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Dos fenómenos similares competían por la supremacía destructiva dentro de la Fantasmagoría de Guerra.
Por un lado, estaba la energía reticente pero aparentemente omnipotente de Adeia que hacía que los ríos de sangre temblasen en dócil sumisión. Deidamia continuaba alcanzando nuevas alturas, lo cual a su vez solidificaba la odiosa sensación que la imagen horrorosa detrás del cuerpo de Adeia exudaba.
No parecía una Manifestación de Maná, algo que Kieran había presenciado muchas veces antes. A juzgar por lo intensas que eran las violentas fluctuaciones, y lo estrechamente que interactuaban con la firma de energía única de Adeia, Kieran encontró solo una respuesta para explicar este poder.
—Realización de la Fuente —murmuró Kieran para sí mismo, estrechando la mirada.
Un destello solemne apareció mientras sus labios se curvaban hacia abajo.
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