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Sombras Divididas

El destino es confuso. A veces pasa sin ser percibido, otras puede volver del revés la vida de alguien. Un chico normal, con problemas normales, viviendo una vida normal, justo como cualquier humano común... con la diferencia que el destino tenía otros planes para él. Un día, después de un extraño evento, se topó con dos chicas aladas y su vida se volvió mucho menos... normal. Fue arrastrado fuera de su planeta, probando la existencia de otros mundos y de extraños poderes como la magia misma. Desgraciadamente, el camino de regreso a su casa fue cerrado tras de si, dejando como única opción para regresar a su casa vagar a través de diversos mundos desconocidos . Al mismo tiempo, descubrió que no era capaz de usar magia, pero en su lugar obtuvo un extraño poder que le permitía tomar la energía del propio mundo, junto a otro extraño poder acompañado por una misteriosa y tenebrosa existencia despertando dentro suyo, sin la menor idea de si se trataba de un amigo o enemigo.

Gascart · Fantasia
Classificações insuficientes
67 Chs

Viviendo la pesadilla

36 - Viviendo la pesadilla

El propio tiempo pareció congelarse. El suelo, el cielo, hasta el propio aire, todo lo que rodeaba a Raidha se resquebrajó. Una oscuridad como nunca antes se había visto empezó a filtrarse a través de esas grietas en el espacio, hasta que la propia realidad cedió bajo la presión de las tinieblas y se rompió como un cristal al caer al suelo antes de desaparecer por completo. Lo único que quedó fueron Mirthia y Raidha flotando en medio de una infinita oscuridad.

—¡¿Qué locura es esta?! —Mirthia gritó con todas sus fuerzas al ser incapaz de entender lo que acababa de ocurrir.

—Este es mi mundo, un mundo que he creado únicamente para que podamos hablar con tranquilidad.

—¿Un mundo que tú misma has creado? No digas tonterías, ni que fueras algún tipo de deidad. No vas a engañarme con meras ilusiones. Yo soy la fuente y el origen del poder…

Mirthia empezó a conjurar un hechizo. A su alrededor empezó a acumularse un montón de arena que se compactó a su alrededor, formando decenas de proyectiles.

—¡Flecha de arena!

Las flechas volaron directamente hacia Raidha, quien simplemente se quedó flotando en medio de la nada y levantó su mano.

—Esto no es una ilusión.

Raidha movió ligeramente su mano. Con ese simple gesto, todas las flechas de arena que volaban directamente hacia ella desaparecieron como si nunca hubieran existido.

—No… no es posible…

De nuevo, Mirthia no fue capaz de entender lo que acababa de ocurrir delante mismo de sus ojos y hasta se le olvidó maullar al final de la frase.

—Y estás en lo correcto, soy una deidad aquí. ¡Todo a mi alrededor está bajo mi control!

Con otro simple movimiento de la mano de Raidha, todas las flechas que habían desaparecido reaparecieron, pero esta vez dirigiéndose hacia Mirthia, que al estar flotando en medio de la nada no fue capaz de apartarse. Una tras otra, las flechas de arena se clavaron en su cuerpo, haciendo que la gata empezara a verse como un erizo.

—¡Miaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaau!

El terrible grito de dolor se perdió en la inmensidad. Aún así, Mirthia rápidamente apretó los dientes y engulló cualquier otro grito que quisiera escaparse por su garganta. Lentamente, una por una, empezó a arrancarse las flechas clavadas en su cuerpo.

—¿Entiendes ya? No hay forma de que puedas ganarme.

Mirthia le dedicó una una mirada llena de rabia a Raidha justo después de sacarse la última flecha. Era obvio que Raidha no había apuntado a ningún punto vital.

—Olvídate de nosotros y regresa a casa, no quiero hacerte más daño.

—¡Antes muerta!

Mirthia lanzó la flecha que aún tenía en su mano a un lado e intentó saltar hacia Raidha con todas sus fuerzas. No obstante, la distancia no se redujo, al contrario, parecía agrandarse incluso más.

—¡Si te niegas solo conseguirás sufrir!

Raidha levantó de nuevo su mano hacia Mirthia.

—¡A quién le importa! ¿Sufrir? ¡Esto no es nada al lado de saber que ese maldito perro sigue vivo!

Mirthia siguió intentando acercarse a Raidha sin resultado. Levantó su brazo hacia ella y empezó a abrir y cerrar la mano como si intentara agarrar a Raidha, quien al verlo movió de nuevo su mano.

—¡Miaaaaaaaau!

Otro terrible grito llenó el lugar en el mismo momento que el brazo con el que Mirthia intentaba agarrar a Raidha salió volando. La sangre empezó a salir a chorros de la herida. Esta vez Mirthia no fue capaz de contener los gritos como antes. Apretó la herida con su mano restante y volvió a centrarse en Raidha mientras respiraba con dificultad.

—Yo no quiero hacer esto… pero me obligas.

Raidha no pudo evitar que su expresión se tensara y sus labios temblaran al ver sufrir a Mirthia, y esta lo notó. Una imperceptible sonrisa se marcó en los labios de la gata.

—Miau, miau, miau, ¿cuál es el problema? Solo es un brazo. Arráncame todas las extremidades si quieres… no conseguirás que me haga atrás.

Raidha quedó en silencio y se mordió los labios. Solo de observarla, hacía que su propio cuerpo doliera, y el simple hecho de haber sido ella quién le había hecho eso no hacía otra cosa que acrecentar su dolor y desesperación.

«Por favor, ríndete ya. No puedo soportar esto. Por favor, por favor, por favor…»

Raidha levantó su mano una vez más.

—¡Oh! ¿De verdad serás capaz? Es obvio que no quieres hacerlo, miau, miau, miau —Mirthia habló con una mirada provocativa en la que aún se podía apreciar su sufrimiento a pesar de que intentara esconderlo.

—¡Suficiente!

—¡Miaaaaaaaaaaaaau!

El otro brazo y una pierna también salieron volando.

—Tienes razón, no quiero hacerlo… ¡Pero lo haré!

—Veámoslo, miau…

Raidha se mordió el labio con tanta fuerza que hasta empezó a sangrar. Algo dentro suyo parecía estar muriendo, no, probablemente ya había muerto por completo… Su estómago se revolvía, su corazón latía con tanta fuerza que parecía estar a punto de salirse de su pecho… ¡pero tenía que aguantarlo! Todo habría sido inútil si paraba en ese momento.

—Como quieras…

Raidha volvió a mover su mano… y otra vez… y otra… cada vez que la movía se sentía más pesada a la vez que Mirthia era desgarrada lentamente hasta el punto en el que empezaba a ser difícil reconocerla…

—Miau… miau… miau… Creí que el monstruo era ese perro, miajaja. Pero ya veo, el auténtico monstruo resultaste ser tú.

Y aún así, la gata seguía mostrándose firme en frente suyo, sin dar un solo signo de flaqueza. Un par de lágrimas se derramaron por las mejillas de Raidha, pero contuvo las demás.

—Esta es la última vez que te lo pido…

Raidha volvió a levantar la mano amenazantemente. Realmente esa era la última vez, aunque no lo pareciera, mantener ese espacio no era ni de cerca fácil, mucho menos en el estado en el que se encontraba. Su fuerza estaba llegando a su límite y la presión que sentía aumentaba con cada segundo que pasaba.

—… la próxima… ¡Será la cabeza!

Con esa declaración fijó su mirada con la de Mirthia, quien después de un segundo de dubitación simplemente se puso a reír.

—Miajaja, miajaja, aquí la tienes —respondió Mirthia, con una sonrisa distorsionada.

Mirthia levantó la barbilla. Esa extraña sonrisa se le hizo familiar a Raidha, una sonrisa llena de una locura hija del dolor y la rabia… una sonrisa macabra similar a la de… eso….

—Nunca quise que esto terminara así… Al final, ni en un lugar en el que tengo control absoluto puedo conseguir que las cosas salgan justo como yo quiero… Fracasé una vez más…

Raidha cerró los ojos y movió la mano…

***

Me encontraba en medio de un espacio completamente vacío… Recordaba a la perfección haber sido atravesado por una espada, por lo que lo más probable es que estuviera muerto.

—Esto es… ¿el cielo?

—No, idiota, sigues vivo.

Miré hacia el origen de esa voz, un reflejo exacto de mí, con el pelo blanco y los ojos rojos, con un extraño humo negro saliendo de su cuerpo.

—Entonces… esto es mi espacio interior…

—Eso parece. Bueno, estoy tan sorprendido como tú. De algún modo parece que saliste… o salimos… o lo que sea… de esta. De todos modos, ¡eres un maldito idiota!

Ese chico se puso las manos tras la cabeza y se puso a flotar boca abajo, como si estuviera acostado en una cama en medio del cielo. Me observaba desde esa ridícula posición con una mirada de desaprobación que realmente me hería y me ponía de mal humor. Finalmente suspiró y volvió a pararse delante de mí como una persona normal.

—No me puedo creer que te dejaras herir así… ¿Acaso no puedes hacer nada por ti mismo? ¿No puedes ni pensar un poco antes de actuar? Idiota, más que idiota…

—Ey… no te pases… Yo simplemente...

Desvié mi mirada de la suya. Me sentía culpable y a la vez triste. Aunque sus comentarios fueran hirientes y desagradables, no podía replicarle nada.

—Parece que sigo siendo un inutil…

—Así es, un idiota inutil.

—¿Sabes? En momentos así la gente o se calla o intenta negarlo…

Suspiré mientras apretaba los puños con fuerza.

—Bien, lo entiendo, la he cagado una vez más… No volverá a pasar…

—Podrías haber muerto hoy mismo.

—Lo sé… —contesté con pesar.

—Si hubieras muerto no podrías decir no volverá a pasar, idiota.

—¿Qué mierda significa esto?

—Si algo similar vuelve a pasar puede que no tengas una segunda oportunidad para decir que no volverá a pasar.

—Bueno…

De golpe, pasó de una expresión de molestia a una risa algo macabra…

—Pero te las apañaste para salir vivo. Realmente eres un idiota con suerte.

Empezó a dar vueltas sin sentido por la zona antes de sentarse en la nada, como si hubiera una silla invisible… y yo empezaba a estar algo asustado de su comportamiento… Definitivamente este tipo no parecía estar bien de la cabeza…

—Se podría decir que ha sido una buena lección, no confíes tan fácilmente en alguien.

—Confiar en alguien, ¿eh? Parece que realmente no se me da bien hacer amigos… y que alguien a quien consideré una amiga me apuñale por la espalda… Me hace preguntarme seriamente a quién puedo considerar mi amigo y a quién no…

—Bueno, supongo que a Raidha la puedes considerar una amiga.

—Raidha… Supongo que eso es verdad… espero… De todos modos, ¿qué te hace pensar eso?

—Intuición.

—¿Ah? ¿Tengo que fiarme de eso? No, no sé ni porqué me molesto en hablar de esto contigo. Para empezar ni tengo claro quién o qué eres tú… ¿Qué se supone que te debería considerar a ti?

Su expresión se puso seria de nuevo y levantó la vista al cielo por un momento antes de darse la vuelta y empezar a caminar hacia la oscuridad sin dignarse a decir nada.

—¡No me ignores otra vez! Maldita sea…

Suspiré y me preparé para irme en dirección contraria a él, pero de golpe se paró en seco.

—Supongo que por el momento puedes considerarme…

Sin girarse de nuevo hacia mí levantó la vista al cielo.

—un amigo… —murmuró.

Apenas conseguí escuchar esa palabra, y nada más decirla desapareció en la oscuridad.

—¿Qué mierda? Eso hace que entienda… aún menos…

Dejé salir un pesado suspiro en medio de la oscuridad.

—Cada vez que hablo con él siento que hablo con un maldito niño pequeño… Es frustrante.

***

—Qué… ¿Qué acaba de pasar, miau? ¿Realmente fue una ilusión?

Mirthia abrió los ojos en medio de donde supuestamente había estado antes de que todo se volviera negro. Aún recordaba todo el dolor, y hasta lo sentía en ese momento a pesar de que todo su cuerpo parecía estar bien.

—Para nada. Todo lo que ha pasado ha sido completamente real. Simplemente al espacio no parece gustarle ser alterado. Una vez que cancelo mi magia todo tiende a regresar a como estaba al principio hasta cierto punto. No tengo suficiente poder para dejar alteraciones permanentes… menos ahora, por ciertas razones que no vale la pena mencionar.

—Miau… miau… miau… No puedo moverme… ¿Por qué no puedo moverme?

Raidha se acercó al lado de Mirthia, que estaba tumbada en el suelo, y se la quedó mirando con una expresión abatida desde arriba.

—Las heridas que sufriste fueron reales. Moriste de verdad. Aunque todo haya vuelto a como era antes no significa que no queden trazas. Tu cuerpo está en peor estado de lo que parece a simple vista.

Raidha se agachó hasta estar casi a la altura de Mirthia.

—Ahora que te has calmado un poco, ¿qué te parece si volvemos a empezar? Te lo pediré de nuevo, deja a Drayd en paz. Sabes que lo que pasó no fue más que un accidente. Para empezar, el que intentó matar a Drayd fue Gad, Drayd solo se defendió. No digo que matarlo fuera correcto, no tengo intención de aprobar que lo hiciera, pero hay que entender que si no se defendía podría haber muerto él.

—¡Se perfectamente eso! —Mirthia gritó, llena de pesar— ¡Pero el resultado es el mismo! ¡Gad está muerto! Está muerto… Accidente o no, no volverá… ¡No volverá! ¡¿O acaso puedes revivirlo con ese poder tuyo?! ¡¿Puedes curar a Gad como lo curaste a él?!

Raidha desvió la mirada y negó lentamente con la cabeza.

—No, eso es imposible… Lo siento…

—¡Entonces no hay forma de que pueda perdonarlo! ¡Imposible! ¡Imposible! ¡Imposible!

Esta vez fue la cara de Mirthia la que empezó a empaparse de lágrimas.

—¡Entiendo perfectamente que no quieras, pero no vas a conseguir que vuelva a la vida matando a otra persona! ¡Matarlo no cambiará nada!

—¡Dejarlo vivo tampoco! ¡Miaaaaaaaaau!

Aún sin parar de llorar y sin fuerzas para apenas moverse, Mirthia seguía intentando ponerse de pie de nuevo. Se levantaba un poco y caía, una y otra vez. Su ira no parecía desaparecer, al contrario, seguía creciendo. Raidha ya no sabía que decirle o que intentar… ¿Qué podía hacer? Algo podía hacer para calmarla… Aún podía hacer algo… ¿verdad?

***

Al abrir los ojos, lo primero que vi fue a Raidha, llorando como si fuera un grifo abierto.

—Ey… —llamé su atención.

—¡Buaaaaaaa! ¡Realmente estás vivo! Snif, snif.

Saltó encima mío y me abrazó con toda la fuerza que pudo usar, llenando por completo mi ropa de mocos.

—De alguna manera… Por lo visto estoy perfectamente… Parece que la herida se curó por completo.

—¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Pedazo de imbécil! ¡Creí que morías de verdad! Snif, mírate, incluso volviste a la normalidad. Tu pelo y ojos son marrones de nuevo, snif.

—Sí… Por lo que veo gaste toda la energía en curar la herida. Ahora estoy completamente seco… Por cierto… ¿qué pasó con Mirthia? —pregunté al no ver a la gata por ningún lado.

Raidha se quedó un momento en silencio, sorbió los mocos que le quedaban y se secó un poco la cara antes de que en su cara se dibujara una extraña pero encantadora sonrisa capaz de cautivar hasta el más duro corazón.

—Conseguí que aceptara dejarnos en paz. No creo que nos vaya a perseguir otra vez, snif. No creo que lo haga… No lo hará…

Su agarre se intensificó aún más mientras dejaba caer de nuevo un mar de lágrimas, al mismo tiempo que empujaba su cara en mi pecho. Nunca la había visto sonreír de esa manera y a la vez verse tan triste. No quise decir nada, no pude decir nada. No tenía la menor idea de lo que había pasado, así que simplemente decidí abrazarla fuertemente contra mi pecho y dejar que llorara tanto como quisiera.

«En momentos así... lo mejor es quedarse callado.»

Levanté la mirada al cielo mientras me perdía en mis pensamientos. Al final no había cambiado nada, en los momentos en los que más falta hacía, seguía siendo un inútil...