Después de sentar a Kain en el escritorio de la oficial Lia y hacerle un montón de preguntas, lo llevaron al calabozo y lo dejaron descansar durante toda la noche. El calabozo era una habitación de concreto gris con una barrera de energía de color azulada. Si la tocabas con tus manos, te quemabas, así de simple era el sistema de seguridad. Para Kain no hubiera sido problema romper esta pequeña caja gris, pero tenía una cama limpia y techo, además de que iban a contactar con las autoridades y revisar su identidad. Así que lo mejor sería esperar a ver qué pasaba.
Ahora, de poder dormir, no pudo. Paso toda la noche mirando el suave techo de concreto y pensando en lo que se había convertido en Lapan. Se pregunto si esto esperaba que fuera el resultado de aquel esfuerzo. De esa manera, paso toda la noche acostado, con los brazos detrás de su nuca en lugar de una cabecera. Por otro lado, no se escuchaba mucho ruido en ese lugar, a lo mejor de vez en cuando traían a un escandaloso, pero al poco rato lo ponían a dormir.
-Veo que estas cómodo en tu cama, maldito- dijo Lia como a eso de las ocho de la mañana. Había vuelto de dormir un par de horas en su casa y lo primero que quería hacer era ver la cara del maldito que la golpeo.
-¿Qué quieres, niña?- pregunto Kain en respuesta -puede que no lo parezca, pero estoy pensando en cosas importantes-
Lia bufo y le dijo -¡dándoselas de importante!, que gracioso, debes ser un vagabundo que ya no tiene nada mejor que hacer que venir a molestar a la gente civilizada-
-Ja, tu gente civilizada va con cuchillos en la calle y trata de lastimar a tus vagabundos-
-¿Quién hizo eso?- pregunto Lia preocupada, casi coloca las manos sobre la barrera en un intento de acercarse más, pero se detuvo justo a tiempo.
Kain capto el cambió en su voz y se sentó para tomar una mejor vista de ella. Tenía el cabello rojo y una mirada sería, una que hablaba de cumplir con su deber. Por otro lado, le recordaba a alguien, pero no sabía a quién -no te preocupes- dijo -no me pudo hacer nada-
-No me preocupo por un animal loco como tú, me preocupo por las personas que viven en la ciudad. Está prohibido andar con armas blancas. ¡Dime! ¿Dónde ataco?-
Kain sonrió al verla tan sería, puede que ayer se ofusco por como la trato, pero parece que esta niña se tomaba muy en serio su trabajo.
-Unos minutos antes de que tu llegaras, en el mismo parque- respondió Kain
Lia se dio la vuelta sin decir nada y salió corriendo.
Kain volvió a recostarse en la cama y una hora más tarde, Lia volvió con el tipo que lo trato de asaltar. Tenía un brazo y la nariz rota mientras Lia lo arrastraba por el suelo. Después vino el capitán, un tipo alto de pelo castaño. Por alguna razón le enfado su cara y sobre todo ese lunar debajo de su ojo. Le recordaban algo molesto, pero no sabía que era.
Media hora más tarde, el capitán y Lia se acercaron a la celda y apagaron la barrera de energía.
-¿Esta seguro capitán? ¿no se habrán equivocado?- pregunto Lia
Kain se sentó en la cama y espero a que terminaran su intercambio.
-No hay error- respondió el capitán tendiéndole una carpeta -mira, estos son los documentos. La primer ministro solicito su presencia-
-Ya era hora- dijo Kain levantándose de la cama mientras soltaba un gruñido -dormí bien, si solo hubiera habido algo de comida todo habría sido perfecto-
El capitán abrió los ojos como platos y le dio una mirada dura a Lia -¿No tenías que darle la ración correspondiente?- pregunto. Lia miró hacia otro lado, y el capitán negó cansado -Lo sentimos señor- dijo dirigiéndose a Kain -esto es un error de protocolo. Le pido por favor que perdone a esta niña por su falta de criterio-
-No hay problema, muchacho- respondió Kain -solo llévame con Sylvia, tengo asuntos que atender-
-¿Que asuntos podría tener un vagabundo como tú con la abuela?- pregunto Lia
-Oh, ya me parecías familiar, eres mi descendiente- dijo Kain con una sonrisa burlona, después miró al capitán y le dijo -no se preocupe, la perdono, será más divertido ponerla en problemas con sus padres-
-Es mentira ¿verdad?- pregunto Lia poniendo un rostro pálido
-No, soy el fundador de este país y tu ancestro- dijo Kain y camino por el pasillo dejando de piedra a la joven Lia y al capitán.
-Es mentira ¿verdad?- repitió de nuevo Lia con un rostro que no podía creer lo que había escuchado.
-o-
-¿Cómo funciona esto?- pregunto Kain en el asiento del copiloto del carruaje mágico. Bueno, hoy en día ya no se llamaba así, tenía un nombre más complejo, pero para abreviar lo llamaban auto. El joven conductor, un tipo en sus treinta, iba divertido explicándole cómo funcionaba "el carruaje mágico" a este viejo elfo.
-Eso ayuda a sintonizar ondas de radio que transportan música a través de antenas- respondió señalando a una pequeña caja rectangular llena de caracteres luminosos.
-Interesante- comento Kain maravillado.
Por su parte, el conductor iba divertido por todas sus reacciones. Le daba la impresión de que habían dejado a este elfo aprisionado en una cueva por los pasados cincuenta años y no tenía idea del mundo moderno.
Por otro lado, Lia iba detrás del asiento del conductor y se maravillaba de lo que podía hacer la ignorancia. Se pregunto cómo reaccionaría el conductor de la limosina de su abuela si supiera que estaba hablando con el temible Kain Dragonroad, fundador de la federación de Lapan. Aquel que tomo esta tierra árida y la transformo en la gran civilización tecnológica que es hoy en día. Lia solo soltó un suspiro y siguió mirando hacia afuera por el vidrio polarizado.
Una vez que salieron de la urbe, llegaron a una sería de condominios con casas de cuatro pisos. Al final de todas esas casas, había una especialmente grande, con una gran reja con fierros que parecían lanzas apuntando al cielo. El jardín frontal se extendía a la distancia como una pradera de pasto verde, que fácilmente podría albergar varias canchas. Esta era la casa de la cabeza de la familia Dragonroad de Lapan, la casa de su abuela.
Una vez que llegaron a la puerta, se desplego una pequeña pantalla y el conductor coloco su mano sobre ella. Al instante siguiente, el gran portón de entrada se por la mitad, moviendose hacia los lados. Después de eso siguieron por un largo camino de gravilla hasta llegar a la entrada de la gran mansión.
Kain diviso con nostalgia su hijo Elías. Estaba viejo, con una apariencia de cincuenta años, pero podía distinguir que era su hijo. Por otro lado, Sylvia a su lado se veía joven como su madre en aquella época, solo que con el cabello blanco como Perugius en lugar de rubio como su madre. Por otro lado, sus alas que algún día fueron blancas como la nieve, ahora eran grises.
-Abre la puerta- dijo Kain con la voz quebrada y el conductor se quedó helando al ver su reacción. Después reacciono y abrió el seguro de la puerta. Kain bajo y se dirigió a Elías con una sonrisa y lágrimas en los ojos. Avanzaba con largas zancadas y si hubiera tenido menos autocontrol, habría empezado a correr. Por otro lado Elías camino hacia él y lo abrazo con fuerza mientras su padre lo besaba en la frente y en las mejillas. Después de eso se separaron y Kain le tomo las mejillas para verlo. Está bien, estaba sano. Asintió varias veces y lo abrazo de nuevo.
-Suegro- dijo Sylvia con la voz de una dama -pueden continuar viéndose adentro de la casa-
-Sí, sí, sí, lo siento, es solo que…- respondió Kain
-Lo sé, no se preocupe- respondió Sylvia
Kain asintió y una vez que dejo a su hijo, también la abrazo y le beso la frente de lo feliz que estaba de verla bien. En estos momentos eran los únicos afuera, junto a Lia, un mayordomo y el conductor de la limusina.
-o-
Una vez adentro de la mansión, Kain se siguió maravillando de la tecnología, con el sistema de luz y las maquinas que ayudaban a limpiar. No obstante, según le comento Elías, las maquinas eran algo exclusivo de la familia Dragonroad de Lapan, el mundo todavía no estaba listo para tales artefactos.
Cuando llegaron a una oficina privada, solo quedo Kain, Lia, Elías y Sylvia. Esta última se dedicó durante diez minutos a regañar a Lia. Kain e Elías estaban sentados en unos sillones individuales viendo el espectáculo.
-No lo puedo creer- dijo Sylvia enojada -te deje ir a trabajar con la policía porque me prometiste que serías seria, pero mírate lo que haces. Un persona te agrede y por eso buscas una venganza personal a la primera. Incluso lo dejaste sin comer. Agradece que es tu ancestro y tiene un amable corazón, de lo contrario, tu hoja de vida hubiera quedado manchada y hubieras sido enviada a custodiar carreteras-
-Sí abuela- respondió Lia bastante aminorada, prácticamente no quedaba nada de la niña obstinada de la comisaria.
-¿Realmente es mi nieta?- pregunto Kain en un susurro
-Sí, es tu nieta y mía- respondió Elías con un suspiro -en realidad es nuestra bisnieta, pero como sus padres tuvieron un accidente, nos hicimos cargo de ella. Es una buena niña, pero muy pasional-
Kain asintió divertido y le dijo a Sylvia -déjalo ser, Sylvi, digamos que me pase de la raya y por eso actuó de esa manera-
-Como usted diga, suegro- respondió Sylvia
Después de eso, todos se sentaron en sillones individuales y Sylvia le paso a Kain una carpeta con documentos -aquí va detallado lo transcurrido en los pasados cinco meses-
-Veo que llego tarde- comento Kain mientras revisaba la información dentro de la carpeta.
-No lo creo- comento Elías -el asunto de la guerra nos afectó a todos, por supuesto, a unos más que otros, pero hay algo que solo tú te puedes hacer cargo. Ya se han llevado a cabo todo tipo de ensayos, pero nada le hace daño-
-Lo sé, muchacho, por eso volví, porque es el momento-
-Ars y Kain te contaran más detalles en Asura-
-Está bien- respondió Kain -¿Ustedes cómo han estado?-
-Bien, resguardados, por desgracia. Como estoy viejo, los ministros de Lapan me impidieron participar en la guerra-
-El abuelo no está en condiciones- añadió Lia como si fuera lo más lógico
Kain asintió y sus ojos se encendieron con electricidad. Lia dio un grito del susto, pero Sylvia le dio un coscorrón por ruidosa y se tranquilizó.
-Estas cansado, muchacho- dijo Kain mirando las funciones internas dentro del cuerpo de Elías
-¿Hay algo con lo que me puedas ayudar?- pregunto Elías
Kain negó serió -solo eres un cuarto de elfo- respondió -gracias a que tu alma es fuerte haz durado tanto, pero ya tus órganos y tu corazón están cansados-
Elías asintió con resignación, mientras que Sylvia agachaba la mirada y Lia quedaba congelada, sin saber cómo procesar esta información.
-Elías- dijo Kain -antes de que tus días se consuman, busca una fuente de energía. Cada generación está debilitando su mana y touki, por ende, llegara un momento en el futuro que toda tu tecnología les será inútil. El sol es bueno, el sol vivirá varias civilizaciones más que cualquier etnia o planeta, prueba con eso-
Elías asintió solemne y lleno de energías, esta era un gran tarea, un gran objetivo, lo que llevaba hace tiempo buscando.
Después de eso, Kain iba a decirle algo a Sylvia, pero ella se adelantó -suegro, su medio de transporte estará listo para que viaje a eso de las cinco de la tarde. En Asura le explicaran más detalles de la situación, no se desvíe de su camino-
Kain la quedo mirando y vio como sus alas grises igual que las de su madre, se sacudían igual que cuando era niña. Sus palabras eran claras, Sylvia no quería palabras de consuelo, puesto que, nada en este mundo la podía consolar de su perdida.