Sembrando discordia

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Él y Lu Mo pasaron volando por la escalera. Li Xiaoran casi rozó a Qiao An, pero él no la vio.

Qiao An sintió como si le hubieran vertido un cubo de agua helada encima, haciéndola temblar. Se dio la vuelta y se fue en un estado de aturdimiento.

Lu Mo miró hacia atrás y se dio cuenta de que Qiao An había desaparecido. Sus tensos nervios se relajaron ligeramente.

Qiao An no sabía cómo había llegado a casa. Se sentía ligera, como un alma pisando algodón, una marioneta sin vida.

Loco se quedó shockeada al ver el aspecto desolado de Qiao An, su rostro pequeño como la palma de una mano estaba mojado, y sus bellos ojos rojos de llorar.

Qiao An siempre había sido una chica de fuerte voluntad en su memoria. Nunca la había visto llorar desde que era joven. Incluso cuando fue traicionada por Li Zecheng y saltó de un edificio para suicidarse, nunca mostró debilidad frente a otros.

Luo Ke preguntó con preocupación: