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Más entrenamiento

Cuando llamo a Bronceada al día siguiente, a media mañana, vuelve a darme las gracias. Incluso derrama lágrimas. Vuelve a prometer que hará lo que yo quiera. Recuperar a Hong ha sido un regalo que no esperaba.

–¿Lo que quiera? Bien, entonces dime, ¿cuál es tu posición favorita?– le pregunto.

Ella se queda medio paralizada, con la boca abierta, sin saber qué decir. Tarda unos momentos en sonrojarse.

–Amo…– me pide suplicante.

Curioso. Eso la avergüenza. Y alimenta mi curiosidad. No la voy a dejar escapar.

–¿No has dicho lo que quisiera? No es una pregunta tan difícil– insisto. No puedo evitar sonreír.

–Amo es muy…– se queja en voz baja, para seguir en un murmullo y confesar –Contra la mesa…

–¿Contra la mesa? ¿Cómo? A ver, ponte.

Ella me mira queriendo quejarse. No llega a decir nada. Se muerde el labio antes de girarse. De ponerse al borde de la mesa. Curva su cuerpo. Apoya su pecho sobre la mesa. Sus pies en el suelo. Su culo expuesto. Seductor.

Me acerco. No se mueve. Puedo notar que su respiración se acelera. Mientras contemplo su cuerpo atlético. Su línea de bronceado es perfectamente visible en su espalda. Seductora en sus nalgas. Bordeando su entrepierna.

Acaricio suavemente la apertura cerrada que protege su entrepierna. Un dedo la separa suavemente. Roza su clítoris. Sube hasta el agujero de su vagina.

–Oh, ¿ya estás mojada?– me sorprendo un poco.

–Amo…– protesta entre suplicante y seductora –¡Aaaah!

La penetro un poco con el dedo y añado qi. Luego salgo. Subo hasta su ano. También lo penetro con un dedo. Lubricado con su líquido. Añado qi. Mientras con la otra mano masajeo su nalga. Ella gime de nuevo.

–¿Prefieres este agujero o el otro?– le pregunto.

–El… ¡Aaah! El otro– asegura.

Ya se ha rendido. Sabe que no tiene opción. Así que confiesa. Cada vez más excitada.

–¿Y cómo lo quieres?– vuelvo a interrogarla.

–Su… Aaah Suave al principio. Fuerte… ¡Ah! Fuerte al final.

Así lo hago. Mientras cojo sus dos nalgas, la penetro. Poco a poco hasta el fondo. Luego salgo despacio. Vuelvo a entrar. Y salir. Acelerando poco a poco.

Es deliciosa la sensación de haberla conquistado del todo. De tenerla totalmente a mi merced. De sentirla disfrutar sin inhibiciones. Totalmente entregada. A mí. Al placer.

Estoy con ella un poco más de lo normal. Saboreándola. Llevándola al límite. Disfrutando de su cuerpo. De su estrechez. Llenándola.

–¿Cómo ha sido?– le pregunto, tras hacerle darse la vuelta.

Lo hago para molestarla un poco. Queriendo avergonzarla de nuevo. Lo consigo. Me mira satisfecha. Pero también casi haciendo pucheros.

–Amo ya lo sabe– responde, desviando la mirada.

–Quiero oírlo– sigo provocando.

No puedo evitarlo. Quiero ver más de esa parte de ella.

–Ha sido… increíble– reconoce al final, apartando la mirada.

–Entonces me merezco un premio– reclamo.

Me vuelve a mirar. Extrañada. Hasta que lo entiende. Abre la boca para decir algo. Pero no lo hace. Se acerca a mí. Incluso sonríe. Me besa. Larga y apasionadamente. Nunca lo había hecho así. Su cuerpo apretado al mío. Seductor. Firme. Suave.

–Deberías sonreír más. Estás preciosa cuando lo haces– la halago cuando nos separamos.

–Ah… Amo debería devolverme ya. Las demás están esperando– desvía la mirada.

Sonrío. Supongo que ya la he molestado suficiente por hoy.

–Hasta luego, mi Bronceada– me despido, dándole un beso en la mejilla y agarrando su nalga derecha.

La devuelvo. Puedo ver que se toca la mejilla con la mano. Sonríe. Se queda un rato sentada sobre la cama y descansando. Aunque no tarda mucho en levantarse. Algo habla con Hong. Luego se pone a practicar.

No sé de qué han hablado. Pero Hong sonríe cuando la ve practicar. Se la queda mirando. Y me da las gracias también cuando la llamo por la noche. Lo más curioso es que me pide que se lo haga como a Bronceada. Entre risas.

Es la tercera vez que la follo. Se ha familiarizado rápido con la rutina. También con las chicas. En especial con Shun. En cierta forma, Hong es también un regalo para ella. Es una matrona experta. Con mucha experiencia cuidando niños.

Creo que todas las chicas la han interrogado al respecto. Antes, ella cogía a Wei de diferentes formas. Y señalaba. Siempre con mucha ternura.

Lo que no esperaba es que se integrara tanto. A la mañana siguiente, no ha tenido ningún reparo en ayudar a atarme. En cabalgarme. Song, Shi y Yi eran las que más la animaban. Como si lo necesitara.

Me vengo más tarde en su ahijada. Lo más curioso ha sido ver a ella y Rui hablar y practicar juntas. Creía que Rui le tenía manía. Así que le pregunto en el descanso. Mientras recupero qi para copiar más páginas. Penetrándola. Yo de pie. Ella alzada. De cara. Abrazándome con pies y manos. Besándome.

Creo que es su posición favorita. Se moja incluso un poco más. Cuando le pregunté, me aseguró que le gustan todas. Que la penetre y use como quiera. Fue imposible sacarle más. Me parece que se lo creía.

–¡Por fin ha entendido que Amo es el mejor! ¡Mira que le ha costado! ¡Ha dejado de ser una idiota! ¡No como Rong!– me explica.

Vaya. Así que estaba enfadada con ella porque no era totalmente leal a mí. Y cuando se ha sometido del todo, la ha perdonado. Ahora la considera una compañera. Creo que la lealtad de Rui es insuperable. Incluso un poco abrumadora.

—————

Por la tarde, continúo los entrenamientos con el bastón. Lo hago fuera. En el bosque. Los hermanos salieron ayer. Fueron en una misión. No deberían volver en varios días. No nos molestarán. Aunque a pesar de eso, tengo a Bronceada y Rui vigilando.

Hong nos observa con curiosidad. Shun se ha enfrentado un momento a mí. Es muy torpe aún. La he desarmado con facilidad. La he rozado en la cabeza con el bastón. Dándole un golpecito suave.

–¡Buuuu! ¡Abusón!– me critica Yi.

El resto ríe. Shun saca la lengua. Quería probar. Sabe que no está preparada aún. Se va hacia Hong a recuperar a Wei.

He estado toda la tarde practicando con la ayuda de las chicas. Enlazando movimientos. No es tan sencillo como hacer un movimiento tras otro. Se trata de enlazar el qi. De que el qi de un movimiento se aproveche para el siguiente. Se canalize. Puede servir para ahorrar qi. Para no gastar tanto. O para hacer más explosivo el siguiente movimiento, al poder reunir más.

Hasta ahora, creía que lo tenía más o menos controlado. Song se ha encargado de resquebrajar mi confianza. Shi la ha acabado de romper. Las gemelas me han rematado. Sumamente crueles. Y nadie me ha apoyado. Hasta Shun y Hong reían. Lang creo que también. Miraba hacia otro lado.

Combinar dos movimientos seguidos no es muy difícil, aunque necesito concentración. Tres me cuesta más. Enlazar una serie de movimientos sin parar está todavía lejos. El problema es que al menos dos lo creía dominar. Hasta que ellas han empezado a interrumpirme.

A veces un ataque en el momento adecuado. Otras apartándose para no dejarme enlazarlos. Suspiro. Una cosa es practicar solo, y otra en una pelea real. En estos momentos, no estoy en condiciones de usarlos en combate.

Está claro lo que necesito. Practicar más. Enlazarlos sin pensar. Y luego volver a practicar con ellas. Hasta que pueda hacerlo fluidamente. Si me interrumpen tan fácilmente, no me será útil.

Lo más humillante es que lo sabían y no me lo han dicho. Me han dejado creerme que podía hacerlo, para reírse a mi costa. Ahora empiezo a entender un poco algunas de sus prácticas. En su momento, no las entendía. Ahora sé que se interrumpían las unas a las otras continuamente.

–¿Ya os habéis reído bastante?– las acuso.

–Ja, ja. No estoy segura– se burla Song.

–Pfffftt– intenta disimular Liang.

Suspiro de nuevo. Siempre encuentran algo para hacerme la vida difícil en las prácticas con ellas. Sé que lo hacen por mi bien. Pero era innecesario aprovechar para reírse. Las odio. Aunque las quiero aún más.

Me hacen practicar un rato más, con ellas interrumpiendo. Luego hacemos algunos combates. Y sexo para recuperar qi y volver a practicar. No todo tiene que ser malo.

En los combates, puedo notar que he mejorado. Claro que ellas también. Y han estado preparando nuevos trucos contra mí. No me queda más remedio que aprender a marchas forzadas. Por lo menos, para intentar no hacer el ridículo.

Esta vez, me enfrento a las gemelas individualmente. Son ágiles, rápidas y letales. Aunque muchísimo menos que cuando van juntas. Me fuerzan a bloquear muy rápido. A mover el qi por el bastón constantemente para contrarrestar sus ataques. Después de los primeros desastrosos cinco minutos, me empiezo a acostumbrar a su ritmo. Pero exige toda mi concentración.

Casi no me han dejado atacar. Ninguna de las dos. Si logro mantenerlas un poco lejos, tengo ventaja. De cerca, son muy peligrosas. Tengo el cuerpo lleno de pintura. De sus dagas sin filo.

Shi me deja atacarla. Ella bloquea. No hay ninguna abertura. Me cuesta diez minutos conseguir golpearla. Me da un beso para felicitarme. No estoy seguro de si no se está burlando por tardar tanto. Pero el beso es muy dulce. Muy intenso.

Song coge un bastón y luchamos bastón contra bastón. El suyo más delgado. Quiere practicar conmigo esa faceta. Por una vez, tengo ventaja. Aunque se nota que va mejorando a lo largo del combate. Me alegra realmente poder ayudarla. ¿Quizás ellas se sienten también así cuando me ayudan?

Liang solo prueba un rato a acribillarme con flechas. Resulta incluso divertido bloquearlas. Un pequeño desafío. Aunque no pone mucho qi. Tiene miedo de hacerme daño. Es demasiado dulce.

A Lang la fuerzan a atacarme. Le han dicho que si no me da ni una vez, no la dejarán tener sexo hoy. Creo que lo decían en broma. Pero ella se ha puesto muy seria.

–¡Tramposo! ¡Te has dejado!– me acusa Shi, riendo.

–¡Eso no vale!– ríe también Liang.

Lang me da un beso suave en los labios. Muy roja. Me sonríe. Supongo que se ha notado. No le pone tanto empeño en los entrenamientos. Se nota que está por detrás del resto. Le gusta más ayudar en otros aspectos. Ser nuestra "sirvienta".

A Bronceada y Rui también las hacen luchar contra mí. Se las nota indecisas. Hasta que las chicas les prometen tiempo extra conmigo si me sobrepasan. Y se ponen mucho más serias. ¡Traidoras! ¡Luego aprenderán quien manda! Por ahora, tengo que defenderme.

—————

–¡Aaaaah! Amooo ¡He sido mala! ¡Castígame! ¡Aaaaah!– pide Rui entre embestida y embestida.

Bronceada no ha sido mucho mejor. Al final, las dos están exhaustas. Llenas de mí. Con rostro de satisfacción. Al final, les he tenido que dar lo que las chicas les han prometido. Sin mi consentimiento. Aunque no voy a decir que no haya sido excitante.

Las chicas hoy reclaman sus premios. Incluida Shun, por intentarlo. O Hong, por ayudar a recoger. Aún se siente ansiosa por su cuerpo. Por su edad. Bronceada me lo ha recordado. Está preocupada por su tata. Creo que he conseguido tranquilizarla.

Es la misma verdad que le conté a Hong. Aunque supongo que cuesta de asumir. Tampoco importa mucho. Solo hace falta tiempo. Cuando empiece a cultivar, lo verá. Irá rejuveneciendo. Y yo me encargaré de echarle una mano.

Las chicas se muestran hoy muy activas. Shun está mimosa. Diciendo que tengo que cuidarla por el golpe con el bastón. Apenas la he tocado. Pero puedo mimarla. Y también a Hong.

Liang se deja hacer. Como penitencia por sus flechas. Es adorable. Wan también se deja. Aunque más pervertida.

Song y Shi se alían contra mí. Aunque son muy tiernas. Más que las gemelas. Tengo que satisfacer a Yi con la boca mientras Yu me cabalga. Luego Yu me besa apasionadamente mientras me ocupo de su hermana.

Lang pasa la noche conmigo. Me sirve primero con su boca. Luego se pone a cuatro patas. La hago moverse durante un buen rato. Hasta que me pide que se lo haga más fuerte. Que la penetre hasta el fondo. Otra que quiere hacer penitencia. Mientras mis manos agarran sus mullidos senos. Disfrutando de su textura. De su suavidad. De cómo mis dedos se hunden en ellos. Mientras no deja de gemir.

Me besa apasionadamente antes de dormirse en mis brazos. Le he pedido un beso de buenas noches. Ha más que cumplido. Me la quedo mirando, consciente de sus pechos apretados contra mí. Mejor dejo de pensar en ello. Si no, me costará dormirme.

Es curioso. Fue nuestra enemiga sin quererlo durante un breve tiempo. Luego se ha convertido en una de nosotros. Las chicas la aprecian mucho. Si no, no hubieran bromeado con ella así. El destino es a veces extraño.