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LINDA TARDE

                                (***)

Dos semanas después, me encontraba en el autobús camino a la Universidad. Aún seguía sin saber los horarios, por lo que salí cuarenta minutos antes para prevenir cualquier tardanza. No me gustaría llegar tarde el primer día.

Antes de volver a casa debería pasar por algún lado y preguntar por los horarios.

Una vez en la entrada, Lía estaba parada esperándome. Antes de salir de casa, hablé con ella para que me ayudara con los caminos e indicaciones. Campus oeste, debería tatuarme el camino para no tener que pedir más ayuda en los siguientes días.

—Prometo aprender el camino hoy y no molestarte desde mañana en adelante.— Aseguré mientras comenzamos a caminar por el recitno.

—No me molesta en realidad, no te preocupes.

Al llegar al sector oeste, me despedí de Lía. No quería robarle más tiempo, su campus está en el área contraria al de primer año, no quisiera generarle algún problema.Tenía todo para llegar a mi salón. En el mail también enviaron las clases, profesores, números de aulas y alumnos, no había excusa para perderme así que comencé a caminar por los pasillos hasta encontrar el aula número siete.

Un hombre alto y calvo, de unos cuarenta y tantos años daba la clase de Tanatología Forense que resulta ser el estudio del cadáver, signos y causas de muerte, así como también su evolución y conservación. Resultó ser una hora más agradable de lo que pensaba.

Muy entretenida.

Las siguientes clases no fueron de las más interesantes, aunque estuvieron bien. Los profesores que tuvimos hoy, se presentaron y resultaron ser muy atrapantes en sus áreas. Tener profesores que transmitan su conocimiento de una forma tan hermosa y natural es en lo personal, de las mejores cosas que pueden pasarle a un estudiante. Para la vida en general, es bueno tener ese tipo de personas a nuestro alrededor.

[...]

Llegué a casa pasadas la una del mediodía, directo a la cocina para ver que podía almorzar antes de ir a visitar a Dakota. Tenía que cumplir mi poromesa de meñique así que puse pasta instantánea en el microondas para acelerar el proceso de la comida.

Fui al cuarto para cambiar mi ropa por una más ligera y salir de la casa. Crucé la calle y Enzo fue quien abrió la puerta.

—Axia, hola.— A juzgar por su expresión, no esperaba verme.—No sabía si vendrías así que no le comenté a KoKo que la visitarías, voy a llamarla en un momento. Pasa, pasa.

—¡Hola!, acabo de llegar de estudiar y me acordé de la promesa de meñique que hice con Dakota.— Levanté mi dedo meñique.— No quería faltar.

—Cornell, ¿verdad?.

—Exacto, ustedes también estudian ahí, ¿puede ser?, o eso imagino.— Por supuesto que no iba a decirle que Lía me contó.

—En efecto, campus este. Estoy en segundo año, Raphael está en su último ciclo, para suerte de todos nosotros... Voy a buscar a KoKo, puedes tomar asiento si quieres, vuelvo en un segundo.

De un segundo al otro, Enzo y Dakota estaban frente a mí, la segunda con una enorme sonrisa en su carita.

—¡Axia, sí viniste!.

Y me abrazó.

—Hola, preciosa. ¿Cómo estás?.

Sin ninguna respuesta, me arrastró escaleras arriba hasta entrar en una habitación que supongo, era la suya. Se sentó en una pequeña mesa con dos sillas, invitándome a tomar asiento en una de ellas.

—Creí que no vendrías, mi hermano dijo que iba a venderme si seguía preguntando por ti.

—Por supuesto que no lo decía enserio, Koko. Pero ganas no me faltaron.— Enzo entró en la habitación con una linda sonrisa y una bandeja en sus manos, dejándola en la cama.— Yo voy a estar afuera, en el patio trasero por si necesitas algo, Axia. KoKo, no la molestes mucho o va a dejar de ser tu amiga.

—Gracias, Enzo.

—No vas a dejar de ser mi amiga, ¿verdad?. Puedo callarme si quieres.

—No necesitas callarte, me gustan las personas que hablan mucho, me gusta escuchar, soy buena haciéndolo. No te preocupes.— Dakota había puesto ambas manos en su boca, las quité y ahora una sonrisa crecía en su carita.

—Es bueno que seas mi amiga, ¿puedo contarte mis secretos?.

—Bueno, eso depende de ti. No tienes que contarmelos sólo porque somos amigas, sólo hazlo si así lo quieres.

—Tengo uno, pero no es mío. Acércate.— Movió su pequeña silla hasta dejarla pegada a la mía.—Le gustas a mi hermano.

—Oh, bueno...—¿Qué se supone que debo decir?, ¿"tienes dos hermanos y no me gusta ninguno. Son muy llamativos pero apenas los conozco"?—¿Ya te anotaron en la escuela?.— La vieja y linda confiable, el cambio de tema.

—Sí, comencé hace una semana y ya tengo muchas amigas.— Hizo un gran círculo con sus brazos para enfatizar la gran cantidad de amigas que tiene.

—Eso es increíble...

—¿Tú ya tienes amigas?, además de mí. Amigas de tu edad.

—Eso creo, conocí a una chica. Se llama Lía, es maravillosa y supo ayudarme en todo lo que necesité y posiblemente necesite hasta acostumbrarme. Tuve suerte de conocerla, no suelo socializar tan rápido.

Y así se pasaron horas, tal vez tres. Entre charlas, juegos y sesiones de té, pasé una gran tarde con Dakota. No volví a ver a Enzo sino hasta que estaba yéndome, cuando me acompañó hasta la entrada. Cruzando la calle noté que Raphael estaba volviendo a su casa, observándome como si no creyera que yo pudiera estar saliendo de su hogar.

📚¡Disfruten! Y recuerden que cualquier error será corregido al finalizar la historia. 💖