Ninguna de las chicas estaba abajo y ella concluyó que ya debían haberse retirado a sus habitaciones.
Una ola de alivio la inundó, pero rápidamente se desvaneció al sentir una sensación punzante subiéndole por la columna. Sentía ojos sobre ella, agudos y atentos, siguiendo cada uno de sus movimientos.
—¿A dónde vas? —preguntó Avery.
Avery era la última persona que quería encontrarse en un momento como este. Aunque Anastasia aún no había tenido éxito con su movimiento, parecía como si Avery ya supiera lo que estaba tramando.
Anastasia se tensó al escuchar la voz de Avery, su corazón se saltó un latido. Esperaba un momento de paz, pero parecía que Avery siempre estaba al acecho, esperando que cometiera un error. La amenaza sutil en las palabras de Avery era clara. Anastasia no respondió de inmediato, su mente acelerada por el miedo de que Avery pudiera exponerla, como ya había hecho antes.
—Iba a la cocina —mintió Anastasia, dirigiéndose ahora hacia la cocina.
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