Clei cerró la puerta de su habitación con un suspiro, sintiendo el peso de la soledad y la responsabilidad. El castillo, con sus pasillos oscuros y sus secretos, parecía cerrarse sobre él, como si los muros mismos supieran de las decisiones que debía tomar.
El cajón del ropero estaba lleno de tesoros olvidados: juguetes rotos, fotos amarillentas y dibujos infantiles. Cada objeto contaba una historia, un fragmento de su niñez en aquellos días más simples y despreocupados. Clei se preguntó si podría volver a ser aquel niño, antes de que la carga de ser príncipe de los tres reinos se posara sobre sus hombros.
El dibujo que encontró en el fondo del cajón lo atrapó. Era un papel arrugado, con trazos infantiles pero llenos de emoción. En él, todos estaban reunidos en el bosque:Deymon, Zai, Heros, Abraxus, Asmodeus, Seia, Seya, Theiman e Idia. Sus "hermanos", como él los llamaba. Las sonrisas en sus rostros eran genuinas, los ojos brillantes con la promesa de aventuras y amistad.
Clei recordó aquel día. Tenía siete años y el sol filtraba entre las hojas de los árboles. Los "hermanos" habían construido una cabaña de ramas y hojas, riendo mientras compartían historias y secretos. En ese momento, el amor que sentía por ellos era puro y sin fisuras.
Pero ahora, todo había cambiado y las intrigas de se habían sembrado la desconfianza. El equilibrio entre los mundos celestiales e infernales pendía de un hilo, y Clei se encontraba en el centro de esa tormenta. ¿Podría confiar en ellos? ¿O serían también parte de las maquinaciones que amenazaban su reino?
El festival de las estrellas se acercaba al final, y con él, decisiones cruciales. ¿Debía mantener las puertas del castillo abiertas, arriesgando la seguridad de su gente? ¿O debía cerrarlas, protegiéndolos pero aislándolos del mundo exterior? El amor que una vez lo unió a sus "hermanos" ahora se había transformado en miedo y duda.
Clei se aferró al dibujo, como si pudiera encontrar respuestas en sus trazos infantiles. Las risas, los secretos compartidos, la confianza... ¿Podrían recuperar eso? ¿O era demasiado tarde?
Sus alas palpitaban, recordándole su fragilidad. Pero también recordaban su fuerza interior, su determinación de proteger a los suyos. Clei sabía que debía elegir sabiamente, no solo por él, sino por todo su reino.
Y así, con el corazón lleno de nostalgia y temor, Clei se preparó para enfrentar su destino. El bosque, los "hermanos" y la memoria de aquellos días felices serían su guía en esta encrucijada. ¿Qué camino tomaría? Solo el tiempo y su propio coraje lo dirían. Pero una cosa era segura: Clei no estaba solo en esta lucha. Sus "hermanos" estaban a su lado, incluso si la confianza se había vuelto frágil como sus alas.
¿Qué le depararía el futuro? la oportunidad de cambiar el destino de los tres reinos. Clei sostuvo el dibujo con fuerza, decidido a encontrar respuestas y a mantener la paz, aunque eso significara enfrentar sus propios miedos y dudas.