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Mi matrimonio forzado: la hermosa esposa no tiene memoria

Sun Hee es una joven de 18 años. Tras haber despertado de un largo coma, se enteró de que había perdido la memoria. Ese mismo día, su malvada madre la forzó a casarse con un hombre completamente extraño para ella. Sin poder negarse tuvo que aceptar aquella extraña orden. Su esposo Jin Seong es un hombre frío, rico, arrogante y poderoso, capaz de hacer desaparecer a cualquier persona del país. Ellos dos son completamente diferentes. Sus vidas cambiarán por completo y tendrán que intentar convivir juntos aunque no se conozcan. ¿Qué pasara en su relación, terminaran enamorándose? ______________________________________________ Nota de autor: La cubierta no es mía. Por favor, no resubir esta historia

Laurasiscoyote · สมัยใหม่
เรตติ้งไม่พอ
132 Chs

Capítulo 124: Guerra ganada por Seong-Jin

Mientras tanto, Sun Hee observaba paciente como comía su esposo, decidió que esperaría a que él terminase y luego volvería a llamar a Wu Xiang para lo del programa.

De repente, la pregunta inesperada de Seong-Jin asustó a Sun Hee.

—¿Has desayunado?—preguntó mirándola con curiosidad.

—¿Qué? Eh... bueno, no. Pero tampoco me apetece comer nada ahora, estoy demasiado nerviosa y creó que cualquier cosa que coma me sentaría mal—en verdad, ni siquiera se acordaba de si había desayunado o no, estaba demasiado nerviosa y eso le impedía recordar los pequeños detalles.

Las palabras de ella parecían haber molestado bastante a Seong-Jin, el cambio repentino de aura fue bastante escalofriante.

Sin embargo, Seong-Jin siguió hablando sin siquiera dudarlo.

—Comete esto, la próxima vez preocúpate más por tí.

De todas formas, tampoco tenía hambre—dijo mientras acercaba la bandeja a su esposa.

Sun Hee se sorprendió bastante, miró la bandeja como si fuera un regalo extraordinario, pero no pudo aceptarlo ya que ella lo había preparado para su esposo.

Si alguien necesitaba comer era él, a ella por ahora no le preocupaba sus comidas, sin embargo ver a su esposo sentado en esa silla y saber que estuvo durante toda la noche ahí... le preocupaba un poco.

—Realmente no es necesario de verdad, ya te dije que no tengo hambre y el que necesita comer ahora eres tú y no yo.

Sun Hee decidió que insistiría otra vez todo lo necesario, claramente ella necesitaba hacer que su esposo comiera un poco.

La bandeja que estaba ahora en el centro de la mesa parecía el comienzo de una guerra, como si dos equipos estuvieran luchando mientras se lanzaban una bomba de un lado a otro como si estuviera apunto de explorar.

Por ahora, la persona que iba ganando la batalla era Seong-Jin.

Rápidamente agarró un cubierto y cogió un trozo de la tortita.

—Cometelo.

—No.

Realmente las respuestas de Sun Hee habían logrado rápidamente acabar con la paciencia de su esposo.

Sin embargo, Seong-Jin tampoco tenía pensado dejar que ella se fuera sin siquiera comer un poco.

Lo primero que pensó decidió realizarlo, en el siguiente momento puso el trozo de tortita en su boca y rápidamente se inclinó hacia donde estaba su esposa, sin dudarlo se acercó todavía más y velozmente colocó con su propia boca el trozo de tortita en la boca de ella.

Causando que Sun Hee se paralizará en ese momento, se hubiera esperado cualquier otro movimiento menos ese tan inesperado.

Como si realmente estuvieran en una guerra, Sun Hee se imaginó que frente a ella ponía "guerra ganada por Seong-Jin"

Mientras tanto, Seong-Jin se volvió a sentar en la silla correctamente y observo detalladamente a su esposa tranquilo, como si realmente lo que acababa de hacer fuera normal para él.

En verdad, él tampoco se esperaba que la situación acabara de tal manera, simplemente pensó que su esposa se comería el desayuno sin quejarse tanto.

Enseguida vio como su esposa volvió a moverse, finalmente alguien había presionado nuevamente el botón de pausa.

Sun Hee tragó sin siquiera masticar el trozo de tortita que había en su boca, todavía no lograba decir ninguna palabra, lo único que sabía en ese momento era que debía comerse aquél desayuno... ella sola.

No volvería a dejar que su esposo la atrapara con la guardia baja otra vez, nunca.

Rápidamente fue devorando el plato de tortitas sin dejar de observar a su esposo, lo fulminaba continuamente con la mirada.

El plató de tortitas tampoco fue la exepcion, lo que ella pensaba que era una obra de arte, repentinamente se había vuelto el camino al infierno.