Por suerte, Shen Yi puedo esquivarlo a tiempo o, si no, el zapato seguramente le hubiera golpeado fuerte la cara.
—¡Oye! ¡Eso fue peligroso!
—Llámame así de nuevo y te prometo que no le voy a errar la próxima vez —
refunfuñó Lu Xinyi.
Shen Yi se pasó las manos por la cara. Eso estuvo cerca. No tenía idea de que la señorita Panqueques podía ser tan peleadora.
—De acuerdo. Entendí. No voy a volver a decirte ese nombre de nuevo —le prometió ShenYi, pero sabía que aquel sobrenombre se le quedaría pegado y no lo olvidaría. Luego, agarró el zapato del piso y se lo devolvió a ella.
—¿Por qué me trajiste aquí? ¿Y podrías explicarme por favor por qué sigues afirmando que soy tu novia? —le preguntó cuando Shen Yi le devolvió el zapato.
—Esto puede sonar ridículo, pero necesito tu ayuda —Shen Yi miró para otro lado, mientras que Lu Xinyi esperó pacientemente para que el continuara, pero no lo hizo.
—Córtala y decime. No puedo esperar por siempre.
—No conocí suficientes mujeres en mi vida como para que alguna se convierta en mi esposa, pero al menos tu eres la más honesta que conocí y puedo decir que tolero como te comportas.
—Eh, ¿qué quieres decir con eso?
—Quiero que seas mi esposa.
Ante aquellas palabras, Lu Xinyi sintió un nudo en la garganta. No podía decir ni una sola palabra para responderle.
Espera ¿Qué?
¿Acababa de decir que la quería como su esposa? ¿Pero por qué?
El directo acercamiento de Shen Yi la asombró. Había conocido muchos hombres antes, pero ninguno tan descarado y directo como ese hombre. La mayoría no podía esperar a invitarla a salir o, probablemente, llevarla a la cama. Sin embargo, ese hombre, que casi no la conocía, hizo la pregunto como si no fuera gran cosa.
Fue directo y, por la mirada en el rostro, por Lu Xinyi podía notar que era enserio. Ella frunció el ceño. Sabía que después de las vacaciones en el crucero, volvería a su desordenada vida, ¿de verdad quería usarlo como un chivo expiatorio de sus problemas?
Estaría sin hogar y, lo más probable, tendría que dejar el trabajo, porque sería imposible quedarse en el mismo lugar de trabajo que Meng Jiao. La propuesta de él, sin duda alguna, le resolvería la mayoría de los problemas, pero ¿cuál era la trampa?
Dijo que quería que fuera su esposa ¿Significaba eso que tendría que realizar las tareas típicas de esposa para él? Se puso pálida. No, no estaba lista para eso.
El silencio de Lu Xinyi le molestaba a Shen Yi. Sabía que eso quizá era mucho para ella.
—Esto es una locura —dijo finalmente.
—Lo sé—hizo una pausa— mientras que yo te guste y puedas aceptarme, puedo ser un esposo fiel. Aunque nuestro matrimonio solo sea en papel, te seré fiel solo a ti.
—¿Pero por qué?
Shen Yi la miró inquisitivamente.
—¿Por qué quieres casarte conmigo? ¿Por qué no puedes casarte con la mujer que sigue acechándonos?
Shen Yi soltó un quejido. Todo era culpa de su familia, pero de nuevo él era quien seguía rechazando a las mujeres, por lo que los rumores acerca de que él era gay empezaron a circular y a dañarle la reputación.
—Digamos que esto va a ser un asunto conveniente para los dos. Te voy a rascar la espalda y tú a mí.
—¿No te importa mi pasado? —Se rehusaba a creer que se casaría con una mujer al azar que acaba de conocer.
—Siempre sigo mis instintos y nunca me equivoqué cuando lo hice.
Lu Xinyi parpadeó. Nunca antes se le habían propuesto. Ese hombre no estaba tan mal, la verdad. Si lo miraba de cerca, era apuesto. Tenía rasgos perfectos, aunque costaba mucho a veces leer sus expresiones. No sonreía mucho, pero eso le parecía muy encantador.
—Entonces, ¿nuestro matrimonio sería falso? —preguntó ella.
Shen Yi negó con la cabeza.
—No. Nuestro matrimonio sería verdadero en todos los aspectos, salvo en las actividades del dormitorio.
Ahora que lo mencionaba, se le había ocurrido una idea.
—Pero no me molestaría que saltaras encima mío. Recibiré muy bien cualquier acoso de tu parte —dijo Shen Yi con una amplia sonrisa. De verdad le gustaba cuando ella se enojaba. Las mejillas le hervían de rabia, como si quisiera abofetearle la sonrisa de la cara en cualquier momento.
—¡Pervertido! —Lu Xinyi se tentó de arrojarle otro zapato, pero decidió no hacerlo—¿Así es como te le propones a tu futura esposa?
—Pero no dijiste que sí.
Era cierto. Todavía, no había aceptado la propuesta, pero...
—Debemos establecer algunas reglas si nos vamos a casar.