emilia. Esto era exactamente lo que Lewes —lo que la personalidad representativa de Lewes— le había dicho que ocurriría.
Lewes repentinamente había comenzado a mostrar un especial respeto hacia Emilia fuera de la tumba.
Ella informó a Emilia que era una entidad nacida del alma de una chica llamada Lewes Meyer, y que había varios duplicados de ella bajo las mismas circunstancias.
Estas otras Lewes servían como ojos alrededor del Santuario, fueron en busca de Roswaal y Ram en la comunidad, y estaban ahora guiándolas.
En el mundo existía una magia rarísima llamada "magia de duplicación".
Emilia nunca oyó que ésta hubiera sido utilizada en criaturas vivas antes, pero quizás había sido hecho como un tipo de magia prohibida.
Emilia se abstuvo de hacer todas las preguntas que quería, corrió a través del Santuario confiando en la doble de Lewes, y se lanzó en búsqueda de Roswaal y Ram.
_Emilia: Si no me doy prisa... ¡aparecerá el Gran Conejo!
La aterradora mabestia, el Gran Conejo.
Incluso Emilia, que desconocía muchas cosas del mundo, conocía el nombre de esa criatura.
Es una de las Tres Grandes Mabestias, junto a la Ballena Blanca y la Serpiente Negra. Y, como esas otras dos, es considerada como una calamidad.
Es una mabestia de conejos débiles, frágiles y diminutos. Pero la bestia en sí misma es un grupo de individuos, una horda de criaturas. No un conejo en particular, sino todo su conjunto es la calamidad llamada el Gran Conejo.
Con su hambre sin fin y su abrumadora cantidad, devoraba todo lo que encontraba a su paso. Pero eso no lo saciaría, y procedería a vagar por el mundo mientras se comían unos conejos a otros. Una verdadera calamidad.
Lo más aterrador era que podía multiplicarse infinitamente. El Gran Conejo suele consistir en pocos conejos que se canibalizaban entre ellos mismos para evitar el hambre cuando no había nada que comer—pero, si fijaba sus ojos en una presa que alimentara su apetito, no podría ser detenido. Aumentaría su número interminablemente, rechinando sus dientes hasta que la presa fuera destruida, y luego reduciría su número a medida que avanzase y dejase atrás un terreno baldío. Así era esta cosa.
Emilia decidió que debía enfrentarse a esta increíble mabestia.
Ellos ya no tenían tiempo de huir del ataque del Gran Conejo. La nieve acumulada dificultaba su huida, dejando sin opciones a Emilia y a los demás.
La única estrategia que tenían para oponerse a la mabestia era: que los no combatientes se escondieran en la Tumba, mientras que la entrada estaría defendida por Emilia y Roswaal.
Si fuera posible, incluirían a Ram, ya que necesitaban reunir todo el poder de combate disponible en el Santuario.
Así que—
_Emilia: …
Troncos de árboles y escombros destrozados por una batalla. Cortes en la tierra, y acumulaciones de nieve poco naturales. —Un hombre y una mujer, juntos, bajo la sombra de un árbol.
Al encontrar al aturdido Roswaal y a la inerte y durmiente Ram, Emilia gritó.
_Emilia: ¡—Roswaal! ¡¡Ram!!
Emilia dejó atrás a la silenciosa doble de Lewes mientras avanzaba sobre la nieve helada. Ella manipuló el suelo debajo de ella como quiso, convirtiendo la nieve en hielo solido mientras se movía como un hada de la nieve, antes de agarrar los hombros de Roswaal, quien yacía inmóvil y semienterrado en la nieve.
_Emilia: ¡¿Estás escuchando?! ¡Roswaal, vamos, Roswaal! ¡Estamos en problemas! ¡Tenemos que salvar a todos! ¡Éste no es el momento de quedarse congelado! 』
_Roswaal: …
Al sacudirlo, la nieve cayó de la cabeza de Roswaal. Eso reveló su expresión, y Emilia tragó saliva, atónita.
El rostro de Roswaal mientras miraba a Ram, con ojos apagados, se veía débil.
_Emilia: ¿Roswaal...?
Roswaal no dijo nada. Ni siquiera se había fijado en Emilia.
Su falta de reacción la asustó, y ella bajó la mirada hacia lo que estaba sosteniendo en sus brazos. Allí dormía una chica de pelo rosado—
—con nieve en las mejillas, sin señales de derretirse por el calor corporal.
_Emilia: ¡—! ¿Ram? ¡Ram!
Emilia llamó a Ram en brazos de Roswaal, y trató de despertarla.
Pero Ram no reaccionaba de ninguna manera. No solo no respondía, sino que tampoco abría los ojos—de hecho, sus párpados ni siquiera se movían. Emilia tocó su mejilla y sus labios, y sintió que estaban anormalmente fríos. Como si ella estuviera—
_Emilia: ¡Eso, no puede ser!
Emilia rechazó su pensamiento improductivo, rechinó los dientes y estiró su mano hacia la ropa de Ram. Su mano tocó el pecho de ella, y percibió un leve latido del corazón.
Su latido podía apagarse en cualquier momento, frágil y débil.
_Emilia: ¡—Está viva! ¡No te preocupes! ¡Todavía tenemos tiempo, Roswaal!
Gritó Emilia con esperanza, mientras volteaba a ver a Roswaal. Pero Roswaal permaneció con su mano en la frente de Ram, con la mirada totalmente desenfocada.
Y entonces, Emilia se dio cuenta.
Había una enorme cantidad de maná que fluía de la mano de Roswaal hacia Ram. Y eso estaba actuando como el salvavidas de Ram.
_Emilia: Entonces, estás salvando la vida de Ram...
_Roswaal: …
_Emilia: ¡—!
Cuando ella descubrió esa verdad, Emilia también se topó con otra verdad amarga.
Ram estaba inconsciente, en pésimas condiciones, y Roswaal debía administrar el delicado tratamiento para curarla. Ellos no podían participar en la lucha.
Lo que significaba que Emilia debía enfrentarse al Gran Conejo por su cuenta.
_Emilia: …
¿—Podré hacerlo? Se preguntó Emilia.
Este monstruo era uno de los tres que habían sobrevivido durante cuatrocientos años, desde la época de la Bruja de la Envidia.
A saber cuánta gente había fortalecido su determinación para enfrentarse a esta cosa, tal como Emilia lo hacía ahora. Pero ninguno había conseguido destruir a la mabestia. Sin saber cómo, Emilia se proponía luchar sola.
Sin Puck. Sólo Emilia.
_Emilia: Si nos vamos ahora...
¿Quizás todavía puedan huir? ¿Pero qué se supone que deberían hacer si les persigue?
Si se encuentran sin refugios ni escondites, entonces Emilia no podría proteger a los civiles del ataque de la mabestia. Lo mejor era esconderse en algún lugar como la Tumba.
Lamentablemente Roswaal y Ram no podrían ayudar en el combate, pero Emilia no debía abandonar la lucha.
_Emilia: Roswaal. Trae a Ram y ven conmigo. Todos los del Santuario.... Sí, todos se están refugiando en la Tumba. Y yo voy a protegerlos. No te rindas con la curación de Ram, y—
_Roswaal: Ya, no tiene sentido.
Emilia estaba al mismo nivel de los ojos de Roswaal, y comenzó a contarle su determinación; pero entonces, el susurro de Roswaal la interrumpió.
Roswaal miraba fijamente la cara de Ram, aún con ojos vacíos.
_Roswaal: No tiene sentido. Ya, nada... No conozco el futuro. Tampoco me entiendo... Este mundo está acabado.
_Emilia: ¡Así que vuelves a decir esto! ¡A quién le importa el libro! Tal vez alguien importante lo escribió, pero, ¿cómo es que eso tiene algo que decir sobre lo que hacemos?
Incapaz de soportar su resignación, Emilia gritó a Roswaal.
¿Por qué estaba pasando esto? Este no era el Roswaal que Emilia conocía.
Siempre sereno, tomando decisiones audaces como si nada, actuando como si supiera absolutamente todo lo que había que saber, todo con una sonrisa. ¿Roswaal no era así?
¿Quién es este hombre débil, que ha renunciado a todo, que parece un niño acorralado y perdido?
_Emilia: Roswaal. No puedo entender lo que sientes o cómo estás herido ahora mismo. Quiero entenderlo, pero no hay tiempo para averiguarlo... Pero quiero crear ese tiempo. Así que necesito que trabajes conmigo.
_Roswaal: …
Emilia no entendía a Roswaal. Aunque él siguiera siendo así, ella no lo entendería.
Pero, si conversaban y trasmitían sus sentimientos, habría cosas que ella entendería. Y cosas que ella nunca entendería si ella nunca lo hacía. Y cosas que nunca serán comunicadas, si nunca se les daba tiempo para eso.
Emilia necesitaba crear el tiempo que necesitaban para acercarse más el uno al otro.
_Emilia: Por favor, levántate, Roswaal. Ninguno de los dos va a terminar aquí. Tampoco dejaremos que Ram termine aquí. Todos regresaremos juntos, y—
_Roswaal: Ya...
Emilia era insistente. Pero Roswaal no la miraba a los ojos.
Él seguía mirando fijamente a Ram, moviendo sus labios escarlatas para decir:
_Roswaal: Ya, da igual...
Hablando tan bajo, su murmullo podría desaparecer.
Los vientos frígidos y silbantes pasaban a su lado, y las palabras apenas eran audibles.
El susurro apenas salió de sus labios. Quizás ni siquiera el propio Roswaal lo escuchó.
Pero ella definitivamente oyó ese silencioso sonido de rendición.
Entonces, Emilia—
_Emilia: ¡¡—No te atrevas a decir eso!!
—Agarró a Roswaal por el cuello de su ropa, y le gritó con rabia.
El movimiento sacudió la cabeza de Roswaal, y él se quejó de dolor. Emilia lo atacó, implacablemente, con sus palabras.
_Emilia: ¡¿Ya da igual?! ¡¿A qué te refieres con que "ya da igual"?! ¡No hay nada ahí fuera que te haga decir "ya da igual"! ¡No hay ni una cosa que te haga decir "ya da igual"! ¡No te atrevas a rendirte! ¡No te atrevas a pensar que ya todo terminó! ¡Ni yo, ni Ram, ni tú, tenemos ni una sola cosa que "ya dé igual", ¿no crees?!
_Roswaal: …
_Emilia: ¡Yo terminé la Prueba! ¡El pasado que me asustaba tanto! ¡Un presente feliz que podría haber sucedido! ¡Tristes futuros que podrían llegar! ¡Los vi todos! Y, aun así, decidí caminar por este sendero... y con esa resolución, ¡por fin pude hacerlo!
Ella rugió.
Dentro de Emilia surgió una ira más allá de lo que podía recordar.
Sí. Ahí está. Escuchen esa voz quejumbrosa, escuchen esas opiniones patéticas y vean ese espíritu cobarde. Así te ves cuando aceptas la rendición como tu fin.
El rugido de Emilia hizo que las mejillas de Roswaal se pusieran rígidas, y él apartó la mirada. No porque él estuviera preocupado por Ram, sino para distraerse y huir de algo que no quería ver.
Emilia lo tomó por la mandíbula y lo obligó a mirarla a los ojos.
_Emilia: ¡Mira la cara de la gente cuando te hablan!
_Roswaal: —hk.
_Emilia: No entenderás lo que piensan las personas si no las miras a los ojos. No entenderás por qué las personas hacen lo que hacen si no las miras a los ojos. Mantén tus ojos en los míos, escucha mi voz, levántate y sígueme.
Los heterocromáticos ojos de Roswaal parpadearon como si se diera cuenta de algo.
Sus labios se abrieron. Pero no salió ninguna palabra.
_Roswaal: —ah!
_Emilia: Nunca dejaré que alguien diga que "ya da igual". Mientras vivas, no habrá nada que te haga decir "ya da igual". Y por eso… ¡no dejaré que nadie muera aquí!
Emilia se puso de pie y se dio la vuelta.
Más de diez dobles de Lewes se habían reunido allí. Todas ellas se arrodillaron reverentemente, esperando órdenes.
Emilia cogió aire, y gritó sus órdenes.
_Emilia: Lleven a Roswaal y a Ram de vuelta a la Tumba. Voy a protegerlos a todos, pase lo que pase.
Hablando grandiosamente, y consciente de que sólo adquirió este derecho por casualidad, Emilia lideró a las obedientes Lewes mientras empezaba a correr a través de la nieve del Santuario.
Las Lewes se agruparon para apoyar a Roswaal y Ram, tomando turnos para llevarlos mientras seguían a Emilia.
—Emilia ya no dudaba de su rumbo ni por un instante.
※ ※ ※ ※ ※
Y ambas historias—
_Todo estará bien, no te excedas tanto, Emilia-tan.
El chico que apreciaba a la chica que decidió protegerlo todo volvió a su lado,
_No te preocupes por el resto, ya puedes descansar. —Nuestra batalla inaugural por la liberación está por comenzar.
_Perdón. Pero no entendí nada de lo que dijiste.
Sus bromas habituales la hicieron sonreír mientras ella se sostenía a sí misma y sus ojos vislumbraron las siluetas blancas a medida que avanzaban.
Dos siluetas, caminando de la mano.
También oyó dos voces.
Sonaban animadas, y, sintiendo que ella había estado esperando para escuchar esto, los latidos del corazón de la chica latieron con fuerza.
Lo que viene ahora es algo totalmente desconocido, de hecho.
Sí, y vamos a hacer algo al respecto. —¡¡Tú y yo!!
—convergen aquí, sus deseos se reflejaron perfectamente al entrar en el final.
Caballero y Princesa, enfrentando a la mabestia en un Santuario barrido por la ventisca.
Un caballero que no puede arreglárselas solo llevaba a una maga a su lado, consagrando todo a la victoria.
—La batalla final del Santuario comenzó.