La relación entre Edward y Leo era un poco complicada, por decir lo menos. Los dos se respetaban mutuamente, pero Leo no era muy conversador. Nunca iniciaba la conversación. El problema era que ambos estaban a cargo no solo del castillo, sino de toda la décima familia también.
Como Edward tenía más experiencia y conocía las responsabilidades de aquellos en el castillo, él era el que tenía que intentar forzar la comunicación con Leo. No era que Leo no estuviera dispuesto, pero Edward sabía que Leo era alguien más fuerte que él. En el mundo vampiro, la gente respeta el poder, y se sentía extraño dar órdenes o mandar a un vampiro que tenía más poder que él.
Deseando que tuvieran una conexión más cercana con la décima familia, decidió que lo mejor sería que hicieran la misma tarea que se le había asignado a Quinn. Entregar el suministro de sangre a aquellos que vivían en el área interna del castillo. Solo había alrededor de cincuenta personas, así que no tardaría mucho.
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