webnovel

Noches de copas

Después de la noche de copas y confesiones, entre hombres; confesiones entre chicas, quejas y tips de belleza. Sandro ha llegado a dormir tarde, a casa, pero Ishtar está dormida en una habitación con todas las chicas; no en la recamara de ellos. Esa noche, sí no fuera por el alcohol, él no habría dormido y ella no se habría desahogado y distraído un poco. 

A la mañana siguiente, para fortuna de Ishtar es sábado, pero como de costumbre se levanta temprano, preparando el desayuno para todos, café y fruta. Va, a ver a Sandro, despacio se mete en la cama junto a él, lo abraza y besa tiernamente, haciéndose espacio para acurrucarse a su lado entre sus brazos. Sandro despierta, respondiendo sus besos y caricias; la abraza fuerte y se acomoda, con ella en brazos para dormir otro rato; antes de iniciar el día cotidiano. Despierta tarde a las chicas, para que todos desayunen juntos y pasen una buena mañana antes de que se vayan.

Días después; llega Ishtar del trabajo a su casa, se encuentra con una sala llena de arreglos florales, flores de todos los estilos y tipos; y por último, en la mesa de centro, una enorme pirámide de rosas rojas, el más grande y llamativo de todos los arreglos, el único con tarjeta. Ishtar se detiene sorprendida e ilusionada, observa cada arreglo, se detiene frente a las rosas, toma la tarjeta y la abre, leyendo su interior <<Princesa, te amo, gracias>> sonríe al leer eso y se da la vuelta lentamente, buscando más tarjetas o a Sandro. Pero no encuentra nada; sube a la habitación y tampoco está. Va a la casa grande y no encuentra a nadie; busca en el jardín y nada, tampoco encuentra el auto. 

Conde y Duque la acompañan a todos lados, ella les pregunta por Sandro y ellos solo la observan, se ven, miran hacia la puerta y la besan. Conde le lleva una pelota y Duque la babea. 

Ishtar les lanza las pelotas y luego toma su celular buscando algún mensaje o llamada de Sandro. No encuentra nada, le llama y no responde. Comienza a preocuparse. Va a buscar alguna otra nota, en la sala, cocina, comedor, piso, flores; al no encontrar nada suspira, ve la hora, se intenta hacer a la idea de que es temprano y a lo mejor salió; le manda un mensaje <<Amor ¿Dónde estás? Están hermosas las flores, gracias>> espera unos momentos pero no le llega el mensaje a Sandro. Intenta espantarse ideas negativas de la cabeza y se va a cambiar para jugar un rato con Conde y Duque en lo que regresa Sandro. 

Al cabo de varias horas, no tiene mensaje de regreso, no llega Sandro, y su preocupación comienza a crecer e invadirla.

Llama un par de veces al número de Sandro, sin obtener respuesta. Busca entre las cosas de Sandro, intentando encontrar algo que le dé una pista o alguna idea de lo que ocurre, el donde esta o a dónde pudo haber ido.

Descubre que falta ropa y cosas, busca más desesperada, preocupada y triste.

Sus lágrimas comienzan a rodarle por las mejillas descontroladamente y ni cuenta se había dado hasta que comienzan a nublar su vista.

Se deja caer sentada en la cama, llorando desconsolada, preguntándose ¿por qué?

Se fue… ¿por qué? ¿A dónde? Pero le ha dicho que la ama; y porque todas esas flores, para disculparse por irse así, de repente, sin despedirse, sin decir nada, y luego no se ha llevado todo, pero tampoco ha dicho sí volverá o cuando.

Todas esas preguntas invaden la mente de Ishtar, agotada de pensar y llorar se queda dormida…

-Ishtar, ¡cariño! ¿Ya estás? 

Ishtar piensa: Esa voz… es una voz de mujer, piensa, esa voz la reconozco… es mi madre, pero… ¿dónde está? ¿Dónde estoy? 

-Ishtar, ¿aún no te has arreglado? Vas a llegar tarde. No puedes llegar tardé, siempre eres tan desastrosa; ¡anda! ¡Arréglate! Mira ¡que hermosa te vez! 

-pero… pero… ¿para qué? ¿Por qué?

-¿Qué? ¡No hablas enserió! 

Ishtar debió hacer una cara de duda mientras le ensartaba un enorme vestido color dorado, aunque se supone que era de bodas, esperaba que fuera uno blanco pero no. 

-ya está todo listo, la gente está llegando, el salón está adornado, el pastel llegó hace poco, aunque no me agrado mucho… tampoco el vestido, pero pues ya es el día… 

-¿el vestido? ¿El día?

-mi amor ¡tu boda! ¡Ya estás! ¡Bella y lista! 

-¿boda? Pero… ¿con quién? ¿Sandro?... pero… 

-ya, ya deja los juegos y sal de aquí 

Se abre la puerta y entra a un salón enorme, con grandes ventanales, iluminado con una fuerte luz de día color ámbar, que da un tono muy elegante a todo y la sensación de que es más grande, la estancia casi blanca y limpia, hay niños corriendo y jugando por todas partes; unos pequeños están entretenidos con una pista de carreras; eso parecía una sala de estar, no un recinto para boda, busca a su madre pero no está en ningún lugar.

Ella se siente extrañamente feliz al verlos, un hombre llega por detrás abrazándola, le da un beso en la oreja, cuando ella voltea para verlo, todo desaparece; ya no está ahí, se encuentra en un parque.

Camina por el lugar intentando reconocer el lugar, como uno al que iba en su infancia. Ahí choca con una señora; que la avienta, le araña el brazo y le comienza a gritar 

-¡ratera! ¿¡No sabes quién soy!? ¡Mendiga desgraciada! 

Ishtar confundida, ve a la mujer que le grita, ve claramente los rasgos de esa mujer, que no conoce, no es nadie que recuerde haber visto o tenido contacto alguno con ella. 

Ishtar asustada y en defensa respondiendo a su ataque, le grita a la señora – ¡usted es quien no sabe quién soy yo! ¡Vieja histérica! ¿Ya vio? ¡Me ha herido! ¿Qué le hice yo a usted? ¡Está loca! – La golpea con una cartera que quien sabe de dónde salió. – ¡policía! ¡Policía! ¡Policía! ¡Policía!

Despierta Ishtar gritando, llena de sudor frío y temblando de nervios por el sueño. Inmediatamente voltea a ver el lugar vacío de Sandro, esperando encontrarlo, pero no. 

Vuelta a la realidad se levanta, cansada sin sueño, ve el reloj, son las 5:10 a.m.; se pone un pants y tenis, y va hacía el jardín, se pone a hacer algo de calentamiento y luego a golpear el costal de box que tiene colgado; lo golpea una dos, tres veces, con toda su fuerza, golpea más y más fuerte; despierta a los cachorros que aun dormían sin darse cuenta que Ishtar ya se había levantado; cuando ven que es ella se vuelven a dormir. 

Ishtar sigue descargando todo su coraje, odio, frustración y miedo en el costal de box, sigue hasta que no puede más. Luego se avienta a la alberca a nadar como desesperada, como sí o hubiera mañana. Cuándo se ha quedado sin energía, salé de la alberca, va directa a darse un baño, se toma su tiempo mientras llora de nuevo en la regadera; deja salir todas esas emociones contenidas que tiene dentro, desde el susto de la amenaza a Sandro, el miedo a perderlo, la noche que lo arrestaron, las terapias psicológicas, la depresión de Sandro, el estar vigilados, el riesgo que estaba corriendo ella también, la ausencia de los niños a los que ya se había acostumbrado; miedo, tristeza, ansiedad, preocupación, depresión, coraje, y más emociones que no había experimentado. Y ahora soledad y abandono. No está ahí él, no está, y no tuvo valor para decirle de frente que se iba, cuando, por cuanto tiempo, a donde, nada; no sabe nada. El dolor que le causa, el dolor que siente no se compara a nada que haya sentido antes; un vacío, ansiedad, dolor, abandono, tristeza y necesidad de saber que por lo menos está bien y con vida.