Al ver a Román aplastar la lata, algunos de los estudiantes cerca del mostrador se apresuraron a caminar en la dirección opuesta, mientras sus amigos y la persona que estaba detrás del mostrador, se voltearon para mirarlo.
—¿Qué? —preguntó Román con las cejas levantadas, y ellos volvieron a lo que estaban haciendo antes.
Lo observó a Julie riéndose de algo que Dennis le había dicho. Sus labios se torcieron mientras la miraba fijamente con enojo. Había sugerido reemplazarla en la obra para que no llamara atención innecesaria. Pero ese idiota había decidido saltar directo al fuego ardiente, pensó Román, y una vena en su frente se marcó.
Habían pasado unos días desde que se dio cuenta de que a Julie no se le podía compeler, y no estaba seguro de qué hacer al respecto. Había retenido la información y no se la había informado a Dante ni a ninguna de las otras criaturas nocturnas.
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