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Cartas a Romeo.

``` —Solo bastó con romper una regla que no se suponía que debía —Él era el chico malo con tatuajes. Ella era la chica buena con gafas, y ella era suya. —Cuando Julianne Winters decide mudarse al dormitorio de la prestigiosa Universidad, ella tiene todo planeado para poder terminar su graduación y dejar el lugar. Pero su plan comienza a incendiarse desde el momento en que la mirada de Roman Moltenore de último año se posa en ella. Y su apariencia no grita nada más que PROBLEMAS. —¿Qué reglas? —preguntó Julianne con el ceño fruncido mientras leía la página. Estaba segura de que no había visto ninguna regla del campus mencionada en su sitio web. # 4. Prohibido usar teléfonos móviles. # 12. Los estudiantes no deben deambular fuera del campus después de las once de la noche. Cuanto más leía, más extraño resultaba ser. Su amiga pasó la página y luego señaló la última regla # 29. Escucha a Roman Moltenore. —Esto está inventado. Mira, la última incluso está escrita a lápiz —Julianne no podía creer que su amiga del dormitorio de al lado pensara que caería en eso. ¿Y sin teléfono? —Es importante que cumplas con todas las reglas. Especialmente con la número veintinueve —dijo la chica con tono serio—. Recuerda no involucrarte con Roman. Si llegas a verlo, corre en la dirección opuesta. Hay una razón por la que está escrita aquí. Con las reglas del campus, ella recurre a enviar cartas manuscritas a su tío. ¡Pero quién iba a saber que terminarían en manos de alguien más! ```

ash_knight17 · แฟนตาซี
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Otra vida para vivir

Cillian podía sentir la mirada de Julieta y dijo:

— Estabas ocupada con tus exámenes. Viendo cómo no recordabas la mayoría de las respuestas en el examen, pensé que era mejor no mencionarlo. Los estudios siempre son lo primero y luego viene el resto.

—Ah, me viste usar el hechizo —dijo Julieta con una sonrisa incómoda.

—Lo hice, y fue inteligente —respondió Cillian.

Julieta no era capaz de reprender a Cillian porque, en su mente, estaba encantada de ver que Griffin había pasado tiempo en el ataúd sin consumir sangre. Se merecía cada segundo en la oscuridad, en compañía de telarañas y en un ataúd polvoriento, pensó Julieta en su mente.

No olvidaba el día en que Griffin había enviado a Jackson para asaltarla. Pensar en ese día le causaba escalofríos.

—¿Estás enojada conmigo? —preguntó Cillian y Julieta sonrió antes de negar con la cabeza.

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