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Soy una madre jefa que quiere holgazanear.

Todo el mundo sabía que después de que la joven señorita Shen fue abandonada por un hombre salvaje, se volvió indulgente y quedó embarazada sin casarse. Después de ser expulsada de su casa, cayó en un estado de desesperación. Sin embargo, la infame Shen Ruojing apareció en el banquete de cumpleaños de la anciana señora de la familia Chu. Todos se burlaron de ella. —Los que envían millones en dinero de regalo se sientan en una mesa, mientras que los que envían decenas de millones en dinero de regalo se sientan en la otra. —Señorita Shen, ¿cuánto dio? La multitud esperaba que hiciera el ridículo, pero Shen Ruojing sacó de detrás de ella a un adorable niño pequeño y dijo: —Perdón, señora, ¿en qué mesa se sentará su nieto mayor? *** Tanto la madre como el hijo fueron llevados a la familia Chu, y Shen Ruojing quería pasar sus días holgazaneando, pero se encontró con el rechazo de la familia de diversas formas. —Tenemos hackers de primera clase, maestros de música, expertos en tecnología... Todos son conocidos en esta familia. ¿Qué aportas? Shen Ruojing se frotó la barbilla. —Bueno, todas esas cosas que mencionaron... Sé un poco de todo». Sus tres adorables bebés estaban a su lado y asintieron al unísono: —¡Podemos testificar que mamá sí sabe un poco de todo!

Mr. Yan · Geral
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879 Chs

¡Reúnete!

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La puerta de la sala de conferencias se abrió de repente... Shen Ruojing miró fijamente sin parpadear al ver unos pasos familiares acercándose a la puerta. 

—Chu Cichen, con sus rasgos refinados, miró hacia arriba.

Cuando sus ojos se encontraron, su mirada se iluminó al ver a Shen Ruojing. Era evidente que algo lo había molestado en la empresa hoy, pero en cuanto la vio a ella, todo su descontento desapareció. 

Incluso sus labios se curvaron levemente y caminó hacia ella con grandes zancadas, preguntando:

—¿Jingjing, por qué estás aquí?

—Shen Ruojing lo examinó de arriba a abajo. Se había vuelto más delgado que antes, pero su rostro seguía siendo tan resuelto como siempre, diferente de la impresión juvenil que daba hace seis años. 

En sus ojos, un atisbo de lágrimas surgió de inmediato. Agarró su muñeca de nuevo, deseando comprobar su pulso y ver por sí misma.

—Chu Cichen no evitó su toque; simplemente sonrió y preguntó:

—¿Qué pasa?

Capítulo Bloqueado

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