Rei-chan se despertó a las nueve de la noche, sintiendo el frio de la brisa marina. El sol en el horizonte era naranja, el oleaje había subido lo suficiente como para ser visible a simple vista.
Ella abrió los ojos y lo primero que vio fue el pecho de un hombre. La piel clara, los músculos marcados, ella olió el aroma y al notar la familiaridad, sonrió, soltó un gemido y se acomodó. Le beso el pecho y sintió una enorme mano sobre su cabeza. Su amado le peinaba el cabello con cuidado, se sentía bien su toque. Ella se sentía un poco mareada, se prometió no beber para afectar su leche materna, pero era tan difícil con Kain a su lado presumiendo sobre las bebidas. Ella acercó su boca y le dio un pequeño mordisco en represalia.
—Oye ¿Qué paso?— preguntó Kain y soltó una risita
—Bueno, yo no quería beber, pero todo es tu culpa— dijo Rei-chan con la voz un poco embotada
—Sí, culpa a tu pobre marido— dijo Kain, acercó su boca a la oreja de Rei-chan y le susurro —Rei-chan hizo todo lo que tenía que hacer, fue responsable, así que está bien. Di conmigo, está bien relajarse, me lo merezco—
—Pero la leche materna—
—Hashirama no se morirá por comer un par de días la leche en polvo. Está bien, ahora dilo conmigo <está bien relajarse, me lo merezco>—
—Está bien relajarse, me lo merezco— murmuro Rei-chan con una sonrisa
—Bien, ves, no era tan difícil—
Rei-chan abrió sus ojos, se movió por la tambaleante hamaca, se detuvo delante del rostro de Kain y acercó su rostro. Ella le tomo la cara y le dio un pequeño beso. Kain respondió a su beso y lo prolongo todo lo que pudo mientras la brisa marina soplaba de fondo. La hamaca se mecía y una manta delgada los protegía del frio mientras sus cuerpos producían más calor.
Ellos se besaron y cuando se calmaron, se quedaron recostados mirando como el sol se ocultaba en el horizonte hasta que cielo se volvía estrellado.
—Vamos, volvamos a la casa— dijo Kain
—Sí, se está poniendo un poco fresco— respondió Rei-chan.
Kain fue el primero en bajarse de la hamaca y ayudo a bajar a Rei-chan, quien todavía se sentía un poco mareada —¿Puedes caminar por tu cuenta?— preguntó
—Sí, puedo, pero…—
—¿Pero qué?—
Rei-chan lo miró con esos tiernos ojos azules y Kain mostro una pequeña sonrisa. Kain la tomo en brazos y la cargo. Él camino desde el muelle, por el camino adoquinado, hasta la entrada de la casa. Kain iba a abrir la puerta con una mano, pero la puerta fue abierta desde el interior.
La persona que abrió la puerta fue Mari Hatake, que en ese momento utilizaba un kimono verde con un obi negro.
—¿Y tú? ¿Pensé que te habías ido a dormir?— preguntó Kain
—Yo, bueno, pude dormir durante un par de horas— dijo Mari Hatake con un leve rubor en las mejillas
—Mari-san es demasiado trabajadora, Kain-sama— dijo Rei-chan en los brazos de Kain
—Así parece—
Mari Hatake mostro una pequeña sonrisa y le dijo —usted es más joven que yo y más trabajadora, señora—
—Sí, Rei-chan también es trabajadora— dijo Rei-chan con cierto orgullo.
Kain mostro una pequeña sonrisa, miró a Mari Hatake y le dijo —voy a llevar a Rei-chan a dormir, por hoy tu deber termino. Descansa, has trabajado lo suficiente como para merecerte esto y mucho más. Muchas gracias, Mari-san—
—Sí, Kain-sama— dijo Mari Hatake e hizo una leve reverencia.
Kain asintió y entró a la casa, llevó a Rei-chan al segundo piso y una vez que entraron a la habitación, llevó a Rei-chan a la cama y la deposito con cuidado. Él se acostó a su lado y se quedaron mirando al techo.
—Kain-sama ¿De verdad, Rei-chan lo hizo bien?— preguntó Rei-chan en medio de su borrachera
—Sí, Rei-chan lo ha hecho muy bien— respondió Kain
—Que alivio— dijo Rei-chan, se volteó y se acurruco al lado de Kain —siempre me estoy preguntando si lo que hago es correcto. Tengo tanto miedo que de repente haga algo estúpido que lo eche a perder todo. Es tanto dinero—
—¿Detestas este trabajo?—
—No, lo odio, pero es como…sí, es como ser apostador. Solo que aquí tienes que planificar en el tiempo y racionalizar todas tus decisiones. Identificar prioridades, hablar con un montón de personas. Es agotador—
—Lo importante es si te divierte, si te gusta ¿Te gusta?—
—Sí, quiero seguir intentándolo hasta que ya no pueda más— dijo Rei-chan —entonces, Rei-chan podría volver a vivir en casa, tranquila, leyendo libros—
—Si no te gusta puedes decirme abiertamente— dijo Kain —no me enojare, no me gustaría que te sintieras ahogada en un lugar que no te gusta y haciendo algo que te causa angustia—
—No, es parte de ser adulto, papá lo hizo por nosotros. Ser comerciante y jugador no es agradable, solo el momento en el que sabes que ganaste. Sin embargo, el resto del tiempo es ser cuidadoso, más astuto que los otros, tratar con gente desagradable y vencerlos con ingenio—
—Saber las reglas del juego y las condiciones para ganar— dijo Kain —después identificar lo que sabes y lo que desconoces y tomar la mejor decisión posible—
Rei-chan recordó esas palabras, fueron las que ella le dijo a él hace tanto tiempo. Sonrió y miró a Kain —así es, tomar la mejor decisión posible— dijo —mi único alivio es que, si me equivoco o alguien me tiende una trampa, Kain-sama estará ahí para ayudarme—
—Así es, no lo dudes—
—Lo sé, por eso— dijo Rei-chan, se acercó a Kain y se acurruco contra su pecho —por eso me siento tan feliz, tan aliviada. Cuando papá lo perdió todo, él era un manojo de nervios y nadie lo podía ayudar. Nosotros éramos…—
Habían pasado varios años desde que Rei-chan conoció a Kain, pero solo ahora, después de tener un hijo y conocerse durante bastante tiempo, ella le mostraba su real preocupación. Al final, ella nunca pudo culpar a su padre por la tragedia de su familia. Incluso si él se volvió un disipador de dinero, los golpeaba y por su culpa murió su madre.
Rei-chan se durmió en los brazos de Kain, solo llevaba puesto el traje de bajo de una pieza. Kain se apartó de ella, arreglo la cama y después le quito el traje de baño. Él recostó a Rei-chan en la cama y la cubrió con la sábana. Por último, fue a darse una ducha, se puso una bata y fue a ver como estaba Hashirama.
Kain salió de la habitación y viajo hasta la habitación de Hashirama. Todo estaba en silencio, Kain le dio un par de golpecitos a la puerta y escucho desde el interior.
—¿Sí?— preguntó Megumi
—Megumi-san, soy yo, Kain— dijo —quiero ver a Hashirama ¿Puedo pasar?—
—Deme un momento, señor— dijo Megumi
Kain espero un par de minutos y la puerta se abrió. Megumi llevaba un kimono café claro con un obi del mismo color. Tenía el cabello peinado y arreglado en una coleta que caía por el lado derecho. El flequillo le cubría los ojos, pero por debajo se veían sus bonitos ojos verdes.
—Lamento molestarte— dijo Kain —¿Estabas durmiendo?—
—No, bueno, sí, señor, pero no es problema— dijo Megumi
Alguien soltó un balbuceo, Kain miró al interior y vio a su hijo despierto, apoyado en la baranda de su cuna.
Megumi miró hacia atrás y dijo —pero si recién estabas durmiendo—
—No te preocupes— dijo Kain —es su radar de papá, parece que siempre tuviera un poco de energía extra—
Kain paso por al lado de Megumi, tomo a Hashirama en sus brazos y le preguntó —¿Cómo te has portado? ¿Has sido bueno con Megumi-san?—
Hashirama le conversaba cosas, pero Kain no le entendía nada.
Kain miró a Megumi y le dijo —si el muchacho se despierta con hambre, dale leche en polvo. Rei-chan bebió y no creo que ese tipo de leche sea del gusto de Hashirama. Por otro lado, Rei-chan no estará disponible por lo menos hasta mañana al medio día—
—Sí, señor, no se preocupe— dijo Megumi, miraba a Kain como esperando algo más, pero este último estaba concentrado en su hijo.
Kain se quedó un par de minutos más con Hashirama y dejó la habitación. De paso, se encontró a Mari Hatake en el pasillo. Estaba de pie, apoyada en la pared, fuera de su habitación.
—¿Qué sucede Mari-san?— preguntó Kain
—Yo, bueno ¿Tiene un minuto?— preguntó Mari, llevaba un kimono gris que hacía juego con su cabello cortó y rizado.
—Sí, adelante— dijo Kain, parece que era el día para que la gente se sincerara, y eso que Mari-san ni siquiera se había emborrachado como Rei-chan.
—Acompáñeme, por favor— dijo Mari, ella entró a su habitación, Kain la siguió y cerró la puerta.
Mari Hatake se sentó al borde de su cama y le señalo una silla a Kain. Este último camino a la silla, se sentó a un metro de ella y la miró. La luz estaba encendida, la cortina de la ventana abierta. La oscuridad de la noche era intensa y el sonido del oleaje acogedor.
Kain observo a la mujer delante de él. De cabello gris y rizado hasta la mandíbula, bonitas facciones, leves arrugas a la altura de la comisura de los ojos. El kimono gris la hacía ver simple y sin ningún carisma.
Mari Hatake se relamió el labio inferior y le preguntó —¿Qué dijo Tobirama-sama?—
Kain hizo una mueca incomoda y respondió —ya tenía suficiente viendo a su sensei, dijo que tu entenderías si él no te quería ver—
Mari Hatake asintió con seriedad, soltó un suspiro y miró a Kain —¿Usted me puede jurar que sus objetivos son puros y esto no es por venganza?— preguntó. Kain mostro una sonrisa traviesa, Mari Hatake frunció el ceño y le dijo —esto es serio, Kain-sama—
Kain soltó una suspiro y le dijo —¿Y qué quieres que te diga? ¿Qué no he disfrutado con su sufrimiento? ¿Qué no me siento feliz al verlo revolcarse del dolor y la impotencia? No puedo, Mari-san, pero tampoco puedo decirte que lo busco de forma activa. Digamos que es solo un bono por una buena obra—
—Una buena obra dice usted— dijo Mari Hatake con una mirada seria —se nota que lo está disfrutando—
—Por supuesto ¿Qué esperabas? Él quiso matar a mi okaa-sama. Ya soy lo suficientemente benévolo como para no matarlo y resucitarlo una vez al día, que es lo que él se merece ¿O tú me dirías que no?—
—Solo prométame que su resentimiento hacia Tobirama-sama nunca se traspasara a Sakumo. Yo haré lo que usted quiera, trabajare hasta el último día de mi vida, pero por favor, sea misericordioso—
Kain miró hacia otro lado y soltó una risita macabra. Después miró a Mari Hatake y le dijo —me haces ver como el malo, pero ¿Hacer lo que yo quiera? ¿Qué sería eso?—
Mari Hatake agacho la mirada y no respondió, pero se ruborizo.
—Mari— dijo Kain, Mari lo miró y él le hizo el gesto con la mano para que se acercara —ven aquí—
Mari quedó mirando a Kain, ella se levantó del borde de la cama y camino hacia él.
Kain le quedó mirando desde la silla —suelta tu obi— dijo
Mari lo quedó mirando, se ruborizo, pero hizo lo que él le dijo. Entonces su kimono se abrió por la mitad. No llevaba ropa interior bajo el kimono.
Kain estiro su mano y le tomo la mano. Él hizo que ella se acercara más y vio muy de cerca el estómago. Estaba firme, ligeramente marcado, nada de grasa por los extensos años de entrenamiento, la piel tersa y firme. Kain la miró hacia arriba, después acercó su rostro y le beso el estómago.
Mari Hatake soltó una exhalación caliente.
Kain apartó su rostro y la miró hacia arriba con un brillo cruel en la mirada. Él se puso de pie y la quedó mirando hacia abajo. Mari era casi veinte centímetros más baja que él, así que tenía que levantar su rostro.
—¿Hacer lo que yo quiera? ¿Hacerlo por el bien de Sakumo? ¿Hacerlo por el bien de Tobirama? No me hagas reír— murmuro Kain
Mari Hatake lo miraba a los ojos y se relamió los labios.