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Sombras Divididas

El destino es confuso. A veces pasa sin ser percibido, otras puede volver del revés la vida de alguien. Un chico normal, con problemas normales, viviendo una vida normal, justo como cualquier humano común... con la diferencia que el destino tenía otros planes para él. Un día, después de un extraño evento, se topó con dos chicas aladas y su vida se volvió mucho menos... normal. Fue arrastrado fuera de su planeta, probando la existencia de otros mundos y de extraños poderes como la magia misma. Desgraciadamente, el camino de regreso a su casa fue cerrado tras de si, dejando como única opción para regresar a su casa vagar a través de diversos mundos desconocidos . Al mismo tiempo, descubrió que no era capaz de usar magia, pero en su lugar obtuvo un extraño poder que le permitía tomar la energía del propio mundo, junto a otro extraño poder acompañado por una misteriosa y tenebrosa existencia despertando dentro suyo, sin la menor idea de si se trataba de un amigo o enemigo.

Gascart · Fantasy
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67 Chs

Tras la batalla

Nunca fui alguien con muchos amigos y nunca me importó. No era algo que realmente necesitara. No obstante, después de todo lo que había pasado, empecé a querer el apoyo de alguien. Después de pasar todo el tiempo con Raidha y después de tanto tiempo entrenando con Mirthia incluso empecé a creer que hacer amigos podía ser fácil y reconfortante. Pero esa idea solo duró hasta que fui brutalmente apuñalado por la espalda… literalmente…

Mientras ponía mi mano sobre mi pecho y recordaba el dolor de un objeto saliendo de allí, empecé a preguntarme a mí mismo qué era realmente un amigo.

"Amigo". ¿Qué viene a la mente de uno cuando escucha esta palabra? ¿Cuánto dura un amigo? Ya no sabía cómo responder esas preguntas. Ambas respuestas desaparecieron en el momento en el que Mirthia me apuñaló… aunque a pesar de eso no era capaz de sentir ningún odio hacia ella.

Entonces, ¿a quién se le debería llamar amigo? Ese chico que conociste de pequeño y jugaba contigo luego del colegio. Ese compañero de clase con quien hablabas entre horas. El tipo con el que sales de copas un jueves por la noche... ¿Llamarías a eso "amigo"? Yo... ya no.

Compañero, conocido, aliado… esas palabras se acercan más a la realidad. Ese niño que conociste de pequeño y el compañero de clase, probablemente ambos desaparecerán al

cambiar de colegio o al hacerte mayor. Hasta podrías no volver a saber nada de ellos nunca más. Con quien pasabas todo el rato puede que conozca a otra gente que no te gusta y termines separándote de él por la primera gilipollez que pueda pasar. El tipo con quien sales de copas también puede dejar de ir contigo por algo tan simple como una chica que le gusta.

El concepto es demasiado efímero, demasiado superficial. Lo usamos a la ligera, sin pensar realmente en lo que implica. Por qué? Prácticamente la sociedad nos alienta, nos obliga a llamar a todo conocido así. Hasta llegamos a considerar amigos a quienes no lo son y ni conocemos de verdad.

Si tienes al conocido de turno a tu lado y te preguntan quién es, casi seguro contestarás: "un amigo". Si simplemente respondes: "un conocido", es probable que se sienta bastante

indignado... A causa de eso gritamos a todas horas amigo, amigo, amigo, amigo…

Por eso, tras reflexionar profundamente al respecto, ya sólo pienso considerar como un amigo a alguien que lo merezca. Alguien que actúe como uno cuando lo tenga que hacer.

Que no te abandone por el primer problema que salga. Alguien que no te traicione, alguien como...

—Supongo que por el momento puedes considerarme…

Esas últimas palabras resonaron en mi mente.

«Un amigo, ¿verdad? Ja, no me hagas reir.»

No hay forma de que lo pudiera considerar a él un amigo. No tenía intención de tener a alguien viviendo dentro de mí por el resto de mi vida, así que incluso si fuera la persona más confiable del mundo, tarde o temprano me tendría que deshacer de él.

«Deshacerme de él…»

Por alguna razón, una extraña melancolía despertó en mi interior, melancolía que aparté con un silencioso suspiro antes de girarme hacia Raidha, quien estaba caminando a mi lado con los ojos aún hinchados.

—¿Hay algo extraño en mi cara? —preguntó después de notar mi mirada.

—No…

¿Podía realmente considerarla una amiga? Me salvo unas cuantas veces… Probablemente ella era la única persona en la que podía confiar de verdad… Él hasta pensó lo mismo… No obstante, algún día tomaríamos caminos distintos y nunca nos veríamos más… Después de todo, incluso si lucía como una humana, no lo era.

—¿Entonces por qué me miras tan fijamente?

—Tu belleza es tan grande que me impide alejar la vista.

—¡¿Ehhhhhh?! ¡Déjate de tonterías!

Incluso así, no era capaz de considerarla una mera conocida. No tenía ni idea de que llamarla, y al pensar en eso, otro tipo de melancolía me asaltó.

«Sin ella…»

Si ella no hubiera estado conmigo, estaba seguro de que habría dejado de avanzar hace mucho. Incluso si no moría, probablemente me habría rendido.

«No importa como… me aseguraré de que nunca tengas que salvarme otra vez…»

***

El pueblo estaba completamente alterado por culpa de la reciente batalla. Los cadáveres de los habitantes reposaban aún por las calles junto a los de los atacantes, que no tenía

muy claro si estos últimos habían sido completamente erradicados o algunos habían terminado escapando. Lo que sí era imposible de negar es que había sido una masacre

bilateral. El pueblo sobreviviría, no obstante, para la aldea gatuna había sido un golpe durísimo. Tardaría en recuperarse de estas pérdidas, si es que llegaba a hacerlo.

Saqueamos algunos cuerpos que nos cruzamos. Recogimos algunas armas y cualquier cosa que pudiera parecernos útil. Podría considerarse poco ético, pero ellos no lo necesitarán más. Era mejor tenerlo nosotros a los que vendrían detrás para hacer lo mismo… o peor.

La gente del pueblo seguía en guardia y patrullando por todos lados. Normal, a pesar de que todo había terminado, no podían estar completamente seguros de eso. Se podía ver a simple vista que habían muerto más de los suyos que de los Faerain, muchísimos más. La furia y la tristeza de esta gente por la pérdida de conocidos y familiares no desaparecería durante mucho tiempo.

—Vosotros dos, esperad un momento —uno de los habitantes nos detuvo—. No sois de por aquí, ¿a qué habéis venido?

—Nosotros… —murmuré.

En unos instantes, un grupo de hombres armados con armas reales nos rodeó.

—Estamos de paso… nos marcharemos en un momento…

Después de revisarnos un poco finalmente se relajaron un poco.

—Iros lo más pronto posible, no queremos mas extraños. No puedo aseguraros que no tendréis problemas incluso si solo estáis de paso.

—¿Por qué? —preguntó Raidha.

—¿No puedes verlo por ti misma? Antes que vosotros un extraño llegó y detrás suyo los Faerain. Fue su culpa que todo esto pasara. En este momento nadie verá con buenos ojos a cualquiera de afuera. Pero ya que estáis aquí, si veis a un hombre de pelaje gris y ojos verdes avísadnos inmediatamente. Os prometo que le haréis que el pueblo os deva un gran favor. Por otro lados, si le veis y no decis ni una palabra… Ya os podéis imaginar.

—Por supuesto… ten por sentado que avisaremos inmediatamente… —contesté con una sonrisa irónica.

Por supuesto, todo el pueblo estaba en busca y captura del culpable del asalto: yo… Cada pocos metros eramos detenidos y una escena similar se repetía. Les deseé suerte a todos los que me buscaban… Realmente les deseé suerte en encontrar ese tipo con pelaje gris y ojos verdes… realmente la necesitarían… Por otro lado, nadie parecía buscar a Raidha… Parece que eso es lo que ocurre cuando no tienes rabo…

***

Decidimos volver con el viejo lobo. Al principio fue un poco difícil explicarle lo que había pasado, pero terminó aceptándolo y sorprendentemente no mencionó nada sobre el asalto o sobre mí.

Queríamos dejar el pueblo tan pronto el sol se levantara y seguir nuestra ruta hacia la siguiente fisura. Esta se encontraba lejos, así que nuestro siguiente viaje sería largo. No teníamos transporte, así que necesitábamos provisiones esta vez. El viejo lobo amablemente nos dio algo de comida y herramientas. Realmente parecía estar agradecido con nosotros… a pesar de que únicamente había hecho crecer algunas plantas… pero pensando al respecto, en este mundo donde apenas hay herramientas de metal, probablemente fue una gran ayuda. Sin duda, su vida no era fácil, y sabiendo que conforme el tiempo pasara le sería aún más difícil me hacía sentir mal.

«Pero no hay nada que podamos hacer al respecto.»

Despejé mi mente y me centré en el equipamiento.

«Comida guardada, herramientas listas, pistola cargada, munición preparada y… Vurtalis.»

Cuando estaba por poner a Vurtalis, que había regresado a un simple cuchillo grande, junto a las demás cosas pensé al respecto.

—Raidha, cuando fuimos atacados fuiste capaz de usar tu magia sin problemas, ¿verdad? ¿Puede ser que hayas recuperado suficiente poder como para abrir un portal?

—¡Ah! No pensé sobre eso.

«Y ella tan brillante como siempre...»

—¡Trae, voy a ver!

Le lancé la espada y empezó a cargar su magia en ella. Se veía la energía oscura arremolinarse alrededor, pero ningún cambio.

—¡¿Por qué no funciona?! —gritó en frustración.

No importó como lo intentase, nada cambió. Terminó moviendo estúpidamente la espada arriba y abajo una y otra vez.

—No creo que por mucho menearla salga algo...

—Parece que para abrir un portal necesito más poder de lo que creí.

—¿No gastarías todo el maná en la batalla?

—Eso no es problema, el maná se recupera rápido.

—Entonces, si tan rápido se recarga, ¿por qué no lo intentaste hasta ahora? Y tanto llorar porque te robé tu poder...

—¡Lo que me robaste no fue el maná! ¡Fue mi poder mágico!

—¿No es lo mismo?

—Por supuesto que no es lo mismo. Dejame ver como te explico esto. El maná esencialmente es el mismo en todos lados, pero cada persona tiene diferentes capacidades para usarlo. Para que entiendas, si el maná es el combustible, el poder mágico es el motor. Puedes tener mucho combustible, pero si tu motor no tiene fuerza no conseguirás velocidad.

—Vale, lo tengo. No es tan difícil de entender, pero no puedo evitar pensar que cada persona dice una cosa distinta…

—Tú únicamente tienes que escucharme a mí. No hay nadie con más conocimiento en magia que yo.

—Bueno, no es como si me fuera necesario igualmente. Después de todo, tanto mi maná como poder mágico son cero.

Raidha me clavó la mirada con los ojos entrecerrados y cara de reproche.

—Pero en su lugar tienes un poder incluso más sorprendente que la magia.

—No te creas... A pesar de lo que parece, está muy limitado. A diferencia de con la magia, no puedo crear algo de la nada. Si no hay materia no puedo usarlo. Solo afecta a los elementos que en estado base son sólidos. No puedo controlar ni líquidos, ni gases y tampoco puedo afectar directamente a otras personas. Lo único que se salta esta limitación es la increíble regeneración de mi cuerpo, y como es automático, no estoy del todo seguro de que realmente se la salte... Además, no genero automáticamente la energía necesaria para usarlo. Me toca recolectarla del exterior.

—Solo por esa regeneración mucha gente estaría encantada de abandonar su magia… Igualmente, ahora que pienso al respecto, la primera vez que abrí el portal no usé nada de magia ni poder oscuro, simplemente se abrió.

—Simplemente se abrió… En otras palabras, la verdad es que ni tú misma tienes ni idea de como funciona esa espada, ¿verdad?

—¡No es que no sepa! Simplemente… es como mover tu mano, simplemente quieres que se mueva y se mueve…

—Eso es lo mismo que admitir que no tienes ni la más remota idea… pero entiendo lo que quieres decir. Después de todo, cuando apareció ese tigre, yo también la controlé tan fácilmente como muevo un dedo.

Puse la espada delante mío y me imaginé un portal, el mismo espacio siendo cortado en frente de mí… pero como esperaba, nada ocurrió.

—Escucha, tú, ¿sabes algo al respecto? —pregunté.

-No me preguntes a mí, no hay forma de que lo sepa.

Al escuchar esta respuesta guarde la espada, abatido.

—Él tampoco parece saber nada.

—¿Él dices? —Raidha murmuró.

—Sí, él, ¿cuál es el problema.

—Nada, simplemente pensé que empezaste a tener mucha confianza con eso —murmuró otra vez.

Sin duda, a Raidha no le gusta nada mi compañero de viaje. Supongo que era normal.

—Como sea… ¿Realmente no te viene nada a la cabeza de cómo abrir el portal?

—No, cuando la usé por primera vez únicamente pensé en ir a otro lugar y simplemente lo abrió por sí misma.

—Por sí misma… Ahora que lo dices, cuando yo la toque, también abrió el portal por sí misma… Ni siquiera pensé en ir a ningún lado…

La maldita espada seguía siendo un misterio que no podíamos resolver. Y al mismo tiempo que nosotros debatíamos nuestras ideas de como hacerla funcionar, cierta persona también presente en el momento que ese portal se abrió estaba buscándonos sin cesar. Sin embargo, no había forma de que nos encontrara… ¿verdad?