Tauriel corrió hacia un lugar más estratégico donde pudiera hacer frente a la horda de orcos que se estaban acercando. Seguramente en ese grupo vendría Bolgo, asi que tenso sus músculos y se concentró en lo que sea que estaba por atravesar la última cadena de formaciones rocosas que le separaban de esos asquerosos monstruos.
Mientras esperaba, su respiración se agitaba ligeramente cuando no veía a nadie más a su lado, sus pensamientos fueron alegres y la sonrisa en su rostro no se disolvió a pesar de que estaba sola contra lo que estaba por venir, por la simple razón que Kili había logrado sobrevivir y salvar a su hermano. Los había visto siempre tan unidos que sabía que poco o nada podría hacer para consolarle si es que Fili le faltara, sin hablar de lo doloroso que sería decírselo a su madre, su promesa aún tenía que ser cumplida.
El recuerdo latente de Kili tendido en la camilla y pronunciando su nombre, era algo que le movía el corazón, el tono de su voz tan necesitado, anhelante, con una suavidad como si se tratara de un nombre prohibido, hizo que su corazón se estremeciera. Solo había atinado a mirarlo con una dulzura que ella no creía que podía poseer o en su defecto poder demostrárselo a alguien que apenas unos días atrás había conocido, pero que fue suficiente para invadir su vida y saltar los muros de frialdad y dureza que los elfos por naturaleza tenían integrados. Su irreverencia, valentía, inocencia y sinceridad la había cautivado y solo quería un pequeño tiempo para por fin dejara salir de su corazón las palabras más exactas para decirle que la había cautivado completamente y que quería un futuro juntos, no importa si no podían estar en el bosque negro, porque seguramente su rey los desecharía y tampoco importaba si Erebor no abría sus puertas para que ella, buscarían un lugar donde su amor pudiera florecer.
—Mátenla y luego vayan por esos enanos, yo me encargare de Thorin —esas palabras fueron las que la sacaron de su ensoñación, eran las palabras de Azog quien enviaba a Bolgoo y sus secuaces a por ella mientras que él tomaba otro camino, seguramente para encontrar a Thorin, la sed de sangre era evidente en sus ojos, pero Tauriel se dijo a si mismo que ella no saciaría su sed, tenía un enano esperando a que ella sobreviviera.
Agarro sus dagas con fuerza y avanzó acelerando para tomar la delantera, apuñalo y corto sin guardarse nada, obviamente los orcos no eran seres completamente estúpidos, así que también obtenía cierta batalla, pero no dejo que eso mermara su ánimo para terminar con cada uno mientras a la lejanía veía que Bolgoo se acercaba. Necesitaba acabar prontamente con estos orcos. En ese momento sintió una flecha zumbar a sus espaldas, primero se preocupó de que ella pudiera ser el objetivo para esa fecha, pero suspiró cuando la flecha paso por su costado para clavarse en el pecho de uno de los orcos, esto le sirvió como una pequeña distracción y terminó por deshacerse de un par de orcos más, mientras las flechas continuaban llegando para los orcos que seguían apareciendo, dejando a Bolgoo cara a cara con Tauriel. Entonces las flechas cesaron.
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Su pierna herida días atrás empezaba a gritarle que tenía que bajar la velocidad y esos gritos de la pierna se traducían en intensas punzadas que le quitaban el aire de los pulmones, pero él no se detuvo, siguió corriendo, escalando y saltando hacia donde ella estaba, no escuchaba más su voz para que le guiara, pero igualmente pensaba empezar buscando donde había rescatado a Fili. Pronto se dio cuenta de que llegar donde su amada Tauriel esta vez no sería una tarea fácil porque vio aproximándose a él a un grupo de orcos, se agarró la pierna con fuerza para aplacar cualquier palpitación que pudiera enviarle dolor, sabiendo que no podía dejar que el dolor le dominara ahora mismo. Tenía otros rasguños propios de la batalla, pero menores con respecto a su pierna, aún delicada.
Tengo que llegar a ella, quiero, debo.
Ese era su pensamiento más punzante en ese momento, pero primero lo primero: los orcos. En el fondo temía por la vida de su familia, Fili, Thorin, no podía negar la reticencia de Thorin al contacto con los elfos, ellos habían prácticamente dado la espalda a los enanos cuando la montaña fue tomada por Smaug, pero no podía creer que su ira y rencor fueran tan grande como para no ver la bondad y desinterés que Tauriel había mostrado con su propio sobrino, eso era algo que simplemente no podía permitir y si tenía que dejar Erebor después de toda esta guerra, estaría dispuesto hacerlo, eso claro, si es que Tauriel se sentía igual con respecto a él. Cuando había abandonado el lago, una ligera punzada en su corazón había tenido lugar porque él anhelaba que ella hubiera venido con él.
Mahal cuida a Fili y también a Thorin.
Con cada paso que daba hacia la amenaza que venía sobre él, recordó la promesa, la que le había hecho a su madre, pero también la que había acompañado el regalo que le hizo a la bella dama elfo. Por primera vez, quería que ese impulso imprudente y despreocupado le abandonara para que pudiera sobrevivir y ver esos ojos hermosos y esa cabellera rojiza que hechizaban su ser. Kili empezó a acercarse cada vez más a los orcos, saco un par de cuchillos que traía encima y los lanzo para ganar tiempo y espacio, sería imposible derrotarlos si los tenía a todos encima de él, así que con un par de cuchillos de lanzamiento se deshizo de algunos orcos. Desenvainó su espada y la apretó con fuerza para soportar el mazo del primer orco que atacaba, con toda la intensión de clavarlo contra el suelo. Bloqueo con dificultad, sintiendo toda la potencia del golpe en sus piernas que resistieron el fuerte impacto y rápidamente contraatacó para cortar al orco por el abdomen, un corte limpio y profundo que dejo al orco moribundo y desparramando sus entrañas detrás de él, pero aún quedaban un par más.
Sintió un ligero tirón en su pierna, pero no era momento para fijarse que la herida se había abierto ligeramente. Avanzó hacia el frente sin dudar, pero ya sus golpes eran menos certeros y más era resultado de una pasión desesperada porque vencer y seguir adelante. En medio de ese fuego que le quemaba por dentro, no se dio cuenta de que también estaba siento lastimado y ya tenía un par de cortes no tan profundos en los brazos. Además de un fuerte golpe en una de sus mejillas que había hecho abrirse la carne y empezar a derramar un líquido que era inconfundiblemente su sangre. Cuando pensó que sus fuerzas no eran suficiente y la frustración de fallar y morir a medio camino lo estaba envolviendo, vio a los orcos caer delante de él por piedras que eran dirigidas hacia sus rostros. No se molestó en girar, para ver, sino más bien en asegurar la muerte de esos despreciables seres. Cuando finalmente no quedaba uno de pie se giró para ver al sencillo hobbit que era parte de la expedición.
—¡Bilbo! —nunca se había alegrado de ver al hobbit durante todo el viaje tanto como ahora, suspiró con agitación, dándose cuenta de que la aparición de Bilbo fue providencial.
—¡Kili! ¿Dónde están los otros? —un amargo sabor se posó en su boca, impidiéndole responder con rapidez.
—Ellos fueron por otro camino —no quería entrar en detalles porque no quería que Bilbo de alguna manera recriminara sus decisiones.
—Debemos darles alcance, esos orcos vienen exclusivamente a buscarlos —dijo de manera agitada Bilbo mientras tomaba la mano de Kili para que lo guiara al lugar donde estaba el resto de la compañía.
—No —la voz de Kili fue suave, pero a la vez llena de firmeza.
—¿No? ¡Pero Kili!, tu tío, Fili… —no quería escuchar el nombre de su tío, no lo odiaba, pero había decidido que no dejaría que su tío arruinara la felicidad que la sola imagen de Tauriel traía a su corazón. En cuanto a Fili, esperaba que él entendiera que estaba tomando una decisión importante y dolorosa, pero era para encontrar la felicidad.
—Yo debo salvar a alguien ahora —no sabía si llegaría a tiempo, pero sabía que llegaría para compartir el mismo destino, aunque eso significara la muerte.
—Oh… —Bilbo logró leer entre líneas. Aunque no sabía realmente en qué clase de cosas estaba metido, Kili si sabía que había una conexión con el elfo que había salvado su vida en la ciudad del Lago y aunque no sabía si ella correspondía a sus sentimientos, si sabía que Kili estaba determinado a no dar marcha atrás —Vamos entonces —le ofreció su ayuda, la necesitaría seguramente.
—No, tú debes ir con ellos —Kili soltó su mano con suavidad. Bilbo lo quedó mirando durante un segundo.
—No, ahora que estoy contigo no puedo dejarte ir solo —trato de convencerlo de que aceptara su ayuda, pero Kili se negó rotundamente.
—Debes, la compañía te necesita Bilbo, yo debo seguir mi camino —Kili se dio vuelta para empezar a correr, dejando a Bilbo intrigado y preocupado, pero hizo un último intento por querer detener esta casi suicida decisión.
—¡Vuelve por favor! —le gritó con todas sus fuerzas y no supo si en realidad Kili le escuchó porque él corría hacia adelante sin siquiera mirar atrás.
—Lo intentaré —suspiró Kili en un susurro agitado mientras a lo lejos veía la figura de Tauriel que se movía ágilmente entre las rocas.
Tauriel, estoy cerca.