—Nadie lo sabe. Esa cosa está en manos de la persona que la inventó —dijo Número Cinco sin poder hacer nada. Ni siquiera Número Uno sabía. La raza humana estaba protegida contra ellos en ese momento, por lo que no les revelaron información ya que temían que pudieran desarrollar una relación cercana con Su Majestad Cuatro mientras lo vigilaban y lo ayudaban.
—¿No hay forma de que podamos destruir esa cosa? —miró el inquieto torbellino de números. Su ceño se hizo más profundo.
El Número Cinco se encogió de hombros.
—Solo el que se esconde puede encontrarlo. Si quieres resolver este problema, depende de Pequeño Cuatro.
—¿Qué quieres decir?
Los ojos de Ling Lan se iluminaron.
—¿Cómo podría saberlo? —respondió irresponsablemente.
—¿Por qué dijiste eso sobre el que se esconde puede encontrarlo entonces? —apretó los dientes. ¿No puedes ver que estamos en una emergencia?
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