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22. ¿Estas segura?

Al rato vino con su primo que para mi asombro era Roberto, asombrada le dije:

-¡Roberto! ¿Cómo estas? ¡No me digas que esta buscona es tu prima, por que no voy a creerte!- Daniel le dijo que me lo había contado y que yo estaba defendiendo mi terreno. También le contó que su prima había estado metiendo lio, cuando su prima intento explicarle su versión Roberto dijo:

-¡Ya vale! ¡Vete a casa niña! Solo das dolores de cabeza, ¿no te das cuenta de que si que es su novia y que encima yo la conozco desde hace tiempo? Sé que llevan saliendo desde este verano así que Daniel no es tu novio.- Al verse acorralada se fue con sus amigas al piso de abajo, llorando y diciendo que ya no eran primos.

Como el ambiente estaba cargado decidimos irnos a los garitos de siempre para ello teníamos que ir con sus amigos o con la moto de Daniel. Al final teníamos que ir con la moto, la mayoría no tenían coche ni moto. Cuando llegamos a mi casa le dije:

-No puedo subir con esta falda, ¡se me verá todo!- Daniel me dijo que me pusiera unos vaqueros y que cogiera una chaqueta abrigada. Me puse unos vaqueros oscuros que me venían muy ajustados estaba segura que harían muy feliz a Daniel, después cogí un anorak de color rojo y baje donde estaba Daniel en su moto. Cuando me vio me dijo asombrado cubriéndose los ojos riendo:

-Eso me provoca más que la falda, no tenias unos más normales con esos se te nota todo.- Le dije que eran los que gustaban, Daniel miró al cielo como buscando algo de ayuda y dijo:

-¡Quieres que me vuelva loco y no nos vayamos! ¡Venga sube! Ya veremos como termina la noche.- Cuando llegamos estaban esperándonos, David dijo:

-¿Dónde esta esa faldita tan mona que llevabas?- Daniel le dijo que para ir en moto la faldita era demasiado fresquita. Todos nos reímos cuando David después de fijarse y ver mis pantalones dijo que mis vaqueros eran los más impresionantes que había visto. Todos los amigos de Daniel que no tenían novia querían enseñarme a jugar al villar que había allí pero Daniel dijo en tono posesivo acercándome a su cuerpo:

-¡Yo le enseñare! No quiero que nadie la toque, ¡es mía!- Me enseño a tirar, eso me recordó cuando me enseñó a jugar al pingpong. Me reí al recordarlo, Daniel pregunto por qué me reía, le dije:

-También me enseñaste a jugar al pingpong así.-Daniel dijo que esa era la mejor forma, además de reconocer que así se aprovechaba un poco para acercarse. Después dijo:

-Si te hubiera enseñado el día que estábamos solos, habría tenido la oportunidad de hacer esto.-Me giró sin separarme y me besó profundamente, algo sofocada le dije:

- ¡Dani! ¡Nos miran todos!- Él miró a los demás y dijo riéndose:

-¡Me da igual! Eres mi novia, si quiero besarte pues te beso y si quiero puedo hacer que estemos solos para algo más.- Los demás se pusieron a decirle que se lo guardara para después que termináramos la partida primero.

Cuando la partida terminó nos fuimos a la barra, todos estaban interesados en que probara un chupito con sabor a fresa. Daniel no quería, pero sus amigos me invitaron igualmente y bebí unos cinco antes de que Daniel dijera acercándome a él:

-¿Tan bueno esta? ¡Ven, quiero probarlo!- No le entendí hasta que me besó pasando su lengua por toda mi boca. Después dijo:

- ¡No esta mal! ¿Quieres más?- Le dije que si me invito a cinco más, después de que me bebiera el chupito repetía la misma acción que había hecho para probarlo. En el último me dijo:

-¡Ya tenemos bastante! Llevan alcohol y tengo que conducir, así que se acabó lo que se daba.- Nos fuimos a un rincón oscuro a besarnos, me senté encima de él mientras me besaba por casi todas partes. Incluso note como me mordía el hombro, me sentía protegida por sus brazos. Al rato vino uno de sus amigos diciendo que iban a otro sitio, nos levantamos y nos fuimos con ellos. En el otro lugar no había sitio donde sentarnos, estábamos en un descampado donde la peña hacia botellón. Daniel se entretuvo hablando con algunos chicos que conocía mientras Cloe me invitaba a un cubata. Me lo bebí antes de que Daniel viniera a mi encuentro y para disimular me puse un chicle de fresa en la boca.

Aunque para mi poca suerte Daniel no era tonto, me dijo que nos fuéramos donde pudiéramos estar solos. Que quería vigilarme para que no me emborracharan y tuviera que cargar conmigo. Los coches estaban llenos de peña enrollándose, así que nos fuimos a uno de los lados de la pared donde no había luz. Había un pequeño resorte donde Daniel me sentó, estaba a su altura gracias a eso. Se puso entre mis piernas y comenzó a besarme de nuevo, no conseguía pensar en algo concreto. Presionaba mi intimidad por encima de mis vaqueros con su cuerpo. Mi cabeza daba vueltas, no se centraba y Daniel no me daba ni un respiro. En medio de la oscuridad note como Daniel volvía a presionar su mano en mi intimidad. Gemí contra su chaqueta, sin esperar a que me recuperara su mano se frotaba sin control. Intenté levantar la cabeza, decirle que parara pero no podía. Lo único que conseguía era gemir, Daniel se abrió la chaqueta y me abrazo con ella. Puso su mano dentro de mis vaqueros y mis braguitas, sus dedos empezaron a buscar. Me aferre a su camisa, no sabia que sucedía, mi corazón latía en mi cabeza y en todo mi cuerpo. Uno de sus dedos me acaricio en el lugar que estaba muy sensible, sin querer mordí su hombro. Su dedo encontró la abertura buscada, mientras con el otro seguía ronzando mi zona. Introdujo su dedo dentro de mi abertura suavemente, después lo volvió a sacar del mismo modo. No conseguía dejar de gemir, mi cuerpo no me dejaba escapar de aquella sensación sino que buscaba más. Su chaqueta parecía absorber mis gemidos ya que nadie se dio cuenta de lo que estábamos haciendo. Su otra mano me cogió la mía y la puso en su parte que ya estaba hinchada por el momento. Al tocarlo me asuste pero Daniel me dijo con voz baja, suplicante:

-¡Por favor! ¡Solo tienes que tocarme, nada más! Acaríciame de arriba a bajo, no te detengas hasta que te lo diga.- Sin decir nada hice lo que me pidió, le toque y lo masajee de arriba a bajo. Su miembro estaba duro, cada vez más grande y estaba empinado hacia arriba dentro de sus calzoncillos. Unos minutos después Daniel dijo con la voz casi quebrada:

-¡Emi! ¡Más deprisa!- Lo hice y al momento sentí como él me apartaba la mano agachaba un poco su ropa interior y agachaba su miembro. Después de un momento dijo con suavidad aunque su respiración estaba alterada:

-¡Gracias! ¡Ahora tú! Voy a hacer que te sientas bien, esto me ha dado mucho placer.- Sus dedos empezaron a moverse con violencia, casi su chaqueta no conseguía ahogar mis gemidos. Con su mano libre me presiono la cara contra su camisa, cuando me oyó decir:

-¡Dani! No puedo pensar, me cuesta mucho, ¡tengo miedo!-Me beso profundamente metiendo su lengua, sin dejar de besarme, al instante que sentí que mi mente se quedaba en blanco y mi cuerpo temblaba, mientras mi abertura se aferraba al dedo de Daniel.

Daniel me abrazaba hasta que los temblores pararon, después me dijo:

-¿Estas bien?- Asentí, me sentía bien pero al mismo tiempo pesada, mi cuerpo no quería coordinar mis movimientos. Daniel aparto la mano y me dijo:

-¿Tienes un pañuelo?-mientras le daba una toallita que tenía en el bolso él dijo:

-Esos vaqueros son mi perdición, he aguantado toda la noche hasta que te he visto con ellos. ¡Por favor! Póntelos cuando estemos asolas, no quiero volver a hacer esto en un sitio así. Me gustan tanto que no he podido controlar todo mi deseo, entiende que soy humano y tengo mis defectos. ¡Espero que no me tengas miedo!- Aun estaba sentada en el resorte cuando le dije:

-¡No me asustas! Es la sensación de que no puedo pensar en nada lo que me asusta, antes en mi casa ha sido lo mismo. Me sentía extraña y no sabía lo que era, aun me siento extraña pero estoy bien. Quiero aprender contigo, quiero saberlo todo sobre este tema.- Daniel dijo que si, con cuidado me llevo en brazos a un tronco que no habíamos visto antes donde me senté. Cuando mi cara ya no estaba roja, nos fuimos con los demás. La mayoría estaban casi todos borrachos así que nos fuimos hacia un árbol pero en vez de sentarnos en el suelo Daniel me dijo:

-¿Puedo besarte más? No se porque esta noche no consigo calmarme, quiero más. Tengo que intentar encontrar la forma de relajarme, tendremos que averiguar que puedo hacer con esto.- Me señalo su miembro que volvía a estar como antes, mi mente pensó que seguramente tenía razón en que esos vaqueros me los pondría solo para él. Le dije de repetir lo de antes, pero él dijo que no era justo que solo él recibiera placer.

Muy roja por la vergüenza le dije:

-No me importa si solo eres tú él que recibe placer, puedes besarme mientras, eso me gusta mucho.- Daniel seguía negándose hasta que puse mi mano dentro de su pantalón, asombrado aspiró profundamente, empecé a mover mi mano como antes. Daniel tenía sus manos apoyadas en el árbol encima de mí, con la cabeza agachada mirando como mi mano le tocaba.

Intenté superar mi temor e introduje la mano dentro de sus calzoncillos, toqué directamente su miembro. Para mi asombro su piel era tan suave, estaba duro, no sabia como continuar y levanté la cabeza. Daniel puso mi mano rodeando su miembro, encima de mi mano estaba la suya guiándome. Poco a poco su miembro se puso muy duro, parecía una piedra, Daniel movió mi mano más deprisa y después apuntó hacia abajo. Sin querer, en mí mano se quedó parte del líquido blanco que su miembro escupía. Daniel me miró y me dijo:

-¡Emi! ¡Te quiero mucho! Esto significa mucho para mí pero no podemos hacerlo así, para hacerlo bien tiene que ser mutuo.- Mientras limpiaba mi mano le dije:

-¡No realmente! Imagínate que fuera yo la que esta necesitada de contacto intimo y tú no quisieras, ¿No me ayudarías?- Daniel dijo asintiendo:

-Pero en mi caso es especial, ¡estoy lo que se dice salido! Parezco insaciable y todo por culpa de esos pantalones, se te marca todo. ¡Dime que solo te los pondrás cuando tú también quieras que te toque!- Le dije que si, que los guardaría para ese momento. Nos pusimos a besarnos, estábamos enrollándonos cuando Daniel se separó y dijo girándose:

-¿Qué pasa?- Era el chico con el que había hablado cuando llegamos, el chico dijo:

-Me has pedido que te avise a las dos menos cuarto, ¿no?- Daniel asintió y dijo:

-¡Gracias! ¡Nos vamos!- Nos despedimos de todos y me llevó a casa. Antes de irse me volvió a besar y me dijo:

-Mañana te veo después de comer, tengo una comida con mis tíos, la próxima vez mi madre quiere que vengas. Para ir conociendo a la familia poco a poco, ya sabes cosas de novios.- Me besó y me recordó lo prometido sobre los pantalones, le dije que lo recordaría. Se puso el casco y se fue, a los diez minutos me llamo diciendo que se había dejado encima de la mesa una cartera pequeña que se la guardara. Nada mas la encontré la guarde en mi bolso por si se me olvidaba.