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Cómo infiltrarse… para tontos

Raidha estaba en el asiento del copiloto con los brazos cruzados, los mofletes hinchados y la cara roja. Yo conducía en silencio, con una marca del mismo color en la mía. A lo lejos podía verse lo que parecía ser una gran ciudad.

—¿Tenemos que entrar ahí? —pregunté.

—¡Calla y conduce!

—¡No me culpes a mí! ¡Eso es una reacción que no puedo controlar mientras duermo! Además, fuiste tú quien se me durmió encima...

—¡Te he dicho que calles! ¡Ah!, lo noto claramente, hay una fisura ahí mismo.

—Estupendo… estamos jodidos...

No había otra opción más que entrar en la ciudad. En realidad lo que me preocupaba no era entrar, sino la reacción de esa gente al vernos. Con la experiencia anterior y la certeza de que nos estarían buscando incluso en este momento, no quedaba duda alguna de que tendríamos problemas nada más pisarla… Necesitábamos entrar sin ser vistos.

Pronto llegamos lo suficientemente cerca de la descomunal ciudad como para ver claramente los edificios levantándose imponentemente sobre la tierra. Grandes rascacielos de probablemente más de cincuenta pisos ensombrecían a los ya más normales edificios que los rodeaban.

Diversidad de colores pintaban la ciudad, aunque sobresalía el gris metálico. En su mayoría eran completamente rectangulares, con tejados rectos o ligeramente inclinados, llenos de antenas de todo tipo. Aún así, no faltaba el típico edificio de construcción artística que destacaba egocéntricamente al tener formas más redondeadas o al enroscarse sobre sí mismos en espiral.

—Ya estamos demasiado cerca. Toca decidir cómo colarnos.

Frené en medio de la nada y me puse a pensar. El coche tenía agujeros de bala en algunas partes de su chapa y abolladuras en el resto. Sin duda destacaría entre los demás vehículos. Nuestro aspecto y ropa también eran un problema. Éramos demasiado diferentes de esa gente. Un simple vistazo a través de los cristales y seríamos descubiertos instantáneamente incluso si ocultábamos nuestras caras de algún modo.

—Si al menos pudiéramos evitar que se viera a través del cristal y ocultar los daños del coche… —murmuré.

—Creo que puedo encargarme de eso —se apresuró a contestar Raidha, al verme pensando en un plan.

—¿De verdad puedes hacer que no nos vean?

—Sí, ¡déjame a mí! —golpeó su pecho, con confianza.

Al no tener ninguna idea mejor, la dejé subirse al asiento del conductor. Aseguró que iríamos más rápido si era ella misma quien conducía hacia la fisura en lugar de indicarme el camino. Sonaba razonable, así que se lo permití...

***

—¡¿Esta es tu idea de pasar desapercibidos?! ¡Estás locaaaaaaaa!

¡Desapercibido mi culo! Su brillante idea para ocultarnos fue cubrir el coche con su magia. Una capa oscura lo pintó por completo de negro, ocultando así los agujeros y abolladuras. Los cristales también fueron teñidos de tal manera que no se podía ver nada desde afuera, mientras que nosotros aún teníamos una ligera visión en su interior. Aún así, el maldito coche destacaba más que nunca entre los demás vehículos. Todo el mundo se quedaba mirándolo con curiosidad. Y eso realmente era lo de menos... ¡El problema real era que la muy loca no sabía conducir!

—¡Cállate, me desconcentras! No te preocupes, enseguida llegamos a la fisura. Una vez crucemos ya no tendremos que preocuparnos por nada.

—¡Por lo menos no conduzcas en sentido contrario!

Mi corazón latía más rápido de lo que corría el coche. Todo mi cuerpo estaba pegado a mi asiento. Me sujetaba con todas mis fuerzas donde podía para no salir disparado por los bruscos giros que daba Raidha sin avisar. Pitidos y gritos de miedo se podían escuchar allí por donde pasábamos.

Los coches que nos cruzábamos intentaban evitarnos desesperadamente, causando de esta manera que muchos chocaran entre ellos o contra otros objetos. Uno de esos nos esquivó con un volantazo desesperado y se empotró contra la pared de una casa… con suerte el vehículo tendría un buen sistema de seguridad...

«La cosa no podría ir peor... ¡¿Cómo se me ocurrió dejar conducir a esta idiota?!»

Miré por el retrovisor el desastre que habíamos causado, justo a tiempo para ver como multitud de vehículos más grandes empezaban a seguirnos. Desde una ventanilla superior salieron varios de esos seres, con armas parecidas a ametralladoras en sus manos.

«Vale, esto por pensar que no podría ir peor...»

Abrieron fuego. Las balas volaron directamente hacia nosotros. El sonido al chocar con nuestro coche resonó por todo el interior, acrecentando mi angustia y desesperación. Por suerte, la capa de oscuridad y la propia chapa del coche parecían ser capaces de aguantar los disparos bastante bien.

—¡¿Qué es eso?! —preguntó la princesa loca, al escuchar los golpes contra el coche.

—¡La policía, el ejército, los mismos de ayer o yo qué sé! ¡Idiota, ¿de verdad creías que con la que hemos armado no aparecerían las fuerzas de seguridad? Ahora sí, ¡ya puedes correr tanto como sea posible!

Recorrimos las intrincadas calles de la ciudad sin un rumbo fijo. Cada vez que pasábamos por una encrucijada se sumaban más de esos vehículos a la persecución. Tras recibir incontables disparos, la capa de oscuridad decidió ceder y algunas balas se colaron dentro del coche. El cristal de delante nuestro se rompió en mil pedazos al no tener nada que lo protegiera desde dentro, cayendo en gran cantidad encima nuestro. Durante un momento perdimos el control del vehículo, momento que nuestros perseguidores aprovecharon para alcanzarnos y golpearnos directamente con los suyos en un intento de pararnos por la fuerza. Cada vez la situación era más aterradora.

—Raidha, mejor defiéndenos. Déjame el volante a mí.

—¡Ei, cuidado!

Me quité los cristales de encima y pateé a Raidha fuera del asiento del conductor. Eso no solucionaba el problema, pero por lo menos me sentía más seguro conduciendo yo. Mientras tanto, ella se las apañó para bloquear los disparos más peligrosos.

Otro grupo no tardó en aparecer en frente nuestro para bloquearnos el paso. Di un volantazo y conseguí apartarme lo suficiente para no chocar con ellos, pero luego dos coches se interpusieron en nuestra ruta, bloqueándola por completo.

—¡Haz algo! —le grité a Raidha al ver que no había manera de evitarlos.

—¡Ya lo hago!

Raidha lanzó una bola negra que se expandió rápidamente en medio de los vehículos, separándolos. Aún así, solo fue suficiente para pasar rozando por ambos lados. El chirrido del metal frotándose me puso todos los pelos de punta.

—Esto ha sido peligroso... ¡Mierda!

Apenas habíamos evitado chocar con esos dos para que otro vehículo nos embistiera de lado. Nuestro coche empezó a dar vueltas hasta que conseguí recuperar el control con dificultad.

—¡¿Ehhhhh?! ¡Esto cada vez se complica más!

—¡¿Y de quién es la culpaaaaaaaaa?!

Los intenté perder tanto como pude, pero cada vez parecíamos estar más acorralados. El coche empezaba a caerse a trozos y Raidha apenas era capaz de defendernos de los disparos y embestidas. Nuestras opciones de escapar disminuían cada segundo. Mis ideas también se terminaban y no tenía tiempo de pensar en nada mientras utilizaba todas mis fuerzas para evitar morir aplastado o agujereado.

-Idiotas, no os quedéis aquí dentro. ¡Salid tan rápido como podáis!

—Raidha, ¡salgamos de aquí!

—¡¿Ehhhh?!

Esa maldita voz volvió a sonar en mi cabeza. No sé por qué, pero no dudé ante su advertencia. Pisé el freno a fondo, cogí a Raidha del brazo y salté junto a ella por la ventana sin siquiera esperar a que el coche terminara de detenerse del todo.

El golpe contra el suelo fue tremendo y ambos terminamos dando varias vueltas abrazados, pero gracias a eso nos libramos de lo que pasó después. Un rayo blanco engulló toda la zona en la que segundos antes había estado nuestro coche.

—No jodas, ¿ahora nos atacan con satélites láser? ¡¿Qué tipo de amenaza nos han considerado?! —maldecí con todas mis fuerzas.

—Espera, eso es magia, magia de luz. ¡Son katryde! —respondió Raidha con consternación.

—¿Cómo?

Levanté la vista hacia el cielo. A lo lejos se podía ver algo brillante, a parte del sol. Eso tenía que ser lo que disparó ese rayo, aunque no tenía claro qué era. Lo que sí estaba claro era que poco a poco se estaba acercando hacia nosotros.

Deseé con todas mis fuerzas que ese ataque no fuera repetible. Nos libramos de milagro gracias a… ese… o eso… o lo que fuera... En ese momento me pareció un gran aliado.

—Eso es… —murmuré al ver ese objeto acercarse.

Esa luz se paró en medio del cielo, pero inmediatamente se dividió en pequeñas lucecitas que empezaron a bajar aún más rápido. Entrecerré los ojos y me cubrí la frente para ver mejor. Cuando por fin conseguí distinguir mejor las siluetas por fin lo entendí. Eso era una nave, y las pequeñas lucecitas, una considerable cantidad de katryde saliendo de ella.