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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · Urbano
Classificações insuficientes
390 Chs

152- Han vuelto a mi vida

Después de hablar por teléfono con Rafael, se sintió renovada. La chica del personal del hotel le trajo café junto con algunos bocadillos.

Seguía desplazándose por su teléfono mientras comía. La emoción de que se encontraría con Rafael a cenar era un impulso de energía para su moral y poder superar el día. Al menos, tenía algo que esperar.

Después de terminar con todas las entrevistas, se dirigió al ático para despedirse de los niños.

—¿Volverás aquí? —preguntó Alex con una voz llena de esperanza y Marissa simplemente asintió.

—Sí. Volveré aquí.

Jenna había sugerido que tomaran una siesta corta antes de pensar en más ideas para sus actividades de juego. 

—Pórtense muy bien con ella —les aconsejó Marissa, y la joven niñera le lanzó una mirada agradecida.

Después de un retoque rápido, salió de la habitación y abandonó el edificio donde la esperaba un chófer uniformado.

Él abrió la puerta del coche en cuanto la vio salir del edificio.

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