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Un adiós

Sale del baño, se pone un conjunto deportivo de esos que detesta; solo los usa para el gym, pone hielo en sus ojos, prepara café y algo de desayunar. Se queda sentada en la barra de la cocina, con el almuerzo frente a ella, observando su brazalete, con las iniciales de ambos entrelazadas.

La saca de sus pensamientos el timbre. 

Enciende la tele, para ver las cámaras en ella; es un chico de paquetería. Pero no recuerda haber pedido nada. Y tampoco tiene ganas de salir y abrir; solo deja que toque y grite. Ya le llamaran para que vaya a recogerlo a la sucursal. Y sí es algo de Sandro, igual llamaran, ella luego se enterará. Cuando logra concientizar las ideas y regresar por completo a la realidad, se da cuenta que es muy temprano, hasta para la paquetería; aun no son ni las ocho de la mañana, y el tipo se ve muy insistente. Cualquier otro ya se habría ido. No es algo tan normal.

En el debate interno, entre sí debe salir a ver y el que es mejor no salir, por seguridad; los perros comienzan a ladrar ante la insistencia y la negativa de Ish de salir. Revisa las cámaras, no se ve camioneta de entrega, ya no hay patrulla vigilando su casa; "¿en qué momento dejo de estar la patrulla?" Se pregunta. El tipo no parece traer nada en la mano para entregar. ¿Entonces que querrá? Aun dudosa, sale sin abrir la puerta, grita de lejos preguntando – Diga, ¿Qué necesita?

-buenos días, traigo un paquete

Ish escéptica e incrédula, saca el celular – ¿paquete? 

-si

Ish busca el número de Rodríguez – ¿para quién?

-puede abrir

Ish marca a Rodríguez, mientras contesta le dice al tipo –no escuche a quien busca

-al Sr… Sandro

Rodríguez no le responde, le envía un mensaje rápido pidiéndole ayuda; diciéndole que no hay patrulla. Unos segundos después él lee el mensaje y le responde, que una patrulla estará ahí en cuatro minutos. 

Ish – Sandro ¿Qué? 

-Está o no el Sr. Debo entregar el paquete. 

Ish aun gritando desde el muro de adentro le responde al tipo, entreteniéndolo – necesito saber con seguridad a quien dices que buscas. Mira aquí viven muchas personas

-he estado trayendo paquetes muy seguido. Y el Sr Sandro siempre me abre y recibe el paquete, da una buena propina y me voy.

Ish casi se burla al oír que da una buena propina; algo que no hace él, es dar muy buena propina. Se limita en el restaurante a dar el diez por ciento, y a los que debe darles, apenas y contempla entre diez y veinte pesos para gratificar su ayuda. Sin duda no puede estar hablando enserio, ni de Sandro. –permíteme, deja veo sí está. –le dice para hacer tiempo en lo que llega la patrulla; el tipo no responde. 

La patrulla llega, y no encuentra a nadie afuera; Ishtar cuando sale a abrir, le comunican al Comandante Rodríguez. Quien le dice que está ahí en veinte minutos. 

Ishtar llama a la oficina, para avisar que llegará tarde, que le reprogramen las citas y apoyen con las audiencias que tiene pendientes. 

Ishtar consternada, pero manteniendo la frialdad necesaria; ya ha llorado bastante. Prepara más café, que les ofrece mientras ven el video, donde aparece el chico, de paquetería, sin que se distinga la compañía para la que trabaja, no hay camioneta, ni paquete que se perciba, tampoco se le ve el rostro; el tipo llego del punto ciego de la cámara, no se ve por donde llega ni por donde se va. Revisan los videos anteriores, y las entregas que le han hecho a Sandro con anterioridad y en ninguna había ocurrido eso; ni tampoco había ido el tipo de esa mañana. 

Rodríguez – ¿Y el Licenciado Malvan?

Ishtar, con tono seco responde –desconozco

Rodríguez contrariado y sorprendido pregunta – ¿Cómo?

Ishtar suspira y se cruza de brazos –Si, ayer llegue, estaba todo esto –señalando con la vista todos los arreglos de flores.- Pero no estaba él. 

Rodríguez sorprendido, mira a su alrededor y luego a Ishtar – ¿lo ha llamado?

Ishtar se sienta en una silla –por supuesto, le he mandado cientos de mensajes, le llame mil veces y no he recibido respuesta alguna. Está apagado su teléfono. No he querido llamar a sus amigos, Pablo no está y… los demás pues… no sé, dudo que sepan algo o digan; falta un poco de ropa y un par de zapatos de él. 

Rodríguez – ¿no cree que sea muy extraño?

Ishtar –dígamelo a mí. Primero no quiere ni salir a la esquina, se deprime, discutimos, se va de fiesta, nos arreglamos, llegó y me encuentro este hermoso gesto con una tarjeta que dice <<te amo, gracias>>; así sin más ni menos; no lo encuentro, no llega, no me llama, no responde, descubro que faltan cosas, no está ni su auto. Creo que es claro el mensaje de que se ha ido. 

Rodríguez – muy extraña forma de decir adiós

Ishtar –adiós, hasta pronto, no sé, pero… -se calla, no tiene confianza con él comandante como para quejarse de sus sentimientos; ahoga un sollozo.-

Rodríguez – ¿pero? 

Ishtar traga saliva –no puedo con esto, es demasiado. –Se talla la cara con la mano y luego la pasa por su cabello, como signo de su frustración, desesperación y tristeza. Rodríguez dirige su mirada hacia la cocina y el plato del desayuno, medio comido; Ish sigue su mirada, prediciendo, apunta – iba a desayunar… no he podido dormir esta noche –toma aire, y con tono firme y duro le comenta– comandante, el enfrentar amenazas en contra de Sandro teniéndolo aquí, es una cosa. Pero, en su ausencia es… ¡imposible! No sé dónde está, no puedo decir que está desaparecido, no sé nada

Rodríguez, analizando todo, le cuestiona – ¿ya reviso los videos?