—¡Finalmente! ¡Finalmente llegamos! —exclamó Huo.
Todos comenzaron inconscientemente a caminar un poco más rápido, al fin viendo su secta después de días de explorar a su alrededor. Bueno, todos excepto Hua Mei, a quien no parecía hacerle la más mínima felicidad estar de vuelta en ese lugar.
Aiden ya se había dado cuenta, pero ella era claramente diferente al resto de ellos. Había tratado de echar un vistazo a su fuerza, y fue entonces cuando se dio cuenta de que esta chica no era como parecía desde el exterior. No había sentido nada proveniente de ella, lo cual significaba una de dos cosas; o bien ella era tan débil que Aiden no podía sentir nada de ella.
La segunda opción era que ella era tan fuerte que Aiden no podía sentir su fuerza, y por lo que había podido constatar Aiden, esa segunda opción era la acertada. No cabía duda en su mente sobre ello.
—Hua, ¿no vienes? —preguntó Huo mientras seguía aumentando su velocidad al caminar, dejando tanto a Aiden como a Hua solos atrás.
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