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[Cuerdo, tonto, loco]

Como sobre la superficie de un lago, las estrellas tildaban a través de la belleza cósmica, con gran desenvoltura; capaces de eclipsar a aquellos faltos de preparación.

Ocasionalmente, estrellas caían de su posición altiva, concediendo a los espectadores un espectáculo humillante.

Debajo de ellas, un espíritu y dos hombres presentes; un cuerdo, un loco y un tonto.

En el medio de los tres, una gran hoguera; sobre ella, quemaba una olla de grandes proporciones; siendo su interior desconocido.

No había animal que rodeará el área, a pesar del silencio de la noche. El suave viento corría, atrayendo a los árboles en una danza conjunta.

Pero la serenidad provocativa, era desvirgada a las manos de un anciano portador de un gran sombrero; quién con expresiones raras, locas y exageradas, danzaba alrededor de la misma olla.

"Uhh uhh, ohh ohh, oaah oaah". Eran los sonidos que emitía sin sentido el anciano, complementando su baile.

Ocasionalmente llamaba a monosibalos, siendo el silencio expectante la única respuesta.

Acciones que observaban Federick y Amagatzu, atentamente y sin perder detalles; no compartían palabras, pues estaban enfocados a los hechos de Infinitum.

Con rápidos movimientos, repentinamente aparecían máscaras sobre el rostro de Infinitum, las cuales desaparecian al otro momento consiguiente.

Con movimientos entrenados y memorizados, cada cierto tiempo echaba hierbas, sales y minerales de origen desconocido, sobre el contenido de la olla, a la cual atendía fervorosamente.

Un extraño humor ascendió repentinamente de la olla, en dirección al cielo descubierto; más allá, sobre el espacio, excediendo la atmósfera.

Un momento después, fue cuando el anciano con acciones desorbitadas, terminó su acto. Exponiéndose como una celebridad egocéntrica, se rió por su dominio de deidad.

"¿Has visto? Ni siquiera necesito mudras o mantras". Alardeo Infinitum con sus palabras, cubriendo su rostro con su cabello.

Ante esto, Federick únicamente destinó unos pequeños aplausos; le había parecido un espectáculo espléndido, digno de su observación positiva.

Aunque aún no sabía para qué era...

"¡Escucha bien, joven cacas! Tu estúpido padre, en su tonta ignorancia, no te ha hablado sobre las increíbles cualidades que poseó yo, tu padre, la gran deidad". Dijo Infinitum entre saliva orgullosamente.

"..."

"¡Pues ante los cantos taoístas, con la parcialidad de un edicto divino, soy yo, el Predilecto Divino!". Repetía el anciano entre expresiones exageradas, al señalar el cielo, a su persona y agarraba sus huevos.

"Supongo... que ya me ha quedado claro". Fueron las únicas palabras que destinó Federick ante el acto desorbitado.

"Ah, mi joven amigo cacas, no entiendes nada. Hoy, en la serenidad de esta noche, bajo estás estrellas: tengo el gran placer de compartir contigo los secretos del universo". Dijo Infinitum, exagerando con el lenguaje corporal.

Federick únicamente expresó curiosidad con los ojos, ante las palabras de Infinitum.

"A través de mí poder inconmensurable, en el interior de esta olla, son revelados por la posición de las estrellas, según su perpetuo movimiento sin principio ni fin".

Nadie podía asegurar el poder de Infinitum, pero Federick no dudaba que su nombre era genial.

"Pero no hagas alarde de cobardía, así como tu padre lo hizo con la esposa de... Digo, porque no te aburriré con los tediosos detalles de la verdad absoluta escondida en la conspiración de la creación". Expresó a leguas el anciano, mientras masticaba superficialmente la piel de su dedo.

"¿Conspiración de la creación?". Preguntó Federick, resaltando ese punto del discurso del anciano.

"No, no, querido muchacho, no te taladrare tu pequeña cabeza con conceptos extraños y profundos, sino que resumiré, el... bueno, ya te haces una idea". Dijo Infinitum confuso entre sus palabras.

"Vayamos por las medias de la muchacha... Digo, empecemos por lo básico: Cuántas veces te cagaras... Tu signo de creación, el más importante e influyente de todos los cuerpos celestes".

"¿Signo de creación?". Preguntó de nuevo Federick.

"Shhh... Estoy leyendo". Respondió impasible Infinitum.

"Simplemente le habrá gustado al oído". Murmuró en silencio Amagatzu al lado.

"Es... es... es... es...".

"¿Sí?". Preguntó Federick, intentando acelerar la cuestión.

"¡Una ardiente madre... Tu madre! Ah, sí, el rey de la selva, el señor de la mansión, el mandamás. Eres audaz, valiente, seguro de ti mismo y un líder nato. Tienes un don para lo dramático, un gusto por las cosas buenas de la vida y una propensión a la generosidad que roza la temeridad. En resumen, estás destinado a la grandeza, mí joven cacas".

"¿En serio?". Murmuró Federick, dirigiéndose a su padre.

Quién simplemente levantó los hombros.

"Pero, por desgracia, el cosmos también revelan algunas... digamos, ¿extravagancias? Ah, sí, llamémoslas "rasgos de personalidad únicos" que te distinguen de la chusma común. Verás, mí querido madre ardiente, tienes tendencia a ser un poco... testarudo". Continúo el anciano, convencido de sus palabras.

"Sí, sí, lo sé, es una revelación chocante; un joven tan feo como tú, y encima testarudo también. Pero no temas, porque esto también se puede superar. Con tiempo, paciencia y una buena dosis de sarcasmo". Vociferó Infinitum.

Federick ya había perdido su curiosidad inicial...

"Y ahora, pasemos a tu vida amorosa, mí querido cacas. Ah, sí, los enredos románticos que te esperan son tan numerosos como las estrellas del cielo nocturno".

Aunque el anciano se expresará con elocuencia, no convencía a los únicos dos espectadores...

"Eres un amante apasionado y ardiente, con un corazón tan grande como el mismo sol. Te enamorarás a menudo, y con fuerza, pero por desgracia, tu feroz independencia y testarudez pueden llevarte a algunas relaciones... digamos, "interesantes". Pero no temas, mí joven amigo, porque el amor es un juego, y tú, querido mío, eres un jugador nato".

Ante sus palabras, Infinitum únicamente recibió una mirada consternada; proveniente de Amagatzu, quién sufría ante el discurso de su amigo.

"En conclusión, el resultado de tu lectura es una historia de grandeza, de pasión, de aventura y, por supuesto, de obstinación. Pero no temas, porque estos son los ingredientes de un verdadero líder, un visionario, un pionero". Continúo Infinitum, envidioso del destino del joven.

"Y nunca lo olvides, estás destinado a ser un fracasado... Destinado a grandes cosas, muchacho, y no me cabe duda de que las lograrás todas, con una sonrisa, un pavoneo y una buena dosis de sarcasmo. Ahora, ¡adelante, mí joven cacas, y conquista el mundo!". Terminó Infinitum su discurso mientras observaba con ojos brillantes a Federick.

"Ser un fracasado destinado a la grandeza... Supongo que es único". Opinó Federick con impotencia ante el tonto.