TODO

Todo pasaba muy rápido o solo así lo sentía Ginny, se sentía culpable por la reacción de su madre, no sabía si lo que había hecho hoy era bueno o malo, pero quería confiar en sus padres tal vez ellos ayuden a Arcturus en sus problemas.

Mientras más pensaba en Arcturus mas se sonrojaba la pobre niña, así que se escondió bajo la colcha de su cama e intento dormir lo más rápido que pudo.

Mientras Ginny tenía un conflicto interior que no la dejaría dormir esa noche, entre sonrojos y preocupación, su madre Molly Weasley estaba muy preocupada e indecisa, tenía sentimientos encontrados por aquel niño que ahora moraba en los bosques cercanos a su casa, sus padres de echo fueron infames, locos asesinos sedientos de sangre, el niño no tenía que ser así, pero mientras más pensaba en el niño más pensaba en sirius, aquel hombre que parecía fiel a ellos pero que en última estancia, en el momento más crucial los traiciono.

Tenía miedo y nadie la podía culpar, la sangre del ni��o pareciese que estuviese maldita.

Mientras más pensaba más confundida se sentía hasta que sonó la puerta de la casa y un hombre con cabellos anaranjado entro muy rápido y preocupado.

-Molly, ¿llego Ginny, está bien?, decía en medio de un grito de angustia, parecía muy preocupado y no parecía importarle su rostro sucio.

-Sí, exclamo Molly con una cara angustiada que solo hacia preocupar más al hombre, él era Arthur Weasley, un tildado traidor a la sangre por respetar a todas las personas como sus iguales.

-Que pasa Molly no me hagas asustar, ¿ella está bien?, pregunto de manera más rápida agarrando a Molly de los hombros, en sus ojos se podía observar la angustia del hombre.

Molly asintió con la cabeza, seguido le señalo que la siguiera al cuarto tenía que contarle todo lo que había sucedido con Ginny y tenían que pensar que hacer con aquel niño, que moraba en el bosque cercano a su hogar.

Arthur estaba extremadamente agitado, su trabajo en el ministerio era muy atareado, aparte de la mala paga producto de sus enemistades con las familias que regían en el mundo mágico, y ahora con la desaparición de su hija por varias horas lo habían devastado de formas inimaginables.

Siguió a su mujer a la habitacion central de la casa, hoy parecía que sería un día bastante largo.

Ya entrando en el cuarto Molly se paró frente a él y comenzó a narrar la travesía de Ginny, el cómo siguió el rio, como se adentró al bosque, el cómo encontró al niño.

Hasta que llegó el momento de mencionar el nombre del niño.

Cuando Arthur lo escucho por un momento se quedó frio.

La guerra mágica termino hace muy poco, los traumas estaban muy frescos en su memoria, no solo de Molly que había perdido a sus dos hermanos, muchos habían muerto, muchos habían desaparecido, las cicatrices aun dolían, casi se habían curado, pero la aparición de este niño había tocado la costra que aún no había cicatrizado del todo.

El nombre black los afectaba mucho, era el nombre de alguien a quien consideraban su amigo, pero no dudo en matar a sus compañeros y por encima de eso reírse, en medio de todos sus cadáveres.

-Molly, de verdad no sé qué hacer, este asunto es muy complicado, tal vez, si nos involucramos Lucius haga movimientos contra nosotros, pero dejar a ese niño solo, es lo mismo que abandonar a alguien, dejar que crezca en el dolor y la soledad, que sea castigado por los fantasmas de sus padres y de sus pecados, nadie merece eso.

-No lo sé Arthur, estoy muy preocupada, no solo de dejar al niño solo, sino también de traerlo.

Después de pensarlo por mucho tiempo Arthur se dio cuenta de algo.

Salió de la habitación seguido de Molly, ella no entendía los movimientos de su esposo, pero confiaba en él, cuando bajaron al primer piso, Arthur se dirigió a la puerta, paseando por su casa como si fuera un completo extraño a ella, miraba el reloj en su pared, con las fotos de sus hijos, cada uno de ellos, y mientras pasaba por la cocina salió de la casa, Molly lo siguió hasta la puerta pero se detuvo ahí sin entender aun las intenciones de su esposo, Arthur aun con el rostro cansado pero con una sonrisa se dio la vuelta y vio la casa, era rustica, fea para algunos, pero lo era todo para él.

-No soy un gran hombre Molly, nada soy, no tengo dinero como muchos otros, no tengo prestigio, te ofrezco muy poco, pero te doy todo lo que soy.

Siempre te he amado Molly y lo haré hasta el último aliento de mi vida. Amo a mi familia y por ella lo daría todo.

Así que no puedo imaginar la vida de un hombre que no tiene nada para dar, ni nada que recibir, mi decisión es que ayudemos a ese chico, mi decisión es que no tenemos que seguir con este ciclo de odio, ningún niño debe ser enmarcado por los pecados de sus padres.

Molly al darse cuenta que había caído en los prejuicios que ella condenaba, lo miro con una mirada inquebrantable y llena de amor, tenía razón, había vivido mucho tiempo con miedo, tanto que se había olvidado de lo que verdaderamente los hizo fuertes contra voldemort, su unión.

Ella nunca dejaría que un niño creciera en la soledad, ni que sea condenado por cosas que otros hicieron, así que mañana partirían con su hija a encontrarse con aquel niño, si es posible lo traerían a vivir con ellos, si no quisiese no lo obligarían, pero necesitaba saber que el odio acabo, que si necesitara ayuda estarían ahí para él, que la madriguera siempre será un lugar al cual acudir cuando se sienta solo.

Porque en este mundo nadie debería estar solo.