—Mierda, esto no es bueno... ¡Corre!
Agarré a Raidha de la mano y corrí tan rápido como mis piernas lo permitieron. Los ciudadanos estaban en un estado entre pánico, confusión y expectación. Incluso los que nos perseguían estaban aturdidos por el rayo. Gracias a eso no se centraron en nosotros, cosa que nos permitió por lo menos escapar de la escena relativamente rápido. El problema fue que al alejarnos unos pocos metros y al estar corriendo a toda velocidad no pudimos evitar destacar de nuevo.
Para ellos nosotros éramos dos seres extraños que salieron corriendo como alma que lleva el diablo del lugar donde cayó el rayo de luz. Algunos huyeron aterrados, otros empezaron a sacar fotos... o eso es lo que creo que estaban haciendo… También escuché de fondo algún que otro grito desesperado diciendo "nos invaden" o cosas por el estilo. No podía culparlos, realmente eso es lo que parecía.
Corrimos por lo que me pareció una eternidad y a una velocidad que nunca antes alcancé. Creímos tener una oportunidad de escapar cuando los que nos perseguían centraron toda su atención en las luces que salieron de la nave, pero incluso así no pudimos llegar lejos. Cinco de esas luces se separaron de las demás y nos bloquearon el camino en un parpadeo. Al apagarse revelaron un grupo de hombres con alas blancas, vestidos con armaduras azules similares a la de esa chica con la que peleó Raidha.
—La señal de la energía oscura viene de ella —uno de ellos señaló a Raidha.
Raidha y yo retrocedimos un par de pasos. Los cinco hombres nos apuñalaron con sus miradas, aunque no tardaron en mostrar claramente dudas en sus rostros.
—¿Esta niña es una Silphen? Mirad bien, siquiera tiene alas.
—Así parece ser, pero es una Silphen muy extraña.
—Pues para ser una Silphen parece muy débil.
—Nosotros preocupados por lo que pudiera pasar y nos encontramos esto.
Esos tipos se pusieron a hablar despreocupadamente entre ellos. Al aparecer delante nuestro parecían algo tensos, pero ahora estaban prácticamente burlándose de Raidha. La pobre siquiera podía refutar sus palabras. Simplemente permaneció callada con los ojos llorosos y apretando los puños.
—Es fácil hablar cuando se ataca en grupo... —susurré.
Dejé salir el comentario en voz baja, pero por lo visto me escucharon, ya que los cinco se callaron y se giraron hacia mí con mala cara. Probablemente les toqué el orgullo.
—Esto no es un Silphen, ¿verdad?
—Lo dudo, tiene tan poca presencia que ni lo noté.
—"Esto" es un humano —me quejé.
—Bien, lo que sea, un ser como tú haría bien en no meterse con cosas que te vienen grandes.
—¿Un ser como yo? La única diferencia entre nosotros son las alas…
—¿Pero qué tonterías dices?
Uno de esos Katryde estalló en risas. Los demás también empezaron a burlarse de mí, como si hubiese dicho la tontería más grande del mundo.
—¿Acaso tus ojos no funcionan bien? No te pareces nada a un Katryde.
El comentario me pareció simplemente surrealista. ¿Cómo podían tener tal ego? ¿Acaso se creían dioses o algo por el estilo? Uno de eso Katryde incluso empezó a mover la mano en un gesto que parecía indicar que me marchara de ahí. No, mejor dicho, parecía como si quisiera alejar a un simple bicho que revoloteaba a su alrededor.
—Supongo que tampoco quiero parecerme a unos tipos que necesitan enviar decenas de hombres a cazar a una única chica.
Di un paso adelante, ocultando un poco a Raidha detrás de mí, quien enseguida tiró de mi brazo y me alentó a retroceder.
—Drayd… olvídalo… No vale la pena que te metas en esto. Vete, yo… me las apañaré sola.
—No digas tonterías...
Tiré de mi brazo y me la saqué de encima. No pude evitar suspirar pesadamente y dar otro paso adelante.
—Ayer me dijiste que nada parece importarme… pues como puedes ver te equivocas. Ahora mismo estoy bastante molesto… No, en realidad estoy furioso.
—¿Qué nos vas a hacer, humano? ¿Mirarnos mal?
El mismo Katryde que había hablado antes volvió a burlarse de mis palabras. Clavé mi mirada en él y apreté los puños con fuerza.
«Frustrante... muy frustrante... pero cierto. ¿Qué puedo hacer yo?», me lamenté interiormente.
Había cinco Katryde delante de mí y a saber cuántos detrás, además no había manera de saber si quedaban más en la nave o si había otras naves esperando. No podía escapar. No, no quería escapar de nuevo.
Reuní toda la determinación que había acumulado y empuñé a Vurtalis en mi mano derecha al mismo tiempo que agarraba la pistola con la izquierda, decidido a luchar… pero apenas levanté un poco las armas, un rayo de luz pasó a pocos centímetros de mi cara. Toda esa determinación se desvaneció al escuchar una gran explosión detrás de mí. Giré rígidamente mi cabeza hacia atrás… parte de un edificio se había derrumbado por completo…
—Calla de una vez y deja de montar un espectáculo. Harías bien en hacer caso y no meterte en cosas que te vienen grandes.
Ese Katryde, que aún me apuntaba con su dedo, parecía ser el líder del grupo. En el momento en el que actuó las burlas de sus compañeros se detuvieron por completo y todos se volvieron algo más parecido a soldados disciplinados de verdad. Incluso ya tenían sus armas preparadas, armas que iban desde simples espadas hasta algo parecido a rifles.
Apreté los dientes con resignación. Antes de que pudiera hacer un movimiento todos ellos ya estaban en guardia. Y no solo eso, antes de darme cuenta Raidha se había puesto entre ese katryde y yo.
—¡A él dejadle en paz, no tiene nada que ver en esto! No haré nada, así que dejadlo ir… dejadlo ir y decidme desde cuándo me habéis estado siguiendo… solo pido eso...
La voz de Raidha temblaba. Probablemente aún estaba preocupada por haberlos atraído hasta su gente… probablemente también estaba preocupada por mí…
«Esta idiota…»
Y yo no podía hacer nada…
—¿Seguirte? ¿Qué quieres decir con eso?
—¿Eh? ¡Me habéis atacado dos veces seguidas! ¡¿Obviamente me habéis estado siguiendo desde…?!
Raidha se calló de golpe. El que parecía el líder del grupo levantó una ceja en silencio, realmente no parecía entender a qué se refería Raidha.
—¿Dos veces? Así que ya has escapado de un escuadrón. Acaso… ¿eres la superviviente de un grupo de Silphen? Ya veo, perdiste tus alas en el enfrentamiento y has estado huyendo desde entonces.
—No eso no… ¿Entonces no me estabais siguiendo?
—Hay escuadrones patrullando por todos lados, nosotros simplemente detectamos un rastro de energía oscura en este planeta y hemos estado buscando el origen desde entonces.
—Con que es así…
Raidha parecía haberse sacado un peso de encima. Yo en cambio no pude evitar darle vueltas a eso que acababa de decir ese Katryde. Algo no terminaba de cuadrarme. Nos habían descubierto al notar la energía oscura de Raidha… entonces, ¿por qué no habían aparecido hasta ahora?
«Cierto, Raidha dijo que había energía oscura en mi cuerpo y por eso los Katryde irian a por mí, pero yo no parezco importarles mucho… Además no aparecieron hasta… ¡Esta maldita idiota!»
Si mi deducción no era errónea, únicamente se habían dado cuenta de nuestra presencia después de que Raidha usara su poder oscuro para escapar de ese laboratorio, y solo nos habían podido encontrar cuando lo usó de nuevo en la ciudad. Probablemente los únicos capaces de notar fácilmente la energía oscura serían los propios Silphen o algunos Katryde con altas capacidades de percepción, y probablemente no había muchos de ellos, o de lo contrario no necesitarían mandar patrullas por todos lados. Pero ya era un poco tarde para darnos cuenta de eso.
«Lo peor es que ni siquiera parece acordarse de que no puedo irme de este mundo sin ella…»
Volví a suspirar pesadamente… realmente ya se había vuelto una mala costumbre mía. Levanté mi mano y sujeté a Raidha del hombro. Se giró de golpe y me miró como suplicando que la dejara ir, pero obviamente no lo haría.
—¡¿Qué crees estar haciendo, idiota?! ¡Recuerda que ahora mismo estamos en el mismo barco, no voy a irme y dejarte sola con estos gilipollas!
A causa de mi grito desesperado, el que parecía el jefe de los Katryde se dirigió hacia mí, probablemente dispuesto a callarme de forma definitiva.
—Y tú, maldito... lo que seas... ¡No te quedes en silencio como si la cosa no fuera contigo! —volví a gritar, dirigiéndome a esa cosa en mi interior.
El Katryde estaba a punto de atacarme, pero no llegó a hacerlo. Dio un paso hacia atrás, con una mueca desagradable. Los demás reaccionaron de forma similar. Al principio parecían haberse asustado, pero rápidamente cambiaron a algo que simplemente parecía asco.
—¿Qué eres tú?
Durante un momento no entendí esa reacción, pero pronto me di cuenta de que una especie de humo negro salía de mi cuerpo. Sonreí irónicamente hacia ese Katryde.
—Vaya... parece que con los gritos logré despertar al monstruo...
Mi cabeza empezó a nublarse rápidamente. Cerré los ojos y volví a suspirar, esta vez acompañándolo con una pequeña sonrisa.
—Te lo suplico... protege a Raidha... —susurré.
-Menudo inútil estás hecho, de nuevo delegando tus problemas en los demás. Como quieras, idiota, yo me haré cargo... no dejaré que le hagan nada...