—¿Algún avance nuevo sobre la desaparición de Anastasia? —preguntó el señor Wallace, su tono era cortante mientras observaba a Xavier sorber de una taza de café de porcelana. La rica y oscura infusión se había convertido en su arma predilecta contra el cansancio que pesaba en sus párpados.
Las bolsas bajo sus pestañas se asentaron como si hubiera tenido una pelea con alguien.
—Todavía ninguno hasta ahora —respondió Xavier, colocando la taza en su escritorio y tecleando.
Estaban en el escondite de Xavier. Se había convertido en su hogar durante los últimos tres meses después de que comenzara la búsqueda de Anastasia.
El anciano hizo clic con la lengua, sacudiendo ligeramente la cabeza mientras decía:
—Ya han pasado tres meses....
Los dedos de Xavier se detuvieron sobre el teclado, sus ojos fijos en su padre mientras esperaba que el hombre continuara.
—Quizás es hora de que tú...
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