Antes de entrar en la cueva, Leo y Plata tenían que idear un plan. O al menos eso es lo que Nate pensó que harían, pero cuando vio a los dos caminando con confianza hacia la cueva, Nate se dio cuenta de repente de que no habría plan en absoluto.
—Espera, ¿vamos a entrar así nomás, por qué estabas tan enojado por mis fuertes pisadas entonces? —Nate preguntó.
—Eso era solo en caso de que hubiera alguien con el que no pudiéramos lidiar, siempre que un líder vampiro no esté aquí, Leo y yo seremos suficientes. —Plata respondió, sacando su pequeña hoja de estoque y ajustando el ataúd de madera en su espalda.
—¿Quieres que nos enfrentemos a los Chupasangres, o al caballero vampiro? Parece que el Caballero vampiro podría ser el más difícil. —Leo preguntó con indiferencia, como si no importara cuál eligiera.
—Dejen al caballero vampiro para mí. Es hora de restaurar un poco de honor para la decimotercera familia. —Plata respondió.
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