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06. Turbulentas interrupciones

—Mi señor, ¿qué hacemos con estos revoltosos? —habló uno de los guardias, con la mirada fija en Luken y el otro sujeto.

Esto era extraño para todos, las personas tenían conocimiento que el Barón poseía un pequeño ejército personal, el cual estaba a su disposición. Sin embargo, no hubieran imaginado que se encontraban varios de ellos mezclados entre los invitados.

El Barón caminó hacia donde estaban los dos hombres en el suelo, seguido de cerca por unos guardias personales que acababan de llegar junto a él. Miró al extraño sujeto y luego a Luken, que todavía estaba agarrándolo fuertemente en el suelo.

—¿Quiénes son estos hombres y por qué interrumpen mi fiesta? —preguntó el Barón con un tono de voz serio y autoritario.

El extraño ya se encontraba un poco más calmado, Luken se puso de pie, teniendo una pequeña dificultad en su pierna izquierda por la caída, ya que había aterrizado del costado izquierdo, empezó a ayudar al sujeto desconocido a levantarse también. El joven se limpió el polvo de su ropa y miró al Barón con cierta arrogancia en su mirada.

—Señor, lo siento mucho, pero este hombre es un viejo amigo mío, pero la situación en la que nos encontramos es muy extraña —empezó a explicar Luken, tratando de justificar la presencia del extraño sujeto en la fiesta del Barón. —Sinceramente, no entiendo que es lo que le sucede o si le hicieron algo para comportarse de este modo.

El Barón lo miró con desconfianza, pero luego asintió con la cabeza. Se volvió hacia sus guardias y les habló.

—Les ordenó que bajen sus armas —comenzó a hablar el Barón, mientras los guardias bajaron las armas, al mismo tiempo que él volteaba a ver a Luken. —Está bien, pueden retirarse. 

—A ustedes les digo, asegúrense de que nadie más se acerque a mi hija o a mi propiedad sin permiso —dijo el Barón con firmeza, mientras los guardias asentían y se alejaban de la escena.

Ya estando solos, Luken respiró aliviado, al no tener a los guardias enfrente de él, apuntando con las armas de fuego que tenían en sus manos, volteó a ver a su amigo, quien todavía parecía bastante agitado.

—William, ¿qué intentabas hacer? —preguntó Luken con una mirada seria y molesta.

William García es miembro del grupo Zaldiak, su hija había estado trabajando junto a los empleados de limpieza de la residencia del Barón. Una tarde, regresó pálida, como si la hubieran asustado, pero no mencionó nada al respecto, desapareció al poco tiempo, y no se encontraron sus restos.

—¡Por qué me detuviste! Quería que se vengara la vida de mi hija. ¡Y no me has dejado! —respondió el sujeto encolerizado, tenía el rostro de un color rojo brillante por el enojo que tenía.

—No es el momento… ni el lugar. Además, hubieras echado a perder lo que hemos hecho junto a Jon. Ambos estamos trabajando, no nos distraigas, ni nos interrumpas en esta noche. 

—Y ¿qué has encontrado? A ver dime algo nuevo.

—Nada… aún nada…

—Entonces qué haces, ¿pierdes el tiempo? ¿Disfrutas de una velada olvidándote de todo lo que ha pasado? ¿Buscas alguna dama para hacerte compañía y no estar solo en estos días? —William empezó a increpar, con un gesto serio y al mismo tiempo, muy molesto. —¡Dime!

—No, William, estoy en ello… pero mejor vete. 

Luken se empezó a sentir incómodo, ya que muchas personas aún los observaban desde lejos, se sintió aliviado al imaginar que nadie los hubiera escuchado. No era mucho lo que habían hablado, pero siempre era información confidencial.

Ya más calmado, William empezó a caminar hacia la salida alejándose de Luken, en este momento uno de los guardias llegó con él para acompañarlo, con la intención de evitar otro contratiempo u otro evento igual.

Luken solo se quedó observando cómo se retiraba William, al perderlo de vista dio media vuelta y se encaminó nuevamente hacia donde se encontraba el caballero de mediana edad, pero ya no se encontraba en el lugar donde lo había visto.

Hubiera querido platicar con esa persona, tenía curiosidad de quién era, pero al haberse movido él tenía que seguir en movimiento, por lo que no cambió su dirección al caminar, y se enfiló hacia la misma silla, con la intención de sentarse y descansar un momento.

Necesitaba recobrar un poco el ánimo, después de todos los contratiempos que tuvo con William. Al llegar donde se encontraban unas sillas vacías, tomó asiento y relajándose, empezó a sentir dolor en su cuerpo, una molestia en su costado izquierdo, empezó a sobarse la muñeca que le dolía.

Levantando la vista, observa a un caballero acercarse hacia él. Esto pone un poco nervioso a Luken, ya que, por lo ocurrido, no tiene la mínima idea de que pasara. También tiene la sospecha que solo es una mera coincidencia que, tal vez, solo sea su imaginación.

Esperó tranquilamente al caballero, pero este se detuvo donde se encontraban otros caballeros conversando. Ya esto dio más tranquilidad, se debía relajar y evitar que los nervios lo traicionarán, creando escenas que no sucederán.

Mientras observaba al caballero de lejos, se acercó a Luken, un guardia sin hacer mucho revuelo, estaba vestido con un elegante traje color negro, de pies a cabeza.

—Mi señor —dijo el guardia con todo serio. —El Barón solicita su atención en este momento; por favor, acompáñeme.

Con una mirada titubeante, Luken se pone en pie. El guardia empieza a caminar hacia donde estaba el Barón, seguido por Luken, quien camina un poco más lento, ya que tiene la molestia del golpe. El guardia voltea el rostro y se da cuenta de que camina más rápido, por lo que aminora el paso, y se queda esperando.

Ambos llegan donde se encontraba el Barón, después de atravesar parte del salón, y se detienen enfrente de él. El capitán hace una reverencia y dice.

—Mi señor, cumpliendo con mis órdenes, aquí está el caballero del incidente.

El Barón, observando a Luken, empieza a hablar.

—No entiendo que pasó hace un momento, pero si comprendo que si no fuera por su intervención algo grave hubiera pasado… —el Barón, haciendo una pausa a la conversación, continua. —Por favor, preséntese.