Li Wei había permanecido en silencio mientras Mei revelaba todo a su hermano y luego discutían sobre la forma de actuar. Al menos esta vez, los hermanos Xiting parecían más humanos al desatar su venganza. A pesar de que la furia y el deseo de justicia aún ardían en Jason, Li Wei podía percibir una diferencia: estaban siendo más pragmáticos, más calculadores. No era la brutalidad descontrolada que había presenciado con Sandro. Sin embargo, ella sabía que detrás de esa contención latía un peligro que podía desatarse en cualquier momento.
La sala se había quedado en un incómodo silencio después de que Jason diera su último ultimátum. Li Wei sintió que era el momento de intervenir, de intentar ofrecer un enfoque diferente. Con su habitual calma, dio un paso al frente.
—Jason, Mei —dijo con suavidad, pero lo suficiente para captar su atención—. Antes de que tomemos cualquier decisión precipitada, debemos considerar todas las implicaciones. Si esto se maneja mal, podríamos estar alimentando más odio y caos del que podemos controlar.
Jason la miró, su rostro aún tenso, pero había algo en la voz tranquila de Li Wei que lograba calmarlo, aunque fuera momentáneamente. Mei, por su parte, se volvió hacia ella con una mezcla de alivio y culpabilidad en los ojos. Li Wei era su amiga, la persona que solía ofrecer una visión más clara cuando las emociones nublaban su juicio.
—¿Qué sugieres, Li Wei? —preguntó Jason, aunque su tono era firme, había una pequeña apertura en su mirada.
Li Wei caminó hacia la cama, donde Amelia aún dormía, su respiración lenta y profunda. Se inclinó levemente, observando cómo el rostro de Amelia comenzaba a tensarse, quizás a punto de despertar. Entonces, con cuidado, volvió a mirar a Jason y Mei.
—Primero, necesitamos cuidar de Amelia —dijo, su voz tan suave como firme—. Ella ha pasado por algo terrible. Cuando despierte, no solo estará física y emocionalmente agotada, sino que también se sentirá traicionada. Necesitará que estemos aquí para ella, con calma y sin que nuestras propias venganzas personales la abrumen. —Hizo una pausa, esperando que las palabras calaran en ambos—. Y segundo, no podemos manejar esto como lo hicimos con Sandro. Diego y Laura son piezas diferentes en este juego, y si actuamos con brutalidad sin pensar, podría haber consecuencias más allá de lo que imaginamos.
Mei asintió lentamente, el remordimiento en sus ojos era evidente. Ella había fallado en proteger a Amelia, y aunque el deseo de venganza ardía en su interior, sabía que Li Wei tenía razón. Jason, por otro lado, estaba más rígido, pero algo en su expresión indicaba que estaba considerando las palabras de Li Wei.
—¿Qué propones, entonces? —preguntó Jason, su tono menos amenazante, aunque todavía lleno de tensión.
—No estoy diciendo que no actúes —respondió Li Wei, acercándose un poco más—. Solo te pido que pienses en lo que está en juego. Amelia necesita recuperarse, y antes de lanzarnos a la caza, tenemos que hablar con ella. Dejar que nos diga cómo quiere manejarlo. No podemos seguir tomando decisiones por ella, sin su conocimiento o consentimiento. Por otro lado Laura es una pieza clave en tus empresas. Encontrar un sustituto para ella en estos meses será algo difícil.
Jason miró hacia Amelia, que empezaba a moverse levemente entre las sábanas. La furia seguía presente en su corazón, pero algo en la sensatez de Li Wei le hizo detenerse por un momento. Sabía que si actuaba sin pensar, podría destruir más de lo que estaba dispuesto a proteger.
—De acuerdo —dijo finalmente, su voz tensa pero más controlada—. Esperaremos a que despierte y hablaremos con ella. En cuanto a Laura... No se si puedo dejarla cuando nos vayamos.
En ese momento, Amelia gimió débilmente, abriendo los ojos con dificultad. Li Wei se inclinó hacia ella, ofreciéndole una sonrisa tranquila mientras acariciaba suavemente su cabello.
—Amelia, estás a salvo —susurró, con la intención de tranquilizarla mientras recuperaba la consciencia.
Amelia parpadeó, su mirada perdida al principio, pero poco a poco sus ojos se enfocaron en las figuras de Mei, Jason y Li Wei. Sentía su cuerpo pesado, como si el mundo estuviera aún a medio camino de la realidad, y aunque no entendía del todo lo que había pasado, una sensación de peligro rondaba en su mente.
—¿Qué... qué sucedió? —murmuró Amelia, su voz débil pero llena de confusión. — ¿Comó... Comó he llegado aquí? ¿Por qué... Por qué estais los tres aquí?
Jason se acercó, su rostro reflejaba la preocupación que había estado tratando de ocultar bajo una capa de ira. Se sentó en la cama junto a Amelia y tomó su mano entre las suyas.
—Amelia, fuiste drogada esta tarde. Estuviste en peligro... pero estamos aquí ahora. Estás a salvo —le explicó, con la voz más suave de lo que ella esperaba. —Mei te trajó hasta aquí.
Amelia cerró los ojos por un momento, su mente luchaba por armar los fragmentos de lo que recordaba. Las imágenes de la fiesta, el rostro de Diego, la sensación de mareo... todo volvía en una oleada abrumadora. Pero... ¿Había sido drogada o había bebido demasiado?
—¿Diego...? ¿él intentó...? —su voz se quebró al recordar retazos de imágenes confusas. En donde Diego la llevaba fuera de la reunión hacia los ascensores del vestíbulo del hotel.
—Lo sabemos —dijo Mei, acercándose—. Lo vimos todo, y no te preocupes, no vamos a dejar que se salga con la suya.
Amelia abrió los ojos nuevamente, pero esta vez los fijó en Jason. Había un dolor en su mirada, no solo por lo que había pasado, sino por el hecho de haber sido utilizada como peón en un juego que ni siquiera comprendía del todo.
—Quiero saber todo... —dijo, su voz algo más firme—. Quiero entender lo que pasó y lo que planean hacer al respecto. — Añadió sentándose tras esto en la cama y apoyando su espalda en el mullido cabecero del lujoso mueble.
Li Wei dio un paso adelante, mirando tanto a Mei como a Jason antes de hablar.
—Amelia, te lo explicaremos todo. Pero lo más importante es que queremos saber cómo quieres manejar esto. No tomaremos decisiones sin ti.
Amelia asintió, agradecida por el apoyo que sentía de Li Wei, aunque sabía que las próximas horas serían difíciles. La verdad era que necesitaba respuestas, pero también tiempo para procesar todo lo que había ocurrido. ¿Cómo podía decidir como actuar sin saber lo sucedido?
Jason la observó con una mezcla de culpa y determinación.
—Esto no quedará impune, Amelia. Pero respetaremos tu decisión sobre cómo proceder —le prometió.
Mei, en silencio, sentía que todo el peso de sus errores caía sobre ella en ese momento. Li Wei tenía razón, la decisión debía estar en manos de Amelia, pero Mei no podía dejar de sentirse responsable por no haber actuado antes. Sabía que las consecuencias de sus actos, o su falta de ellos, aún estaban por desatarse.
—Antes de decidir como actuar necesito saber todos los detalles de lo sucedido. — La mirada fija en el suelo y las lagrimas en los ojos de Mei no pasaron desapercibido para Amelia. — ¿Qué sucedió Mei? Por alguna razón creo que estás implicada.
Mei, incapaz de sostener la mirada de Amelia, sintió como el nudo en su garganta se apretaba. Sabía que este momento llegaría, pero enfrentarlo era más difícil de lo que había imaginado. Cada palabra que estaba a punto de decir pesaba como una sentencia, y el remordimiento no hacía más que oscurecer sus pensamientos.
Amelia observaba en silencio, su cabeza aún daba vueltas por la droga y el cansancio, pero la tensión en la habitación era palpable. Algo mucho más grande había ocurrido, y necesitaba respuestas. No podía dejar que sus emociones nublaran su juicio, pero no podía evitar notar la culpa evidente en Mei. Li Wei permanecía a un lado, observando cómo la situación se desarrollaba, lista para intervenir si las cosas se desbordaban.
—Mei… —La voz de Amelia era suave pero cargada de dolor—. Por favor, dime la verdad.
Mei apretó las manos sobre su regazo, sintiendo el frío del anillo que llevaba en uno de sus dedos. Su boca se abrió, pero las palabras no salían al principio. Sabía que Amelia merecía saberlo todo, pero ¿cómo empezar sin que todo pareciera una traición?
—Amelia, yo... yo debí haber hecho más para protegerte. —Las palabras comenzaron a salir, pero se sentían torpes—. Sabía que algo estaba mal desde el principio. Diego no era lo que parecía, y Laura… Laura tenía sus propios planes.
Amelia frunció el ceño, su mente luchando por conectar los puntos mientras las palabras de Mei seguían fluyendo.
—Laura te tendió una trampa, Amelia —continuó Mei, su voz temblorosa—. Contrató a Diego para seducirte y tomar fotos comprometedoras que pudieran hacerte daño, que hicieran que Jason dudara de ti. Yo... lo sabía. Lo vi desarrollarse, pero quise observarlo en lugar de detenerlo de inmediato. Quise probar tu lealtad hacia Jason.
Amelia parpadeó, tratando de procesar lo que estaba escuchando. Su cabeza todavía pesaba, pero las palabras de Mei fueron como un balde de agua fría. La idea de que había sido observada, puesta a prueba sin saberlo, era una traición que no esperaba de alguien tan cercano. Su cuerpo se tensó.
—¿Probar mi lealtad? —repitió Amelia, su tono incrédulo—. ¿Me estabas poniendo a prueba mientras ellos... mientras ellos intentaban destruirme? Mei me arrastre ante ti en su día para mostrarte mi interés en Jason.
Mei asintió lentamente, las lágrimas que había estado conteniendo finalmente comenzaron a deslizarse por sus mejillas. No había forma de justificar lo que había hecho.
—Lo lamento, Amelia. Sé que he fallado de la peor manera posible. Creí que podía controlarlo, que si te veía resistir a Diego, te demostrarías a Jason y a todos que nada podría separarlos. Pero cuando vi cómo las cosas comenzaron a descontrolarse... cuando vi que Diego quería ir más allá, me di cuenta de lo equivocado que estaba. Intenté detenerlo, pero ya era tarde.
Amelia desvió la mirada, su mente sumida en un torbellino. Quería gritar, quería exigirle a Mei por qué había permitido que algo así llegara tan lejos. ¿Por qué la había puesto en esa posición? ¿Por qué había dudado de ella? Pero al mismo tiempo, sentía que las emociones chocaban entre el dolor y la compasión. Mei no era despiadada, no era maliciosa... pero había cometido un error que ahora las separaba. Y Amelia no estaba segura de cómo procesarlo.
Li Wei, que hasta ahora había estado observando en silencio, dio un paso adelante.
—Amelia, sé que esto es mucho, pero quiero que entiendas algo —dijo, su voz calma y serena—. Mei intentó detener a Diego. No fue una simple negligencia. El plan original de Laura era mucho menos violento, pero Diego fue quien llevó todo más allá. La droga, el intento de llevarte a una habitación… eso fue idea suya. Mei intentó frenarlo tan pronto como se dio cuenta de lo que realmente planeaba. Fue ella quien llamó a Jason y puso todo en movimiento para sacarte de allí.
Amelia escuchaba, pero su mente estaba todavía atrapada en la idea de haber sido utilizada como una pieza en un juego que no comprendía. Sentía que algo en su confianza con Mei se había roto, aunque no estaba segura de si era permanente.
—¿Y Laura? —preguntó finalmente, su voz fría y distante—. ¿Qué pasó con ella?
Mei tomó aire profundamente antes de continuar.
—Laura... fue quien inició todo. Quería esas fotos para arruinarte, para hacer que Jason dudara de ti. Pero cuando vio lo que Diego intentaba hacer, lo detuvo. Ella también fue víctima de Diego, de alguna manera. Lo contrató para una cosa, pero él intentó algo mucho peor. —Mei levantó la mirada hacia Amelia, esperando su reacción—. Ella te salvó en el último momento, aunque sé que sus intenciones iniciales no eran buenas.
Amelia cerró los ojos, procesando todo lo que había escuchado. Se sentía traicionada por más personas de las que podía contar. Laura, Diego, Mei... cada uno, de alguna manera, había jugado un papel en este intento de destruirla. Pero ahora, mientras intentaba encontrar claridad, solo una cosa importaba.
—Necesito estar sola por un momento —dijo Amelia, su voz débil pero decidida.
Jason, que había permanecido en silencio durante toda la explicación, asintió. Sabía que Amelia necesitaba tiempo para procesar. Con un gesto, indicó a Mei y a Li Wei que salieran de la habitación con él.
Una vez fuera, Jason miró a Mei con una mezcla de furia contenida y comprensión.
—Le diste la verdad, Mei. Eso es lo único que te protege ahora. Pero este error... —Jason hizo una pausa, su mirada oscura—. Nunca lo olvidaré.
Mei asintió, tragándose las lágrimas, sabiendo que las palabras de Jason eran la verdad más dura que podía escuchar. No solo había fallado a Amelia, sino también a su hermano. Y eso era algo que podría no tener redención.